Capítulo 17

Llovieron paracaídas anoche. Anunció Jack. Nuestros muchachos aparecieron, y fue hermoso verlos flotando bajo el cielo.

¿A quién tenemos? Preguntó Ken.

Logan, por supuesto, Neil Campbell. Jesse Calhoun coordina y organiza la misión de rescate por si algo sale mal.

Esto sorprendió a Ken. Jesse Calhoun era un miembro valorado del equipo, pero fue seriamente herido y estaba en una silla de ruedas. Principalmente dirigía las investigaciones.

Trace Aikens y Martín Howard están aquí también. Jack nombró a los dos últimos miembros de su equipo SEAL de Caminantes Fantasmas. Nadie quería ser excluido. Eres un hombre muy popular Ken.

Le tomó un momento darse cuenta de que Jack no bromeaba, esto impresionó a Ken. Se había entrenado con esos hombres y juntos luchaban, trabajaban, y a veces convivían, pero nunca se dio cuenta que contaba con sus lealtades. Jack y él siempre estaban apartados y a menudo otros hombres sospechaban de ellos.

Ken se aclaro la garganta, agradeciendo que nadie pudiera verlo.

La emoción jugaba con él demasiado estos días. ¿Todos están en su lugar?

Todos en posición.

¿Has hablado con el senador? Preguntó Ken.

El Senador Freeman pidió al equipo de Ryland que lo protegiera cuando visitó una instalación de alta seguridad hoy, informó Jack. El general dio realmente la orden al principio, luego una hora más tarde la rescindió y asignó a otro equipo.

Hijo de puta. Whitney tiene más poder del que sospechamos. ¿Quién podría estar por encima del general?

Ken se sentó en el estrecho pasillo de paredes de cemento. El cuarto nivel era más fuerte de lo que consideró que podría ser. En un principio había sido construido como una base militar secreta, antes de cerrarlo. Whitney obviamente lo descubrió y compró o persuadió a alguno de sus patrocinadores de que le permitieran usarlo para sus experimentos. Eran muy pocos los que conocían la existencia de los Caminantes Fantasmas. Los hombres de Whitney eran capaces de encontrar un modo de esconder el trabajo a varios comités que se habrían opuesto enérgicamente a sus experimentos inhumanos e ilegales.

No sé quién podría revocar una de las órdenes del general. El presidente seguramente, respondió Jack. El secretario de defensa. Pero no puedo ver a ninguno de ellos aliado con un loco como Whitney. Es demasiado inestable, y la clase de cosas que está haciendo conmoverían a la Nación -al mundo- si se dieran a conocer. Ningún presidente se arriesgaría a tener algo que ver con él si se supiera lo que ha hecho con los niños y las mujeres.

Era verdad. Ken no podía ver a ninguno arriesgando su carrera política. Demonios, pasarían tiempo en la cárcel, si no la pena de muerte, junto con Whitney. Sólo Mari, daría su testimonio de la violación y el asesinato de varias mujeres.

No tenía sentido especular. Ryland tendría que acercarse al general, y si no funcionaba, entonces el equipo de Ryland tendría que averiguar en quien podían confiar.

El contralmirante Henderson, el hombre responsable del equipo SEAL de Caminantes Fantasmas, estaba ya bajo investigación, por supuesto no estaba enterado y si no encontraban ninguna prueba en su contra, nunca se lo dirían. Jesse Calhoun trabajaba para averiguar quién había engañado a su equipo y los había enviado al Congo.

Ken miró con atención las paredes alrededor de su tumba de cemento. Después de dejar a Mari, había estado ocupado marcando el camino, así Cami podría conducir a las otras mujeres, cuando Mari diera la señal para escaparse. Trató de encontrar la habitación y los túneles privados de Whitney para poder recuperar las fotos de las mujeres, pero parecía imposible cuando el hormigón terminaba tan a menudo y era arriesgado pasar por la mayoría de las partes.

¿Consiguió Logan los planos del complejo? Ken los quería para destruir las fotos de las mujeres que Whitney les había estado tomando durante años. Es más, quería poner una bala en la cabeza de Whitney. Ya que era una antigua base militar, debían ser capaces de tener acceso a ellos con la autorización del almirante. Si no, Lily se pondrá con ello, es capaz de conseguir lo que quiera. El nombre de Whitney obra maravillas, dijo Ken.

Logan los tiene. Los están estudiando. Son necesarios para realizar el rescate mientras el senador esta aquí. Vamos a tener que adelantar nuestro horario. Sin duda Whitney planea alguna clase de accidente para el Senador Freeman y su esposa.

