COMUNICADO TRIGÉSIMO

Empieza aquí el informe trigésimo del agente-yo, número 67, visitando nuevamente el centro de distribución de propaganda religiosa de la ciudad de XXXXX. Sentado entre la multitud de ciudadanos, la muchedumbre perezosa y vacua de ciudadanos del estado de XXXXX. Los miembros filosóficamente laxos, moralmente despreciables y culturalmente agotados de la comunidad de XXXXX. Reunidos a fin de deshacerse del cadáver del diablo Tony para dárselo como alimento a los moradores del suelo.

Nido de serpientes. Guarida americana del mal. Panal de corrupción.

El ataúd que contiene al diablo está situado en la misma posición dentro de la capilla en que antes estuvo ubicado el ataúd del matón amarillo-claro. En la misma ubicación donde antes estuvieron los ataúdes de los delegados tiroteados de Zaire, de Timor Oriental, de Egipto y de Brasil.

Al inicio de la ceremonia, todos los cilindros de parafina con cordeles dentro tienen los cordeles inflamados. El espacio está perfumado por los genitales de las exuberantes formas de vida vegetal. La estatua del hombre sigue muerta, y el yeso sigue derramando pintura roja. Subida al altar de la capilla del culto, la zombi lisiada, el tambaleante esqueleto vetusto, Doris Lilly. Encorvado junto al ataúd que alberga los restos mortales del diablo putrefacto Tony, la estimada señorita Lilly dice, tosiendo con estruendosos ruidos de flema por el micrófono:

– Debido a la ausencia de nuestro ministro laico, Donald Cedar… -Dice-: Me han pedido que diga unas palabras sobre la trágica defunción del reverendo Anthony…

El padre-huésped Don Cedar, la enorme vaca jadeante, está ausente en el día de hoy.

Las zarpas llenas de tics de la madre-pollo, sus garras, se dedican a destrozar pañuelos de papel arrugados y deshacerlos en forma de pedacitos infinitos. La madre-huésped huele a dosis doble extra de Xanax, suda en abundancia y en la pelvis no le zumba la batería de ningún misil. Sus entrañas están vacías de misiles vibradores de plástico.

Para que conste en acta, hasta el día de hoy las habilidades del agente-yo han aniquilado a dos sabandijas americanas, han extinguido a dos parásitos corruptos: el francotirador del instituto y el pedófilo. Y sin embargo no percibo sensación de saciedad. No discierno el cumplimiento de la misión. No estoy satisfecho con esas matanzas, solo soy consciente de los elevados números de sabandijas que quedan por asesinar.

También se encuentran sentados en los bancos de la capilla la hermana-gata y el hermano-puerco.

Está presente la agente Magda, con las manos apoyadas alrededor de su feto escondido.

En medio de los congregados de luto, la progenitora femenina de Trevor Stonefield.

El esqueleto tambaleante Doris Lilly pronuncia su panegírico. Con los ojos babeantes mirando a su alrededor, en medio de gran sufrimiento angustioso. Gran dolor. Explica que el diablo Tony fue encontrado postrado, que su cadáver se desplomó por culpa de una hemorragia cerebral acontecida por sorpresa. Que el cadáver estaba frío de todo el tiempo que hacía que su músculo cardíaco llevaba sin contraerse. Ubicado debajo de los pies de yeso, la prueba sigue en su sitio: encima de la moqueta hay dos manchitas idénticas de sangre derramada por los canales auditivos del diablo.

El panegírico no menciona los calzones internos de bikini de la agente Magda, manchados de sangre, de semilla y de neurotoxina. Este agente se vio obligado a abandonar dichos calzones petrificados dentro de los dedos contraídos por la muerte del diablo Tony. La tela manchada de algodón estaba tan atrapada que este agente no la puedo extraer. El agente se vio obligado a abandonarlos durante su retirada.

Y otro miedo mayor… dentro de su máquina de pensar, este agente se pregunta si toda la razón de ser del agente-yo, destinado a destruir a los americanos, aniquilar a los homosexuales, a la demencial religión metodista, a los cultos luterano y baptista, a extinguir a toda la decadente burguesía… se pregunta si después del éxito de semejante destrucción total… ¿acaso este agente no quedará obsoleto? ¿Acaso no carecerá de valor?

Si no posee ningún enemigo vil, ¿acaso el agente-yo también dejará de existir?

Sentada para presenciar el rito de sepultura del diablo Tony, la hermana-gata dice en voz baja:

– Mi padre tenía contrato para inventar algo. -Dice la hermana-huésped-: Un dulce con sabor a vainilla y caramelo para una franquicia global de cafeterías tipo Starbucks. -Dice-: Se supone que el sabor tenía que ser irresistible…

La razón de que el padre-huésped, Don Cedar, esté bajo custodia de la policía, es que es víctima de una compleja acción conjunta militar-industrial de conspiración por parte de las corporaciones alimenticias.

Entre los contenidos de la máquina de pensar del agente-yo persiste una idea que este agente ha adquirido y que tal vez también contenga una trampa: la obligación de cuidar y preservar al temido enemigo americano, aunque solo sea para proporcionar un objetivo al odio del agente-yo. Al odio de la patria estatal del agente-yo. ¿Acaso este agente debe proporcionar eternamente sabandijas americanas para asegurarse la continuación de su misión de provocar la extinción?

