COMUNICADO DECIMOCUARTO

Empieza aquí el informe decimocuarto del agente-yo, número 67, rememorando antiguo desfile solemne durante la celebración de XXXXX. Supervisado por el alto comandante supremo XXXXX. Fuerza militar reunida combinada de infantería y artillería de la nación natal XXXXX. Desfile celebrado en fecha de hace muchos años. Para que conste en acta, se repite aquí la crónica de una historia formativa del agente-yo.

Para reforzar una lección temprana y muy relevante de este agente.

Se describe aquí un enorme despliegue para la defensa nacional, extendido a lo largo del bulevar central, lleno de una acera a la otra, con muchas hileras densas de tanques de batalla rodando estruendosamente sobre sus orugas de acero. Tanques de batalla Leopard 1A5 originados en Bélgica. Tanques tipo 99, 96 y 59 originados en la República Popular de China. Hileras infinitas, orugas traqueteando sobre el pavimento de piedra. Tanques Zulfiqar MBT originados en Irán. M48 Patton originados en Líbano. Tanques K2 Pantera Negra originados en República de Corea.

En el bulevar de la gran ciudad capital, los ciudadanos se alinean para emitir su clamor detrás de un cordón de sogas. En el lujoso pavimento de los márgenes del bulevar central, se apiñan apretadas muchas bocas que gritan echadas hacia atrás, lanzando vítores para mostrar solo dientes. Muchas manos inundan el cielo y azotan el cielo azul con un número incontable de orgullosos estandartes nacionales.

El cielo azul, sin nubes que enmascaren la admiración del sol.

Para que conste en acta, todos los agentes de mi generación participan en el ensayo. El agente Tanek. La agente Magda. El agente Mang. Van siguiendo estrictamente las instrucciones que el líder del escuadrón emite con su batuta. El líder comanda el avance del desfile con pasos estándar de ocho por cinco, cubriendo cinco metros con cada ocho pasos. Pasos estándar de 22,5 pulgadas. Velocidad acompasada con tanques de batalla y obuses de artillería.

Por entre los tanques de batalla sin fin desfilan las piezas de artillería antitanque de 90 milímetros Kanonenjagdpanzer, originadas en Alemania. Los impresionantes cañones antitanque tipo ISU-152 con cañón de 152 milímetros, originados en la antigua Unión Soviética. También los morteros autopropulsados 2S4 Tyulpan soviéticos con 240 milímetros de calibre.

Desfilan junto con los imponentes y majestuosos lanzagranadas de campo. Con la magnífica y enorme extensión de ametralladoras de asalto Rooikat 76 originadas en Sudáfrica, las armas de campo relucientes, una amplia superficie paisajística de emocionante metal de acero y municiones pasa revista.

Desplegados formando hileras y más hileras de aspiración total de poder, los agentes avanzan desfilando como una cosecha orgullosa. Preparados para la siega.

La multitud de ciudadanos contenidos detrás de la soga presencia el surtido de cañones gemelos antiaéreos Oerlikon de treinta y cinco milímetros originados en Suiza, que causan derretimiento de orgullo en los ciudadanos. Inflamiento de pechos por las inhalaciones abundantes de orgullo. Todas las caras exhiben gran clamor de bocas. Todas las manos blanden banderas en movimiento.

Por el horizonte discurre un río negro de soldados a pie, muchos miles de millares que van emitiendo un parpadeo negro cada vez que sus incontables perneras izquierdas de pantalón dan una zancada hacia delante. Un latido negro cada vez que sus infinitas perneras derechas de pantalón dan una zancada. La horda de soldados es tan densa que forma una sola columna negra. Hileras más allá de lo contable. Un latido negro y otro y otro más mientras las piernas incontables emprenden zancadas y los brazos infinitos cargan con los rifles echados al hombro. Y la gran cosecha de soldados maduros y relucientes, la extensión enorme del desfile, parpadea cuando el líder de la división ordena que las caras se vuelvan hacía la tribuna para pasar revista.