Tal vez, reflexionó Ken. Pero no querrá una investigación acerca de este lugar. No pienso que ataque aquí al senador. Pienso que hará un intento antes o después de que se marchen. Seria estúpido armar una tormenta de fuego en su laboratorio, y una cosa que no es Whitney… es estúpido.

Tiene que hacerlo parecer un accidente esta vez, dijo Jack. Consigue hablar con Marigold y ver si puede advertir a Violet.

No. Absolutamente no, Jack. Ken fue firme. Avanzó lentamente arrastrando el vientre, cuidándose de una nueva barra que estaba pegada a las paredes, apartando sus piernas y alejándolas. Era fácil perderse en el laberinto, y Mari había estado trabajando en un nuevo plan de fuga con las otras mujeres, cuando temió que le había dicho demasiado a Sean.

No tenemos otra opción. Violet tiene que saber contra qué está tratando. No tenemos un equipo en el lugar para protegerla. Si ella es realmente enemiga de Whitney…

Ken envió a Jack la impresión de disgusto. No, no arriesgare a Mari. Ya ha asumido bastantes riesgos en este infierno. Si Violet trabaja en secreto para Whitney, entonces Mari estará muerta.

Y si no, el senador está muerto, Jack recordó su posición ventajosa en el peñasco. El aire era frío. Lamentaba no poder enviárselo a su hermano atrapado como una rata en las paredes de la prisión de Whitney.

No es mi problema. Francamente, no arriesgaré su vida por alguien que se unió al Senador Freeman. No confió en él o en su esposa. No arriesgaré a Mari. Voy a por lo que quiero ir, a por su familia. Las sacaremos hoy, porque si Sean no muere hoy, volverá esta noche. Lo mataré si le hace algo a ella. Mari sabrá lo bastardo que soy, no estará bien, porque si decide que no me quiere, tendré que secuestrarla para tratar que cambie de opinión.

Jack suspiró. Has sacado al cavernícola sobre mí, hermano.

Mari tiene ese efecto en mí. Y, a propósito, Briony realmente se disgustará si algo le pasa a Mari, y esto afectará tu vida, y acabarás consiguiéndolo por querer que Mari advierta a Violet.

Hombre, estás nervioso. Frialdad.

Ken frunció el ceño. Estaba nervioso. No quería dejar a Mari en aquella celda, encerrada y atrapada como un conejo en una jaula. Cuando Sean podía regresar en cualquier momento. Obligó a su mente a concentrarse en el asunto que tenia entre manos. Hablando de monstruos enfermos y fanáticos, ¿has visto al bastardo?

Jack dio un breve y expresivo resoplido. Ummm, eso significa una negativa. Realmente nunca he visto a Sean.

Te envié una imagen.

Las colas y los cuernos no son exactamente reales. Ken. Me mandaste una foto del diablo.

Ken hizo un ruido grosero, acompañándolo con un gesto grosero que su hermano no podía ver, pero sabría que lo había hecho de todos modos. Hice todo lo posible para darle un empujón a Sean en la fabricación de un intento contra Whitney. Con suerte, matará al doctor, y los hombres de Whitney lo matarán, podremos tenerlos a ambos fuera. Gracias por echarme una mano anoche.

Lo siento, no actué lo suficientemente rápido. Fui a la parte más alta y me enterré, en el caso de que la energía se sintiera más. Debes haber sido completamente limpio.

Ken trató de sentarse, y se golpeó la cabeza con la barra. Juró suavemente y echó un vistazo a sus manos. No había sentido los rasguños cuando se movía por el cemento sin acabar e irregular, dejando manchas de sangre. No importaba. Nada importaba más que sacar a Mari de ahí. Por un par de horas, no pude llegar a Mari y pensé que perdería la cordura. No me di cuenta de que tengo una imaginación tan viva. Estoy aquí tan asustado. El único momento en que he estado tan asustado fue cuándo el hombre de Ekabela cortó mi polla en diminutos trocitos. Nunca lo había admitido. Nunca habló de esto con Jack, pero Jack tenia que saber que no podía estar sin Mari. Tenía que sacarla.

Hubo un pequeño silencio. ¿Ella está bien?

Sean iba a forzarla. Era su amigo, se entrenaron juntos en el equipo de Caminantes Fantasmas. Es obvio que le tenía genuino afecto al hijo de puta, y por engañarla de esa forma… Ken golpeó el cemento con la palma de la mano, tenía que expulsar su cólera de algún modo físico. Jack, está devastada. Ken respiró hondo e hizo retroceder su mente y cuerpo al control. Voy a sacar a las mujeres por el pasillo en el minuto en que me des la señal. Marqué la forma de hacer el recorrido más rápido, pero si consigues tener en la mira a Sean, lo matas.