En medio de los ecos del interior de su cráneo, el agente-yo no está seguro de qué genera un mayor terror: la preservación del enemigo o bien la resolución exitosa del único propósito motriz de este agente, de la energía de su odio inmenso, de la vocación de su vida.

La hermana-gata está sentada en el banco adyacente, oliendo a soldadura, apestando al humo negro emitido durante la explosión del falo asesino, del ataque del falo derretido. La hermana-gata dice:

– Lo que ha pasado ha sido un rollo Louis Pasteur pero al revés. -Dice: susurrando durante los rituales de inhumación-: Se les ha contaminado la cosa esa de plátano, caramelo y nueces. -Dice-: Le ha crecido un moho superletal

La muy venerada momia, el cadáver podrido Doris Lilly, mueve la boca como un loro y habla con voz monótona. Su mano marchita seca el agua que derraman sus ojos nublados por las cataratas.

La hermana-gata explica en voz baja que el sabor artificial ha quedado contaminado por las bacterias, que ha florecido en él un hongo de esporas extremadamente tóxicas, originado en unas neurotoxinas consideradas demasiado letales para ser depositadas en ningún sitio que no sea un almacenamiento profundo y permanente, congeladas. Que jamás debieron usarse para dar sabor a una bebida de franquicia a base de café. Pese a ser tan sabrosa, ahora la esencia de plátano, caramelo y nueces es considerada una amenaza para toda la humanidad y se requiere que sea sellada en una bóveda secreta como alta prioridad.

Y en este momento, el mismo momento en que la hermana-gata está susurrando, la momia Doris Lilly vacía sus mocos nasales para dejarlos pegados a un pañuelo ahuecado. Llenando el micrófono de un sonido espantoso. Por fin se seca la cara con el pañuelo empapado y dice:

– A continuación invito a cualquiera que amara a nuestro querido reverendo a que se levante y venga… -Dice-: Para dedicarle un último adiós.

Para que conste en acta, ni un solo ciudadano endereza las piernas para incorporarse.

Durante un momento, y otro momento, y otro momento, durante muchos momentos largos, ningún ciudadano se incorpora. Todos permanecen sentados.

De acuerdo con lo que me dice en voz baja la hermana-gata, en una reciente inspección no ha habido constancia de la neurotoxina. La única pista ha sido el registro de seguridad que indica las frecuentes incursiones de Don Cedar en plena noche. Durante la violación de la seguridad de la noche de hoy, la neurotoxina se ha esfumado. En cuanto la toxina ha dejado de residir allí, las autoridades legales han prendido al padre-huésped bajo sospecha de robo. Encarcelamiento máximo en espera de investigación.

Por fin la agente Magda endereza las piernas. Emerge del extremo del banco. Las piernas de Magda emprenden un paseo por la ruta del pasillo central, varias zancadas que la aproximan al ataúd del diablo descompuesto.

En el mismo momento, la progenitora femenina del matón amarillo-claro posa la mirada sobre este agente. La compañera matrimonial del individuo masculino detenido Stonefield no aparta la mirada de la cara del agente-yo. En la mano fuertemente cerrada de la hembra Stonefield, sujeta entre sus dedos, hay una hoja de papel blanco. Atrapado en su presa, un sobre de papel blanco.

Un momento más tarde, el hermano-puerco emerge de su banco por un lado del pasillo de la capilla. Y en ese mismo momento, la progenitora femenina de Stonefield emerge del banco opuesto y entra también en el pasillo central. Los dos ciudadanos se reúnen. La hembra le transmite un mensaje secreto, con la cabeza inclinada hasta el punto de casi ponerse en contacto con la oreja del hermano perro-puerco. El hermano-huésped ladea la oreja para escuchar, y su mano se eleva para aceptar el sobre, el sobre blanco que le cede el dedo de la hembra.

Al momento siguiente, ambos ciudadanos echan a andar por el pasillo. Se insertan en la multitud que espera para presentar sus últimos respetos al cadáver embalado.

El esqueleto parloteante Doris Lilly, con su máscara temblorosa de piel muerta, con su máscara de cuero lleno de arrugas, dice:

– Estoy segura de que nuestro querido y recientemente fallecido reverendo estaría de acuerdo conmigo si os digo que «Las palabras tienden puentes a regiones sin explorar».

Los ojos de la histórica y venerada señora se posan sobre la cara del agente-yo. Sus ojos marchitos miran a los ojos de este agente.

Mientras espera para visitar el ataúd, el hermano perro-puerco destripa el sobre de papel blanco y echa un vistazo a la carta de papel que hay doblada en su interior. El hermano-huésped se pone a leer la carta.

La hermana-gata protesta en voz baja, diciendo:

– Es mi padre. -Dice-: Y muy pronto también va a ser el tuyo. -Dice-: No podemos dejar que se pudra en la cárcel.

Con su boca retorcida y perfilada con cera roja, pegada al micrófono, el cadáver marchito y antiguo Doris Lilly dice:

– «Las palabras… tienden… puentes… a regiones… sin explorar».

Que es una cita exacta de las palabras del cabecilla maníaco y admirable guía Adolf Hitler.

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