COMUNICADO OCTAVO

Empieza aquí el octavo informe del agente-yo, número 67, asistiendo al ritual de apareamiento de los estudiantes que se celebra en el recinto deportivo a oscuras de las instalaciones educativas. Noche de hoy XXXXX. Canciones rituales interpretadas por XXXXX. Para que conste en acta, la familia americana inventa infinita multitud de etiquetas absurdas para bautizar a la descendencia femenina.

Para que conste en acta, este agente se ha aplicado dosis generosas y abundantes de fragancia Listerine en la piel de la cara.

Durante el ritual de apareamiento cobijado en el interior sumido en la penumbra del recinto con suelo de madera de baloncesto, bajo el estruendo de la música que promueve la reproducción sexual prematura y al azar, el hermano perro-puerco pone el dedo recto para señalar a las hembras que hay alineadas en la pared de delante, Desde la distancia, me las presenta. Las hembras reunidas del centro educativo de ciclo medio podrían perfectamente estar alineadas para ser ejecutadas por pelotón de fusilamiento, bajo las miradas de los jóvenes masculinos. El hermano huésped apunta con el dedo hacia ellas y dice:

– … domingas… mamellas… lecheras… zeppelines… -dice-. Flanes… brevas… botellones…

Deambulando en las inmediaciones, el agente Tibor exhibe una cadena de hematomas de color púrpura en el cuello, moretones selectos envueltos en muescas de dentelladas. El agente Mang también muestra un collar de hematomas púrpuras. También el cuello del agente Ling ha sido roído por dientes fantasma.

– ¿Quieres estar en la feria de las ciencias? -dice perro-puerco-. ¿Por qué no empiezas inventando un afrodisíaco megafuerte y se lo echas al equipo de animadoras? -Pone el dedo recto otra vez y continúa-: Peritas… montículos… conos… magdalenas…

Colocada en la hilera entre las hembras del lado opuesto, la agente Magda se ofrece a sí misma para inspección.

El hermano-huésped dice:

– … botijos… pechugas… mamas… -Perro-puerco se frota los dedos entre sí para generar chasquidos rápidos, cata-clac, ruidos veloces acompasados con el ritmo de la música de baile para aparearse.

De vez en cuando un estudiante masculino se aproxima a las hembras y solicita un baile desenfrenado conjunto para demostrar que es un compañero reproductivo adecuado, bailes desenfrenados veloces para demostrar que no está lisiado. Que no hay defectos genéticos que legarles a los descendientes. Demostrando coordinación y vitalidad más que suficientes para mantener a la hembra fecundada durante el período de gestación. Y para mantener a la descendencia consiguiente hasta que esta haya madurado. Las hembras hacen alarde de su dermis y su pelo para mostrar que son recipientes viables para la fecundación y se pintan la cara para parecer más simétricas. Más susceptibles de producir nacimientos vivos y frecuentes.

Alrededor del perímetro más oscuro del interior del estadio la nariz de Trevor Stonefield, el matón amarillo-claro, permanece doblada de lado, acostada contra la mejilla propia. Al acecho.

El hermano perro-puerco se hunde a hurtadillas la mano en las profundidades del bolsillo del pantalón propio y extrae un pequeño cilindro. La mano del hermano-huésped se lleva el cilindro a la cara propia, donde su boca se expande para desplegar el músculo lingual. El dedo de su mano comprime la superficie superior del cilindro y expulsa a presión en el interior del propio orificio bucal un chorro de vapor con hedor a mentol a lo largo del músculo lingual. Con el aliento hediendo a mentol, el hermano-huésped me dice:

– Muy bien, Pigmeo, tú serás mi escudero… -Dice-: ¿A cuál separamos del rebaño?

La boca del agente-yo dice:

– A cuál.

Y estirando su dedo bien recto, este agente señala el otro extremo de la penumbra del estadio, allí donde se ubica Magda. Los ojos marrones de la agente 36 se posan en el perro- puerco. Magda sigue requiriendo fecundación para cumplimentar la fase uno de la Operación Estrago.