¿Estás seguro?

Nunca parará. Incluso si no conseguimos a Whitney, y si Whitney le da una orden directa, Sean ira tras de ella. Al final voy a tener que matar al hijo de perra y ella tardará un tiempo en perdonarme

No es una mujer estúpida, Ken. La subestimas. No es que me oponga a matarlo de una u otra forma.

Mátalo, Jack, si tienes la posibilidad.

Jack brevemente apoyó su cabeza en el brazo. Las emociones de su hermano a veces lo hundían; entonces se recuperaba, se retiraba, y se reagrupaba. Pero Ken estaba en punto de ebullición. Comprendido. ¿Esta Mari organizando a las mujeres?

Ken le tendió la mano a Mari. Oye, nena. ¿Cómo lo están haciendo? Este es un gran día para la libertad.

Hubo un corto silencio mientras contaba los latidos de su corazón. Si, lo es. Había una sonrisa en su voz. Todas están excitadas. Les he advertido que no digan a nadie ni una palabra de la nueva ruta de escape, y esperan la señal. Su voz cayó una octava, el sonido que acarició como el terciopelo las paredes de su mente y movió su cuerpo a pesar del cuarto apretado e incomodo. No puedo esperar a estar contigo en tu casa.

Ken cerró los ojos y permitió que el sexy sonido entrecortado y atractivo, pasase por su cuerpo. Podía confesar, en ese lugar donde las paredes lo apretaban y la oscuridad le rodeaba, que había caído con fuerza por Marigold. Esto no tenía nada que ver con el sexo y todo ello era una emoción que amenazaba con ahogarlo. Seguiría negándolo, pero ahora mismo, en este lugar, con su alma y con las paredes de cemento que los separaban, lo admitía.

– Te amo más que a mi vida, mujer.

Tragó y apoyó su cabeza contra los bloques de concreto. Tampoco puedo esperar a que estemos juntos.

La suavidad de Mari desapareció y fue al grano. Whitney tiene a Rose. Es la que tenía miedo de estar embarazada. Él hace que nosotras hagamos pis en una taza todas las mañanas, si lo está, él lo sabe. Va a retenerla sobre nuestras cabezas mientras el senador esté aquí, para que guardemos las formas.

Ken frotó sus sienes palpitantes. Había tantos hilos, y tenia que llevar a cabo la fuga con suma precisión para sacar a todas las mujeres. No te preocupes por ella. Si él sabe que está embarazada, la tomó por si ustedes maquinaban una fuga. Mi conjetura es que Sean le informó de toda la planificación, y no quiere arriesgarse a perderla. ¿Sabes dónde la tienen?

El hombre con el que está emparejada se llama Kane. Está con ella. Rose piensa que él ayudará, pero tengo miedo por ella, y no tengo ni idea de donde está.

Maldición. Esto se complica. Tengo que regresar con Jack, dulzura. Espera un momento. Ken juró otra vez, frotando su mano sobre su cara. ¿Jack, lo captaste?

Sí, lo capté. Digo que menudo lío espera al senador. Las aguas se ponen turbulentas. Agarra a tu mujer y consigue esquivar este infierno. Jack parecía terminante.

Ken había estado contemplando exactamente eso toda la mañana. La había abandonado de mala gana antes de que el guardia llegara con su alimento. No se había aferrado a él. No hubo ningún último beso, ninguna protesta, y ningún llanto. Simplemente lo miró alejarse sigilosamente, como un ladrón por la noche. Sintió vergüenza por abandonarla. Le hizo el amor y le dejo sus huellas. El sexo fue áspero y salvaje. Ella le dio todo lo que era, y él acabó abandonándola en esa jaula.

Se despreciaba. ¿Qué tipo de hombre hacía esto? Ninguno. Los monstruos lo hacían. Los hombres enfermos, depravados que no respetaban a la mujer. Golpeó su cabeza contra la pared de cemento y sintió un estallido de dolor.

Cálmate, hermanito, tenemos compañía, Jack miró el pequeño avión haciendo círculos encima de su cabeza y descendiendo. Está llegando el senador. Jesse hizo algunas indagaciones, y piensa que Whitney podría tener no menos de unos veinte súper-soldados empleados. Otra prueba psíquica fue hecha hace aproximadamente seis meses.

Ken juró suavemente. No hay quien pare a Whitney. Jack, lo sabes, Whitney no es sólo un científico loco que conduce experimentos ilegales. Tiene demasiada ayuda y está demasiado cubierto. Está a la altura de algo mucho más grande de lo que alguna vez imaginamos. No puede estar solo en esto como pensamos.