Los cascos sin fin, los obuses inspirados, las ametralladoras de campo, los cañones de asedio y los nobles tanques de batalla se extienden desde un horizonte hasta el opuesto, siempre avanzando, no hay enemigo capaz de resistirse a este Estado.

Acercándose a la tribuna donde se pasa revista, a la instalación que alberga a incontables líderes brillantes de este Estado y estadistas nacionales de gran sabiduría, avanzan desfilando el agente Oleg, el agente Chernok y el agente Vaky. Todos con pasos exactos de 22,5 pulgadas. Las suelas de los agentes van inmediatamente delante del traqueteo de las orugas de los tanques de batalla. Las botas de los agentes caminan a la sombra imponente que las sigue y se eleva por encima de ellos, los tanques FV101 Scorpion originados en Botswana.

En medio del estruendo de los vítores de los incontables ciudadanos orgullosos, vociferando, apiñados detrás de los cordones de soga igual que corredores después de una carrera maratoniana de muchos millones de millas que ahora no son capaces de romper la línea de meta. Los ciudadanos jadeantes forcejean contra el cordón, agarran la soga con las manos, inclinados hacia delante hasta meter sus caras en el interior del desfile. Los dientes y el pelo de los ciudadanos presionan contra los cañones ligeros que pasan. Sus caras esquivan el avance de los morteros autopropulsados.

Por encima del estruendo de los vítores, se oyen unas voces que dicen:

– Oleg. -Dice-: ¡Oleg, mira aquí!

En el radio de una distancia corta, una ciudadana femenina aferra el cordón de soga y grita con una boca que es exactamente igual que la boca del agente Oleg. Los ojos azules de la ciudadana femenina reflejan los ojos de Oleg. La mujer dice:

– ¡Cariño, mi Oleg!

Flanqueando a la mujer, un ciudadano masculino también forcejea detrás del cordón, agitando las manos para llamar la atención. El hombre blande un bulto de peluche, tejido en pellejo animal artificial, un bulto donde hay cosidos un par de botones negros que hacen de ojos, donde hay cosidos un hocico y una boca que imitan a un oso falso en miniatura. El ciudadano masculino zarandea el pequeño oso y dice:

– Oleg. -Y añade gritando-: ¡Estás vivo!

En el seno de las filas desfilan el agente Tibor, el agente Ling y el agente-yo, acercándose con firmeza a los ciudadanos masculino y femenino trastornados. Con el uniforme de gala del desfile. Provistos de armas de mano Beretta de nueve milímetros, semiautomáticas, acción doble, con retroceso. De botas negras abrillantadas. Todos pisando al unísono. Todos dando pasos como un solo hombre.

La mujer loca inclina la cabeza propia por debajo del cordón, violando la soga, gateando por las losas del pavimento de la calle mediante el uso de manos y rodillas dobladas, y dice:

– Espera.

El hombre loco la sigue por debajo de la soga, sosteniendo la imitación en peluche de un oso. El ciudadano masculino muestra un pelo que es un duplicado del pelo del agente Oleg. Un duplicado del mismo puente nasal caucasiano, con arcos cigomáticos prominentes encima de cada mejilla. La misma tez pálida de Oleg. El hombre trastornado se arroja a sí mismo a la calle y dice:

– Te hemos encontrado.

Las miradas de todos los agentes están posadas en la batuta del líder del escuadrón, que es la que traza las señales del ritmo. Todos los pasos miden 22,5 pulgadas. El traqueteo estruendoso de las orugas de los tanques de batalla pisa los talones de los agentes. Más adelante, las miradas evaluadoras de los incontables cargos superiores del Estado nos contemplan desde la tribuna.

