Capítulo 5

Jackson trepó al helicóptero y tomó asiento junto a Jonas y Alexandr Volstov, el prometido de Abbey y antiguo agente de la Interpol. Miró fijamente a Ilya Prakenskii, el prometido de Joley. Dependían de Ilya ahora. Era un experto tirador, su reputación intachable, y necesitaría cada una de sus habilidades tanto psíquicas como también de tirador con los fuertes vientos. También tendría que utilizar esas habilidades para mantener el helicóptero estable y depender de la precisión de Hannah con el viento para mantenerlos a salvo y que pudiera proporcionar cobertura a los tres hombres que iban a rescatar a Elle.

En el momento en que se colocaron, el helicóptero se alzó en medio de la tormenta. Jackson pudo ver a Hannah en la cubierta, con los brazos extendidos hacia el cielo, sus hermanas posicionadas tras ella, alimentando su energía mientras ella orquestaba la tormenta. Dirigía el viento por delante del helicóptero para que Ilya pudiera mantenerlo estabilizado mientras salían disparados a través del aire hacia la isla. El piloto rozaba la superficie del mar, las olas lamían vorazmente hacia ellos, salpicándolos de sal.

Donde las olas tenían que haber sido de metro veinte o metro cincuenta, el viento que las hermanas generaban las empujaba hasta formar torres imponentes, poderosas paredes de fuerza aplastante coronadas de blanco que Jackson apenas podía divisar en el pozo negro de la noche. El helicóptero sólo emitía una suave incandescencia verde mientras se abría paso hacia la isla, corcoveando y meciéndose, lanzado de una célula de la tormenta a la siguiente con sólo la voluntad de Ilya para estabilizarlos. Cuando se aproximaron a la isla, se quedaron totalmente a oscuras, cortando toda luz para poder entrar en sigiloso silencio.

El piloto, Abel Williams, un hombre con el que Jackson había luchado durante tres días y noches a través de gruesas líneas enemigas cuando su helicóptero había sido derribado, parecía sombrío y feroz mientras luchaba por mantener el helicóptero en el aire. Había acudido sin dudar, y no había dicho ni una palabra cuando le habían contado que volaría a ciegas de noche en medio de una turbulenta tormenta con olas agitadas golpeando la parte baja del helicóptero y ocasionalmente bañando el interior a través de la puerta abierta.

Las coordenadas de los dos objetivos que Matt y su equipo les habían enviado para ser eliminados antes de dejar a Jackson, Alexandr y Jonas en tierra se acercaban rápidamente. La seguridad del helicóptero estaba por encima de todo lo demás. El primer objetivo era una complicada torre construida obviamente para comunicaciones, pero eso se habría venido abajo con el generador. Más importante era que quienquiera que estuviera sentado en el nido de pájaro podía ver virtualmente la isla entera y, con las armas correctas, defenderla de ataques por mar, tierra y aire. La torre y cualquiera que estuviera en ella, tenían que caer.

Abel entró a saco, atravesando el cielo, los cohetes dibujando vetas de un rojo anaranjado contra un cielo negro púrpura. Pilotó el pequeño helicóptero con rapidez, disparando y maniobrando para alejarse, deslizándose más allá de la línea del acantilado para evitar represalias si los cohetes fallaban. A juzgar por la explosión y la consecuente lluvia de fuego, había acabado con el objetivo. Ya estaba dirigiéndose hacia su segundo destino.

El faro era lo siguiente. Gratsos tenía un faro particularmente grande y bien equipado. Además del poderoso foco que advertía a botes y barcos sobre las rocas dentadas de abajo, el edificio albergaba a varios guardias con armas de gran calibre y suficiente potencia de fuego para repeler a un barco cargado de piratas. Las armas tronaron a medida que se aproximaban, destrozando la noche con un retumbar similar al trueno. El viento aullaba, gemía y golpeaba contra el faro, rasgando las ventanas y el tejado como si tratara de arrancarlo.

Ilya y Jackson se pusieron las armas al hombro, con manos firmes, buscando la marca que necesitaban para silenciar a los tiradores mientras Abel alineaba su aparato entre el malvado viento. Casi simultáneamente apretaron los gatillos y Jonas informó tranquilamente.

– Dos muertes.

Abel disparó varios cohetes, apuntando al faro en varios niveles cuando apuntó al pájaro hacia arriba y después abajo. Acertaron con unos instantes de diferencia uno de otro, iluminando la noche, disparando llamas al aire e iluminando los terrenos con una torre infernal. Los restos llovieron sobre el mar de abajo, cubriendo el agua hirviente con escombros ennegrecidos y chamuscados, algunos flotando en la superficie y otros hundiéndose como piedras.

El helicóptero atravesó velozmente el cielo para gravitar directamente sobre los terrenos más cercanos a la puerta principal de la villa. Ilya se ocupó de uno de los guardias del tejado mientras Jonas dejaba caer una cuerda por la puerta del cimbreante helicóptero. Una bala estalló cerca de la cabeza de Jonas y éste sacó un arma, pero el rifle de Ilya disparó una segunda vez y el tirador cayó.

– Despejado -exclamó Jonas tensamente-. Vamos.

Jackson fue primero, bajando por la cuerda rápidamente, con armas en la espalda, el cinturón y las botas. Apenas había llegado abajo cuando Jonas le siguió. Alexandr llegó después, y todo el rato, Ilya continuó disparando, despejando la zona alrededor de ellos mientras el helicóptero se retiraba.

– Adelante con el silencio -siseó Jonas a la radio-. Comunicación interrumpida.