El avión aterrizó. Veo a dos hombres bajarse. Ninguno me es familiar. Jack avanzó lentamente por el grueso follaje para tener mejor vista. Ajustó el visor. ¡Nop!, no reconozco a alguno de ellos, pero Violet los conoce. Actúa muy cómoda con ellos. Quienquiera que sean, son Caminantes Fantasmas. Cubren al senador como una manta.

Ken lamentó estar atrapado dentro de las paredes, incapaz de ver lo que pasaba. No confiaba en Violet totalmente. Quería sacar a Mari. Su objetivo se había estrechado a una persona.

Tenemos problemas, Ken. Hay un francotirador que está en los árboles, aproximadamente a ciento cincuenta yardas de mí. Ah sí. Reconozco al hijo de puta. ¿Recuerdas a Mitch? Tipo grande, boca lista. ¿El que pensó que podía tomar al instructor y terminó en cama durante una semana? Tiene que ser uno de los súper-soldados de Whitney.

Jack miró a la mujer que caminaba al lado del senador. Parecía segura y dura. Su mirada impaciente buscaba entre los árboles y peñascos, y dos veces le dijo algo a uno de los guardias del senador e inmediatamente se movió un paso o dos para cubrir a su marido. El Senador Freeman extendió la mano y tomó la de Violet justo cuando saludaba con la cabeza y sonreía, claramente sintiendo que estaba seguro.

No hay ningún modo en que el senador y Violet crean que Whitney los va a atacar, Informó Jack. Caminan como si poseyeran el lugar. Son cautelosos, pero no “son extremadamente” cautelosos.

Y Violet piensa que está segura porque logró tener su propio equipo en el lugar. El senador debe haber sido el que dio un toque a alguien de arriba para cambiar al equipo, concluyó Ken.

Mari tiene que advertirles, Ken.

Ken descansó la cabeza en sus manos. No quería que Mari se pusiera en medio de Whitney y la batalla del senador. Y ella en el centro.

Había un profundo afecto en la voz de Mari cuando hablaba de Violet. Obviamente pensaba en la mujer como de la familia. Y si Mari se ponía en medio de la lucha de Whitney con el senador, sus posibilidades de supervivencia tomaban un descenso agudo. A Whitney ya le disgustaba. Era una rebelde y movía a las otras mujeres para amotinarse. Si él decidía eliminar a una de las mujeres para guardar a las demás en línea, su opción más probable sería Mari.

Si caminan como si poseyeran el lugar, tal vez lo posean. Tal vez tenemos todo mal, Jack. Sabemos que Freeman ayudó a Whitney a atraernos al Congo. Tal vez están seguros porque tienen razones. Mari confía en Violet, pero esto no significa que Violet no sea parte de todo esto. Podría haberse vendido por dinero y poder. La gente lo hace todo el tiempo. Que se jodan el senador y su esposa, no dejaré que Mari arriesgue su vida por ellos.

Ken sintió a Mari moviéndose en su mente. Violet dice que ellos están en camino.

No puedes decirle nada, Mari, sobre tus proyectos de fuga. Advirtió Ken. Piensa en las otras mujeres. Supervisaré la conversación, no te preocupes sobre retransmitirme la información.

El Senador Ed Freeman y su esposa, Violet, entraron en la instalación, rodeados por el equipo de seguridad. Mari, vinimos para hablar contigo sobre algunas cosas y luego Ed arreglará todo con el doctor Whitney. La voz de la Violet era tranquila, controlada, y con mucha confianza.

Queremos salir de esta instalación, Violet.

Hubo una leve vacilación por parte de Violet. Pero cuando contestó, su voz fue hasta suave. Ed va a tratar de ayudar. Le dije sobre el programa de cría y él piensa que es espantoso. Está avergonzado porque alguna vez ayudó a Whitney.

Mari se retiró repentinamente. En algún nivel lo sabía, pero la confirmación de la complicidad del senador todavía la impresionaba. ¿Qué hizo para Whitney?

Hubo un pequeño silencio. Mari, no sabía sobre nosotros.

No me des excusas; sólo dime lo que hizo.

Violet suspiró, claramente reacia. Era del comité de asignaciones y guardó a Whitney bien financiado.

Y… apuntó Mari.

Violet guardo silencio por un largo momento. El estómago de Ken se endureció. Resistiéndose a enviar otra advertencia a Mari.

Mari, estamos aquí para ayudarte. Esto es innecesario.

