Capítulo 18

– Bueno, cariño, vas a decirme por qué insististe en que esta noche fuera a casa de los Darden a reparar las escaleras, examinar el techo y revisar todo el resto de su casa desde la electricidad hasta el generador. -Jackson lo hizo sonar como una demanda-. ¿Qué sucede? Estabas cansada y ya sea que quieras o no admitirlo te sientes un poco intimidada por los Darden. Entonces ¿por qué les diste esas velas largas con el crucifijo tallado y les pediste que las mantuvieran encendidas durante toda la noche? ¿Y luego hiciste que me detuviera en la tienda de Inez para darle velas a ella y a Frank Warner? Algo sucede, y no pongas esa cara de inocente. Para ti era importante.

Elle suspiró y miró hacia el cielo. La puesta de sol había sido espectacular. Podía comprender el motivo por el cual Jackson había elegido ese preciso lugar para construir su casa. Desde su terraza tenías una vista extraordinaria del crepúsculo. En el cielo se veían franjas de colores, de todos los tonos de anaranjado, rojo y rosa, mientras que el sol parecía una brillante bola incandescente, derritiéndose y vertiendo oro líquido en el mar. No habían entrado, contentándose con sentarse uno junto al otro sobre una manta que habían tendido sobre las dunas mientras el cielo iba pasando del anaranjado al púrpura.

Jackson permaneció en silencio, y al final le ganó el cansancio. Volvió a suspirar, sabiendo que ella iba a contárselo y que probablemente él pensaría que estaba loca.

– Hoy vi a la Muerte. -Confesó un poco precipitadamente-. Hoy en el supermercado, vi a la Muerte.

Se volvió hacia ella, estudiando su expresión trastornada y ansiosa y un escalofrío le recorrió la columna vertebral. Hablaba muy en serio.

– ¿Qué quieres decir con eso?

– A veces tengo premoniciones. No sé de qué otra forma explicártelo, casi todas mis hermanas las tienen. Hoy, en el supermercado, ella estaba allí, buscando a alguien a quien llevarse. Tanto Frank Warner como la señora Darden atrajeron su atención, pero ninguna de las personas que estaban en el supermercado, incluyéndote a ti, están en peligro.

– Eso es una locura, Elle. La muerte no es una persona. Es solamente un hecho.

– Busca personas que están próximas a la muerte, ya sea por una enfermedad, un accidente o un suicidio. Las encuentra. La he visto. No tienes que creerme. -Desvió la mirada hacia el océano-. Todas nosotras profesamos una profunda fe, y sé que tú también la tienes. Te he visto en la iglesia, Jackson, pero el hecho de que en el mundo haya bondad y maldad, no significa que no haya también anomalías. Algunas personas creen que nosotras somos una anomalía, pero obviamente a nosotras nos gusta pensar que nuestros dones nos fueron dados por una buena razón. Hay cosas que sencillamente no puedes explicar. La muerte es una de ellas. Siempre hemos llamado así a esa aparición. A veces viene en busca de alguien que está cercano a la muerte y acelera el proceso.

– ¿Puedes detenerla?

Se encogió de hombros.

– Creemos que es como los accidentes y los incidentes fortuitos, pero que una vez que está en la vecindad, no se va hasta que no roba una vida y queda satisfecha. No es lo mismo que una muerte natural, porque ansía esa vida y tiene éxito en robarla.

Jackson sacudió la cabeza.

– No sé que decirte.

– Miró a todas las personas que había en el supermercado y obtuvo sus aromas, la esencia de sus vidas. Vi como las absorbía y no se detendrá hasta que esté satisfecha.

– ¿Lo hablaste con tus hermanas?

– Llevé a Sarah aparte y se lo dije. Ella ha visto a la Muerte antes, cuando llegó sobre los hombros de Damon. Damon se le había escapado y la Muerte lo quería de regreso, pero se llevó a otra persona. Ninguna de nosotras sabe a ciencia cierta si nuestra intervención ayudó a salvarle o no.

– Pero en realidad ¿no hay nada concreto que puedas hacer al respecto?

– No a menos que estemos allí cuando intente robar esa vida… y aún así puede que no seamos lo suficientemente fuertes para detenerla.

– No puedes salvar al mundo entero, Elle -dijo gentilmente-. A veces, cuando estoy trabajando, tengo que repetirme eso mismo una docena de veces seguidas.

– Lo sé. -Esbozó una pequeña sonrisa-. Pero a veces podemos marcar un pequeño tanto en nombre de la justicia. -La sonrisa se desvaneció-. Estaba más cerca, Jackson.

Jackson giró la cabeza bruscamente y fijó su mirada en la de ella.

– ¿Qué quieres decir? ¿A quién te refieres? ¿A la Muerte? -Pero tenía el lúgubre presentimiento de que no estaba hablando de la muerte… no, por la expresión de su rostro, no hablaba de ella.

A ella se le revolvió el estómago, y se colocó la mano encima, presionándolo.

– Stavros. Lo percibí y está más cerca. Sabe dónde estoy y viene a buscarme.

Él dejó salir el aire de sus pulmones y asintió:

– Está bien, cariño. Imaginé que vendría. Lo supe en cuanto respondió al teléfono de Dane.

– ¿Y no tienes miedo?

Aterrado. Quería decir que aterrado. Él lo sabía y lo comprendía. Jackson sacudió la cabeza:

– No, creo que si viene a nuestro territorio estará cometiendo un grave error táctico. Es arrogante y está acostumbrado a salirse con la suya. Piensa que puede comprar a la policía y a los lugareños y de esa forma conseguir ayuda para recuperarte, pero tendrá un pequeño problema con ese plan.

