Capítulo XXIII

El cuento del autor

1. En tiempos de Agnes de Mordaunt, los ciudadanos de Londres insistían en celebrar en la ciudad tres días de misterios, en los que representaban la historia sagrada del mundo, desde la Creación hasta el día del Juicio Final.


2. No quedan restos ni monumentos conmemorativos del convento de Clerkenwell, salvo la taberna Three Kings, que se alza en el antiguo emplazamiento del albergue. Por otro lado, los túneles subterráneos aún resultan visibles en el sótano de la Marx Memorial Library, en el 37a de Clerkenwell Green.


3. Se decía que, en cierta ocasión, la Virgen se le apareció en el claustro a William Rahere, fundador del priorato, si bien por insistencia suya no se erigió una imagen ni un altar; aunque las palabras que la Virgen le dirigió no están registradas, más adelante Rahere se refirió a la zarza ardiendo con llamaradas rojas.


4. Los londinenses estaban acostumbrados al olor de las heces y todavía existían sectores de la ciudad que rehuían por miedo al contagio… mejor dicho, todos los rehuían, salvo los olisqueadores, los tullidos y los rastrilladores que recogían el estiércol a fin de esparcirlo por los campos extramuros.


5. En el emplazamiento del patio y la letrina en la que el espíritu de Radulf abandonó su cuerpo canturreando, actualmente se alzan el bar y la cafetería del Saint John's Restaurant.


6. Incluso en nuestros días, piensan que ese tramo de Camomile Street recibe la visita de aparecidos.


7. Los historiadores modernos consideran que, en algunos aspectos, las convicciones explícitas de los lolardos están próximas a las de los predestinados o «conocedores de antemano»; sin embargo, los lolardos carecían de las tendencias apocalípticas y mesiánicas de la otra secta, mucho más reducida.


8. En un sermón redactado en ese período y recopilado en Sermones Londonii (Londres, 1864), Swinderby despotrica contra «los hombres vulgarmente conocidos como lolardos, que desde hace mucho tiempo trabajan a favor de la subversión de la religión católica y la Santa Iglesia, de la disminución del culto público, de la destrucción del reino y de muchas otras atrocidades».


9. En 1378, algunos cardenales invalidaron la elección del papa Urbano VI, después de lo cual el nuevo pontífice excomulgó a los demandantes. Los cardenales disidentes se aislaron en Aviñón, donde escogieron a uno de los suyos como «papa auténtico». Así se inició el cisma que dio por resultado dos pontífices, el de Roma y el de Aviñón; se formaron dos grupos de cardenales y, en algunos monasterios, hubo dos abades con lealtades contrapuestas. El cisma se mantuvo por envidias personales y ambiciones políticas, aunque también debido a la corrupción eclesiástica y a las rivalidades nacionales. Los papas de Aviñón contaron con el apoyo de Francia y sus aliados, Escocia y Nápoles; los pontífices de Roma fueron respaldados por Alemania, Flandes, Italia e Inglaterra, aunque con menor entusiasmo.


10. Un siglo antes, habían pedido al artista conocido simplemente como «Pedro el Pintor» que delineara «las sencillas figuras de la danza de la muerte», con las que consiguió impresionar y aterrorizar a varias generaciones de londinenses.


11. Las Dieciocho Conclusiones se han hallado en un manuscrito que actualmente se conserva en la British Library con la siguiente referencia: Add. 14.3405. El doctor Skinner las ha transcrito de la siguiente forma:


Ítem: las iglesias son guaridas y moradas de demonios; son lugares de pecado y pretextos para pecar.

Ítem: el papa es el padre Anticristo y su cabeza, los prelados son sus miembros y los frailes, la cola.

Ítem: el hombre más sagrado del mundo es el papa auténtico.

Ítem: el lugar no santifica al hombre, el hombre santifica al lugar.

Ítem: el necesitado es la imagen de Dios, con una semejanza más perfecta que la de la madera o la piedra.

Ítem: no hay que confesarse con un sacerdote, ya que no existe clérigo con capacidad de absolver a un pecador.

Ítem: es lícito que los sacerdotes tomen esposas y que las monjas tomen maridos, dado que el amor es más recomendable que la castidad.

Ítem: tras las palabras sacramentales pronunciadas por el sacerdote en el altar, queda una torta de pan material que el ratón puede mordisquear.

Ítem: el agua santificada por un sacerdote surte el mismo efecto que la del río o la de pozo, ya que Dios bendijo Toda la Creación.

Ítem: no es lícito que el hombre luche o combata por un reino o país, como tampoco lo es que pleitee legalmente por lo bueno o lo malo.

Ítem: es legítimo y del todo correcto realizar toda clase de trabajos físicos en domingo y en los restantes días que la Iglesia ha ordenado que sean santificados.

Ítem: los que se salvan no pecan.

Ítem: el repique de las campanas sólo consigue introducir dinero en las bolsas de los sacerdotes.

Ítem: los que se salvan componen la iglesia verdadera, tanto en el cielo como en la tierra.

Ítem: el sacramento del bautismo es una frivolidad y no hace falta reflexionar sobre el tema.

Ítem: no es pecado hacer lo contrario a lo que sostienen los preceptos de la Iglesia.