Tal vez para ti. No pienso que todo sea seguro, Violet. Tú y tu marido pueden ser los que necesiten ayuda. Has estado alejada de Whitney mucho tiempo.

¿Qué significa esto? ¿Qué sabes?

Mari agarró la impresión de Violet cruzando un pasillo estrecho, de repente miró alrededor cautelosamente ella misma. Contéstame, Violet, o estás por tu cuenta.

¡Maldición, Mari! Venimos a ayudarte. Violet vaciló otra vez y luego capituló. Ayudó a Whitney a mandar a un par de Caminantes Fantasmas al Congo para un experimento que conducía. Ed no se molestó en preguntar cuál era. Sólo fue el cebo para mandar a los hombres. A cambio, Whitney y los demás lo pusieron en una buena posición para la candidatura vicepresidencial.

El estómago de Mari se revolvió. Sabía que Ken escuchaba, lo sintió irse. Desesperadamente quiso abrigar sus brazos alrededor de él.

¿Era consciente qué el hombre que fue a rescatarlo fue capturado y torturado? ¿Que Ekabela lo esperaba? Violet, tenía que haberlo sabido, y los condujo allí de todos modos a fin de conseguir una mejor posición política.

Lo sé. Fue terrible lo que hizo, y lo lamenta. He hablado con él, le hice ver al monstruo que es Whitney.

Mari cerró sus ojos. Ed Freeman era directamente responsable de la captura y tortura de Ken por Ekabela. Ken fue al Congo para rescatar al senador. Había puesto literalmente su vida en peligro para salvarlo. Y Freeman lo engañó por un lugar en la votación vicepresidencial. Ni Violet ni su marido podían concebir los daños, Ed Freeman había hecho tal daño a Ken, que duraría toda la vida. Esto puso enferma a Mari, que Violet pudiera amar a tal hombre.

Ken se consideraba un monstruo. Temía la violencia en él, pero Mari sabía que un Ken era mejor que un millón de Ed Freeman. Ken nunca, en ninguna circunstancia, entregaría a otro hombre al enemigo, sobre todo sabiendo como era de sanguinario y brutal Ekabela. Todos sabían de su reputación para el genocidio, para la tortura, para el asesinato de masas por oponerse a sus fuerzas. Aunque Whitney había hecho un trato con él, el Senador Ed Freeman había aceptado aquel trato por su carrera política. De repente sospechaba que Freeman fuera capaz de engañar a un soldado por la ganancia política, sólo podría tener su propia orden del día al venir a este lugar.

Mari rompió el contacto con Violet. Ken, siento tanto que oyeras esto.

Estoy bien, nena.

Pero no lo estaba. Sabía que no estaba bien. Las lágrimas quemaron sus ojos por él. Ed Freeman es un asno, Ken, y Violet una idiota si realmente puede amar a semejante hombre. No estoy segura de que decirles.

Es una trampa, Mari. No sé lo que esperan sacar de esta visita, pero quieren algo, y no debe sacarte nada, ni a las otras mujeres. Adviérteles a las demás que no se dirijan a ella en absoluto, que no le den ninguna información.

No lo harán. Mari podía sentir tirar a Violet en su mente, tratando de abrirse camino entre ellos. Mari no la dejó pasar. Pero no era fácil. Su cabeza palpitó, y sintió un chorrito delgado de sangre en su oído.

Dime lo que quieres hacer, nena.

Ella se decidió. Tenían que irse ahora. Independientemente de lo que pasara, no podían esperar, tenían que intentar la fuga.

Ken, ve hacía las otras mujeres y abre sus celdas. ¡Hazlo ahora!

Comprendido. Le daré a Jack la señal de que ellas salen.

Violet empujó con fuerza en su mente y Mari la dejó entrar. Mari, dulzura, tengo miedo por ti. El Doctor Whitney parece realmente disgustado contigo. No quiso que Ed te hablara. Ofreció permitirles el acceso a todas las otras mujeres, pero lo convencí de insistir en hablarte.

Mari se hundió en su cama. Cerró de golpe su mente otra vez a Violet. Ken, Violet es consciente de que cualquiera de las mujeres podría decirle a su marido lo que pasa. Esto no es sobre el programa de súper-bebés, es seguro.

Vamos a seguir tus instintos, amor. Cubro tu espalda.

Mari soltó el aliento. Por supuesto que lo hacia. Podía contar con Ken. Rápido abre las celdas antes de que Whitney saque su as de la manga. Violet está jugando con una cobra y puede ser mordida.

El pequeño grupo llegó a la esquina, el Senador Freeman y Violet rodeados por su equipo de seguridad. Whitney mostraba el camino y su disgusto, Sean caminaba al lado de Whitney.