La confianza que había en su voz la tranquilizó.

– Esta noche no voy a pensar en él. Al menos ahora mismo no se está sintiendo muy bien.

– Todavía no puedo creer que tus hermanas hayan hecho eso -dijo Jackson, reclinándose hacia atrás, y uniendo los dedos detrás de la cabeza-. Están un poquito fuera de control.

Elle utilizó su pecho como almohada y le ofreció una sonrisa tentativa.

– De hecho, creo que se controlaron bastante. Ninguna de ellas espío mis recuerdos y tú escudaste mis emociones a la perfección.

Él le acarició el cabello con la mano.

– Sólo digamos que, todas estáis un poquito locas y que no me gustaría caerle antipático a ninguna de las mujeres Drake.

– Fue idea tuya -dijo, sintiéndose compelida a señalar ese detalle.

Jackson inclinó la cabeza para poder mirarla.

– Oh, no. Mi intención era ir a por su garganta.

Elle rió suavemente.

– Creo que eso es igual de malo. -Apretó el brazo con que le estaba rodeando la cintura, arrimándose un poco más-. Sea lo que sea lo que sucedió, le asustamos lo suficiente como para que no venga a buscarme al menos durante un día o dos. -Está vez su voz tenía un tono de satisfacción.

Jackson rodó hacia un lado, hasta cubrirla parcialmente con su cuerpo. Le enmarcó el rostro entre las palmas de las manos, y la miró fijamente, directamente a los ojos.

– ¿Te he dicho que te amo?

Sus amplios hombros bloquearon la vista del cielo y luego su rostro comenzó a descender lentamente hacia el de ella. Podía ver sus largas pestañas y su nariz recta, el ansia indiscutible en la expresión de sus ojos. Siempre lograba acelerar el latido de su corazón y su cuerpo simplemente se derritió, justo allí sobre la arena, suave, complaciente y acogedora.

Inhaló y él la besó, larga y pausadamente, y al fundirse sus bocas, sus ansias fueron creciendo. Ella presionó su cuerpo contra el de él, deseando estar piel con piel, deseando la sensación de su pecho frotándose contra sus senos anhelantes. Asentó los dedos entre su cabello tupido y ondulado y se entregó al placer del asalto de su boca.

Le llevó unos momentos… o unas horas… darse cuenta que de alguna forma él le había abierto la blusa y expuesto sus senos, y que ahora se estaba abriendo paso, bajando por su garganta hasta posarse sobre su piel sensible. Una descarga eléctrica descendió desde sus senos hasta alcanzar su útero, que se tensó, creando un vacío que pedía ser llenado por él.

– Desabróchame los vaqueros -susurró él antes de descender para nutrirse de sus senos.

Mientras él se valía de sus dientes y lengua para hacer estallar el caos, los dedos de ella trataban de tironear del cierre. Pasó una eternidad antes de que sus torpes manos lograran liberarlo. De súbito sintió el peso ardiente de la poderosa erección a lo largo del muslo. Ahora necesitaba deshacerse de su propia ropa. De toda la ropa. Ansiaba desesperadamente sentirlo contra su piel.

Jackson levantó la cabeza de la suave almohada que le proporcionaban sus senos, y dejó vagar la mirada por su cuerpo sonrojado y excitado. Deslizó la mano por debajo de la blusa, y pudo sentir el calor de su piel suave e inhalar su aroma. Elle. Sencillamente no se sentía completo si no estaba con ella. Deslizó los dedos alrededor de sus costillas para poder levantarla ligeramente, forzando a sus senos a arremeter hacia arriba, en dirección a su boca. Se la veía hermosa, exótica y tan sensual que su sangre se calentó, chisporroteó y se precipitó a través de sus venas como si fuera una droga.

Cuando cerró la boca sobre su seno y comenzó a tironear del pezón con los dientes, ella emitió un gemido. Su cuerpo se retorció debajo del de él. Era tan sensible. Respondía tan bien a sus caricias. Ella comenzó a deslizar los dedos hacia arriba y hacia abajo sobre su erección, apretando y acariciando, casi haciéndole perder la razón. Podía sentir el latido de su corazón contra la boca, junto a la palma de su mano, y sabía que ella podía sentir el latido del suyo a través de su polla vibrante y ávida.

Le mordió la oreja y luego el cuello, con pequeños mordiscos que le quitaron el aliento y luego lamió las zonas que había mordido.

– Entremos en la casa, cariño.

Cuando se levantó arrastrándola con él y dejando la manta olvidada, lo único que ella pudo hacer fue emitir un pequeño gimoteo. Sus senos se escaparon del confinamiento de la blusa y tras dar tres pasos Jackson tiró de ella haciéndola girar y la besó, ahuecó las manos alrededor de sus suaves copas, y comenzó a deslizar los pulgares de atrás para adelante, acariciándolas.

Nunca llegaron a entrar en la casa. Estaban demasiado excitados. Ni siquiera la brisa proveniente del océano hizo nada por enfriar el feroz ardor que los recorría. Sólo llegaron hasta la terraza y allí le bajó la blusa por los hombros y la dejó irse flotando hasta aterrizar sobre la terraza a cierta distancia de ellos. La tomó por la cintura e hizo que se pusiera de puntillas, para besarla una y otra vez, uniendo íntimamente sus bocas, acariciándola y mimándola con la lengua, mientras sus manos le tiraban de los vaqueros hacia abajo. Sin apartar la boca de la de ella, le ordenó:

– Quítatelos, apártalos con los pies.