Todos pusieron silenciadores a sus armas y se deslizaron entre las sombras. Ilya estaría en el helicóptero y los dos equipos de tierra atraerían la atención lejos de la villa mientras el equipo de rescate realizaba la extracción de Elle. Al mismo tiempo, Ilya enviaría oleadas de energía que interrumpirían toda comunicación por radio entre Gratsos y sus guardias.

Un hombre dobló una esquina a la carrera justo para tropezar con Jackson, su arma presionada firmemente contra las costillas de éste. Todo lo que tenía que hacer era apretar el gatillo. Jackson levantó la rodilla hacia la ingle de su asaltante y amago a un lado, sacando su propia arma y realizando tres disparos a bocajarro. El cuerpo cayó y él maldijo, empujando el pesado cadáver lejos de él. Jonas lanzó una mirada a Jackson.

– ¿Estás herido?

– Sólo en mi orgullo. Movámonos.

– Entramos -advirtió Jonas.

Era la llamada que Matt y su equipo habían estado esperando. Tenían que proporcionar distracción, mantener a los guardias concentrados en ellos y lejos de la casa. El equipo dos, Rick y Jack, se puso en marcha; se habían abierto paso hasta el helicóptero de Gratsos. Rick era un excelente piloto y llevaría el pájaro hasta mar abierto. No se podía permitir que Gratsos utilizara el helicóptero para escapar o seguirlos fuera de la isla y hundirían el pájaro mar adentro y haciendo que Gratsos sospechara durante un corto período que Elle había sido rescatada de ese modo.

Jack y Rick, oyendo el suave susurro, inmediatamente avanzaron por el terreno rocoso hacia la pista del helicóptero. Estaría bien protegido. Era el modo más rápido que tenía Gratsos de salir de la isla y querría mantenerlo a salvo. Con su torre y su faro desaparecidos, tenía que saber que estaban atacándole y si era listo, habría dicho a sus hombres que mantuvieran esa vía abierta.

Ignoraron los disparos esporádicos a su alrededor, permaneciendo agachados y dirigiéndose hacia el helipuerto. Sobre ellos, el rifle de Ilya era ruidoso, un intento deliberado de atraer la atención. Rick realizó dos disparos, derribando a un guardia y poniendo en fuga a un segundo mientras corrían.

Ilya acabó con el segundo hombre antes de que el guardia pudiera llegar muy lejos. La tormenta estaba golpeando la isla ahora, el viento era frenético, aunque no se acercaba a su helicóptero. Le maravillaba la habilidad de Hannah para comandar y dirigir el viento. Sobre el barco, Sarah estaba alimentándola de información, siguiendo el rastro a cada miembro de los equipos. Hannah trabajaba para mantener la tormenta dirigida hacia el enemigo mientras ayudaba a su propia gente.

Ilya siempre había admirado a las hermanas Drake y la forma fácil con que se alimentaban unas a otras de energía, una aleación de sus habilidades y poderes a fin de que cuando trabajaban, el esfuerzo fuera fluido. Él sabía el tipo de peaje que pagaba el conductor que utilizaba energía psíquica de forma sostenida y las Drake estaban vertiendo todo lo que tenían… todo lo que eran… en el esfuerzo por recuperar a su hermana. No podía imaginar lo que le ocurriría a su Joley si no recuperaban a Elle. Su brillante e inquieto espíritu se apagaría.

El helicóptero se tambaleó y deslizó lateralmente cuando un mortero se aproximó demasiado.

– ¿De dónde demonios ha venido eso? -exigió Ilya, pivotando alrededor.

Abel ya había hecho que el helicóptero atravesara el cielo a toda velocidad, casi dirigiéndose directamente hacia el viento antes de que Hannah pudiera ajustar sus bruscos movimientos. Llevó el viento alrededor de ellos. El mar parecía oscuro y amenazador, la tormenta creaba mini ciclones de agua, columnas gemelas danzando a través del oleaje. Él siguió la ejecución mientras los ciclones se abrían paso hasta la costa y tocaban tierra sobre una pila de rocas cerca del muelle pequeño.

Una sombra se movió en la oscuridad. Incluso con su mira de visión nocturna apenas pudo divisar un susurro de movimiento, pero allí estaba… alguien moviéndose de cara a la furia del mar. Estaba utilizando imagen termal, porque con el pesado viento y la tormenta, sería más fácil captar el calor corporal. El nido estaba bajo él y se estaría preparando para disparar otro mortero, con las armas bien ocultas.

– Diez en punto -dijo a Abel, con voz sombría-. Sácalos de ahí.

El piloto alineó el aparato y disparó. La explosión destrozó la roca y puso en fuga a dos hombres. Ilya les disparó a ambos y volvió a proteger a su equipo.

– Despejado, adelante.

En tierra, Ilya podía ver a Rick y Jack zigzagueando a través del follaje hacia el helipuerto. Había dos hombres entre ellos y su objetivo. Ilya disparó a uno de ellos e instantáneamente un tercer hombre salió del follaje rodando prácticamente a los pies de Rick, disparando su arma.

Rick ya estaba lanzándose sobre él, su propia pistola emitiendo una incandescencia anaranjada mientras Jack realizaba varios disparos en el pecho del hombre caído.

Rick y Jack empezaron a establecer sistemáticamente un campo de minas Claymore alrededor del helipuerto para ralentizar a cualquiera que viniera tras ellos. Rick trepó al helicóptero, lo arrancó, necesitando calentarlo y prepararlo para volar mientras Jack lanzaba al aire varias granadas en un patrón circular diseñado para atraer la atención hacia la zona del helicóptero.

– Haz que este pájaro se mueva -exclamó Jack, saltando dentro-. Somos blancos fáciles aquí.

