Empieza aquí la jornada de la noble desaparición de este agente.
Para que conste en acta, el agente-yo despilfarra su último amanecer albergado en el hotel de lujo XXXXX. Observa en el aparato de visionado televisivo el programa XXXXX. Presencia cómo el presidente americano XXXXX lleva a cabo un pequeño anuncio; lo más seguro es que para la noche de hoy el presidente también esté difunto. Millones de muertos. Con cuidado, las manos del agente-yo empaquetan los preparativos finales, dentro de un recipiente de acero del tamaño aproximado de un cubo para desechos. En realidad se trata de un antiguo cubo galvanizado para albergar basura. Con un estampado de palabras inglesas que rodea el exterior del cubo: «Máquina de la paz». Ejecutado mediante pintura de color rosa fosforescente. Adornado con muchas representaciones de plantas de margaritas y pajarillos azules cantores que trinan notas musicales. Decorado con una plétora de arcoíris. Inscrito con letras más pequeñas que dicen: «Sendero a la paz global permanente».
La invención debe erradicar todos los conflictos en el margen de una sola generación de la humanidad. Construir un mundo de feliz paz soleada. Una paz de flores encantadoras y benéficas.
En el espejo de la sala del retrete, la cara de este agente ofrece una resplandeciente expresión facsímil de sonrisa. Los labios del agente-yo practican repetidamente la creación múltiple de esa misma sonrisa falsa.
Al momento siguiente, este agente programa el temporizador del proyecto de la feria de las ciencias. Lo ajusta para que explote en medio del clímax vespertino de la exposición, rodeado de la multitud más numerosa. Este agente activa el gatillo del mecanismo explosivo. Se frota los dientes usando pasta dental. Se organiza el pelo capilar con la ayuda de un peine. Se atavía introduciendo las piernas a través de los agujeros de los calzones interiores estériles. Se pone un blusón blanco asociado a la asistencia a la capilla del culto y se ata el cuello con una banderola de seda anudada. Emprende un pequeño desfile, cargando con la máquina letal, en dirección al ascensor del hotel. Los brazos del agente-yo abrazan el cubo para transportarlo, y su oído permanece pegado al acero para escuchar el flojito tic-tac del mecanismo temporizador que hay escondido dentro.
Completamente distinto del pulso del músculo cardíaco de la madre.
Para que conste en acta, escoltado por la acompañante Doris Lilly, este agente ha viajado en automóvil taximétrico hasta el enorme palacio de asambleas llamado Instituto Smithsonian. Enorme recinto abovedado. El agente se incorpora a un número infinito de compañeros-estudiantes condenados a morir. Todos de camino, cargando con sus proyectos bien agarrados. Los músculos del agente-yo tensados en todo momento en previsión de una posible explosión prematura de la «Máquina de la paz». Preparado en todo instante para una muerte inminente. Inundado todo el tiempo de sudor hasta que el artefacto mortal se encuentra acomodado en el centro del recinto de exposiciones, rodeado de multitudes de venenosas víboras americanas.
En secreto, nervioso, este agente recita en voz baja los elementos:
– Mercurio, molibdeno, marihuana…
Se encuentra presente toda mi generación de agentes: Magda, Tibor y Ling. Tanek, Chernok y Sheena. Bokara, Oleg y Otto. Vaky, Metro y Mang. Todos encogidos en espera de su inevitable desaparición, con radiantes expresiones sonrientes en la cara. Abordando a los babuinos americanos e invitándolos a que examinen más de cerca la «Máquina de la paz».
Muchos ciudadanos de Estados Unidos sumidos en la ignorancia se acercan a este agente y le preguntan si es realmente el famoso Pigmeo que ejecutó el rescate en la escuela. El reverenciado Pigmeo, renombrado por haber frustrado la matanza de los delegados. Los curiosos mirones hacen cola para obtener un papel con la marca autográfica de este agente. Se apiñan densamente rodeando el débil tic-tac de la máquina letal.
Los labios rojos de cera de la acompañante Doris Lilly sonríen. Los agentes congregados sonríen.
El día de hoy es la culminación de una vida entera. El propósito determinado como mejor servicio al Estado.
Infiltrado en la guarida misma, en la colmena, en la mina de los depredadores americanos. Para asesinar a los viles caciques.
