COMUNICADO DECIMOTERCERO

Empieza aquí el informe decimotercero del agente-yo, número 67, en el recinto de la cámara de consejos de las Naciones Unidas en Miniatura, celebradas en el barrio residencial de la ciudad XXXXX. Sesión de asamblea general XXXXX. Fecha XXXXX. Para que conste en acta, el agente-yo actúa en calidad de delegado de Estados Unidos, ataviado con el apropiado y tradicional cubre-cabeza de ala ancha de los pastores de vacas, cubierto con lentejuelas reflectantes de colores azul, blanco y rojo. Los pies enfundados en unas botas asociadas con la profesión de pastor de vacas. Prestadas por la madre-huésped. De avestruz desollada. El resto del atuendo lo compone el blusón de tela negra con las palabras inglesas impresas: «Propiedad de Jesús», tejido para ajustar apropiadamente en el enorme tipo corporal endomórfico obeso norteamericano. Los bajos del blusón cuelgan sueltos rozando las rodillas del agente-yo.

Este agente, designado secretario general en funciones para supervisar las Naciones Unidas en Miniatura.

Para que conste en acta, mis colegas delegados exhiben coloridos atuendos que representan sus propias diversas tierras nativas. La dama delegada de Malawi lleva pantalón de harén de gasa de color rosa, tan fino que no oculta el tanga de bikini negro que lleva debajo. El tradicional cordón negro que parte el trasero y separa las nalgas. Pese a ser caucasiano, el delegado masculino de Gabón lleva dashiki, con muchos insectos fabricados con plástico negro, moscas comunes falsas pegadas a la piel del propio rostro pálido con impregnación de adhesivo de maquillaje de látex. El delegado masculino caucasiano de Qatar se ha envuelto el torso en bandolera con incontables tiras de munición de ametralladora, y se dedica a levantar su puño de joven caucasiano de pelo rubio a modo de saludo estilo Black Power.

Todos los jóvenes caucasianos delegados del Tercer Mundo, adornados con collares de dientes falsos de animales, con el pelo lacio peinado en forma de trenzas pegadas al cráneo, rastas o extensión de peinado estilo afro. Todos los caucasianos con aperturas nasales rectas y estrechas, un rasgo genético heredado para repeler las precipitaciones europeas, hoy se sientan detrás de placas de escritorio con los nombres: GUYANA, PERÚ, GAMBIA, BIRMANIA, GUINEA ECUATORIAL. Se abanican a ellos mismos usando frondas de palmeras. Azotan los propios hombros con cordeles para ahuyentar a unas moscas tse-tse no presentes. Se quejan sin parar de la malaria. Discuten la calidad del agua fresca para beber. Comparan tasas de mortalidad infantil.

Suspendido del techo, el tablero de puntuaciones. Sujeta a la pared, una cesta sin fondo hecha de cuerdas entrelazadas para insertar pelotas dentro. El suelo dorado de baloncesto de madera bruñida no se permite pisarlo con calzado de suela oscura por miedo a que los talones estropeen y dejen marcas de patinazos. La misma ubicación de recinto deportivo donde se celebró el ritual de bailes desenfrenados de apareamiento.

La dama delegada de Kiribati está sentada a horcajadas en las piernas del caballero delegado de Tuvalu, los representantes de ambas naciones enfundados en pieles indecentes de animal tigre artificial, taparrabos desarrapados, dibujándose mutuamente con pluma de bolígrafo tatuajes falsos que imitan símbolos de Senegal en la superficie interior alta de la piel del muslo pálido del otro.

La dama delegada de Nepal va engalanada con velo transparente sobre la cara y lleva el pecho oculto por un sujetador de monedas doradas resplandecientes. Ejecuta baile desenfrenado de las caderas. El caballero delegado de Bután lleva hueso de animal inserto en moño de pelo, con la cintura rodeada de falda de hierba y blandiendo una lanza. Otra dama delegada va adornada con sostén de cocos. Otra con sari. Otra con kimono. Otro caballero lleva pañales como Gandhi. Otro lleva chaqueta de Nehru. Turbante. Sombrero cónico de culi. Jactándose con falda plisada a cuadros.

No hay delegado que no corteje a algún compañero de apareamiento. Los delegados cumplen con el imperativo de la reproducción.

Forman alianzas comerciales. Forjan tratados de paz. Negocian bajadas de las barreras arancelarias.