Llevaría al menos dos o tres minutos, tal vez más dependiendo de lo bien cuidado que estuviera el helicóptero y ese sería su momento más vulnerable. Tendrían que depender de Ilya y el campo de Claymores para protegerlos y parecía una eternidad.


****

En el generador, Matt y Kent se separaron y fueron hacia él desde ambos lados. Ambos pegaron un bloque de C-F a ambos lados de la enorme máquina. El C-4 ya estaba preparado con la cápsula detonante, la mecha y el temporizador. Utilizando cinta adhesiva especial… cinta pato [1]… aseguraron los bloques. Introduciendo el detonador en el temporizador, ambos retorcieron los extremos hasta que estuvieron completamente ajustados.

– Listo para tirar de la anilla -dijo Matt. Se miraron el uno al otro-. Uno, dos, tres, ya -ordenó Matt.

Ambos retorcieron la rueda un cuarto de vuelta simultáneamente y tiraron de las anillas. Un suave siseo y una pequeña cantidad de humo gris acompañada por el olor familiar de la mecha ardiendo les dijo que sería mejor que corrieran como el demonio. En un minuto y medio un hombre podía correr una buena distancia, incluso en la oscuridad sobre terreno accidentado. Saber que el generador iba a estallar tras ellos les proporcionó el subidón de adrenalina necesario para dar velocidad a su huída. Matt podía oír a Kent riendo mientras corrían, buscando cobertura, ambos contando casi automáticamente en sus cabezas y después saltando en el último momento tras las rocas que ya habían escogido como protección.

La explosión fue brillante, ardiente y muy ruidosa. Ambos admiraron su trabajo, la nube anaranjada con chispas brillantes y después la onda expansiva cuando el aire se abalanzó hacia ellos. El rugido les pasó por encima, sus corazones y pulmones reaccionaron. Kent rió de nuevo.

– Tío, ahora mismo me vendría bien un pitillo. Eso ha sido genial.

Matt le sonrió y después estudió su reloj.

– Vamos, perezoso. Tendremos mucha más diversión antes de acabar.

Los equipos uno y dos tenían que atravesar las líneas enemigas, creando tanto descalabro como fuera posible para mantener toda la atención apartada de la villa. Tenían que volver al muelle sur y destruir los botes y el muelle. Tom y Luke cogerían su bote y navegarían hasta el muelle pequeño, donde todo el mundo se reuniría.

Sonaba bastante fácil, pero cuando Matt y Kent empezaron a abrirse paso a través de los árboles y rocas hacia el muelle, descubrieron que pequeños grupos de guardias habían tendido alambre espinoso a través de las carreteras y algunos más en campo abierto. Kent maldijo mientras se quitaba su chaqueta de combate favorita y la lanzaba sobre el alambre de espino, pisándola con su bota y saltándolo. Matt le siguió.

– Tenemos que recuperar la chaqueta, Kent -anunció Matt-. No podemos dejar nada atrás.

Kent maldijo de nuevo. Liberarla no sería fácil y se rompería en pedazos, ralentizándolos considerablemente. Mientras trabajaban para liberar el material, oyeron el pequeño chasquido de una rama, justo delante. Los dos hombres se miraron el uno al otro. El alambre de espino estaba ensartado en la entrada de un campo, el que la mayoría de ellos tendrían que cruzar para llegar al muelle sur. El campo era el punto perfecto para una emboscada. Si los guardias de Gratsos tenían un nido entre los arbustos nada atravesaría ese campo, sería esencial acabar con el nido.

– Matt -susurró una voz en su oído-. Llegamos por tu izquierda.

– Alambre de espino -informó Matt-. Permaneced en silencio, tenemos compañía delante. Poned vuestro culo en movimiento. Vamos cortos de tiempo.

Matt y Kent se agacharon para esperar a que Luke, Tom y James les alcanzaran. Cuando los tres hombres emergieron de entre las sombras, Matt indicó por señas que se acercaran para una consulta rápida.

– Kent, vamos a tomar el lado izquierdo y abrirnos paso hasta el nido. -Inmovilizó al otro hombre con una mirada dura-. Sigilo, hijo mío. Puro siglillo. Que nadie dispare. Tom, tú, Luke y James deslizaros por el costado derecho y golpeadles con fuego de contención. Lanzadles todo lo que tengáis. No quiero que miren en nuestra dirección y sospechen que estamos en ningún lugar de las inmediaciones. Lanzadles encima el infierno. Si os cargáis a un par de ellos, mejor. Os deberé una cerveza.

Tom asintió su entendimiento. Era hombre de pocas palabras, pero mucha acción. Hizo señas a los otros dos y se deslizaron hasta las sombras volviendo a cruzar al lado derecho, utilizando rocas y arbustos para cubrirse.

– En posición -informó Tom.

– Estamos en movimiento. Dejadlo caer -dijo Matt.

El sonido de los M-4 fue inconfundible cuando los tres hombres empezaron a disparar, una distracción monumental, atrayendo la atención de los hombres que disparaban desde el nido. El jaleo duró minutos, las balas cruzaban velozmente el campo para golpear en los árboles y rebotar en las rocas, añadiéndose al caos.

Matt y Kent se agacharon y echaron a correr a través de la maleza. Matt, tomando la delantera, zigzagueando alrededor de los árboles hasta que ya no quedó ninguna cobertura. Se dejó caer e indicó a Kent que le siguiera.

– En tierra -informó a Tom-. A cuarenta metros.

El sonido de la batalla nunca paraba. Los M-4 continuaban y el nido estaba respondiendo. Las RPK, ametralladoras soviéticas, rugían en respuesta. Las balas más pequeñas y nuevas estaban específicamente diseñadas para rebotar en el interior de la carne, causando el máximo daño posible al cuerpo humano. El sonido de las armas reverberaba a través de la noche.