La mujer y el hombre locos se postran sobre las losas del pavimento, forcejean con las manos para salvar la alcantarilla y por fin dan tumbos para ponerse de pie. Emitiendo lamentaciones. Blandiendo el oso de peluche. El hombre y la mujer trastornados esquivan las montañas de acero en movimiento, los tanques de batalla Challenger 2 originados en Omán, y dan brincos por entre las orugas apisonadoras de los M1 Abrams originados en Somalilandia. Los abrigos de los ciudadanos dementes ondean a su alrededor. Los locos extienden los brazos. Adelantan corriendo a los tanques de batalla T-84 Oplot originados en Ucrania.

Al momento siguiente, el hombre y la mujer alucinados agarran al agente Oleg, jadeando oxígeno y agarrándolo del uniforme negro de gala. La mujer loca, con los ojos emitiendo agua que inunda la cara propia y la ciega hasta que la capa de agua cubre desde las mejillas hasta la barbilla, dice:

– Se te llevaron para hacerte pruebas. -Agarra a Oleg y le estampa sus labios fruncidos de loca para hacerlos contactar con muchas ubicaciones de la cara de Oleg, diciendo-: Se te llevaron y nos dijeron que habías muerto.

La hembra trastornada agarra a Oleg. El hombre trastornado agarra a la hembra y da tirones de ella para sacarla de entre las hileras de agentes del Estado. Para extraerla por completo del desfile.

Para que conste en acta, el agente Oleg presenta una gran resistencia. Lanza su contraataque, barriendo con la pierna para hacer, catacrac, el Salto de la Hiena, y atizar con la pierna a la mujer loca. Golpea con el puño al hombre trastornado. El agente 68 propina con el codo, zas-cras, el Puñetazo del Panda. Asesta con la cabeza, pam-patam, el Ariete del Carnero, y todo sin dejar de ejecutar la marcha, cubriendo cinco metros con cada ocho pasos.

Al momento siguiente, el hombre loco lanza el oso falso. Dejando a la vista los ojos negros hechos de botones. La boca de costuras. El ciudadano masculino exhibe el oso tejido en pellejo artificial y dice:

– Te hemos traído a Wolfy. -Dice-: Te acuerdas de Wolfy…

La hembra loca lucha para refrenar el ataque de los brazos y las piernas de Oleg. Su Salto del Lagarto. Su Golpe del Sabueso. No hay cuerpo que pueda avanzar hasta que avance el cuerpo de Oleg. Todos los agentes quedan paralizados. Todos los cañones y tanques de batalla rechinan hasta detenerse por completo.

El enorme poder muscular del enorme Estado al completo se aproxima a su revisión oficial de todos los años. Los eminentes estadistas superiores aguardan.

Y en el mismo momento, la mirada de ojos azul pálido del agente Oleg se queda petrificada sobre el oso falso. Los pies de Oleg no caminan. Ninguno de sus miembros compone el Puñetazo del Panda.

Oleg se detiene, y el escuadrón se detiene. El escuadrón se detiene, y los tanques de batalla se detienen. Los AMX-30 originados en Venezuela se detienen. El cañón de asalto modelo 1877 originado en Italia se detiene. El acero de las orugas traquetea, retumba, y el avance portentoso de las sombras por el pavimento se detiene. Silencio. El enorme aparato del poder y la potencia estatales queda atascado por culpa de la demencia de un solo individuo masculino y otro femenino. Las orugas de los brutales tanques acorazados con revestimiento de metal acero dejan de rodar hasta detenerse, dejan de retumbar debido a dos ciudadanos trastornados que ahora abrazan como unos atontados a un simple joven en medio de la calle.

La multitud de ciudadanos contenidos con sogas detiene sus vítores. Las manos cesan de agitar banderas. El cielo azul queda silenciado y se limita a presenciar cómo la boca estúpida de la hembra aberrante traga inhalaciones de aire mientras se restriega a sí misma contra el individuo masculino idiota y el agente Oleg. Ese agente, el número 68, sufre asalto tremendo de gestos afectuosos, gran violación por medio de caricias.