Ella no podía pensar mientras su boca hacía estragos sobre la de ella, devorándola con tanta ansiedad que parecía famélico. Su cuerpo palpitaba de deseo, ansiando tanto el de él que estaba mojada, acalorada y desesperada. Él nunca dejó de besarla, mientras luchaba a patadas por librarse de los vaqueros para quedar desnuda y apretarse contra él. Hacía rato que él se había quitado la camisa, pero sus piernas todavía estaban cubiertas con los vaqueros. No parecía importar mucho y había algo un poco primitivo y sensual en el hecho de encontrarse totalmente desnuda cuando él aún estaba parcialmente vestido.

Elle podía sentir la sangre palpitando en sus oídos, era como un rugido, una necesidad que no se detendría. Nunca lograba estar lo suficientemente cerca, ahuecó las manos a su alrededor, acariciando la gruesa dureza, tan aterciopeladamente suave y caliente. Gimió y sintió que él se estremecía como si hubiera encendido una mecha. Él simplemente la alzó en el aire, dando un paso para que su espalda chocara contra la pared y la estabilizara.

– Envuelve las piernas alrededor de mi cintura.

Tenía la voz ronca… sensual y tan necesitada que sintió otra afluencia de bienvenida humedad. Enganchó los tobillos por detrás de él y se sujetó de su nuca con ambas manos, dejó caer la cabeza hacia atrás y su cabello formó una larga cascada. Su cuerpo era tan firme. Tan perfecto. El aire que rozó sus pezones incrementó su excitación, el viento jugaba sobre su cuerpo como si fueran dedos.

A Jackson le asombró un poco oír como un gruñido retumbaba dentro de su propio pecho y subía por su garganta. Se sentía como un animal enloquecido, consumido por la lujuria, el amor y una necesidad de estar dentro de ella que era tan fuerte que se le aferró las caderas y utilizando toda su fuerza impulsó las suyas hacia delante con fuerza, empalándola sobre su gruesa polla. Sintió como el cuerpo de ella lo envolvía, lo atraía a su interior, caliente, estrecho y húmedo, para absorberlo y apretarlo hasta hacerle perder el aliento.

Cuando él se impulsó hacia arriba, sintió la resistencia del cuerpo de ella, el aliento que abandonaba estrepitosamente sus pulmones, el estremecimiento de placer que desde su mente se desplazó hacia sus senos, su estómago y su ardiente centro provocando que sus músculos se cerraran con fuerza a su alrededor. El placer explotó en su interior, recorriéndolo, sacudiéndolo y consumiéndolo hasta que ya nada importó salvo sumergirse profundamente en su interior, una y otra vez, sintiendo los ardientes tirones que le infligía el cuerpo de ella, su tenso, y ardiente coño apretaba sus terminaciones nerviosas resuelta a inducir su liberación.

El cuerpo de Elle se tensó. Se estremeció, y abrió ampliamente los ojos. Un gemido escapó de su garganta. Cuando tiró de ella hacia abajo, ella movió las caderas trazando un pequeño círculo, montándolo, elevándose y cayendo, igualando la intensidad de su ritmo frenético mientras su cuerpo se enroscaba alrededor de él cada vez más. Sentía el calor abrasador del cuerpo de ella, como un fuego que rugía a lo largo de sus venas y atraía todo su ser hacia el centro de su cuerpo. La mente, la sangre y la energía. Alzándose… alzándose.

Oyó que ella gemía, y su cuerpo tembló en respuesta. Sabía que estaba cerca. Ese suave sonido le pareció una sinfonía musical, una canción que sonaba en su mente, y deseó poder transferirlo a las teclas del piano y aferrarse a él para siempre.

Se elevó otro gemido. Ella entonó su nombre. Suavemente. Con un gemido. Echo la cabeza hacia atrás nuevamente y su cabello suave se deslizó sobre los brazos de él, su rostro estaba sonrojado por la excitación. Adoraba verla así. En ese momento perfecto, antes de que su cuerpo se cerrara como una prensa alrededor de él y extrajera su tórrida liberación. Su involuntaria canción, su calor. La expresión de su rostro. Todo ello se combinaba para darle una satisfacción feroz y primitiva que se añadía al travieso placer que abrumaba su propio cuerpo.

La primera oleada la golpeó con fuerza, consumiéndola. El se hundió profundamente, y su polla extendió la estrecha cavidad. La atravesó una oleada que pasó desde el útero a su estómago y subió hasta sus senos. De hecho él la sintió. Con otro pronunciado gemido atrapó su cuerpo con el de ella, era una prensa que le sujetaba con tanta fuerza que por un momento no pudo separar el dolor del placer. Cuando otra ola comenzó a formarse, ella volvió a estremecerse. Jackson sintió como la contracción la atravesaba, y lo atravesaba a él, creciendo como la marea, como una onda expansiva que se proyectó hacia fuera desde su femenino centro, rodeándolo, atravesándolo. Sintió el corazón de ella latir a la par del suyo.

Volvió a pujar hacia delante, oyó el suave gemido de Elle, su música le estalló en los oídos, y luego llegó ese momento perfecto y glorioso en el que sintió el poder enroscarse dentro de su cuerpo, acumulándose, y su sangre rugió… como el sonido del trueno… recorriendo su cuerpo velozmente, sus testículos se tensaron, y su polla disparó pulsación tras pulsación de semilla ardiente enviándola profundamente al interior de ella, sus cuerpos se estremecieron juntos mientras se veía arrastrado por el fogoso placer y los tensos músculos de ella le apretaban con fuerza ordeñándole hasta que estuvo vacío. Por un momento, todo se tornó borroso a su alrededor y se sintió agotado, delirantemente feliz y total y absolutamente en paz.