Matt y Kent empezaron a arrastrarse hacia adelante. Con balas volando sobre su cabeza y un nido de enemigos a plena vista, un gateo de quince segundos parecía toda una vida. El corazón le tamborileaba en el pecho, la sangre rugía en sus oídos, Matt se empujaba con la punta de los pies y las rodillas y se apoyaba en los codos mientras todo el rato mantenía el arma dispuesta.

A veintidós metros extendió la mano para detener a Kent. Ambos hombres se colocaron las armas a la espalda y sacaron las granadas de sus chalecos.

– Cambio de fuego. Lanzando granadas -dijo Matt.

Los M-4 continuaban disparando pero su puntería se había alejado del nido, las balas golpeaban las rocas justo al otro lado. Matt y Kent se alzaron simultáneamente del suelo, tirando de las anillas y lanzando las granadas, volviendo a dejarse caer todo en un único movimiento. La explosión fue ensordecedora. Llovieron rocas, cuerpos, armas y escombros. Ambos hombres se alzaron, con las armas listas, pero el nido estaba en silencio.

– Despejado -informó Matt.

Matt y Kent examinaron la zona cuidadosamente con sus armas mientras el otro equipo corría a unirse a ellos. Los tres avanzaban y se cubrían, y continuaron avanzando, primero un equipo y después el segundo hasta que ganaron el muelle sur.

Tom y James recuperaron el equipo que habían dejado atrás, cargándolo rápidamente en el bote. Ambos hombres empujaron el bote lejos del muelle hacia el mar antes de subir dentro.

– Tu turno, Hannah -dijo Matt por la radio.

El viento cambió, golpeando contra el bote, empujándolo a aguas más profundas. Las olas se alzaron y lo llevaron alrededor de la curva. En la distancia, se encendió el motor, pero el sonido quedó amortiguado por el viento y las olas.

– A moverse, tenemos que apresurarnos hasta el muelle pequeño -recordó Matt a Kent-. Y tenemos un montón de mierda que mandar al infierno antes.

– Tenemos tres pilares a cada lado -dijo Kent, estudiando el muelle. Él era su experto en bombas y obtenía un gran placer en volar cualquier cosa-. Así que seis pilares y tres botes. ¡Tío! Mira ese yate. Esa nenita va a recibir auténtica atención especial. Se me está poniendo dura solo de mirarlo.

– ¿Qué quieres que hagamos? -preguntó Matt.

– Vamos a utilizar una carga mochila en todos los botes. Los pequeños no requerirán mucho. Luke, pon una carga de un kilo y cuarto en cada uno de los botes pequeños. Colócala justo sobre el motor… No quedará nada.

– Hecho -dijo Luke y cogió una bolsa para ponerse a trabajar.

– Llevará alrededor de tres minutos o menos colocar las cargas por bote y tienes que volver aquí rápido y ayudar a Matt -dijo Kent-. Matt, coloca un kilo y cuarto de carga simétrica por pilar.

Matt puso los ojos en blanco.

– ¿Eso no es un poco excesivo?

– Recuerda la regla de oro, A de abundante. -Kent le sonrió ampliamente-. Con Luke ayudando, deberías estar en cinco minutos.

Matt suspiró y partió hacia el muelle. Se volvió a mirar sobre el hombro.

– ¿Qué vas a utilizar con esa dama de ahí?

– Estaba pensando en cinco cargas de dos kilos y cuarto. Una sobre el motor, una en el tanque de gasolina, una en la proa, una en el centro y una carga realmente pequeña para el dormitorio del bastardo. -Parecía especialmente feliz-. Esta va a ser una fiesta realmente agradable.

Matt sacudió la cabeza. Conocía a Kent desde hacía mucho. Cuando el hombre colocaba una carga, las cosas se iban al infierno. Estudió su reloj.

– ¿Cuánto tardarás?

– Dame siete u ocho minutos. Volveré, comprobaré las demás cargas y salpicará mierda hasta el reino vecino.

Matt no pudo evitar reír. Observó a Kent correr hacia el yate y volvió su atención al muelle.


****

Jackson irrumpió en la villa, su arma escupiendo mientras disparaba al guardia que estaba de pie cerca de la puerta casi a quemaropa. Elle. Maldita sea, respóndeme. Su corazón bombeaba demasiado rápido. La adrenalina le inundaba. Cuanto más tiempo permanecía ella en silencio, más temía por ella. ¿La habría matado Stavros para evitar que fuera rescatada? El hijo de puta podría ser así de rencoroso. Elle. Vamos, nena, ¿dónde demonios estás?

La habitación era enorme, casi toda de cristal. Sillas de felpa, exótica chimenea, con una barra de cerezo a un lado. Detrás de la barra estaba el único lugar en el que alguien podía esconderse de forma realista en la habitación. Jackson mantuvo su M-4 apuntado hacia el bar mientras indicaba a Jonas que entrara y despejara la habitación. Jonas se apretó contra la pared y se deslizó a lo largo de esta, manteniéndose tenso, con los ojos sobre el bar también. Alexandr entró tras él y se giró de cara hacia la única entrada abierta, la escalera de mármol pulido que se elevaba majestuosamente en un semicírculo. Tras las escaleras había un arco que conducía a más habitaciones.

Jonas rodeó la barra para mirar.

– Despejado.