Otra delegada lleva tocado rematado con plumas al estilo de bailarinas de cabaret de Las Vegas y está sentada detrás de una placa que dice BRASIL. Otra delegada recorre dando tumbos el pasillo de la cámara de consejos, tropezando con los bajos del burka propio. Otro delegado lleva bastón de caminar coronado con cráneo humano y la cara propia veteada con pinturas de guerra color blanco, negro y amarillo.

Se ven tatuajes tribales americanos corrientes y también múltiples perforaciones de las narices, orejas y labios, lo que pasa es que en el día de hoy parecen normales. Accesorios de los disfraces.

En el estrado, este agente golpea con el mazo, pom-pom, golpea, pom-pom, golpea, pom-pom, para que haya orden en la asamblea general.

El agente Chernok en calidad de delegado de Italia chupa el lóbulo de oreja de la dama delegada de Venezuela. Oleg va ataviado con Lederhosen. El agente Ling manosea las nalgas de la dama delegada de México.

Desde su posición en lo alto del escenario del «Coro juvenil de swing», delante del estrado, el agente-yo solicita en vano con su voz aflautada que haya orden en el congreso mundial.

La agente Magda lleva cubre-cabeza tipo boina negra, transporta larga baguette de pan y se ha trazado una línea negra con lápiz de tinta encima del labio superior para sugerir bigote. Magda se aproxima al escenario, se posiciona a los pies del agente-yo y posa su mirada en este agente.

– Bonjour, camarada, es urgente que tengamos discusión relacionada con tema colosal.

Con los ojos de dicha agente a la altura de las rodillas del agente-yo, Magda inclina el torso para ser capaz de blandir la baguette de pan y aporrear las piernas de este agente. Y aporreando de esa manera, Magda dice:

– Inmediato. -Dice-: Acontecimiento inminente en juego.

Para que conste en acta, en ese mismo momento se acerca la hermana-gata, con las caderas envueltas en un chal rojo anudado a un lado de la cintura, provisto de flecos descendentes, y con una pierna al completo desnuda de manera que casi le queda la entrepierna a la vista. Envolviéndose la coronilla, la hermana-huésped se ha adornado con turbante rojo y lleva aros colgantes de metal dorado en cada lóbulo de oreja. Amontonados encima del turbante: plátano artificial, piña de plástico, uvas de goma, manzanas falsas, elevada corona de fruta no comestible. Meciendo las caderas, meciendo los flecos, con la cobertura de fruta apoyada sobre la cabeza, la hermana-gata llega al pie del escenario y se detiene junto a la agente Magda. La hermana-huésped levanta las dos manos, se sujeta los costados de la fruta para poder levantar la vista hacia el estrado y hacia este agente. Y la hermana-gata dice:

– ¡Truco o trato! -Dice-: Adivina de quién voy disfrazada… -Y en el mismo momento, dice-: ¡De Cuba!

La cavidad oral del agente Ling está enzarzada con la cavidad oral de Turquía.

Los ojos de Magda emiten agua, un único reguero de gotas que le cae por una mejilla. Que emborrona la línea trazada a lápiz del bigote negro. Y dice:

– Por favor.

Al momento siguiente la piña de plástico de la hermana-gata se pone a emitir vibración. La hermana hurga con los dedos entre los plátanos y extrae un aparato negro de tamaño pequeño. Teléfono personal. Con la vista posada en los botones, dice:

– Es Sri Latke.

Y Magda dice:

– Sri Lanka.

– Lo que sea -dice la hermana-huésped, pulsando botones del teclado con los pulgares-. Sri Lanka dice que Afganistán está coladísima y que se muere por echarle un polvo a Marruecos. -Con la mirada fija en el texto inglés de la pantalla del teléfono, dice-: Y esto es una locura… las islas Malvinas van a romper con Namibia y han oído de una fuente fiable que Namibia tiene unas verrugas en la polla que dan miedo…

Magda dice:

– Perdón, pero solicito que Cuba no disemine cotilleos. -Dice-: Que la camarada Cuba asuma su asiento asignado.

La hermana-gata dice:

– Siéntate tú. -Y sin apartar la vista del teléfono, añade-: Cariño, esto no son simples cotilleos. -Dice-: ¡Esto que ves es política global!

La dama delegada de Zaire juguetea con sus trenzas rubias pegadas al cráneo y desgrana su risa para mostrar dientes saludables y extiende la musculatura larga y suave del cuello.