Trevor la Puta merodea, camina en círculos, acecha de manera que su mirada de depredador no se despega nunca del agente-yo.

Perro-puerco posa la mirada en Magda, tuerce el labio y dice:

– Ni hablar. -Dice-: Esa tiene pinta de haber intentado cambiarse de sexo a los trece años y de que la operación le ha salido mal.

Sería posible que el puño del agente-yo golpeara, pam-pum, con Ataque del Canguro Boxeador, para silenciar al hermano-huésped. Para impartirle una lección de humildad.

– Además -dice perro-puerco-, he oído decir que le mordió la garganta al reverendo Tony.

Al diablo Tony.

La amenaza de Trevor la Puta se aproxima más. Su cortina de pelo rubio se acerca lo bastante como para que me llegue el tufo a colonia. Tiene descargas eléctricas fulminantes en los ojos azules.

Al momento siguiente, el perro-puerco se pone en marcha, bisecciona el estadio con pasos chulescos y se acerca a las hembras para proponérseles.

Al momento siguiente, el agente Metro se aventura en las inmediaciones de este agente y le entrega una cantidad abultada y masiva de dólares americanos. Entrega encubierta. Lo sigue el agente Tanek, para otorgarme en secreto una suma de dinero de papel sustraída del plato de la capilla del culto dominical.

Las manos de este agente reúnen dinero de curso legal que tiene escondido dentro del pantalón propio. Los pies del agente-yo emprenden un pequeño desfile para seguir al hermano-puerco. Para ofrecer sacrificio de este agente a la compañera reproductiva. Proyectando la mirada sobre las hembras alineadas, este agente cita dentro de su cabeza al muy honorable rebelde y tenaz revolucionario Che Guevara, que decía: «Se que has venido a matarme». Y a continuación: «Dispara, cobarde. Solo vas a matar a un hombre».

Los pies del agente-yo presentan la mejor apariencia ante la compañera potencial, una mongoloide hembra con cráneo braquicéfalo, apertura nasal pequeña y huesos cigomáticos prominentes. Este agente dispone en su boca una sonrisa agradable, pone voz de trompeta clara para competir con el ruido de la música y le dice:

– Respetado recipiente reproductivo potencial, solicito iniciar rituales preliminares previos al coito genital…

La hembra mongoloide, que carece de arcos ciliares, inclina hacia atrás la cara propia para desplegar los orificios nasales y mostrarle la apertura nasal a este agente. La mano de la hembra levanta un largo mechón de pelo propio que le cuelga sobre el pecho y lo lanza hacia atrás por encima del hombro propio. Con los orificios nasales dilatados, la hembra dice:

– Largo de aquí, pirao.

Al momento siguiente, este agente se aproxima a una hembra negroide caracterizada por un cráneo de forma mesocefálica, una apertura nasal amplia y huesos cigomáticos en recesión. La mano del agente-yo se extiende, abierta hacia la hembra, y este agente dice:

– Espécimen hembra, ¿me permites ejecutar danza de apareamiento previa a la generación de un embrión humano?

La boca del agente-yo promete que va equipado con los cromosomas adecuados para no cargar a la sociedad con el cuidado de una progenie de monstruos deformes.

La respetada hembra negroide coloca la boca para desplegar mueca de disgusto. Efectúa una rotación de la cara a un lado y luego al otro, y por fin repite la rotación para formar ese gesto de cabeza que significa «No».

Al momento siguiente, este agente se aventura cerca de una hembra caucasiana que cuenta con cráneo de forma dolicocéfala, arco cilial de gran tamaño y huesos cigomáticos en recesión. Los pies del agente-yo se plantan como raíces, a una respiración de distancia de la cara de la hembra, con los brazos puestos en jarras y los puños plantados encima de las respectivas crestas ilíacas, y entonces digo:

– Estimada señorita Botijos… -Le digo-: Solicito que me muestre la anatomía superior como condición para recibir generoso depósito de semilla viva masculina.