Jackson movió inmediatamente su atención, acercándose a Alexandr, Jonas les siguió hasta el punto de tocar a Alexandr en la pierna, detrás de él, moviéndose con él como una unidad. Podían sentirse unos a otros haciéndose señas silenciosas. Jackson tenía los reflejos más rápidos, y era el mejor tirador, así que iba delante. Jonas les guardaba las espaldas. Moviéndose juntos, despejaron habitación tras habitación. Fue un avance lento y con cada habitación exitosamente vacía, el corazón de Jackson caía más y más. El miedo le llenaba e intentó alejar la idea de que podían haber llegado demasiado tarde.

Elle. Respóndeme. Tenía que estar viva. Él lo sabría si estuviera muerta, pero incluso mientras se tranquilizaba a sí mismo, el miedo se extendía a través de su cuerpo y una parte de él sintió pánico. Abrió una puerta, se agachó y se internó en la habitación, buscando despejarla. ¿Dónde estás, nena?

Tenía que estar allí. Si la habían trasladado, o Gratsos se la había llevado de la casa cuando el generador había fallado, ya podría haber desaparecido. Matt no había informado de un bote abandonando los muelles, pero Gratsos y su guardaespaldas no habían sido divisados tampoco.

Subir las escaleras sería complicado como poco. Estaban «apiñados», sus cuerpos tocándose, Jackson a la cabeza, Jonas en la retaguardia. La posición de Jackson era directamente escaleras arriba. Alexandr estaba de lado, apuntando hacia el balcón, barriendo continuamente de derecha a izquierda mientras Jonas iba de espaldas, apoyándose en Alexandr para poder sentir adónde iban mientras cubría la zona debajo de ellos.

Se movían al unísono, un escalón cada vez, comprobando visualmente cada esquina, cada sección una y otra vez mientras ganaban el rellano del segundo piso. Jackson enfrentaba un largo pasillo. Había más habitaciones, más puertas, más peligro. Y silencio. Siempre absoluto silencio. Si ella estaba ahí, ¿por qué no gritaba?

La habitación más cercana tenía la puerta ligeramente entreabierta. Jackson tuvo un mal presentimiento al respecto y alzó la mano haciendo un gesto de cortarse la garganta, indicando peligro a los otros. Dio un paso hacia la puerta, después un segundo, con Alexandr igualando sus zancadas como si estuvieran bailando. Jonas iba justo tras ellos, de cara a la puerta opuesta a la que Jackson estaba acechando.

Jackson se acercó al costado de la puerta, abriéndola con el brazo y agachándose. Disparó dos veces mientras caía, rodando y alzándose sobre una rodilla, rastreando la habitación. Un cuerpo cayó con un golpe suave sobre la gruesa alfombra, la sangre se encharcaba lentamente a su alrededor.

– Despejado -dijo Alexandr y Jonas mantuvo los ojos en la puerta al otro lado del pasillo, con el arma apuntada. Antes de dar otro paso, oyeron un rugido como un distante tren de mercancías. Entonces la tierra se estremeció. Alrededor de ellos la villa se meció, el mobiliario se sacudió, las paredes se agrietaron y la presión vibró a través de ello.

– Muelle derribado -informó Matt al oído de Jackson.

– A la mierda las navidades en Grecia, bienvenido Cuatro de Julio. Dije que enviaría al bastardo directamente al infierno.

– Maldito pirado -masculló Matt.

Sacudiendo las cabezas, los tres empezaron a recorrer el pasillo, despejando cada habitación al pasar. Cuando Jackson abría una puerta de un codazo, una sombra surgió ante él en un umbral abierto, y se dejó caer y rodó, sujetando el arma hasta estar seguro de que no era Elle. Una bala impactó, astillando la pared justo por encima de su hombro, pero él ya estaba devolviendo el fuego, su puntería fue instintiva y oyó el cuerpo caer. Disparó de nuevo, sin dejar nada al azar.

Les quedaba una habitación. Si Elle no estaba allí, estaba jodido. No había ningún otro sitio donde pudiera estar. Eso significaba que habían llegado demasiado tarde y Gratsos se les había escapado, llevándosela con él y tendrían que empezar otra vez desde el principio. Con el corazón en un puño, Jackson se aproximó a la última habitación. Estaba construida al final del piso entero, la pared que daba al océano era de cristal.

La puerta estaba ligeramente entreabierta cuando se aproximaron y oyeron movimiento dentro. Se quedó congelado, su mano hizo un corte a lo largo de su garganta para los otros. La puerta se abría hacia adentro y a la derecha, así que se aproximaron por el lado derecho. Jackson esperó, contando silenciosamente hasta que todos estuvieron en posición. Jonas pateó la puerta con fuerza, abriéndola de golpe de forma que se estrelló contra la pared de cristal de atrás y rebotó.

Jackson entró rápido, agachado, barriendo la habitación con su arma, a la izquierda y después volviendo instantáneamente al centro para cubrir a los dos hombres que estaban de pie en medio de la habitación, ocultándose tras el cuerpo laxo de Elle.

– Objetivo -escupió, su mira entre los ojos del primer guardia… el que sujetaba el arma contra la cabeza de Elle.

Alexandr había llegado una fracción de segundo detrás, moviéndose a la derecha, con el arma sobre el segundo guardia que intentaba escudarse tras la mujer y su compañero. Jonas entró casi al mismo tiempo, moviéndose deliberadamente a la izquierda con Alexandr para intentar mantener la atención lejos de Jackson, su mejor tirador.

– Un paso más, y ella muere. Bajad las armas.

– ¡Bajadlas, bajadlas ya! -chilló el otro guardia.

– Calma -dijo Jonas-. Nadie tiene por qué morir aquí. Entregadnos a la mujer y marchaos.

– Soltad las putas armas ahora -gritó el primer guardia, con los ojos llenos de pánico.

– Dispárale sin más -animó Alexandr con una voz ruidosa y detestable-. Pégale un tiro. Ella es un peso muerto de todos modos. Hazlo ya, acaba con ellos.