Proyectando la voz propia en tono muy triste y cargado de arrepentimiento amargo, este agente dice:

– En calidad de representante oficialmente autorizado del pueblo de ciudadanos de Estados Unidos… -Digo-: Como primer deber, estoy obligado a solicitar disculpa delante de este augusto cuerpo de naciones…

Las demás naciones colegas siguen besándose. Las naciones pulsan mensajes instantáneos de teclado. Las naciones tienen música injertada en los dos oídos propios.

El agente-yo se quita el cubre-cabeza de ala ancha de la cabeza, lo agarra con las dos manos, se lo sujeta contra el pecho y dice:

– Esta nación americana se reconoce a sí misma como la malvada fuente tiránica de toda la tristeza del mundo, el super- poder más egoísta e ignorante…

La dama delegada de Rumanía se pone una mano ahuecada detrás de la oreja propia y agita la otra mano para silenciar a su compañero delegado. El caballero delegado de Polonia se quita los injertos musicales de las orejas propias para poder escuchar.

Expandida sónicamente por el micrófono, la voz amplificada del agente-yo dice:

– Estados Unidos consiste en solo el 4,6 por cierto de la población total del mundo y sin embargo consume más del setenta y cinco por ciento de los recursos energéticos globales.

El caballero delegado de la República Checa deja de manosear los cocos de la dama delegada de Haití.

La agente Magda emprende un pequeño desfile para ascender al escenario, se posiciona junto al hombro del agente-yo y emite susurro en el oído de este agente para decir:

– Es completamente crucial que iniciemos diálogo, camarada.

Mientras la cámara de la asamblea queda en silencio, la voz del agente-yo sigue a máximo volumen, con los labios del agente-yo sobresaliendo para establecer contacto con la superficie de malla metálica del micrófono, y con la voz amplificada potentemente, digo:

– Compañeros delegados de capital importancia, solicito que las nalgas de la asamblea ocupen sus ubicaciones apropiadas.

Una voz masculina dice con grito:

– ¡Vete a la mierda, Tío Sam!

Posicionado debajo del estrado, un delegado envuelto en pliegues de sábanas de tela para dormir, con dibujos de muchos animales sonrientes, animales humorísticos que agarran globos flotantes, unas sábanas que lo envuelven para formar toga, el delegado posicionado al pie del escenario tiene la cara oculta detrás de una cámara de vídeo. Y procedente de la cara eclipsada por la cámara, la voz masculina amortiguada dice:

– Estoy filmando un vídeo titulado Las naciones pierden la cabeza. -El delegado de la toga baja la cámara para desvelar su cara. Queda revelado como el hermano-huésped perro-puerco, con la cabeza coronada por laureles de follaje artificial de color metálico dorado reluciente.

El delegado perro-puerco dice:

– ¡Guyana me acaba de enseñar los melones! -Dice-: ¡Para ser una república bananera, está buenísima!

Posicionada a mi lado, Magda me agarra el blusón que dice «Propiedad de Jesús», da un tirón y dice:

– Exijo gran atención, camarada.

Y el delegado perro-puerco dice:

– Pigmeo, pequeñajo, aprueba una declaración que haga que la ropa sea optativa en esta sesión. -Dice-: Tengo que conseguir imágenes de Etiopía. -Dice-: ¡Esa guarrilla está para mojar pan!

En el perímetro lejano de la cámara de asambleas, la delegada guarrilla está intercambiando saliva con el músculo lingual de Palestina. Las dos naciones están tan enzarzadas mutuamente que sus manos están desaparecidas dentro de las blusas y los pantalones del otro.

El caballero delegado de Jamaica distribuye pasteles horneados, ricos en porciones odoríferas de chocolate, con fragmentos de nueces y de hachís.

El delegado de Argelia llega transportando sobre su persona un elaborado narguile de metal de hojalata forjado, con agua estancada chapoteando, del que cuelga una plétora de brazos de pulpo terminados en boquillas de hojalata. Argelia queda instantáneamente rodeado de muchos delegados que se insertan los brazos de pulpo en la boca y se ponen a chupar burbujas a través del agua mientras Argelia enciende el brasero. Las espirales de humo corrupto ascienden del brasero y son expulsadas de los pulmones de los delegados, emitiendo un hedor nauseabundo a Cannabis sativa.

