Empieza aquí el primer informe del agente-yo, número 67, a su llegada a aeropuerto del interior americano situado en la periferia de XXXXX. Vuelo XXXXX. Fecha XXXXX. Misión prioritaria gran éxito a obtener. Nombre en clave: Operación Estrago.
Compañeros de misión ya han pasado el control de inmigración, salen por la puerta de seguridad y abrazan a las personas de sus familias-huéspedes respectivas. Agente Tibor, número 23; agente Magda, número 36; agente Ling, número 19. Todos violan la seguridad del puerto de entrada americano de forma exitosa. Todos ya están insertados en familia americana corrupta de ingresos medios, todos en distintos hogares, distintas escuelas y barrios de misma ciudad. No más tarde del día siguiente de hoy, la red estratégica de agentes debe establecerse.
El encargado de pasaportes, un hombre sin rango situado detrás de cristal antibalas, abre y lee el libro pasaporte del agente-yo, cotejándolo con documentos de visado, a continuación echa un vistazo a este agente y dice:
– Estás muy lejos de casa, hijo.
El hombre es un vetusto animal enjaulado que se está muriendo por culpa de ser demasiado alto, la sangre espesa se le acumula en las venas de las piernas. Encerrado todo el día, en cualquier momento puede echar a andar al lavabo y, catacrac, un coágulo se carga el cerebro.
El encargado de pasaportes pregunta:
– ¿Y dices que eres un estudiante de intercambio? -Dice el hombre-: ¿Cuántos años tienes, chaval?
Usando los dedos, el agente-yo se pone a contar uno, dos y hasta trece.
– ¿Trece años? -dice el encargado de pasaportes. Detrás de su cristal, dice-: Sí que eres pequeño para tu edad, ¿no?
El agente-yo dice: uno-tres. Levanta los dedos y repite la palabra: trece.
Sería posible que el puño de hierro del agente-yo generara un estallido enorme, patapum. Que reventara el cristal antibalas. Y atacara con la maniobra Muerte Rápida por Golpe de Cobra para hundirle la tráquea al hombre. Dejándolo muerto fulminado en el acto.
La lengua de agente lame hasta tocar la muela del fondo, la muela donde hay un hueco con cianuro escondido, la lame pero no muerde. Todavía no. La lengua que lame nota la muela húmeda y suave. Trago saliva, cuento en voz alta uno, dos y también con los dedos de la mano hasta seis. Le digo al encargado de pasaportes que voy a ser estudiante de intercambio con una familia-huésped durante seis meses.
El encargado de pasaportes golpea con tinta la página del libro y marca la validez para entrar en país. Le devuelve el pasaporte a este agente. Y dice:
– Bienvenido al mejor país del mundo. -Pulsa un botón, y las puertas abren un camino al interior de Estados Unidos, dándome acceso a la familia-objetivo a cosechar.
Con un solo paso de su pie, el agente-yo va a violar la seguridad del degenerado nido de serpientes americano. La guarida del mal. El cubil de corrupción. La familia-huésped del agente-yo espera, con los brazos-huéspedes doblados para agitar los dedos-huéspedes y llamar la atención de este agente. La familia-huésped grita, con los brazos en alto y meneando los dedos.
Para que conste en acta, el padre-huésped tiene aspecto de enorme vaca jadeante, que expulsa un aliento pútrido de carne sacrificada en el matadero y vocifera soltando tufo a Viagra mientras extiende el brazo para estrechar la mano del agente-yo. A juzgar por la tasa de compresión de su puño, y de la proporción hueso-vaca, el padre-huésped contiene un 31,2 de grasa corporal. Lleva puesto un dispositivo de muelle anclado sujeto al bolsillo de la pechera de la camisa, y de allí cuelga una insignia con un nombre plastificado, con el código punto naranja, nivel de seguridad nueve. Una banda magnética para ser descifrada por un lector. La banda indicadora de exposición biológica típica de la industria americana, donde la línea de la parte baja de la insignia es gris, y la banda no muestra ninguna exposición reciente.
El agente-yo está zarandeando el puño enorme del padre-vaca mientras la mano libre del agente intenta agarrarle la insignia de seguridad.
Y al siguiente momento, el padre-vaca huésped dice:
– Quieto parado, pequeñajo. -Dice-: Eso no se toca. -Y tocando la insignia, dando golpecitos con la tarjeta plastificada contra su propio pecho hediondo a vaca, el padre dice-: Alto secreto. -Cuando habla emite aliento de Viagra, tufo a Propecia y a goma de mascar de menta.
El agente-yo está listo. Podría limitarse a dar sendos golpes afilados con los codos en el pecho del padre, uno-dos, catacrac, la maniobra del Águila Voladora, y al cabo de tres días, para el día después del día siguiente de hoy, el padre estaría vomitando los dos pulmones, deshecho en hemorragia masiva, muerto. Rápido y fácil como cosa de niños.