Elle presionó el rostro contra el hombro de él mientras su cuerpo se estremecía con los temblores secundarios, y a cada uno de ellos le recorría el cuerpo como una corriente eléctrica, provocando una espiral de placer. Él estaba esperando a que el aire regresara a sus pulmones y que sus piernas recuperaran la fuerza. Entretanto mantenía el cuerpo profundamente introducido en el de ella.

– Pasé años soñando contigo, Elle, con esto, que te tomaba una y otra vez. Adoro oír tus gemidos y ese pequeño lloriqueo que emites cuando ya no puedes hablar. Tus ojos se desenfocan y tu rostro adquiere una expresión de aturdimiento que es lo más sexy que he visto jamás. Cada vez que cierro los ojos te veo de esa forma y mi polla se endurece como una roca y apenas si puedo esperar para estar en tu interior… y verte elevándote hacia otro lugar.

Recorrió con sus manos la curva de su trasero, deleitándose en la percepción de la suave piel.

– Te juro Elle, que fuiste hecha especialmente para mí. Encajamos. Eres tan endemoniadamente perfecta que pierdo la cabeza cada vez que te toco.

Elle lamió el hueco que se formaba en su hombro empapado y luego le dejó un reguero de besos desde el hombro hasta el cuello. Le acarició con la nariz y le mordió, trazando lánguidos círculos por su cuerpo que todavía estaba relajándose tras el poderoso orgasmo.

– Tú me haces sentir como si estuviera volando -admitió con un tono de voz adormilado.

– Será mejor que te lleve adentro antes de que te resfríes.

– Libby dice que el aire frío no te provoca resfriados. Que eso lo hacen los gérmenes -murmuró, acurrucándose más cerca de él, sin intentar ponerse de pie-. Además, ¿No lo sientes? Todavía estoy caliente.

– Ardiendo -estuvo de acuerdo-. Y conmigo siempre estarás de esa forma.

Ella movió las caderas trazando lentamente otro gran círculo que envío olas de placer a través de su cuerpo. Agradecía que fuera tan pequeñita. Era obvio que iba a tener que meterla en brazos. Se las arregló para encontrar el picaporte de la puerta, abrirla, ir tambaleándose hasta el dormitorio y derrumbarse sobre el colchón. Elle le besó el cuello otra vez y rodó apartándose de él, su cuerpo desnudo quedó despatarrado a través de la cama.

– ¿Crees que vas a dormir?

– Mmm.

Jackson rió y desanduvo el camino yendo en busca de sus ropas y la manta. Se quedó de pie junto a ella durante un largo rato, maravillándose por el milagro que le había sido concedido. Ni una sola vez, durante las largas noches que pasó en el bayou, rodeado de ese calor húmedo y de la absoluta soledad en que había transcurrido su niñez, había soñado con alguien como Elle. Tapó su cuerpo con una sábana y dejó caer sus vaqueros antes de trepar a la cama para acostarse a su lado.

Esos días parecían muy lejanos, y sin embargo podía recordarlos vívidamente, la absoluta desolación, cuando intentaba pescar algo en medio de los enjambres de mosquitos, temeroso de irse a casa sin alguna cosa por más pequeña que fuera para que su madre comiera. Cuando tenía diez años ella se había retirado hacia algún lugar dentro de su mente, pero cuando iba a salir de caza o de pesca le obsequiaba con una sonrisa distante y un breve beso en la mejilla. Sus colchones estaban fabricados de musgo que él recogía de los árboles, desecaba y luego utilizaba para rellenar la tela que finalmente cosía. Evitaba a los caimanes y hurgaba el terreno en busca de raíces o de cualquier cosa bonita y colorida para llevarle a su madre.

Y luego regresaba su padre y durante un corto tiempo, su madre volvía a la vida. La música llenaba la casa y su padre le acompañaba al pantano, y le enseñaba cómo colocar trampas, a tender las redes y la ubicación de los mejores lugares de pesca. Los buenos momentos eran breves y estaban salpicados de borracheras y violencia, de gritos y sonidos de golpes de puño, de noches pasadas esperando fuera de bares, temblando de frío o sintiéndose mal por el calor.

Y más tarde, cuando fue mayor, había habido momentos en los cuales se subía a su moto y corría a toda velocidad por la carretera sintiéndose, aunque fuera durante cortos períodos de tiempo, fuerte e invencible. El estado de salud de su madre empeoró y su padre se volvió más violento y distante, pero era la única vida que Jackson había conocido y a sus ojos parecía normal.

La familia de Elle era como un cuento de hadas. Irreal. Imposible de creer. Nadie que hubiera conocido vivía así. Todos luchaban por su existencia, la mayoría eran solitarios como él con padres que iban y venían. Los campamentos eran lugares donde había drogas, alcohol y hombres que estaban vencidos por las guerras y que buscaban un poco de camaradería y la encontraban en la violencia. Las mujeres eran igualmente bebedoras empedernidas y se vendían a sí mismas a cambio de encontrar su lugar en el mundo.

Tal vez su estilo de vida lo había preparado mejor para cuando fue capturado y torturado. Elle siempre había estado rodeada de cariño. Tal vez al final, el hecho de haber empezado solo, de haber pasado interminables semanas enteras sin nadie con quien hablar, le había hecho lo suficientemente fuerte para sobrevivir y al hacerlo, había moldeado su temple y su voluntad para que pudiera encontrar y servir de apoyo a Elle.

Elle se estiró, se giró y abrió sus ojos verdes. Le recorrió el rostro con la mirada. Extendió la mano hacia él. Elle con su suave cuerpo acogedor y una boca hecha en el paraíso. Elle con su corazón bondadoso.