Whitney se paró delante de su celda, con la misma pequeña sonrisa en su cara.

– El senador quiere hablar contigo, Mari.

Retrocediendo ante la puerta de la celda, echó un vistazo a Sean. Su mirada estaba fija en las señales y fresas de su garganta y bajó hacia el escote de su blusa. Su expresión mostraba satisfacción, y se dio cuenta que creía que había cooperado con él y que era él el que había dejado las señales de posesión en su cuerpo. Por alguna razón, esto la avergonzaba y encontró más difícil girarse a mirar a Violet y a su marido.

El Senador Freeman se movió en el círculo de sus guardias de seguridad.

– He oído rumores sobre su programa de cría. Por lo que he oído me cuesta darle crédito. El Dr. Whitney está obligando a las mujeres psíquicamente realzadas a reproducirse contra su voluntad con soldados realzados para producir descendencia y usarlos como armas.

Ken, suena como si lo hubiera ensayado repetidas veces. Mari humedeció sus labios y echó un vistazo hacia Whitney.

– Está bien, Mari -aseguró Freeman-. Soy un senador de los Estados Unidos. El Doctor Whitney no va a hacerle daño por decir la verdad. Conoce a mi esposa, Violet. Mi palabra es buena. Procuraré que no le hagan ningún daño.

Alejándose más de la puerta, hacia el fondo de la celda, sacudió su cabeza.

– Tiene miedo de que el Dr. Whitney les haga daño a las otras mujeres -ofreció Violet voluntariamente-. Tratamos de ayudarte -añadió-. Sólo dile la verdad.

Con los ojos fijos en Violet, Mari dijo claramente:

– Sí, Senador, todo es verdad. Hay varias mujeres. El Dr. Whitney las tiene amenazadas a fin de asegurar la cooperación del resto de nosotras. -Ya lo sabe, Ken. Puedo verlo en sus ojos. Parece triunfante y Violet también. No pueden ser tan estúpidos como para pensar que Whitney los dejaría salir de aquí si pensara durante un minuto que lo delatarían. ¿Qué se traen entre manos?

– ¿Me dices que estas mujeres están contra su voluntad? ¿Qué el doctor envía a soldados para forzar su cooperación?

– No tienes que actuar como si estuvieras ultrajado, Ed, sabes lo que está en juego. Lo que tratamos de conseguir. Además, has hecho más, ayudaste a entregar a un soldado de las Fuerzas especiales estadounidenses a Ekabela para que lo pelara vivo. Y en cuanto a ti Violet, mi querida, realmente deberías haber hecho un mejor trabajo en guardar la atención de tu marido correctamente enfocada.

– Nos llevamos a Mari -dijo Freeman, con una voz innecesariamente fuerte y exigente.

Había sido todo definitivamente ensayado. Whitney nunca dejaría al senador llevársela, por su importancia.

– No, no es así. Decididamente no iré con usted. -Violet, independientemente del trato que tienes con él no lo vas a conseguir, lo sabes, no puedes confiar en Whitney. Si nos revendes otra vez bajo cuerda para permanecer en la boleta electoral…

Amo a mi marido, Mari. No lo quiero muerto.

El entendimiento alboreó. Mari parecía una tonta. Es tú idea. Hiciste el trato con Whitney. Independientemente de lo que quiera a cambio de la vida de Ed. Sabías quién fue el que alejó el éxito de él. No había otra explicación. Whitney quería algo de Violet y de Ed Freeman, y quería hacer un trato. A cambio, Whitney suspendería el golpe y los amigos de Freeman lo ayudarían por la vicepresidencia. ¿Qué tuviste que hacer, Violet? ¿Qué vendiste?

A ti, por supuesto, Mari. Es todo sobre ti, tu hermana y los Norton.

Ken había estado corriendo por el laberinto para regresar con Mari. Cuando oyó la respuesta de Violet, su corazón saltó. ¡Jack! Si no llego a ella a tiempo la sacarán con el grupo del senador. Maldición. Maldición todo se irá al diablo.

El Senador Freeman caminó hacia la puerta.

– Vendrá con nosotros.

– Cuando corte su garganta, Senador, voy a hacerlo lentamente, entonces podrá sentirlo, justo del mismo modo en que Ekabela lo hizo con Ken Norton.

Los ojos de Freeman se dirigieron a sus guardias y luego a Whitney.

– Entonces realmente conoce a Ken Norton.

– No diga su nombre -silbó-. Se lo advierto. No se atreva. -Dejó la promesa de muerte arder sin llama en sus ojos.