Ítem: es tan válido rezar en un campo de cultivo como en un templo.

Ítem: da lo mismo que los legos recen el paternóster a que digan «bibull babull».


12. La tribuna de los ciudadanos reunidos en el anfiteatro de piedra situado a pocos cientos de yardas de la catedral de San Pablo. Se trata de las ruinas de la edificación romana que también fue utilizada para actividades comunales parecidas, y que los ciudadanos conservaron como muestra evidente del origen antiguo de Londres; todavía contenía las filas de asientos capaces de albergar a una gran cantidad de personas. Los lugares de reunión de los gremios entre los siglos XIy XV se construyeron en el mismo emplazamiento. En nuestros días, alberga el actual Guildhall.


13. Los historiadores tienen opiniones diversas sobre la persistencia del grupo secreto conocido como Dominus.

En los sucesos referidos en esta obra, queda claro que Dominus estuvo dominado por la facción que satisfizo los intereses de Enrique Bolingbroke y que utilizó a los predestinados para conseguir sus propósitos; lo que no está tan claro es que mantuviese una postura partidista en los asuntos posteriores de la nación. Algunos creen que se disolvió en la época de la guerra civil del siglo XVII, dado que ya no pudo hacer frente a la magnitud de los conflictos religiosos, mientras que otros prolongan su existencia hasta los disturbios de 1780, encabezados por lord George Gordon, y hasta el movimiento de Oxford, en los años treinta del siglo XIX. Algunos historiadores opinan que Dominus perdura en nuestros días y citan los acontecimientos de Irlanda del Norte como prueba de su conspiración maligna.


14. En el presente, Haukyn's Field es un montículo herboso, visible pocas yardas al sur de la High Street de White Chapel. No recibe muchas visitas nocturnas.


15. Se ha sostenido que la festividad de San Juan es de origen antiguo y que antaño la ingesta de alcohol y los juegos violentos formaron parte de ciertas ceremonias religiosas que para el pueblo jamás perdieron su importancia o eficacia; las hogueras y las actividades deportivas representan el recuerdo atávico de los tiempos anteriores al culto cristiano. La festividad de San Juan dejó de celebrarse durante la Reforma, mediado el siglo XVI; a pesar de todo, incluso en nuestros días las tabernas suelen exhibir guirnaldas o cestas de flores junto a la entrada.


16. El lugar donde murió aún resulta visible en lo que queda en pie de la iglesia de San Bartolomé.


17. En la esquina de Wood Street y Cheapside, un árbol asoma en medio de la tierra y los escombros de la ciudad. Se trata de un plátano más que de un roble, pero también se desarrolla en el aire londinense.


18. Aún es posible rastrear el curso de ese tramo del río Fleet en la curva y la disposición de las calles del barrio londinense del mismo nombre. Thomas Gunter fue asesinado por William Exmewe en el recodo del río en el que actualmente Paneras Road desemboca en Paneras Way.


19. Estrabón menciona la misma niebla en el relato que hace de Londres en el siglo I y dice que el sol sólo se vislumbraba tres o cuatro horas diarias. Dos siglos después, Herodiano también la menta al describir «la espesa bruma que sube de las marismas». Ciertas noches, esa niebla también retorna a Westminster mezclada con ráfagas de oscuridad.


20. La función desempeñada por la monja ha sido minuciosamente analizada en las historias de Inglaterra de finales del siglo XIVy principios del XV. Se la ha comparado con otras «mujeres turbulentas» como Elizabeth Barton, la «monja loca de Kent», del siglo XVI,y la duquesa de Newcastle, del siglo XVIII. Otros la han considerado parte inseparable del cisma de la Iglesia y representante de lo que se ha dado en llamar la tendencia «matriarcal». Lo que está claro es que defendió la supremacía de la Iglesia universal en oposición a las soberanías nacionales. Todavía continúa sin resolver la cuestión de si participó en las conjuras de Dominus para sembrar el descontento y, de ese modo, desacreditar el reinado de Ricardo II. Su control posterior sobre la organización perduró hasta su muerte, acaecida en 1427, fecha en la que se había convertido en priora de la Casa de María en Clerkenwell. En el período de su dirección, Dominus se convirtió en un grupo reconocible, aunque clandestino.


21. Hace poco se ha descubierto la relación existente entre Dominus y los predestinados. Durante más de cinco siglos los historiadores describieron las actividades de los predestinados como un episodio fugaz y singular de las manifestaciones anticlericales de la época. En 1927, en un fajo de documentos religiosos guardados en la biblioteca de la catedral de Lovaina, apareció una carta escrita por William Exmewe. La había redactado en Aviñón y, por lo visto, jamás llegó a su destino. Se dirigía al destinatario simplemente como «Querido padre en Jesucristo». En dicha carta, Exmewe confiesa su vinculación con los predestinados y declara que «Dominus me festinavit»…, lo que significa que «Dominus [la organización] o Dominus [el Señor] me apresura». A renglón seguido, Exmewe enumera a los que formaban parte de Dominus antes de la coronación de Enrique Bolingbroke y también incluye los nombres de los predestinados. Sin la ayuda de dicha carta, esta narración no existiría.


Peter Ackroyd, 2003


Загрузка...