La agente Magda llena con su aliento el oído de este agente y dice:

– Prioridad más urgente debe ser comunicarnos… -Apoya en el hombro de este agente sus cocos recientemente expandidos, sus botijos, sus brevas dulces.

Perro-puerco se coloca la cámara delante de la cara propia y dice con voz amortiguada detrás de la lente:

– ¡Eh, Canadá! -Ahonda en la profundidad de la multitud, atraído por el foco de la cámara hacia el seno de la mezcla de delegados. Y mientras desaparece, añade-: ¡Menea para mí esos enormes hemisferios norte!

La voz amplificada del agente-yo anuncia por encima del estruendo de los pitidos de los teléfonos, del burbujeo del narguile, del revuelo de voces, del ruido del bofetón del delegado de Sudán al impactar en la mejilla facial del delegado de Jordania, de las erupciones de risas y del estallido de los gritos… este agente anuncia por encima de la niebla del humo del cannabis:

– Presentes este día de hoy para discutir asuntos de importancia global. -Continuo diciendo-: Hay que tratar aumento de temperatura de atmósfera, agujero ampliado de ozono, devastación de selvas amazónicas, hay que detener la extinción del panda gigante, cesar las persecuciones religiosas, la proliferación nuclear, la pandemia de enfermedad sexual.

La delegada ataviada con burka se ha levantado los bajos y por debajo de ellos revela ahora unas piernas con vello corporal de color amarillo-claro. El burka se levanta para mostrar unas botas de combate paramilitares destinadas a operaciones de desierto, talla masculina catorce doble-E, anudadas para ajustarse a las piernas con vello muy denso.

Los compañeros delegados se encaraman igual que bebés de pájaro, con las cabezas echadas hacia atrás del todo y los maxilares abiertos y apuntando al techo, mientras Rusia se dedica a echarles vodka a todos en el gaznate.

De los pies del agente-yo, este agente se extrae una bota de pastor de vacas, la balancea para aporrear el estrado y golpea el atril con el tacón de manera que el micrófono transmita un sonido de gran estruendo. Los altavoces trasmiten un retumbar ensordecedor. Un retumbar que rompe los tímpanos. Los golpes de los tacones de la bota hacen ruido de retumbar, retumbar y más retumbar hasta que desaparece la comunicación entre los delegados de la asamblea general.

La bota retumba hasta que el recinto de la cámara de consejos queda en silencio.

Hasta que Magda retira sus susurros. Y deja de tirar de mi túnica.

Hasta que la voz del agente-yo se queda a solas.

Como representante de gran parte de Estados Unidos, este delegado anuncia su disculpa. Anuncia con gran pesar que la nación americana contiene un mero 3,6 por ciento de la población mundial pero consume el noventa y cinco por ciento de los recursos energéticos totales del mundo. Expresa pena por el hecho de que siete de cada diez ciudadanos americanos sufren obesidad de tipo mórbido, con ceguera y amputación de los brazos y piernas. Descargo pesar porque la riqueza de la economía americana se ha construido encima de espinazos de los esclavos africanos. Por el genocidio de los pueblos nativos. Por la explotación de inmigrantes étnicos. Por el sometimiento de ciudadanas femeninas y el sacrificio de hombres reclutados a la fuerza para las matanzas de la guerra imperialista.

En calidad de portavoz de innumerables ciudadanos americanos, este delegado anuncia moción para sancionar a Estados Unidos. Anuncia que esta nación cesará inmediatamente de exportar cultura americana degenerada. Que desbanda de inmediato los estados constituidos y que a partir de ahora creará cincuenta pequeños feudos resultantes. Nación de Montana. Nación de Arizona. Nación de Florida. Cincuenta reinos como insectos en pugna.

A renglón seguido, anuncio el perdón de toda la deuda extranjera. Adicionalmente, se pagarán sanciones que equivalgan a todo el dinero de oro acumulado en Ford Knox, encaminadas a ganarse el afecto de las estimadas naciones del Tercer Mundo. Además renunciaremos a nuestros amados hijos propios americanos y los mandaremos al extranjero en calidad de esclavos en propiedad de por vida, a modo de gesto de buena voluntad.

El recinto de la asamblea general guarda silencio, con tufo únicamente a vodka y humo de cannabis. Los oídos escuchan.