La madre-huésped clava el codo en las costillas del padre- huésped y dice:
– Menos lobos, señor Importante.
La madre-huésped tiene aspecto de pollo tembloroso, con una barbilla huesuda y afilada que parece un pico, una barbilla que se hunde y se gira a los lados, no se queda quieta ni un momento, y la madre-pollo dice:
– ¡Mírate! -Su cara estalla en un grito silencioso de ojos como platos y dientes, lengua puntiaguda y cejas que salen disparadas a lo alto de su frente de pollo. Las garras huesudas de la madre-pollo agarran las dos manos de este agente y las levantan para extender los brazos demasiado por encima de la cabeza de este agente. Dejando al agente-yo así de explícito e indefenso, la madre-huésped dice-: ¡Pero mira qué flaco!
Engarzadas en una garra huesuda de pollo, las llaves del automóvil se mecen y tintinean. Es la clase de modelo americano de coche que requiere 17,1 minutos solamente para llenar el depósito de gasolina. También están las llaves de la estructura residencial de la familia-huésped. Las llaves de otros automóviles quedan aplastadas entre la garra huesuda de pollo y la mano del agente-yo. Los dedos de este agente se cierran en torno a las llaves y empiezan a intentar robarlas de la garra con sigilo.
Al momento siguiente la madre-huésped dice:
– Tenemos que poner algo de carne en esos huesos.
Las llaves de la madre-huésped quedan encerradas dentro de su garra. La madre está sudando por todos los poros, emitiendo un fuerte olor a estofado mezclado con café helado al moca y la vainilla más combinado de Zoloft y Xanax. Tufo a suplemento de estrógenos. Hedor a lanolina que le sale de cara arrugada por culpa del exceso de pastillas de ácido fólico.
A juzgar por la flexión de los tejidos del dedo índice, la resistencia de los tendones y la fricción térmica, calculo que la madre-pollo tiene un 6,3 por ciento de grasa corporal. Presión sanguínea 182/120. 93 pulsaciones en estado de reposo. Edad 42,3 años. Dentro de seis años, presa fácil de derrame cerebral y muerte.
El apellido de la madre y el padre-huéspedes es Cedar. Sus brazos rodean al agente-yo. Abrazo de oso.
Al siguiente momento, presentan a los dos hermanos-huéspedes.
La hermana-huésped empuja un fardo empapelado hasta que choca con el abdomen del agente-yo, el papel rojo constreñido por ataduras sintéticas de color oro falso que forman un nudo elaborado y florido en la parte superior. Impresas en el papel, unas letras doradas en inglés dicen: «Feliz cumpleaños».
– Es una camiseta -dice el hermano-huésped-. Ten un poco de educación. -El hermano-huésped perro-puerco lleva en los brazos un aparato de plástico negro y se dedica a hacer pitar botones con sus pulgares de perro-puerco. El plástico negro emite ruidos de muchos pequeños estallidos. Detonación de ametralladora. El hermano-huésped perro-puerco dice-: No pienso compartir mi habitación contigo, piojoso.
El aliento del perro-puerco apesta a Ritalin. Hedor contaminante de pegamento para aviones de miniatura y masturbación frecuente. Y por debajo… tufo a sangre secreta, látex y sudor de miedo. El perro-puerco no levanta la cara, pero tiene una mejilla marcada con enorme hematoma morado. Edad estimada: 14,5 años.
Entre sus tics de madre-pollo, y agitando un dedo muy estirado, la madre-huésped dice:
– Eh, no seamos racistas…
Se podría hacer con facilidad que los pies del agente-yo golpearan al perro-puerco, bam-bam, con la Patada Mortal de la Cigüeña Voladora Gigante, provocando el colapso del arco cigomático del perro-puerco, impulsando el hueso para que se clavara como una lanza en el cerebro, crac-bum: muerto antes de expulsar la siguiente bocanada de aliento pestilente.
Para la madre-huésped, un rápido plan dim mak, toque fatal en el meridiano de acupuntura, la dejaría muerta al instante y sin dolor igual que un maniquí mook joong.
Para que conste en acta, solamente la hermana-huésped parece un oponente digno. La hermana-huésped es una gata sigilosa. Una gata nocturna, callada pero captando con ojos todo lo que pasa. La hermana-gata pone el fardo envuelto en papel rojo en los dedos del agente-yo y me dice:
– Espero que sea de tu talla.