– Vuélvete hacia mí -la instruyó en voz baja.

Ella le obedeció sin hacerle preguntas, sin dudarlo, sin importarle el cansancio que sentía, con el único deseo de darle lo que fuera que necesitara. Hacía que se sintiera humilde ante su generosidad.

Apartó la almohada a un lado y se tendió con la cabeza a la misma altura de sus senos. Suaves. Cálidos. Increíbles. Con un brazo le rodeo la cintura y tiró de su cuerpo hacia el de él, deslizando una pierna entre las de ella. Deslizó la mano por sobre la curva de su trasero, como si estuviera memorizando su textura y su forma antes de dejarla correr por el interior del muslo para ahuecarla encima de su cálido montículo.

Aguardó, pero Elle no protestó.

– Dios, cariño, te amo. -Admitió en susurros contra su garganta, besando un camino descendente hacia sus senos. Sintió los latidos de su corazón. La textura tibia y suave de su seno al cubrirlo gentilmente con la boca, y deslizar la lengua sobre su pezón. Sintió la oleada de su respuesta en la mano-. Amo la forma en que me deseas, Elle.

– Siempre -murmuró, dándole un besó en lo alto de la cabeza. Se dejó llevar por la marea de placer provocada por su boca al succionarle el pezón y sus dedos al internarse en sus oscuros secretos.

Sonó el teléfono, una interrupción sonora e inesperada que le aceleró el corazón.

– ¿Jackson?

– Está bien, cariño. -Rodó sobre sí mismo y agarró el receptor, prestó atención durante un momento y luego se incorporó, con expresión ceñuda.

– Salgo enseguida. Nos encontraremos allí.

– ¿Qué pasa? -preguntó Elle.

– Nada, dulzura. Jonas necesita algo de ayuda. Te llevaré a tu casa y dejaré a Bomber contigo.

– De ninguna manera. -Elle se sentó en la cama aferrando la sábana y con aspecto de estar aterrorizada. Sacudió la cabeza-. Voy contigo.

– Es trabajo, Elle. -Se vistió apresuradamente, tironeando de sus ropas, metiendo un cuchillo dentro de su bota, atándose una pistola de resguardo a la pierna antes de ponerse el cinturón y las armas.

Elle lo imitó, vistiéndose tan rápido como él con ropa de abrigo, decidida a que no la dejara atrás. Le parecía raro como a veces se sintiera confiada, como si estuviera recuperando su antigua forma de ser. Y luego en un instante, se daba cuenta que en su mente todavía seguía acurrucada en posición fetal, aterrorizada de dar un paso en una dirección u otra sin Jackson.

Jackson no lo discutió, como si supiera, y probablemente lo hacía, que no podía soportar estar separada de él, y ella se dirigió a la carrera a la camioneta y le observó mientras él ordenaba a Bomber que se subiera.

– ¿Vas a decirme qué está ocurriendo? -preguntó mientras daban marcha atrás y luego aceleraban para entrar en la carretera, poniendo una luz intermitente en el tablero para advertir a los demás vehículos que se dirigía hacia una emergencia.

– Jonas recibió una llamada informando que una mujer estaba pidiendo ayuda a gritos y corriendo alrededor del cabo. Estaba histérica, clamando que la habían retenido prisionera y que su hija había sido exorcizada para sacarle un demonio y que algo terrible había ocurrido.

Elle tomó un profundo aliento.

– RJ llevaba a una jovencita con él.

Jackson asintió.

– Me dio la impresión de que era algo extraña. Pedí información acerca de ello pero aún no he tenido tiempo de examinarla.

– Si está en sus manos, ya sabes qué le ha hecho -dijo Elle con voz tensa.

– Elle, no tienes que hacer esto. Puedes quedarte con tus hermanas.

Elle sacudió la cabeza.

– No, no puedo. Necesito estar contigo y si la encuentras, tal vez yo pueda ayudarla. -Se humedeció la boca seca-. Esta tarde RJ y esa chica estaban en la tienda.

Él miró su rostro pálido.

– Al mismo tiempo que la Muerte. -dijo Elle, tragando con fuerza.

Él extendió una mano y la puso sobre la de ella, pero no se molestó en intentar calmarla. Nada que dijera podría marcar una diferencia. Lo único que podía hacer era llegar allí lo más rápido posible y esperar que nada le hubiera ocurrido a la adolescente.

Había vehículos diseminados de manera fortuita al borde de la carretera ya que los voluntarios de emergencias se habían apresurado a acudir al lugar. Jackson aparcó y ató a Bomber antes de dar la vuelta a la camioneta para ayudar a Elle a bajar. La tomó de la mano y ambos comenzaron a trotar por el sendero hacia el borde de los acantilados.

Mientras se aproximaban, Jonas miró en su dirección y les hizo señas con la mano para que se acercaran. Era obvio que había estado esperando a su lugarteniente. Jackson vio a una mujer envuelta en una manta que lloraba sentada sobre una roca mirando hacia el estruendoso océano que había debajo. Había camiones de bomberos aparcados a lo largo de la valla de contención y se le encogió el corazón. En este lugar el agua era traicionera. Aún en la playa que había abajo, uno tenía que estar muy atento al momento en que subía la marea, y si alguien se había metido entre las rocas, tenían poco tiempo para ir a buscarle.

– ¿Qué ha pasado?

Jonas miró a Elle, que apretó los dedos alrededor de los de Jackson y levantó la barbilla en el aire de manera un tanto desafiante, retando a Jonas a que intentara ahuyentarla.

