Este libro está basado en hechos reales; en ellos intervienen muchas personas también reales. Sus historias figuran en parte en los registros inquisitoriales de la época.
Blaise Bouer y Berengar Blanchi, por ejemplo, fueron juzgados por la Inquisición en 1325. Blaise se ganó el perdón a cambio de ir a Sicilia en busca de otros herejes; en 1328 fue absuelto y puesto en libertad.
Berengaria Donas fue juzgada en 1326, el mismo año que Guillaume Ademar y Pierre Espere-en-Dius. Imbert Rubei tuvo que hacer frente a la Inquisición en 1328, del mismo modo que Guillelma Roger, que sufrió prisión por hereje penitente.
Jamás llegó a descubrirse el destino que habían tenido los huesos de Pierre Olivi. En su obra Practica InquisitionisHeretice Pravitatis (La práctica de la Inquisición en la depravación herética), terminada en 1323-24, Bernard Gui escribió: «Su cadáver (el de Olivi) fue exhumado, trasladado y escondido en el año de nuestro Señor de 1318.Existen muchas dudas sobre el lugar donde puede encontrarse y diferentes personas cuentan historias diferentes sobre el particular».
No hay registro alguno con respecto a que Helié Bernier (alias Seguier) fuera juzgado por la Inquisición. Una nota garrapateada al margen de su diario declara que éste fue entregado a Martin Moresi «para su protección contra la calumnia».