Expresando mucha virulencia, este delegado proclama que los antiguos Estados Unidos van a ejecutar sumariamente mediante lentas torturas -desangrándolos o bien cocinándolos vivos sobre hogueras- a todos los líderes propios existentes, presentes y pasados, de todos los niveles. Desde el vil y corrupto presidente federal hasta las malvadas guardianas títere de los parquímetros. Todos serán torturados antes de que sus cuerpos sean arrastrados por las calles públicas y sus cabezas instaladas encima de estacas.

Al momento siguiente, jadeando sus declaraciones, el agente-yo requiere un momento de pausa para realizar la siguiente inhalación. Y en ese momento, Magda interviene.

Tal vez el micrófono está ajustado a demasiado volumen. Tal vez la asamblea está completamente callada. La voz de Magda no es más que un susurro, y sin embargo retumba con reverberación por la cámara entera. Y Magda dice:

– Insisto en que me oigas, camarada…

Emitiéndose de forma resonante por entre todos los delegados, la voz de Magda dice:

– Estoy preñada de embarazo…

La delegada de Argentina, el delegado de Japón y el delegado de Birmania retienen el humo del cannabis encerrado en los pulmones y lo expulsan en risotadas escopeteantes. Al momento siguiente, la cámara entera al completo se llena de risotadas. Una inundación de risotadas sobre risotadas, grandes oleadas que golpean el escenario. El aliento hediondo del ridículo erosiona a la agente Magda, las risas consumen al agente-yo.

La asamblea general estalla en un ruido de carcajadas. Una conflagración de risas…

Al momento siguiente, el delegado ataviado con burka estira el brazo para agarrarse los bajos. El delegado se levanta el burka para revelar el interior: las perneras del pantalón remangadas hasta la rodilla; luego desvela el torso y deja al descubierto la cara de Trevor Stonefield. Y deja ver lo que hay metido debajo de la hebilla del cinturón: un Colt DA corto del calibre 38, en su versión de aleación, con cañón de dos pulgadas. La mano de Trevor agarra el gatillo de la Detective Special.

En el oído del agente-yo, Magda susurra cita del belicoso visionario y héroe autocrítico Vladimir Lenin y dice:

– «Un hombre armado con una pistola puede controlar a cien sin ella».

La boca del cañón centellea, y la cabeza con trenzas rubias de la delegada de Zaire explota. Al momento siguiente, el fez de Timor Oriental explota. El turbante de Egipto. El tocado de plumas de Brasil explota.

Toda la muy valiosa educación de las naciones, todas las culturas y su legado, todos los acontecimientos históricos celebrados como festividades y las criaturas del futuro. Las contribuciones respectivas a la civilización. Las ideologías de Estado, los idiomas, las leyes, todo queda liquidado. Todas las aspiraciones y crímenes. Todas las opiniones y prejuicios. Pulverizados y hechos trizas. Las concepciones de la deidad, las éticas y las estéticas ingenuas. Los mejores ideales de las naciones quedan convertidos en pastel de carne gris y humeante, expulsados por los orificios de salida de los turbantes o los peinados afro o las coronas enjoyadas.

Unos delegados quedan paralizados. Unos delegados huyen gritando. Otros delegados siguen riendo, soltando eructos de vodka o bien emitiendo toses de humo de cannabis con los ojos enrojecidos.

El hermano-puerco registra el pogromo con su cámara. La hermana-gata agacha la cabeza frutal para que los plátanos y la piña de plástico queden cobijados debajo de la mesa de los delegados, pulsando teclas de teléfono para convocar a la policía. Magda está refugiada detrás del estrado, debatiendo si mientras está rellena de un feto puede ejecutar el Salto de la Hiena, el Martirio del Mono o el Vuelo del Leopardo, catapum, para neutralizar al atacante.

Cita: «Un hombre armado con una pistola puede controlar a cien sin ella».

Y durante todo esto, el arma corta de Trevor sigue eliminando a jóvenes compañeros. Siguen explotando cabezas.

La mirada del agente-yo se posa en el cargamento interior de la blusa de Magda, en su regazo dilatado, y este agente dice:

– Camarada, ¿es realidad lo del embarazo?

Y Magda, la agente número 36, colocando la boca en forma de media sonrisa, saca la baguette de pan para limpiar los restos de bigote mezclados con agua de ojos, la tinta negra que satura el pan blanco. El pan sucio. Y todo el tiempo, Magda inclina la cabeza primero hacia delante y luego hacia atrás, hacia delante y hacia atrás, y repite para formar el gesto de la cabeza que significa «Sí… sí… sí…».

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