Y al momento siguiente, pata-plaf, la bofetada de la hembra caucasiana impacta contra la mejilla facial del agente-yo, con la violencia suficiente como para generar un rubor de sangre, con el contorno inflamado de los dígitos de la hembra en la piel facial de este agente.

El ruido de la bofetada reverbera repetidamente, llegando a todos los confines del recinto deportivo a oscuras. Todas las hembras jóvenes proyectan sus miradas para posarlas en el agente-yo. La señorita Relleno de Jersey. La señorita Domingas. La señorita Mamellas Zeppelines. Todas susurran cubriéndose las bocas con las manos ahuecadas. Estiran los dedos rectos en dirección a este agente. La señorita Brevas en Dulce posa la mirada sobre este agente, abre la boca pintada y se introduce en ella el más largo de sus dedos para imitar la producción del vómito. La señorita Melones de Huerta dice:

– Puto pringao…

La mirada del agente-yo barre el estadio hasta descubrir al perro-puerco, que resulta que ya está implicado en un baile ritual de apareamiento. Frotando su zona genital contra la zona genital de la agente Magda.

Al momento siguiente, el espinazo del agente-yo detecta una presión y siente la impronta de la boca de cañón de un Colt Detective Special DA corto del calibre 38, en su versión con armazón de aleación y cañón de dos pulgadas, pinchándole la confluencia espinal de la vértebra torácica doce y la lumbar primera. Desde detrás, una voz masculina emite un susurro en el oído del agente-yo, diciendo:

– Tú y yo, Pigmeo, al aparcamiento, ahora mismo…

La voz de Trevor la Puta. Su hedor a colonia.

Con el arma corta encajada entre el matón amarillo-claro y este agente, emprendemos un pequeño desfile por el perímetro a oscuras del recinto deportivo, dejando atrás a la señorita Ubres Suizas, a la señorita Globos Aerostáticos, hasta la etiqueta de puerta que dice «Salida».

Sería posible que las piernas del agente-yo saltaran como un muelle, se giraran y dieran una patada, zaca-bum, con Ataque del Leopardo en Vuelo, para desprenderle a Trevor el revólver de la mano y hacerle trizas la muñeca. Este agente solo está mostrando paciencia hasta acceder a la soledad del exterior, hasta abrir la puerta para salir al oxígeno helado y a la tenue iluminación de la lámpara de seguridad de vapor de mercurio. Al campo asfaltado de almacenamiento de automóviles en reposo. A la noche de hoy. La presión del cañón corto se despega del espinazo permitiendo que este agente sea capaz de volverse sobre sí mismo y posar la mirada en su atacante.

La lámpara de seguridad se refleja en el cañón plateado del revólver de acción doble. Trevor la Puta dice:

– No intentes nada raro…

Se sacude la cortina de pelo amarillo-claro para apartarla a los costados de la cara propia. La mano del matón gira el revólver y lo reorienta hasta que el cañón corto queda presionando la ubicación del músculo cardíaco propio, sujetando la Special del 38 para dispararse en el pecho propio, y entonces Trevor la Puta dice:

– Como le cuentes a alguien lo que te diga aquí, te juro que… -El dedo de Trevor hace clic en el gatillo y amartilla el percutor.

Trevor dice:

– Como cuentes algo, me mato.

Para que conste en acta, esto sucede de verdad absoluta.

Con la bala orientada para destruirse a sí mismo, Trevor dice que se ha enamorado con intensidad de este agente. Desde que lo violé por la fuerza en el spa de hombres del centro comercial. Que nunca había experimentado una pasión semejante. Que nunca había sido tan utilizado y tan llevado más allá del propio control personal… Que aquello expandió sus propios limites…

El matón amarillo-claro emite muchas proclamas de este tipo. Declara que se dedicará a la adoración hasta la muerte de este agente. Expresa muchas emociones semejantes. Vomita generosas palabras de apelación.

– No me tienes que saludar en el instituto ni nada -dice-. Lo entenderé.

