Epílogo

Ahora que puedo sentarme otra vez, supongo que tengo la obligación de llenar los huecos que hay en mis informes. Hemos cambiado de año y el tórrido romance de Rosie y William sigue tan intenso como el primer día. Henry ha intentado todo, desde una huelga de hambre hasta una pelea a puñetazos, pero en vano. Entiendo su preocupación -pase lo que pase, William le va a amargar la vida-, pero las historias de amor que se viven de cerca no dejan de ser fascinantes.

La policía remitió el caso de Tippy Parsons a la Fiscalía del distrito, donde la muchacha sostuvo una larga y sincera conversación con un ayudante. Yo había creído que la edad de la joven podía ser una circunstancia atenuante, pero el caso es que al final se benefició de un indulto automático, pues ya se había rebasado con creces el límite temporal de la penalización de los homicidios involuntarios por accidente de tráfico. Cuando Hartford McKell se enteró de que se había identificado a la persona que había conducido el vehículo, insistió en enviarme un cheque por los 25.000 dólares prometidos, pese a que no detuvieron ni procesaron a Tippy. Acepté el dinero. Había hecho el trabajo y no había nada malo en cobrar. Ahora sólo me resta decidir qué hago con él. Mientras tanto, la primavera está en ciernes y la vida es maravillosa.

Atentamente,

Kinsey Millhone

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