Para vengar la salvaje matanza terrorista de los progenitores del agente-yo.
A fin de borrar el recuerdo de la hermana-gata, la máquina de pensar del agente-yo recita:«… escandio, estroncio, Esther Williams…».
Recita:
– … librio, litio, látex…
Recita:
– … radio, radón, Rachel Stodard…
Con la mano estampa la palabra «Pigmeo» encima de los papeles. Con la mano agita las manos que le ofrecen los desconocidos americanos.
Al momento siguiente, una voz dice:
– Eh.
Una voz femenina. La cara de la hermana-huésped.
Insertada entre la multitud de sabandijas americanas a asesinar… la hermana-gata. En este momento preciso… la hermana se hace presente. Y haciendo la mueca de una media sonrisa, la hermana-huésped dice:
– Tú te cargaste mi proyecto de ciencias… -Dice-: Y yo he venido a devolverte el favor.
La voz estridente del agente-yo habla con tono agudo e insiste en que es de una importancia crucial que la hermana-gata huya de este local. Que escape volando en este mismo instante. Y a continuación se pone a susurrar con la voz comedida y explica que la «Máquina de la paz» va a detonar muy pronto, provocando una lluvia de muerte encima de todos los asistentes.
La hermana-gata se limita a hacer girar el cráneo en una dirección y a hacerlo rotar en la contraria, a continuación repite la rotación craneal para llevar a cabo el gesto que significa «no».
Para que conste en acta, este agente es lanzado al centro de una gigantesca crisis personal. Muy contento de matar a infinitos puercos americanos al azar, entre agarrones y empujones, muchedumbres de roedores americanos. De vengar a los progenitores del agente-yo… De borrar la influencia de la vil cultura estadounidense que corrompe a los moradores del globo… De borrar el apetito que tienen los ciudadanos americanos hambrientos de consumir todos los recursos mundiales…
Solamente soy incapaz de incluir en la matanza a la gloriosa hermana-gata.
Los ojos de todos los compañeros-agentes se posan sobre este retablo. Recelando de la situación aparente.
Con un susurro agudo, la voz del agente dice:
– Afectuosa camarada. -Dice-: Es necesario que salgas de inmediato de esta ciudad.
Este agente explica que encerradas dentro del recipiente de la «Máquina de la paz» hay muchas fortunas en papel moneda americano de curso legal. Numerosos kilogramos y libras de peso de papeles monetarios de dinero estadounidense. Dinero robado de los platos de la contribución de la comunidad de la capilla del culto. Una vasta fortuna de riqueza en metálico, comprimida encima de una carga explosiva en miniatura. En un momento inminente, que ya casi ha llegado, el artefacto explotará duchando a todos los asistentes con una lluvia de cantidades masivas de unidades de papel moneda americano.
La hermana-sigilosa se limita a devolverme la mirada, sin parpadear.
Y este agente explica que en el momento en que el artefacto se dispare, los codiciosos ciudadanos capitalistas se empezarán a pelear para reunir el lucro inmundo. Un millón de centenares de manos se arrebatarán entre ellas el sucio dinero.
La hermana-sigilosa sigue mirando, sin parpadear.
De acuerdo con el procedimiento estipulado por la Operación Estrago, todo ese dinero está contaminado con la neurotoxina. En el plazo de diez días el catalizador provocará la muerte de todos los individuos expuestos a ella. No habrá cura. No habrá escapatoria. Se espera que el dinero contaminado y puesto en circulación genere infinitas víctimas adicionales. Todos los presentes morirán. Todos los que acepten ese dinero… morirán. Se predice que el dinero americano tóxico se extenderá hasta matar a todos los capitalistas.
La hermana-gata hace una pose, con el músculo del ceño agarrotado con expresión de fatiga. Pone los ojos en blanco y dice:
– O sea, que me estás diciendo que eres un terrorista…
No, este agente explica que él es un agente que promueve la libertad de su gloriosa patria natal.
– Ya, claro -dice la hermana-huésped-. No es que no te crea -dice la hermana-gata-. Pero aun así me voy a cargar tu proyecto. -Y al momento siguiente, la hermana se abalanza hacia delante. Hurga con las manos para agarrar el cubo de basura de la «Máquina de la paz». Forcejeando para volcar el recipiente, intenta frustrar la ejecución de la máquina letal.