El guardia que estaba detrás de Elle maldijo ruidosamente.

– Acaba con ellos, acaba con ellos -insistía Alexandr.

– Calma todo el mundo -dijo Jonas.

– Bajad las armas -dijo de nuevo el primer guardia, pero ahora estaba mirando a Alexandr, con los ojos nerviosos.

Jackson nunca habló. Nunca se movió. Elle colgaba de los brazos del hombre. Cuando tocó su mente, ella no estaba allí. Aplastó el pánico y tomó aliento. Lo dejó escapar. Ni una vez apartó el arma de su objetivo. Dejó que todo se perdiera en la distancia excepto su objetivo. El caos de los gritos, los guardias maldiciendo, Alexandr provocándoles, Jonas calmándoles, todo ello desapareció hasta que estuvo en un túnel con el que estaba familiarizado. Agua helada corría por sus venas, había fuego en sus entrañas, tenía el corazón en los oídos y muerte en su mente.

Siguió la bala de su arma al objetivo, reproduciéndolo una y otra vez en su cabeza. Todo el rato esperando. Un momento. Una fracción de segundo. Un error.

– Acaba con ellos, maldita sea -continuaba gritando Alexandr, cambiando una y otra vez del inglés al ruso.

Los guardias respondían a los gritos, amenazando, acercando a ellos el cuerpo laxo de Elle.

– La mataré, la mataré, dejad las armas.

– Mata a estos bastardos -chilló Alexandr a pleno pulmón, su acento ruso era mucho más evidente-. No nos importa una mierda la mujer. Mátalos.

El guardia que sujetaba el arma contra la cabeza de Elle dirigió el cañón hacia Alexandr y Jackson le disparó entre los ojos. Alexandr apretó el gatillo y el segundo guardia golpeó el suelo casi simultáneamente. Jonas saltó junto a Elle. Jackson llegó allí antes que él, comprobando en busca de pulso, asegurándose de que estaba respirando. Por primera vez, se permitió a sí mismo mirarla, confiando en Jonas y Alexandr para mantener a raya a sus enemigos.

Ella yacía en el suelo, rota, como una muñeca. Su cabello rojo era una masa de enredos. Su cara estaba blanca. No pálida, sino blanca, y feas magulladuras oscuras marcaban su suave piel, alrededor de los ojos, la mejilla e incluso la mandíbula. Su cara estaba hinchada y cuando se inclinó y susurró su nombre, la bata en la que la habían envuelto se abrió. El aliento se le quedó atascado en la garganta. Su corazón se detuvo en el acto. La bilis se alzó, se agitó en su estómago y le estranguló la garganta. Tras él, Jonas dejó escapar un sonido, como de animal herido.

– Dios mío, Jackson. Mira lo que le han hecho. -La voz de Jonas se ahogó. Había lágrimas en sus ojos y se dejó caer junto a la mujer a la que siempre había considerado una hermanita. El cuerpo era un amasijo ensangrentado, latigazos abiertos y magulladuras oscuras. Por un momento Jackson abrió la bata y siguió el rastro de arriba a abajo por el cuerpo de ella. No había lugar que no hubiera sido tocado. Incluso levantarla iba a hacerle daño.

– Tenemos que irnos -dijo Alexandr-. Cógela, Jackson, moved el culo. Andamos algo cortos de tiempo. Las mujeres no pueden sostener la tormenta para siempre. Déjalo para luego -aconsejó Alexandr, poniéndole una mano en el hombro.

A Jackson le requirió cada gramo de autocontrol no sacudirse esa mano. En vez de ello, envolvió a Elle, primero en la bata y después en una manta que trajeron, oscura como la noche. Hizo una mueca al levantarla, pero al menos ella estaba inconsciente, fuera lo que fuera lo que le habían dado evitaba piadosamente que sintiera dolor. Se la cargó sobre el hombro, dejando que su cabeza le cayera por la espalda. Tomó su pistola en una mano y la sujetó con la otra.

– Movámonos. -Apenas pudo pronunciar las palabras.

Bajaron las escaleras, Alexandr tomando la posición delantera con Jackson en medio y Jonas una vez más guardando su retaguardia.

– Tenemos el paquete y nos dirigimos a casa -informó Jonas por su radio.

– Dirigíos al muelle norte. Estoy sobre vosotros -dijo Ilya mientras Abel llevaba el pequeño helicóptero de vuelta a la villa. Ilya cambió su mira termal por visión nocturna. Ahora era crucial identificar a sus objetivos.

– Saliendo -dijo Jonas.

– Tenéis el camino despejado -dijo Ilya mientras apretaba el gatillo y acababa con un enemigo que corría hacia la villa.

Captó vistazos de Matt llevando a su equipo hacia el norte, abriéndose paso entre los árboles sobre el acantilado, intentando conseguir una posición para dar a Jackson, Alexandr y Jonas cobertura mientras luchaban su camino hacia el muelle norte con Elle.

Explosión tras explosión llegaban de la dirección general del helipuerto cuando las Claymores detonaban. El helicóptero se alzó en el aire. Abajo, el helipuerto se convirtió en una bola de fuego naranja y llovieron escombros.

– Estamos fuera -informó Rick a Ilya-, dirigiéndonos hacia el mar.

– Seis colegas a las doce en punto -informó Ilya. Examinó el área y vio a varios enemigos abriéndose paso hacia el costado oeste-. Cuatro más llegan a las siete en punto.

El viento se alzaba de nuevo, un preludio de la energía que Hannah necesitaría cuando Rick se librara del helicóptero de Gratsos en el mar. Abel luchaba con el pequeño pájaro, intentando llevarlo alrededor para dar a Ilya una mejor posición para proporcionar fuego de cobertura.