Los dedos del agente-yo se cierran en torno al paquete, el papel rojo es suave al tacto. Tiro del oro falso del lazo florido, con cuidado de no rasgar el papel ni romper la ligadura. Este agente deconstruye el paquete con el mismo cuidado que si fuera un obús de ignición retardada de cañón turco de artillería pesada T-155 Panter. Dentro, tela negra doblada con escritura en letras inglesas. Despliego la tela para revelar un blusón con inscripción delantera que dice «Propiedad de Jesús» encima de una forma que imita un pez, parecido a los dibujos primitivos de peces de los cavernícolas.
Los compañeros-agentes de misión se aproximan en plena llegada para recoger sus equipajes, las familias-huéspedes objetivos los envuelven con los brazos y dicen: «¡Todos a abrazarse!». La agente Sasha. El agente Vigor. Aceptan agarrar los cordeles de unas pelotas flotantes plateadas que tienen las palabras inglesas: «Bienvenido a Jesús». Otra pelota flotante dice: «¡Sonríe!». Otros paquetes envueltos en papel. Otros agentes están sepultados en gruesas capas de brazos americanos. Todos los americanos intentan en secreto husmear a los agentes, barrerlos con sus ojillos de serpiente en busca de suciedad o de gérmenes de enfermedades extranjeras. Las familias-huéspedes de mis compañeros-agentes se van alejando, caminando a lo lejos hasta que desaparecen por las puertas de aeropuerto hasta sitios donde ya los esperan automóviles. En el margen de la calle de fuera ya resuenan bocinas de coches. Todos los automóviles igual de grandes que casas.
Empieza aquí la fase uno: Operación Estrago.
Los brazos del agente-yo forcejean para ponerse la prenda de tela negra por la cabeza, tiran de la tela hacia abajo para pasarla por los hombros y luego por la cintura hasta que la tela negra queda colgando a la altura de las rodillas y más abajo todavía. El borde de la manga pequeña cuelga sobre los codos. La palabra «Jesús» pende sobre la entrepierna. El cuello del blusón es lo bastante grande como para rodear el cuello y un hombro de este agente.
El padre-vaca jadeante dice:
– Ya la llenarás cuando crezcas. -Dice, con aliento apestoso de flúor-: Ten. -Y me da un trapo de tela fijado parcialmente a la punta de un palo de madera. Una banderita americana del tamaño de una servilleta. Blanca, roja y azul.
El agente-yo coge el palo de madera con los dedos como si fuera un tallo de hierba pestilente. Agito la bandera a rayas para alejar el tufo que rodea a la familia-huésped. Hediondez a grasa de mantequilla. Efluvio de jabón químico para el pelo. Pestilencia inmunda de dinero en metálico americano.
La mano del enorme padre-vaca se levanta, con todos los dedos extendidos como si fuera a hacer un juramento. Los labios del padre-huésped dicen:
– Somos más que una familia. -Y se pone gritar-: ¡Somos un equipo!
La madre-huésped flexiona las dos piernas al mismo tiempo para poder dar un salto y golpear la palma de su mano contra la mano abierta del padre, haciendo un estruendo de palmada al chocar. Y la madre-pollo-huésped grita:
– ¡El equipo Cedar!
Se empieza a notar aquí el delicioso regusto de la familia- huésped, la lengua caliente del agente-yo ya nota el sabor salado de la inconsistente sangre americana. Los dientes del agente ya desgarran la carne de la decadente familia-huésped. La saliva del agente-yo le llena la boca hambrienta y lo obliga a tragar. La lengua del agente-yo relame los labios. Inunda la muela del cianuro. El crujido de los huesos de huéspedes podría ser dulce entre los dientes de este agente. El estómago gruñe. Pronto ellos gritarán chorros de sangre, sus bocas enormes como trompetas bostezarán chorros de sangre, pronto muertos. Venganza suprema.
La etiqueta interior del blusón de Jesús dice en letras de imprenta: «Fabricado en China».
La etiqueta del tallo parecido a hierba de la bandera americana dice en letras de imprenta: «Fabricado en China».
El agente-yo no dice nada en voz alta, pero sí dentro de su cabeza, citando al hebreo renegado y genio corrupto Robert Oppenheimer, padre de la bomba atómica: «Me he convertido en la Muerte, el que destruye los mundos». Al siguiente momento, dirige unos risueños ojos de agente a la familia-huésped objetivo, con la boca del agente compuesta para sonreír, especialmente extraamplia para mostrar muchos dientes blancos y afilados.
Cita: «Es para comeros mejor, queridos».
Y repito la cita dentro de la cabeza: «Me he convertido en la Muerte…».
La madre-pollo dice:
– Te vamos a convertir en un americano… -Con las llaves del automóvil tintineando, y esa barbilla que parece un pico bamboleándose sin cesar, la madre-huésped dice-: Lo haremos, o juro ante Dios Todopoderoso que moriremos en el intento.