– Esa es Lori Robertson. Es madre soltera de una hija adolescente. El nombre de la chica es Venita, tiene catorce años y es un poco rebelde, esa es la descripción que da su madre de ella, es de las que se «cortan»… los chicos de los alrededores, los llaman emo. Se viste de negro, tiene varios piercings corporales y escribe poesía deprimente, ya sabes de qué hablo. Según su madre usa suficiente delineador como para abastecer a una habitación entera llena de gente. Tiene el cabello lacio, negro y siempre cubriéndole el rostro.

– La vi en la tienda -dijo Jackson-. Tiene el mismo aspecto que la mitad de los chicos que conocemos.

– Sí, bueno ésta tiene una madre que piensa que su hija está poseída por el diablo. Su Reverendo se lo dijo. Primero pasaron una semana rezando juntas de rodillas, pero Venita continuó con su comportamiento demoníaco.

– ¿Qué hay de demoníaco en el comportamiento de un emo? Les gusta teñirse el cabello y escribir poesía acerca de lo deprimente que es la vida… y a los catorce años puede parecerlo -la defendió Elle-. Se refieren a ellos como «emo» porque son sensibles y emocionales.

– No estoy diciendo nada en su contra, Elle, solo informando de lo que piensa su madre. Aparentemente el Reverendo le dijo que la cantidad de pendientes que usaba en la oreja era una señal de adoración al diablo.

– ¿Y ella le creyó? -preguntó Elle, indignada.

Jackson la rodeó con el brazo, atrayéndola hacia él.

– ¿Qué ocurrió?

– Cuando las oraciones no funcionaron, RJ se ofreció gentilmente a llevarse a Venita a una casa para trabajar con ella. Llegaron juntas y la madre planeaba marcharse, pero en el último instante la hija se desmoronó y le rogó a su madre que no se fuera. Cuando la madre decidió llevarse a su hija de regreso a San Francisco con ella, RJ se enfadó y le exigió que se fuera. Le dijo que se había tomado la molestia de arreglar este encuentro con su hija y que había corrido con los gastos de alquilar una casa.

Jackson sacudió la cabeza.

– Ese hombre es un maldito bastardo. Le gustaba la chica y no quería renunciar a ella.

– La madre siguió rehusándose y los guardaespaldas de RJ la llevaron a rastras hasta uno de los dormitorios y la ataron. Fue apaleada y violada.

– ¿Los agarramos?

Jonas asintió.

– Tenemos a los guardaespaldas. Deberíamos llevarla a un hospital para que le hagan un examen forense con un kit para violaciones, pero no quiere ir. Evidentemente el Reverendo RJ pasó un buen rato con su hija. Venita oyó una llamada dónde RJ hacía arreglos para venderla a ella y fraguaba un accidente para su madre. La hija se coló en el dormitorio de su madre y la liberó. Corrieron y los hombres las atraparon aquí.

Jackson se acercó a dónde estaban trabajando los bomberos, intentando llegar a las rocas que había abajo.

– Demonios. ¿La hija cayó?

– No exactamente. RJ tenía agarrada a Venita por el cabello y estaba tirando de ella. Su madre dijo que estaba llorando y rogando, intentando escaparse. La madre se liberó a patadas y trató de empujar a RJ para apartarlo de Venita, pero el borde del acantilado se derrumbó y él cayó, llevándose a Venita con él. Jeff Dockins y otros dos lo vieron todo y retuvieron a los guardaespaldas de RJ hasta que llegaron los agentes.

Jonas vio que el capitán se encaminaba en su dirección. Se acercaron a él. Sacudió la cabeza.

– Mis hombres no pueden llegar allí abajo, Jonas. Hemos llamado al helicóptero de rescate y debería estar aquí dentro de diez minutos. La vemos moverse allí abajo y a él también, pero ambos están heridos. El agua esta estrellándose contra esas rocas. Creo que el hombre tiene la espalda rota y la chica parece tener una fractura abierta en la pierna. Tal vez un brazo roto y también tiene sangre en el rostro. -Volvió a negar con la cabeza-. Lo siento, pero no puedo arriesgar a mis hombres. El acantilado es inestable y casi perdemos a uno de nuestros chicos.

Elle parpadeó para apartar las lágrimas. Todos esos meses pasados trabajando encubierta en otros países para evitar justamente este tipo de cosas y estaban ocurriendo en su propia ciudad natal. Odiaba no poder evitar que un niño experimentara un destino tan horrible. Jackson, que tenía la mente estrechamente ligada con la de ella, levantó la mano, ahueco la palma alrededor de su cuello y comenzó a hacerle un suave masaje con los dedos.

Bomber lanzó un ladrido corto, tenía todo el pelo del cuerpo erizado y las orejas levantadas. Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Elle e instintivamente dio un pequeño paso para poner su cuerpo frente al de Jonas y Jackson. Examinó a la multitud de bomberos y voluntarios que había bajo las luces brillantes que habían dispuesto en la escena, y vio rostros conocidos. Su corazón dio un vuelco cuando vio al fornido Jeff Dockins. Había estado en la tienda. ¿Quién más? Clyde Darden estaba allí, de pie al costado de la multitud, mirando hacia abajo a través de unos binoculares. Lo maldijo en silencio por ser tan entrometido.

Trudy Garrett estaba muy ocupada sirviendo café a los voluntarios. Reginald Mars la ayudaba junto con Drew Madison. Se movían entre la multitud, entrando y saliendo de ella, Trudy estaba más cerca de los acantilados ya que estaba sirviendo café a los bomberos y los paramédicos. Elle volvió a mirar a Bomber y luego siguió la dirección de su mirada. Su corazón dio un salto. En las rocas que rodeaban una pequeña empalizada que servía como advertencia para que la gente se mantuviera apartada del borde del acantilado, vislumbró una sombra oscura que se movía lentamente, desplazándose furtivamente de una roca a la siguiente, tenía la cabeza cubierta por una capucha y una capa que flotaba alrededor de su cuerpo.