Ilya colocó su mira sobre uno de los cuatro que llegaban por detrás del equipo de rescate de Jackson. Se cargó al líder. Cuando el hombre cayó, vio movimiento, más bien sintió movimiento casi directamente debajo. Encajándose el rifle firmemente contra el hombro para reafirmar el disparo, barrió la zona con rapidez, esperando una ráfaga que viniera hacia él. Durante un breve segundo captó un vistazo del hombre que estaba seguro era Stavros Gratsos. El hombre vestía un traje y su guardaespaldas le empujó fuera de la línea de fuego y se llevó su propio rifle al hombro.

Alguna fuerza invisible evitó que apretara el gatillo. Él y el guardaespaldas se miraron el uno al otro mientras el tiempo se detenía. Los rasgos se enfocaron, afilados y definidos. Estaba viendo una versión más joven de la cara del único pariente cuya foto había visto… su padre. Un estremecimiento recorrió su espina dorsal, su corazón casi dejó de latir y luego la adrenalina bombeó a su sistema. El guardaespaldas bajó el rifle a su costado sin hacer un disparo.

Una ráfaga naranja iluminó la noche como el latigazo de un relámpago, viniendo del suelo hacia el helicóptero. Abel maldijo y el helicóptero se alejó de la ronda trazada. Ilya disparó tres tiros en rápida sucesión, acabando con dos de los tres hombres.

En la distancia, llegando desde el norte, estallaron disparos dispersos, haciendo saber a Jackson que el equipo de Matt se había enzarzado con el enemigo, intentando despejar el camino para que los de Jackson llegaran ilesos al bote. Un jaleo de disparos y fuego automático reverberó cuando el enemigo utilizó el asalto estándar «rezar y rociar». De vez en cuanto un arma respondía, un sólo disparo controlado cuando Matt, Kent o Luke conseguían un blanco.

Alexandr salió de la casa primero, barriendo de izquierda a derecha, despejando el camino hasta la primera cobertura, una enorme fuente en el patio. Jackson fue tras él, pistola en mano mientras cargaba a Elle, con Jonas a la retaguardia. El sonido de una abeja furiosa silbó junto a la cabeza de Jackson e impactó en la fuente, excavando un agujero a través del mármol y salpicando trozos por el otro lado.

Jonas siseó una orden y Alexandr y Jackson se lanzaron al suelo mientras Jonas se giraba y devolvía el fuego de modo automático, barriendo la zona tras él, sin estar seguro de donde estaba su objetivo. Mientras Jonas dejaba caer una lluvia de fuego, Alexandr y Jackson se levantaron de un salto y corrieron en busca de la cobertura de la arboleda que había a unos cuarenta metros de distancia. Jackson cambió a Elle de su espalda al suelo y se puso de rodillas tras un pequeño nido de rocas, sacando su rifle.

– Muévete -exclamó a Jonas-. Te tengo cubierto.

Jonas echó a correr y Alexandr y Jackson rociaron la zona tras él. Jonas saltó el último metro.

– ¿Dónde está ese hijo de puta? -exigió Jonas-. ¿Está muerto?

– No sé, ¿Ilya? ¿Está despejado? -preguntó Jackson.

Una bala silbó, esta vez viniendo hacia ellos desde el segundo piso de la villa.

– Creía que habíais limpiado esa casa -gruñó Ilya.

– Ese hijo de perra escurridizo -maldijo Jackson-. Podría retenernos aquí para siempre.

– Me libraré de él -dijo Ilya-. Abel, da la vuelta.

El helicóptero cruzó el cielo. Jackson gateó alrededor de la pila de rocas, utilizando las rodillas, dedos de los pies y codos, con el rifle listo, rodeándolas para conseguir una mejor posición. Jonas disparó un par de tiros para atraer el disparo. Jackson disparó.

– Despejado -dijo-. El hijo de puta puede irse al infierno.

– Despejado aquí -dijo Matt-. Moveos, moveos, moveos.

Alexandr tomó la delantera, Jackson con Elle pegada sobre su espalda y Jonas, como era habitual, cerraba la retaguardia. Arriba, Ilya en el helicóptero hizo otra pasada sobre la zona, buscando a Gratsos y su guardaespaldas. Se habían metido en un agujero en alguna parte e Ilya estaba bastante seguro de que si un Prakenskii le estaba protegiendo, nadie encontraría al griego.

Matt y su equipo llegaron y se colocaron detrás del equipo de rescate para protegerlos, dispersándose a través de una pequeña distancia. Abel mantenía el helicóptero sobre ellos mientras corrían hacia el muelle y abordaban la lancha a la espera. El viento ya se había alzado y desgarraba y tiraba de sus ropas mientras se colocaban para una mejor protección.

Jackson fue al fondo del bote para cubrir a Elle, escudando su cuerpo de los demás mientras se dirigían a mar abierto. Las olas se alzaban, agitadas e implacables, y la lluvia se vertía del cielo. A varios cientos de metros de la costa, Tom detonó las cargas del muelle pequeño. Éste estalló con una llamarada de fuego.

Kent sonrió a Tom.

– Que preciosidad.

Las olas se alzaban tras ellos, zarandeándoles a través del agua, tirando del bote tan rápido como el viento los empujaba. Todos tenían gafas de visión nocturna en los ojos, manteniendo el helicóptero a la vista, acelerando hasta el punto de encuentro.

– Dejando caer a Jack ahora -dijo Rick.

– Hombre al agua -gritó Matt-. Mueve esta cosa.