El senador retrocedió, echando otra mirada rápida alrededor para asegurar que sus guardaespaldas estaban en posición. Violet caminó protectoramente delante de él.

Mari extendió la mano telepáticamente a su hermana más vulnerable. Rose. ¿Está despejado? ¿Puedes salir?

Kane me lleva hasta el nivel de tierra. Usamos los elevadores de servicio. Me ayuda a escaparme porque tiene miedo de lo que Whitney le hará al bebé.

Violet aclaró su garganta.

– Se dirige a alguien.

Whitney tenía aquella pequeña sonrisa en su cara.

– Habla con él. Ken Norton. ¿No es verdad? Está cerca. Yo sabía que no la abandonaría, no más de lo que Jack dejaría a Briony.

– Váyase al diablo, Whitney.

Levantó la ceja y le hizo un gesto a Freeman, a Violet y a sus guardaespaldas hacia el pasillo.

– No hay forma de tratar de razonar con ella cuando se pone así -dijo-. Dejaremos que mis hombres la manejen. ¿Querrá un café, Ed? -Se marchó sin mirar hacia atrás, Sean siguiéndolo.

– Pareces su perro, Sean -lo llamó, furiosa, porque tanto Violet como Sean fueran semejantes traidores.

Mari oyó pesados pasos acercándose a su celda. Querían que supiera que llegaban. Que tuviera miedo. El miedo entraba sigilosamente lo quisiera ella o no. Whitney siempre parecía tan poderoso. ¿Había encontrado algún modo de usar a Mari para capturar a Ken, Jack, y Briony? Se sintió enferma.

La puerta de la celda se abrió y afrontó a dos de los guardias de seguridad de Whitney. Los reconoció a ambos. Don Bascom pensaba que era resistente, pero Gerald Robard realmente lo era. Los dos se pusieron hombro con hombro, con expresiones sombrías.

Ella forzó una sonrisa.

– No los había visto por acá. ¿Cómo han estado? -Se obligó a parecer despreocupada, tanto como le fue posible. Mari trató de parecer cooperativa.

No hubo advertencia. Robard estaba sobre ella antes de que fuera consciente del peligro. La golpeó con la fuerza de un tigre de novecientas libras, lanzándola a través del cuarto, con tal fuerza que vio mil estrellas, el cuarto giró y comenzó a ver negro.

– Lo siento, niña -dijo Robard, agarrándola antes de que se golpeara con el suelo-. No hay ninguna necesidad de hacerlo más difícil de lo que ya es. -La puso en su cama-. Te quiere en mal estado, independientemente de lo que hagas. Mari, no lo desafíes como siempre. Solo coopera y no será tan malo.

Don Bascomb sacó una aguja y la jeringuilla. Los ojos de Mari se ensancharon y sacudió la cabeza violentamente en protesta. Cuando Robard se inclinó, junto ambos pies y lo empujó con tanta fuerza como podía contra su pecho, enviándolo hacia atrás. Golpeó con fuerza la pared del fondo, gruñendo un poco, su cara se oscureció por la cólera.

– Trato de hacerlo más fácil, pequeña diablesa. Venga. Mari son las órdenes del anciano. Cualquier otro sólo tomaría el chute y se iría a dormir. Puedo trabajar mientras estás inconsciente y es un hecho.

Se asombró de lo razonable que sonaba, como si dejar inconsciente a una mujer y golpearla mientras no sentía estuviera bien. Robard quitó las mantas de la cama y fue a por ella otra vez.

Querían que Ken viera su cuerpo amoratado. Estaba segura que planeaban dejar que la viera cuando la llevaran al avión. Estaban seguros de que los seguiría, hasta al Congo.

Bascomb estaba apartado, sonriendo abiertamente, cuando sacó un par de frascos con un líquido claro del bolsillo de su camisa.

– Diviértete, Ger.

No hubo ningún sonido, nada en absoluto que lo delatara. En un momento Bascomb estaba ahí pareciendo un mono, burlándose de su compañero, luego estaba en el suelo, con una aguja en el cuello y Ken llenando el cuarto y pareciendo un ángel vengador. El guardia de la puerta de la entrada estaba en un charco de sangre, con la garganta cortada.

– Ve a golpear a alguien de tu tamaño -dijo Ken suavemente.

Demasiado suavemente. Mari se estremeció por el tono. Uno que reconoció como letal. Siendo una mujer práctica, rodó de la cama y buscó en el cuerpo de Bascomb el otro frasco, rápidamente llenó una jeringuilla, y dio vueltas alrededor de Robard. Quien se concentraba en Ken, no pensando que ella fuera una amenaza en absoluto. Ken no debería estar allí. No podía ser agarrado, y pasara lo que pasara, Robard tenía que estar muerto cuando Whitney llegara.