El enorme despliegue enérgico de la maquinaria de poder militar, la falange de avance implacable, totalmente interrumpidos.

En la ubicación presente entre ambos horizontes lejanos, todo queda detenido. La vasta extensión de soldados incontables con sus bazookas al hombro, con las pistolas y las municiones que les rodean las caderas, ya no son más que meros testigos. La multitud contempla en silencio a los ciudadanos.

Al momento siguiente, el líder del escuadrón camina con prudencia por entre las filas y los renglones de agentes paralizados. El hábil líder del escuadrón llega para agarrar el pescuezo del ciudadano masculino, lo pellizca y lo aprieta hasta que el individuo se desploma. Luego repite el mismo efecto sobre la hembra loca. Los dos ciudadanos trastornados caen hechos un ovillo sobre el pavimento, y el líder del escuadrón transmite orden a Oleg:

– ¡Ateeen-ción!

»Agentes -dice el líder del escuadrón, levantando la voz como una trompeta para que lo oiga el desfile entero-. Contemplad a dos unidades celulares enfermas del Estado -dice-. Presenciad a dos cuerpos infecciosos.

Los individuos locos son amenazas como el cáncer, contagiosos para el Estado, transmiten patologías peligrosas que pueden destruir todo. Hay que extirparlos. Curar al Estado. Purgar la infección.

La mirada de ojos azules del agente Oleg se limita a permanecer posada sobre el oso falso de peluche. Sobre los ojos hechos de botones negros y la boca de costuras, caídos sobre las losas del pavimento al lado de la hembra trastornada.

El sabio líder del escuadrón dice:

– Presente armas.

El hombre y la mujer locos obsesivos están refrenando a toda la falange anhelante y en ebullición de la maquinaria militar del Estado. Esos ciudadanos insensatamente trastornados por el afecto están asfixiando la justa resolución de todo el enorme poder del aparato estatal.

El líder del escuadrón, con la cara llena de rubor de sangre, repite:

– Presente armas.

El agente Oleg se abre el cierre de la pistolera y extrae la Beretta cargada con cargador reversible de quince balas, con velocidad de salida de 2.130,3 pies por segundo. Los ojos azules de Oleg están tan vacíos como el cielo azul. El azul helado de la ausencia de nubes.

– Rechace a los organismos dañados y peligrosos -dice el líder del escuadrón.

La hembra loca levanta el hombro propio y se apoya en los codos para posar la mirada en el agente Oleg. La estructura entera de la hembra adelanta su cara trastornada para acercarla más. La misma boca. La misma mirada. La boca irracional se abre y dice:

– Cariño…

Palabras idiotas.

En el mismo momento presente, el cañón del arma suelta un destello. Fuerte estampido. Hedor de humo de pólvora.

Cara demolida. Peligrosas palabras eliminadas. Todo el contagio expulsado por el orificio de salida situado detrás del cráneo, donde la sangre idiota satura el oso de peluche artificial. La piel de imitación se infla como esponja con la sangre evadida. Empapada. El bulto peludo con botones por ojos y costuras por boca se llena de rojo por el tinte de la sangre.

Los ojos del astuto líder del escuadrón observan el cadáver de la hembra loca, a continuación el líder se pone en cuclillas para agarrar el tobillo del cadáver y lo arrastra hasta que el cadáver reside cuan largo es sobre la alcantarilla del bulevar. La bota del líder del escuadrón mete al cadáver a patadas en la alcantarilla, y el astuto líder dice, citando al grandioso líder, al magnífico cacique Benito Mussolini:

– «La guerra es al hombre lo que la maternidad es a la mujer».

Al momento siguiente, el loco masculino retrocede dando un traspié, se pone de pie de un salto y huye. El ciudadano con enfermedad mental escarba un túnel por entre la gente con los codos, intentando escapar con la velocidad de sus rodillas a fin de poder extender su locura infecciosa.