Rick bajó casi lo bastante como para que los patines tocaran el agua permitiendo que Jack se lanzara. Éste fue al mar y Rick levantó el helicóptero rápido para dar tiempo al bote a moverse hasta allí rápidamente y recuperar a su compañero. Su corazón latía rápido. Estaba confiando en la palabra de dos colegas del ejército de que las mujeres podían obligar al helicóptero a alejarse de él cuando saltara.

– ¿Podéis hacerlo? -Tenía la boca seca.

– Adelante cuando digas -dijo Sarah-. Sin dudar. -Hannah tendría que dirigir todo lo que tenían para empujar el helicóptero lejos del piloto sin atraparle en el viento. Eso significaba una sincronización perfecta.

El piloto se persigno y volvió a bajar el helicóptero, sobre las olas turbias. Por un momento temió no ser capaz de moverse, pero luego la adrenalina le hizo efecto.

– Santa María -gritó, entre oración y bravata.

– ¡Adelante! -gritó Sarah.

Se lanzó al aire. Doblando los brazos sobre su cabeza, manteniendo el cuerpo recto, saltó lejos del helicóptero. Tras él, el viento aulló y golpeó el costado del helicóptero con una fuerza huracanada. El rugido le hizo daño en los oídos, pero la explosión empujó el gran cuerpo del pájaro de metal de lado a la vez que caía del cielo.

El agua se cerró sobre su cabeza.

El helicóptero se estrelló en el agua a una buena distancia, pero sintió como arrastraba su cuerpo mientras pateaba fuertemente hacia la superficie.

– Segundo hombre en el agua -informó Matt.

El viento aullaba y gemía. Jonas frunció el ceño cuando una pared de agua casi les barrió.

– Sarah, dile a Hannah que retroceda. Nos vamos a matar. Las olas casi inundan el bote.

– Lo está intentando, Jonas -exclamó Sarah-. No es fácil. La tormenta ha cobrado vida propia.

Hicieron falta Matt y Alexandr para aupar a Rick al bote. Le envolvieron una manta alrededor y se acuñó junto a Jack, con un rifle en las manos.

Elle despertó, luchando, jadeando en busca de aire, ciega, agitando los puños. Jackson la abrazó, acunándola contra su pecho, meciéndola adelante y atrás, aunque estaba bastante seguro de que era para consolarse a sí mismo, y no a ella. Había estado en su mente, sabía lo que le habían hecho, pero ver su cuerpo roto, su cara hinchada y magullada, las heridas abiertas de marcas de latigazos cruzando cada parte de su cuerpo y la evidencia de cadenas alrededor de sus muñecas y tobillos le enfermó. Realmente había vomitado, echando los intestinos por el costado del bote, con los ojos ardiendo, y el aire estrangulado en su garganta.

– Estás a salvo, nena -cantó dulcemente-. Estás a salvo. Abre los ojos, Elle, mírame. Te tengo -repetía como un mantra, una letanía.

Las pestañas revolotearon. Ella gimió. El bote rebotó con fuerza sobre una ola, haciéndoles perder el equilibrio a todos. Varios de los hombres maldijeron cuando el agua salada se vertió sobre ellos.

Elle jadeó y miró alrededor, obviamente sin comprender. Jackson se inclinó cerca y utilizó la forma mucho más íntima de comunicación. Ella parecía drogada, desorientada, muy lejana. Te hemos puesto a salvo, nena. Estamos lejos de la isla y nos dirigimos al barco. Ella le miró fijamente durante lo que pareció una eternidad y entonces el reconocimiento la asaltó. Por un momento, las lágrimas empañaron sus ojos. ¿Dónde está? ¿Stavros? ¿Le habéis cogido?

Lo haremos. Tenemos que sacarte de aquí.

La expresión de Elle cambió. Sus ojos se volvieron de un verde esmeralda, como dos joyas presionadas en su pálida cara. Luchó por salir de sus brazos y levantarse, ignorando a los hombres del bote. De cara a la isla, alzó los brazos en alto. Al instante un relámpago se horquilló a través del cielo. El viento giró en un embudo directamente a través del arco que formaban sus brazos y se dirigió en una ráfaga concentrada hacia la villa.

La presión del aire en el bote era tremenda, aplastándolos, la fuerza del viento vibraba a través de sus cuerpos cuando éste pasaba por encima y golpeaba la villa de frente. Cristal y acero explotaron como si se hubieran colocado cargas en los mismos cimientos. Elle se negó a detenerse, incluso con Jackson tirando de ella hacia atrás. Se enfrentó a su enemigo y aplastó todo lo que quedaba en la isla con la fuerza de su rabia. Explotaron árboles. Coches y camiones salieron volando por los aires y se volvieron a estrellar contra la tierra.

– Elle, para -dijo Jonas-. Está sangrando, Jackson.

Jackson podía verle la cara ahora. La sangre manaba de sus ojos, boca y nariz, incluso de los oídos. Sintió el dolor que desgarraba su cabeza cuando las lesiones se abrieron en su cerebro, pero ella se negaba a detenerse, emprendiéndola contra el hombre que casi la había destruido.

– Santa mierda -dijo Kent-. Mirad eso. Estoy enamorado.

Jackson atrapó los brazos de Elle y la arrastró de vuelta contra él, presionándole la boca contra el oído.

– Para ya, Elle, o te juro que te noquearé. Te estás matando a ti misma por él. Para ya, demonios.

Elle se derrumbó contra él. No dejes que mis hermanas me toquen. Demasiado peligroso. Y no puedo soportar que ellas sientan lo que siento. Prométemelo. La sangre manaba de su nariz. Solo tú, Jackson. Nadie más. Júralo o continuaré.

Jackson cerró los ojos.

– Lo juro, Elle.

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