– Ken Norton. ¿Cómo diablos llegaste aquí? -preguntó Robard y fingió un gancho derecho, solo balanceándose alrededor con una patada voladora.

Ken bloqueó el ataque y lanzó un puño con la potencia de su fuerza realzada así como el peso de su cuerpo, directamente a la cara del hombre. Robard se tambaleó por el impacto, dando un paso atrás en un esfuerzo por recobrar el equilibrio. Ken lo esquivó con los puños levantados y golpeó con fuerza con tres golpes consecutivos, izquierda, derecha, y un gancho que atontó a Robard. Mari avanzó y sumergió la aguja en las nalgas del guardia, empujando el émbolo y liberando el líquido transparente.

El sonido de una puerta cerrándose de golpe por el pasillo la alertó. Su corazón casi dejó de latir. Agarrando el brazo de Ken lo empujó.

– Sal de aquí. Ellos vienen. En serio, vete ahora.

Él juntó el frente de su camisa en su puño y la tiró contra él. Su boca bajó con fuerza sobre la suya.

– Si te metes en más problemas, me llamas. En serio, Mari… que si tratas de manejar a un par de soldados realzados otra vez, te pondré sobre mis rodillas y golpearé tu trasero. -Pasó los dedos por su magullada cara-. Esto tiene que terminar.

– Estamos casi ahí, Ken. Lo juro, iré contigo cuanto antes. Dame un poco más de tiempo.

Aplastó su boca con la suya, sus dientes la lastimaron hasta que se abrió a él, su lengua arrasó y asumió. Podía probar la cólera y el miedo desesperado. Nadie se había preocupado alguna vez tanto por ella. Se sentía realizada por su preocupación. Mari lo besó, por un momento sintió su aliento, caliente como la seda, la electricidad chisporroteó, y manó la pasión, y luego con resolución lo apartó.

– Vete. Estén llegando

Sin liberar su camisa. -Estás segura, Mari. ¿Me oyes? Estás segura. Pase lo que pase, independientemente de lo que aquel hijo de perra de Whitney logre hacer. Te sacaré de aquí. ¿Entiendes? Mantente viva, sabes que vendré por ti.

La lengua caliente de deseo que se mezclaba con sus miedos convirtió su corazón en gelatina. Empujó la pared de su pecho otra vez, sintiéndose un poco frenética.

– Estaré bien. Sólo vete. Tienes que irte.

Su pulgar se deslizó por la curva de su mejilla; presionó el cuchillo sangriento en su mano, y se fue, escabulléndose cuando oyó voces por el pasillo. Mari retrocedió, lejos de los dos cuerpos, acomodando su ropa y esperando a Whitney con la barbilla alzada.

El doctor se paró repentinamente cuando vio la puerta de su celda abierta y a ambos súper-soldados inconscientes en el suelo y a su guardia muerto. Su fija mirada fue de confusión oscureciendo su cara y luego al cuchillo que tenia en su mano.

– Marigold. Parece que tienes un pequeño problema.

Extendiendo sus manos inocentemente.

– Los dos llegaron para golpearme sin razón aparente. Dijeron algo sobre vitaminas, pero usted sabe que le tengo fobia a las agujas.

Violet limpió su garganta, pareciendo de repente nerviosa, su mirada fija barrió el pasillo y el techo, hasta el suelo.

– Vamos. Ed hay que salir de aquí -dijo Violet, tirando de su brazo-. Este no es nuestro problema. -Hizo señas a su equipo y ellos rodearon al senador, empujándolo hacia el ascensor.

Dándose cuenta que faltaban a su palabra, Whitney llamó a sus guardias y luego retrocedió mirando, como siempre hacia, separado e impasible, esperando a ver lo que pasaba como si estuviera en medio de un experimento científico y no en un drama de vida o muerte llegando a su fin delante de sus ojos.

El equipo de Violet y los hombres de Whitney fueron el uno contra el otro, luchando brutalmente.

Violet empujó al senador delante de ella.

– ¡Corre al ascensor!

– No hay ningún escape -dijo Whitney, satisfecho.

No le hizo caso, corriendo detrás de su marido, con su arma en la mano. Mari sacó un arma y comenzó a seguirla. Un guardia de seguridad derribado agarró su tobillo cuando pasó y la derribó con fuerza.

– Deténganlos -pidió Whitney.

Antes de que alguien más pudiera moverse, Sean caminó y con un movimiento liso y eficiente, golpeó la garganta de Whitney con un cuchillo muy afilado.

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