El agente Oleg se agacha para adoptar las cuclillas del francotirador, extiende un brazo a modo de apoyo y equilibra la mano que empuña la Beretta no reluciente con acabado en negro mate para poner en el punto de mira al objetivo enfermo que se aleja. El objetivo cada vez más lejano se abre paso por entre la multitud del público. El punto de mira del arma está firme. Rastreando al objetivo.

Al momento siguiente, el cañón emite un destello. Fuerte estampido. Humo. El cerebro defectuoso del lunático masculino, el pelo que es un reflejo del pelo de Oleg, ese pelo amarillo, explota, y una cascada de pastel de carne gris y caliente rodea a los ciudadanos.

La multitud estalla en vítores ensordecedores. El aclamado líder del escuadrón hace una señal y blande la batuta para indicar que se reanude el ritmo del desfile. Con pasos de treinta pulgadas. La velocidad se acelera hasta seis por cinco, cubriendo cinco metros con cada seis pasos. Avanzando más deprisa hacia la victoria final. Abandonando con mayor velocidad los tristes fracasos de la historia pasada. Avanzando mejor por tramos de treinta pulgadas, treinta pulgadas, treinta pulgadas, llevándonos a un nuevo futuro resplandeciente.

Durante el desfile, la mirada del agente-yo se posa en una mujer desconocida que tiene una nariz igual que la nariz de este agente. Detrás del cordón de soga, la boca de la desconocida refleja la boca del agente-yo. El nombre del agente-yo queda estrangulado dentro de la garganta de la hembra desconocida. Este agente posa la mirada en los ojos idénticos. Dentro de su cabeza, la voz del agente-yo dice, en secreto: «Por favor… -Dice-: No debes emprender intento de rescate».

El agente-yo transmite una advertencia con la mirada a la mujer desconocida que anhela acercarse y que muestra unas orejas idénticas. Transmite advertencia a otro desconocido masculino que agita la mano para atrapar la atención de este agente. El hombre desconocido exhibe la misma cara que el agente-yo, la misma nariz y los mismos ojos, la misma boca exacta y el mismo color de pelo. Para proteger a la posible fuente reproductiva, este agente aparta la mirada. Pone un fruncimiento en el ceño y proyecta la mirada en la dirección opuesta.

Al momento siguiente, al momento siguiente, al momento siguiente, diez mil botas marchan. Pisotean la cara del oso de peluche. Hilera tras hilera de agentes pisotean con sus botas la cara con sus dos botones negros cosidos que hacen de ojos y saturada de sangre de la loca muerta. Cada pisotón exprime la sangre del relleno y aplasta más y más el pellejo. Con cada hilera de soldados, el oso queda más chafado y reseco. Apisonado bajo las orugas de los tanques de batalla, molido sobre las losas del pavimento hasta vomitar su relleno, una y otra vez, hasta desangrarse y vaciarse a pisotones. Sus partículas se vuelven más y más pequeñas, hasta que el osito deja de existir. Borrado.

Planeando para controlar el cielo, un caza a reacción Rafale C originado en Francia. Renglones paralelos de muchos cazas a reacción JAS-39 originados en Suecia. Embarazados con gloriosos misiles AIM-9 Sidewinder.

Las botas de los miembros del desfile dejan huellas rojas, un rastro de impresiones rojas por el bulevar.

Las botas orgullosas pisan la materia gris, pisotean el relleno de peluche, hasta borrar de la existencia la historia del pasado reciente y la del pasado lejano.

Cita: «La guerra es al hombre lo que la maternidad es a la mujer».

La bota del agente-yo, la generación entera al completo de este agente, desfilan en dirección al horizonte lejano, con paso de marcha, paso de marcha, desfilando cinco metros con cada seis pasos hasta el lejano punto de fuga.

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