Trevor es un típico individuo masculino caucasiano normal… cráneo dolicocéfalo, apertura nasal estrecha, elevación larga del apéndice nasal, antes de tenerlo doblado hasta pegárselo a la mejilla facial. Su cresta sagital tiene unas medidas dentro de las variaciones normales. Los dígitos de su mano sujetan el revólver contra la propia caja torácica, con los dedos tan apretados que están blancos por la ausencia de sangre. Su voz de puta sigue y sigue parloteando. Su colonia contamina el oxigeno de la noche. Llegan retazos de música ritual desde el interior del recinto deportivo. Su voz de puta no deja de parlotear.

Para que conste en acta, los oídos del agente-yo no ofrecen atención verdadera. Se limitan a esperar una pausa cuando Trevor inhale respiración.

Al cabo de un tiempo, la boca de Trevor Stonefield para de moverse. Silencio. El cañón del revólver sigue creando un hoyuelo en la pechera de la propia camisa, orientado para destruir el músculo cardiaco propio. Sus ojos azules están hambrientos de respuesta.

La boca del agente-yo dice que de amor, nada. Que lo que pasa meramente es que el matón sufre Síndrome de Estocolmo. Que no es capaz de aceptar la carencia total de posesión de poder, la indefensión, así que su reacción es entablar una alianza con el agresor. Formar una identificación con el opresor. Típico mecanismo psicológico de víctima. No hay duda de que el padre de Trevor debió de desplegar brutalidad para generar un vínculo más poderoso entre padre e hijo. La amenaza excesiva para arriesgarse al odio. La paliza cruel se convierte en reemplazo del gesto genuino de afecto familiar. La violencia se vuelve sinónimo del amor.

El agente-yo pone una voz tranquilizadora para informar de que Trevor la Puta solo existe como producto manufacturado de la crueldad social, tan consolidada que ya no es consciente de hasta qué punto está motivado por su historia personal. Trevor Stonefield no es responsable, no es más que un peón animal. Una marioneta ignorante. Una víctima del sistema occidental.

En el momento de después, este agente compone una sonrisa agradable con la boca y se ríe con trompeta clara en el vientre. Le dice al matón amarillo-claro que disfrute. Que hay muchos granujas adicionales disponibles para maltratarlo en el futuro. Múltiples oportunidades infinitas de búsqueda de palizas. El mundo siempre ofrece desconocidos para disfrutar del sadismo y emplear la dominación.

El agente-yo dice que en realidad Trevor no ama a este agente. Que lo que pasa es que es una simple puta de matones granujas, por amor al poder brutal. Dice que todo esclavo torturado tiene romance secreto con su amo.

La iluminación de la lámpara de seguridad hace relucir la aleación del cañón del revólver. Hace relucir el lento descenso resplandeciente del agua ocular de Trevor la Puta, cuyos dos ojos azules ahora emiten agua ocular. Con la cara retorcida, suelta un sollozo mientras le tiembla el esqueleto entero. El retorcimiento de la boca le estalla para decir:

– ¿No podríamos simplemente ser novios?

Para que conste en acta, la deidad es el único modelo de conducta correcta. Todos debemos hacerles a nuestros congéneres lo que la deidad nos hace a todos. En la noche de hoy, este agente va a hacerse más merecedor de su futura extinción cruel entre gritos.

Este agente dice que muchas disculpas pero que no puede malgastar más semilla dentro del ano de Trevor. Que tiene que retenerla para fecundar futura descendencia. Y dice:

– Es no personal.

Al momento siguiente, los pies del agente yo giran sobre sí mismos. Una pierna da un paso por delante de la primera, luego la primera se adelanta, y así sucesivamente hasta que sus pasos lo separan de Trevor y de la bala. Dejando de orientar la cara propia hacia atrás, y lanzando la voz propia por encima del hombro al marcharse, este agente cita al honorable rebelde y tenaz revolucionario Che Guevara y dice:

– «Dispara, cobarde. Solo vas a matar a un hombre».

Los pies del agente-yo siguen caminando. Su respiración está atrapada dentro de los pulmones del agente-yo, esperando el impacto de la bala.

Загрузка...