CAPÍTULO 20

La música estaba sonando. Rio no había oído música tribal desde hacía tanto que había olvidado lo hermosa que podría ser. Había un olor poderoso de flores, orquídeas que estallan por todas partes. Alrededor de los árboles, en el pelo de las mujeres. Y había gente. Parecía que había por todos los lugares donde mirase. Él nunca había estado alrededor de tanta gente, no durante años.

– Estás un poco pálido, hermano -Elijah se deslizó por detrás de él en su silencioso estilo, no obstante apoyándose por el lado derecho. Les había costado a Tama y al padre de Kim salvar su vida. Él todavía se reponía de las severas heridas infligidas por Armando- No vas a desmayarte o algo así, ¿verdad?

Rio le fulminó con la mirada.

– Demonios ¿Quiénes son todas estas personas? ¿De donde han venido? ¿Es que no tienen casas o algo?

– Rachael dijo que ibas a ser como un bebé grande sobre esto -dijo Elijah. Arrancó una ramita de un árbol y se la puso en la comisura de la boca, sus fuertes dientes masticando el tallo verde.

– Tus siete heridas de puñalada no van a impedirme golpearte.

– Doce -Corrigió Elijah- Es verdad que cinco no eran profundas, pero aún así…

Rio le frunció ceño.

– ¿Un poquito exagerado, no crees? ¿Dejarle a aquel hijo de puta apuñalarte doce veces? Podrías haber conseguido la misma cantidad de compasión con sólo tres o cuatro.

Elijah asintió con la cabeza, con expresión seria.

– Muy cierto. Pero la historia no es tan buena para volver a contarla.

– Bien, el número probablemente irá creciendo al volver a contarla de todos modos, así que podrías ahorrarte unos cuantos problemas y un infierno de puntadas -Le indicó Rio.

– No pensé en eso.

– ¿Cómo están tus dientes?

– Todavía en mi cabeza, pero me duelen como el infierno. No hables de mis dientes -Gimió Elijah- creo que todavía están sueltos.

– No serías un muchacho tan guapo sin todos esos dientes -Observó Rio- No podría existir tal pérdida -Palmeó su palma contra la pierna- ¿Dónde demonios está? Debería haber puesto a Conner o a Joshua montando guardia e impedirle escaparse. ¿Estás seguro de que está aquí? -Su pecho estaba oprimido y sus pulmones gritaban por aire. Recorrió con un dedo el cuello de la camisa para aflojarlo.

– Está aquí. Se ve hermosa.

El calor de sus pulmones disminuyó, y Rio pudo respirar otra vez.

– No me mires así. Quiero hacer esto, es sólo que toda esta gente está demasiado cerca.

Elijah le sonrió ampliamente.

– Lamento admitirlo, pero me siento de igual manera y siempre estoy rodeado por gente, por mi equipo -Agitó su mano hacia los árboles circundantes, estremeciéndose cuando su cuerpo protestó- Es diferente aquí. Me siento diferente aquí.

– Este bosque tiene un modo de hacer esto, Elijah, aunque tal vez con Armando finalmente muerto, comiences a sentir alivio.

– Eso no ha empezado a sucedeer aún. En este punto me digo a mi mismo cada pocos minutos que no tengo que mirar sobre mi hombro todo el tiempo. No parece real. No sé si alguna vez se irá. He cuidado cada palabra que he dicho y me he asegurado de que estaba completamente solo así él no podría hacer a nadie más lo que le hizo a Rachael. Francamente, no sé como actuar.

Rio tocó el hombro del hombre brevemente. Elijah no era un hombre al que animar con contacto físico o simpatía o compasión.

– Llegará con el tiempo.

– Estoy seguro de que tienes razón.

Rio de repente se puso rígido, mirando por detrás de Elijah. El hermano de Rachael se dio la vuelta para ver a un anciano y un muchacho joven de aproximadamente doce años caminar hacia ellos. Reconoció al hombre más viejo.

– ¿Qué ocurre, Rio? -Elijah se movió ligeramente para poner su cuerpo entre Rio y los recién llegados.

– No tienes que hacer esto, Elijah -Rio se situó delante de él- Aprecio que tu protección se extienda a mí, pero soy absolutamente capaz de defenderme yo mismo. Relájate, estás en una boda. Todo lo que tienes que hacer es entregarme a la novia.

El encogimiento de Elijah era casual, pero no había nada de casual en sus ojos. Alertas. Suspicaces. Una mezcla de hielo helado y fuego ardiente. Tenía el aspecto igual de rudo y despiadado que su reputación. Hubo un silencio repentino en los árboles donde los monos habían estado charlando los unos con los otros. Varias aves se dieron a la fuga.

Rio le dio un codazo.

– Danos un respiro, Elijah, vas a asustar a los invitados.

– Creía que querías el menor número de gente alrededor -murmuró Elijah, pero asintió cuando el anciano y el muchacho joven los alcanzaron.

– Anciano Delgrotto, esto es una sorpresa -Saludó Rio- Ya conoce a Elijah.

– No formalmente -Peter Delgrotto se inclinó ligeramente- Este es mi nieto, Paul -El hombre más viejo dejó caer su mano en la cabeza del muchacho- Está mucho mejor gracias a ti, Rio. He venido para realizar la ceremonia, por supuesto. Hablé con el Chamán y le expliqué que sería mejor si uno del alto consejo realizara la boda como es costumbre en nuestra manada.

Rio sólo permaneció de pie allí, mirando fijamente sin expresión.

– Pensé que habías dimitido, Anciano.

– Parece que mi dimisión no fue aceptada.