En el mismo momento, el vetusto esqueleto Doris Lilly avanza entre los presentes. Los dedos del cadáver afligido y marchito agarran los rizos grises propios y tiran de ellos para revelar un cuero cabelludo afeitado. Una calva reluciente. La boca del cadáver expectora la prótesis dental haciendo que salga rebotando por el suelo de la exposición. Sus labios encerados se retuercen, y todo su cuerpo nervudo asume una posición de espantoso ninja asesino, la postura de los guerreros más elevados de las artes marciales. Y a continuación organiza todos sus músculos en la posición de ataque de la Patada Mortal de la Cigüeña Gigante. Y suelta un grito de ataque.
Y en el mismo momento, la hermana activa su sirena antiviolaciones y la pone a emitir un aullido que perfora los tímpanos. Un estruendo cegador que llena toda la ubicación.
La esclava de Wal-Mart Doris Lilly se revela como superagente infiltrada, agente secreta tapada para garantizar el éxito de la Operación Estrago. Su esqueleto huesudo irradia poder, posicionado para lanzar el golpe letal sobre la hermana-gata.
Los pies del agente-yo y sus codos voladores se elevan y aterrizan, cata-plas, haciendo la maniobra del Golpe Doble del Cóndor que Planea y bloqueando el golpe letal. Este agente hace tambalearse al talento superior de la superagente Doris Lilly. La musculatura corporal del agente-yo comete una traición total. Traiciona a la propia máquina de pensar de este agente.
En un solo instante vertiginoso, la señora Cadáver regresa a su posición de lucha. A modo de refuerzos se le unen al flanco los brazos listos para matar del agente Tibor. Se pone a respaldarla con sus patadas letales y cortantes el agente Mang. Chernok. Sheena. Todos los agentes se posicionan junto a la superagente con la única oposición del agente-yo.
La sirena emite sus aullidos.
Se lanzan entonces el Vuelo de la Ardilla Arborícola, zum-paf, la Hiena Voladora, ras-pum, el Pisotón del Elefante, ziuuu-bum, el Zarpazo del Lince, ras-raca. La atmósfera se convierte en un revuelo de muchos puños centelleantes, de infinitos pies que golpean. El enorme palacio de asambleas abovedado se llena de gritos de todos los espectadores apiñados. Hay un enorme tumulto por escapar a toda velocidad entre dedos que se clavan y dientes que muerden.
Y en el momento final en que todos los agentes convergen para destruir a este agente, en ese momento la hermana-gata hunde la mano en el propio bolso de equipaje y extrae el famoso falo del ataque asesino. Mientras el círculo de agentes se cierne para matar, acercándose poco a poco, la hermana-gata dice:
– Esperemos que mi madre no me haya mangado las pilas, -La hermana activa con el dedo el botón de encendido del consolador y dice-: Y esperemos de verdad que yo no haya reparado a este cabrón del todo…
Acercándose más, la muralla de asesinos alineados se posiciona lista para ejecutar el Golpe Único sin Sangre de la Cobra. Para asestar el Puñetazo de Escapatoria del Canguro. Para infligir el Letal Vaciado de Ojos de la Barracuda.
Saltando para que sus piernas ejecuten, pum-catapum, el Trallazo del Tigre, el agente Tibor cita al avispado visionario y astuto escritor D. H. Lawrence y dice:
– «Quieren un sistema externo de nulidad, que ellos llaman paz y buena voluntad, para que dentro de su alma puedan ser pequeños dioses independientes».
Generando el contraataque, los codos del agente-yo lanzan, ras-fru, la Zarpada de la Zarigüeya, mientras este agente cita al brillante filósofo y erudito profesor Fidel Castro:
– «Los hombres no dan forma al destino. El destino es quien produce al hombre del momento».
Lanzando, pata-pum, el Puñetazo del Panda, el agente Mang cita al reverenciado Fidel Castro y dice:
– «Una revolución es una lucha entre el futuro y el pasado».
Golpeando, blam-patapum, con la maniobra de la Muerte Rápida por Golpe de Cobra, el agente Chernok cita al respetado Friedrich Nietzsche, diciendo:
– «Hay que tener caos dentro de uno mismo para poder dar a luz a una estrella danzante».