La muerte andaba furtivamente a lo largo del terreno, una sombra entre otras sombras, entretejiéndose con la multitud de forma que captaba un atisbo de ella y luego quedaba oculta otra vez. Tenía la cabeza echada hacia atrás, aunque la capucha la cubría, y olisqueaba el aire como un sabueso, buscando algo invisible.

Elle se apartó de Jackson y Jonas, con la intención de proteger a la gente del pueblo. Jackson le aferró el brazo y la detuvo.

– ¿Qué crees que estás haciendo? -demandó.

– La Muerte está aquí -respondió-. Está buscando una vida. Ha elegido a alguien.

– No serás tú, Elle. De ninguna maldita forma vas a sacrificar tu vida porque no has podido evitar que RJ o alguien como él lastime a una niña.

– ¿De qué sirvo sino puedo ayudar a nadie? -Se liberó de él de un tirón.

Jonas la rodeó por el otro lado.

– Dinos qué podemos hacer para ayudar, Elle.

Sacudió la cabeza.

– Tú no, Jonas. No voy a ponerte en peligro y Jackson estaba en esa tienda. La muerte puede tener su aroma.

Jackson literalmente tiró de su cuerpo acercándolo al de él, y la obligó a ponerse de puntillas, tenía una expresión feroz:

– Tú también estabas en esa tienda. No. Vas. A. Hacerlo. -Ladró cada una de las palabras, pronunciándolas entre dientes.

Elle miró sus ojos oscuros e implacables y sintió su voluntad de hierro presionando la de ella dentro de su mente. No había forma de discutir con él. No iba a ganar. Tenía que pensar en otra forma de hacer las cosas.

– Está bien -capituló-. Jonas, aparta a Trudy del borde del acantilado. No me importa qué excusa inventes, tienes que sacarla de allí. Drew, Reginald y el señor Darden deben ser conducidos a una zona más segura.

– Puede que nosotros no seamos capaces de ver lo que tú, pero es obvio que Bomber sí -dijo Jackson, siguiendo la dirección de la mirada de su perro-. Trataremos de proteger a los demás de la mejor forma posible, pero tú te quedas cerca de nosotros.

En la distancia se oyó el sonido de un helicóptero acercándose. El Huey estaba sobrevolando la montaña, emergiendo justo encima de los árboles y se dirigía hacia los acantilados.

– ¡Jonas! Ty está en ese helicóptero. Hizo doble turno. -Elle tomó conciencia-. ¿Ha participado de algún otro rescate desde que se cayó?

– Es obligatorio que se vuelva a certificar cada noventa días, Elle, sabes que es así. -Le aseguró Jonas-. Tiene mucha experiencia.

– Ty no estaba en la tienda -dijo Jackson suavemente, sabiendo el motivo de su preocupación.

– Ya antes le ha hecho trampas a la muerte -dijo Elle-. O más bien lo hizo Libby. ¿Y si ha regresado a buscar a Ty? -Se presionó la palma de la mano contra la frente.

El helicóptero sobrevoló sus cabezas y se dirigió hacia el mar para evaluar la situación. El capitán les había dado toda la información y ahora la tripulación de rescate del helicóptero debía decidir si estaban dispuestos o no a intentar el rescate. Los rescates de corta distancia sobre el agua, eran considerados una de las maniobras más peligrosas y todos y cada uno de los integrantes de la tripulación debían estar de acuerdo en que el rescate era necesario para salvar una vida y que podían efectuarlo con seguridad o de lo contrario regresarían a la base y las víctimas serían abandonadas.

El helicóptero aterrizó en un campo cercano para preservar el combustible mientras la tripulación conversaba y planeaba la estrategia. Jonas y Jackson que asía firmemente la mano de Elle, utilizaron la distracción ofrecida por el helicóptero para hacer que la multitud de voluntarios se alejara del acantilado. Jonas se aseguró de que Clyde, Trudy, Drew y Reginald estuvieran entre aquellos que estaban en el centro de la multitud, lejos de cualquier daño potencial.

Elle dejó escapar el aliento lentamente y se subió encima de una piedra para tener una mejor vista de las rocas del fondo. Podía ver a las dos víctimas tendidas despatarradas, el brazo derecho de Venita estaba colgando de una roca de forma que cada vez que una ola se estrellaba contra la gran roca cubierta de musgo, el agua tiraba de ella, amenazando con llevársela mar adentro. Las rocas eran resbaladizas y estaban pulidas por los constantes golpes del agua de mar y la vida que crecía en ellas. Debía ser difícil aferrarse a su superficie. RJ movió una de las piernas, pero por lo demás permanecía inmóvil. Estaba más abajo que Venita y cada pocas olas una salpicaba más alto y lo rociaba.

El helicóptero alzó el vuelo y su corazón comenzó a palpitar cuando lo vio dar una vuelta por encima de las víctimas y comenzar a maniobrar para ponerse en posición. Podía ver a la tripulación a través de la puerta abierta, en sus rostros se evidenciaba la tensión que sentían al acercarse a los acantilados desde la derecha. Los vientos eran regulares y Elle sabía por lo que le había contado Ty que era esencial que se mantuvieran de esa forma, ya que si las ráfagas llegaban a superar los treinta kilómetros por hora harían imposible que se llevara a cabo un rescate sobre la franja costera.