– ¿Y el consejo sabe que te has ofrecido a casarnos? ¿Realizar la ceremonia fuera del círculo de la manada? -Rio estaba sorprendido y lo demostró.

– Debo realizar la ceremonia -contestó Delgrotto- Tu Rachael es una de nosotros, y su acertado emparejamiento es esencial para el bien de la manada. Mira a tu alrededor, Rio. Cada miembro de tu unidad está aquí, a excepción de Drake, y estaría aquí si pudiese. Aquellos con familias los trajeron. Los otros han venido para apoyarte. Casi la mitad del refugio está aquí. Esto debería decirte algo.

Rio no estaba seguro qué la inusual asistencia se debiera a lo que él decía, pero no iba a discutir el alarde del anciano. Sabía lo que esto debía haberle costado a Delgrotto por alzarse contra el consejo. Había siempre un castigo de algún tipo. No quiso devolverle el gesto de paz del anciano a la cara.

– Es un honor que hayas venido, Anciano. Cuéntame que está haciendo Drake -Río sabía que Drake habría movido cielo y tierra para estar ahí, pero esta encerrado con llave muy lejos en un hospital con uno de sus cirujanos.

Delgrotto pareció severo.

– Nuestra clase se cura rápido en la mayor parte de circunstancias, pero su pierna estaba rota, el hueso en fragmentos. Le operaron por supuesto y usaron tornillos de acero y bandas para mantener todo unido. Sabes lo que esto significa para él.

Rio se dio la vuelta, juró entre dientes.

– ¿Es así como lo quiso? ¿Fue esa su opción? Podría haberse negado.

Delgrotto sacudió su cabeza.

– Drake es un hombre fuerte. Encontrará un modo de pasar por esto. ¿Quién te está apoyando en su lugar?

– Joshua. Iré ver a Drake tan pronto como sea posible.

– Sería sabio. ¿Está Maggie con Rachael? Veo que Brandt está aquí.

– Sí, Maggie se ofreció para ayudarla a prepararse. Maggie es la primera cambia-formas femenina que Rachael tuvo la oportunidad de conocer, así que entonces pensé que estaría bien para ella hacer una amiga.

– Esa fue una buena idea -concordó Delgrotto- Todos se están acomodando, Rio, deberías tomar tu lugar en el círculo del refugio.

Elijah se había escabullido para ir con su hermana. Rio miró a su alrededor a la gran reunión de miembros de la manada. Tama y la gente de Kim. Dispersos entre ellos estaba su propia gente, mirando más de cerca, también los miembros de su manada. Tuvo que mirar a lo lejos. No sabía que vendrían. Nunca había imaginado que compartirían este día con él. Su equipo estaría allí, los hombres que permanecieron con él para proteger el bosque y hacer las cosas necesarias para protegerse los unos a los otros, pero no así los demás. No sabía que pensar o sentir.

Un murmullo atravesó el círculo y abrieron un sendero. Su aliento se atoró en sus pulmones. Su corazón dejó de latir. Sólo podía contemplarla. Rachael caminaba hacia él del brazo de Elijah. El mundo de Rio se estremeció. Todos desaparecieron. Sólo estaba Rachael que venía hacia él. Llevaba puesto algún tipo vestido de encaje que alternativamente se adhería y fluía como si estuviese vivo, realzando cada curva femenina. Su pelo caía alrededor de su cara y bajaba por sus hombros en una cascada de seda negra. Una corona de flores rodeaba su cabeza. Pareció una visión de cuento de hadas. No para él. Nunca para él. Durante un momento su visión se enturbió. Todo para él.

Ella levantó la cabeza y su mirada fija encontró la suya. Golpeándolo con fuerza. Atravesando su piel y yendo directamente a su corazón. Sabía que se pertenecían, lo sabía con cada célula de su cuerpo. Rachael podía cabrearlo tanto que él quisiera romper las ramas y lanzárselas como los monos. Rachael podía hacerlo reír sobre cualquier cosa. Rachael podía hacer que su cuerpo cobrara vida con una sola mirada o un solo toque. Rachael podía hacerle parecer un poeta o un guerrero, y ella podía robarle el aliento de su cuerpo con en el mero hecho de pensar en perderla.

Rachael quería llorar de felicidad: Rio estaba de pie esperándola, semejante a un Dios del bosque. Amaba todo de él. Pronunció su nombre suavemente para si misma, asombrada de como había calado tan fuertemente en su corazón y mente. Había llegado al bosque con un futuro tan incierto, pero Rio había cambiado todo eso. La había dado el regalo más preciado que todo el dinero en el mundo. Se había dado así mismo.

Rio sintió que Elijah coloca la mano de ella en la suya, sintió sus dedos cerrarse alrededor de los suyos. Con fuerza. Apretando. La línea de la vida. El la dibujó, bajo la protección de su hombro, en el refugio de su corazón. Rachael inclinó su cabeza para alzar la vista hacia él, sus ojos negros sonriendo, suavizados por el amor. Él se inclinó hacia abajo, sus labios rozando su piel.

– Tú hiciste esto. Me diste esto. Cambiaste mi vida entera, Rachael -susurró las palabras, queriéndoselas decir. Sorprendido por ellas. ¿Cómo podía una persona, una mujer, haberle hecho tan diferente?

Ella tocó su cara, las yemas de sus dedos moviéndose íntimamente sobre cada rasgo.

– Y tú cambiaste la mía, Rio.

Delgrotto se aclaró la garganta para llamar la atención hacia él. Comenzó la ceremonia de unión.

– El círculo de la vida continúa. La manada crece más fuerte con la unión de estos dos. Ninguna pareja permanece sola. La manada protege la seguridad de nuestras parejas de modo que el círculo de la vida continué y la manada crezca más fuerte…

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