Replicando, fac-pac, con la maniobra del Águila Voladora, este agente cita al aclamado Fidel Castro, diciendo:
– «Condenadme. No importa. La Historia me absolverá».
Y en ese mismo momento, el falo letal comienza a temblar. El color rosa del falo se va poniendo de un tono cada vez más oscuro. Tiñéndose de rojo. El falo tembloroso inicia un pequeño bamboleo. Salta de la mano de la hermana-gata. Deja tras de sí una espiral de humo negro y se pone a dar botes en el suelo. Dando una sacudida en medio del aire, el falo asesino se pone a escupir plástico fundido y recalentado en todas direcciones y rocía a los agentes hostiles. Suprime el ataque. Los fragmentos inflamados de plástico salpican al agente Tanek. Ciegan a la agente Bokara. Incendian el pelo capilar de la agente Sheena. Se elevan llamas enormes y un fuerte hedor.
La sirena antiviolaciones no deja de vociferar. Sus fuertes ecos llenan el enorme Instituto Smithsonian.
La agente Magda vacila y se repliega ante semejante despliegue de contactos peligrosos.
Atravesando el frente de batalla de los falos voladores en llamas, la señora Cadáver lanza el salvaje León Lacerante, rip-graaa, impactando en el cráneo de este agente. Capaz y preparada de inmediato para ejecutar al sedicioso agente-yo. Desencadenando el cumplimiento de la Operación Estrago.
Y en ese momento, una voz dice:
– ¡Pigmeo, coleguita!
Una voz masculina. El hermano perro-puerco resucitado.
Entrando de un salto en la refriega, el hermano-huésped asume una posición defensiva y dice:
– Me enseñaste demasiadas cosas, pequeñajo. -Dice-: No tuve problema para soltarme de esas cuerdas… -Afrontando el avance del cadáver asesino, el hermano-puerco dice-: ¿Qué me sugieres? -Su mirada es dura como el acero-. ¿El Puñetazo del Panda o el Lince que se Lanza?
El falo asesino proporciona cobertura aérea con su bombardeo de plástico caliente. Oscureciendo el conflicto con una pantalla de humo negro. De hollín y de tizne asfixiantes.
Este agente permanece aturdido como consecuencia del impacto del León Lacerante en su cráneo.
La hermana-gata se dedica a desarmar el contenedor ya listo para la explosión de papel moneda.
En el momento en que la multitud americana presencia el ataque a este agente, se organiza un disturbio defensivo. Los ciudadanos de Estados Unidos se arremolinan, se abalanzan y aplastan a Tibor y a Chernok. Reducen a Mang, a Ling y a Oleg. La enorme multitud, ya no pasiva, se lanza al rescate del agente-yo. Llegando para salvar a este agente, las hordas innumerables de ciudadanos americanos se ponen a repartir torpes puñetazos, empujones y agarrones para vencer las acciones de los agentes Otto, Vaky y Tanek.
En la señora Doris Lilly estalla la tensión acumulada durante toda una carrera de entrenamientos y todos sus miembros se lanzan a infligir, kata-krak, el letal Martirio del Mono sobre todos.
Y en ese mismo momento, a cámara lenta, la agente Magda se lanza en defensa del hermano perro-puerco. Magda salta por los aires. Magda y el hermano colisionan simultáneamente y golpean el cráneo de Doris Lilly. Dejando en coma la máquina de pensar de la malvada agente. Lanzando a la superagente no consciente al suelo, hecha un guiñapo. La agente desplomada queda tirada junto a su prótesis dental. Junto al cuero cabelludo abandonado de rizos grises. Su cólera subyugada.
Dentro de ese momento de la mayor victoria… Mientras Magda y el perro-puerco sonríen… Mientras el falo chisporroteante desbarata el ataque de los compañeros-agentes… Mientras las fuerzas americanas llegan al rescate… Mientras la hermana-gata se arrodilla para atender las heridas del agente-yo…
En ese mismo momento, la temible «Máquina de la paz» explota.
Creando una lluvia de riquezas americanas en papel moneda revoloteantes, una ventisca de nieve, un chaparrón que nos envuelve a todos.