Con el corazón en la garganta, observó al helicóptero aminorar la marcha y luego al jefe de la tripulación ubicarse sobre el patín y asegurarse a sí mismo.

– Es Ty -susurró cuando un segundo hombre se desplazó hacia el patín. Él sería el rescatador, el integrante de la tripulación que bajaría por la cuerda, poniéndose a sí mismo en peligro-. Lo sabía. -El destino tenía maneras de interferir, de repetirse cuando no se había salido con la suya.

– Ty tiene nervios de acero -murmuró Jonas, sacudiendo la cabeza. La última vez que Ty había realizado una maniobra de rescate de corta distancia sobre el mar en la costa, se había caído y sufrido un grave trauma craneal.

Elle no podía imaginar en qué estaba pensando, pero buscó frenéticamente la tenebrosa figura vestida con túnica que se movía furtivamente por algún lugar entre las rocas. No puedo verla. Incluso a sus oídos sonó desesperada. Se aferró a la manga de Jackson mientras se giraba rápidamente, intentando comprobar visualmente cómo se encontraban los que habían estado en la tienda.

– ¡Drew! Está junto a la empalizada. Mira como está el terreno allí.

Se había formado una pequeña grieta, si había sido ocasionada por los bomberos y por su equipo al intentar bajar a buscar a las víctimas o si la Muerte había podido manipular la tierra para que sirviera a sus fines, no lo sabía.

– Yo lo traeré -dijo Jackson.

– ¡No! -Elle lo aferró con más fuerza-. No puedes. La Muerte está agazapada justo detrás de él. No atraigas su atención ni la de Drew. Aún no.

Ahora podía ver a la aparición, no estaba mirando a Drew, sino más bien hacia el helicóptero. Elle miró hacia abajo, al mar. Ty estaba sobre la roca, agachado junto a Venita. Estaba maniobrando encima de ella, sacando gentilmente su brazo del agua, y era evidente que estaba hablando con ella. Pudo ver que la chica se retorcía de dolor. Con el corazón retumbando con tanta fuerza que le dolía, Elle observó como Ty se dirigía andando en cuclillas y cuidadosamente hacia dónde estaba RJ para evaluarlo.

Podía saborear el miedo y el peligro en su boca.

– El acantilado cederá. -Apretó el brazo de Jackson con más fuerza, temiendo apartar la mirada de Ty, temiendo quitarle los ojos de encima a la Muerte. Jonas corrió velozmente a través del pasto en dirección a Drew. Jackson se liberó de un tirón de la mano de Elle y fue tras él. La Muerte saltó en el aire y aterrizó con fuerza. Un temblor conmovió la tierra. Alguien gritó. El suelo comenzó a rajarse a lo largo de todo el acantilado. Barro, rocas, la empalizada y detritos cayeron en dirección al mar y las rocas que había debajo.

Drew resbaló y agitó los brazos en el aire, intentando recuperar el equilibrio. Por un momento, la Muerte miró por encima de su hombro, dudando al ver al chico vacilando en el aire. Jonas se lanzó y sujetó las manos de Drew cuando el chico caía, absorbiendo su peso, simplemente sosteniéndolo allí mientras permanecía tendido boca abajo sobre el pasto alto. Jackson ancló las piernas de Jonas mientras los bomberos se acercaban apresuradamente a prestar ayuda. La Muerte se volvió nuevamente hacia el mar, mirando a las víctimas que había debajo, con el rostro convertido en una máscara de alegría profana, y luego saltó.

Elle miró hacia abajo y vio el cuerpo de Ty cubriendo el de Venita. Debía haberse puesto encima de la chica en el momento en que empezó la avalancha y las rocas habían rebotado por todas partes a su alrededor. Pudo ver a RJ oculto bajo una pila de rocas y barro. Ty se puso de pie cautelosamente, y se inclinó a un lado para ver al hombre aplastado entre las rocas. Hubo un leve movimiento. Elle vio a la sombra extenderse hacia RJ.

– Por favor -susurró-. Por favor que eso haya sido suficiente.

Desde el helicóptero bajaron la cesta… la canasta donde se ponía a la víctima para alzarla… mientras Ty se abría camino a través de los cascotes para intentar ayudar a RJ. La sombra estaba agazapada sobre el pecho de RJ aplastándolo con su peso, encorvándose para acercarse a su rostro. Ty se inclinó sobre RJ y comenzó a practicarle la RCP, en un intento por salvar la vida del hombre, pero Elle podría haberle dicho que era demasiado tarde. Vio a la sombra mirar en dirección a Venita.

La siguiente ola se estrelló sobre la roca y el helicóptero se tambaleo un poco. Elle levantó los brazos para aplacar las ráfagas de viento. Las contuvo, dándole al piloto tiempo para estabilizar la nave y dar las órdenes para que subieran a Venita antes que el clima empeorara Abandonarían el cadáver en el mar con la esperanza de poder recuperarlo más tarde.

El corazón de Elle no dejó de palpitar apresuradamente hasta que Ty y la adolescente estuvieron a salvo en el helicóptero y el piloto hubo puesto en camino la nave, trayéndola de regreso a tierra para aterrizar en el campo dónde los esperaban los paramédicos.

La Muerte se desvaneció y ella dejó escapar el aire y miró a Bomber, sólo para estar segura, antes de terminar de creer que todos sus seres queridos estaban a salvo. Se abrió camino hasta donde estaba Jackson, que había escoltado a Drew hasta los paramédicos sólo para asegurarse de que estaba bien. Jackson inmediatamente la rodeó con el brazo e intercambiaron una lenta y muda sonrisa.

Загрузка...