COMUNICADO DECIMOQUINTO

Empieza aquí el informe decimoquinto del agente-yo, número 67, sentado en la cámara subterránea diseñada con el fin de que la familia Cedar observe el aparato de visionado de televisión. Residencias comunitarias subdivididas en el borde del área metropolitana de XXXXX. Fecha XXXXX. Acostado a bordo del enorme banco tapizado y atiborrado de muchos cojines, acompaño al hermano-huésped-perro-puerco para analizar el vídeo documental registrado durante la resolución de las Naciones Unidas en Miniatura. Evadiendo numerosos contactos telefónicos del programa XXXXX de cadena de televisión americana.

Para que conste en acta, los chacales babeantes de los medios informativos americanos recorren ahora mismo con sus pasos el perímetro exterior de esta residencia. En el exterior pulula un enjambre de muchas hienas periodistas, equipadas con cámaras, capaces de implacables retransmisiones por satélite. Buitres parásitos al acecho. Manada paciente e implacable de águilas ratoneras.

El hermano perro-puerco revisa una variedad de imágenes que están siendo emitidas en el momento actual. Despliega consecutivamente distintas emisoras afiliadas a cadenas nacionales malignas, y todas muestran a ciudadanos llorando después de las Naciones Unidas en Miniatura. Muestran el cadáver de la delegada muerta de Brasil, cubierta de tela blanca y con la tela manchada de rojo. La razón exclusiva de que se perciba que es Brasil es que por un extremo del sudario blanco sobresale el alto tocado fabricado con plumas de loro de los colores del arcoíris.

Dentro de la cabeza del agente-yo, cito al profeta iluminado, al regio mártir Richard Nixon, que dijo: «Cuando se trata de las noticias, en la prensa no existen los amigos: son todos enemigos».

Para que conste en acta, también reside a bordo del banco con cojines la enorme vaca jadeante, el padre-huésped. También el pollo nervioso, la madre-huésped. El dúo de padres-huéspedes están despatarrados e inconscientes, con los brazos y piernas extendidos, los músculos del cuello dejando colgar las cabezas hasta que estas descansan apoyadas en los hombros propios, los labios inertes y dejando escapar largos regueros de saliva translúcida. Inconscientes, emitiendo prolongadas inhalaciones líquidas y estridentes exhalaciones borboteantes.

El hermano-huésped le da un fuerte codazo al padre dormido y lo aparta con malos modos para que los cojines permitan acomodar al hermano y a este agente. El hermano perro-puerco pulsa los botones del teclado que hay en la capa superficial de una cajita de color plateado. Apunta con el extremo de la cajita en dirección al aparato de televisión y continúa tecleando. No ocurre nada. El rostro de cristal del aparato de visionado de televisión está oscuro y no emite imágenes. Y continúa oscuro.

El hermano-huésped invierte la cajita plateada y abre con el dedo una portezuela diminuta para dejar al descubierto unos cilindros pequeños de color dorado. Extrae los cilindros y dice:

– Gracias, mamá…

Con los pequeños cilindros cogidos entre el pulgar y el dedo índice, el hermano los agita muy cerca de los ojos cerrados de la madre-huésped, casi tocándolos. Agitando los cilindros delante de las narices de la madre-pollo dormida, el hermano-huésped dice:

– Gracias por dejarnos tus pilas gastadas.

Al momento siguiente emprende un pequeño desfile hasta llegar a la cámara de dormir donde, en una jornada normal, el padre-huésped duerme encima de la madre. El hermano perro-puerco dobla las rodillas para poder extender los brazos por debajo del colchón de los padres-huéspedes. Durante el arrodillamiento, sus dos brazos penetran en las profundidades de debajo del colchón y extraen una caja plana y ancha. Una caja de plástico moldeado de color azul intenso, con imágenes estampadas de color rojo intenso, amarillo intenso y también de color naranja. Una imagen de tigres de rayas que saltan para pasar volando por un infierno en forma de aro. Otra imagen de un hombre ataviado con ropa formal occidental decadente, chaqueta de cola y sombrero alto, haciendo restallar su látigo sin nada delante. Otras imágenes representan esa figura cómica clásica que tiene pintura blanca en la cara, una nariz roja cómica y un atuendo ridículamente grande. Las figuras cómicas se dedican a lanzar hacia arriba esferas que se quedan suspendidas formando un círculo.

El hermano-huésped coloca media sonrisa en su cara, golpea la cajita con el dedo índice y dice:

– Esta era mi caja de juguetes.

Las manos del hermano manipulan el cierre y lo levantan de manera que la tapa superior se abre sobre unos goznes y revela un interior atiborrado de numerosos misiles de pequeño tamaño, una plétora de bombas diminutas. A juzgar por su apariencia suave, y los colores rosa, amarillo y blanco, es probable que sean de plástico moldeado o de látex. Algunos misiles tienen muchas pequeñas estrías como flautas. Otros están rodeados de bandas con muchos bultos. Hay una bomba corta de mortero que tiene un amplio cinturón. Otra bomba es muy larga y esbelta como una carabina. Las manos del hermano-huésped seleccionan un misil largo, un obús de artillería, lo agarran por los dos extremos, el hocico y la cola, y se ponen a retorcer ese misil en dos direcciones opuestas. El perro-puerco lo retuerce hasta que la juntura invisible que hay en el punto medio del misil se hace visible y se ensancha para revelar una rosca. Las dos mitades encajadas del misil giran hasta separarse. El hermano agita una mitad hasta que las baterías cilíndricas emergen del misil.

Para que conste en acta, las manos del agente-yo eligen un misil tan pulimentado que el plástico rosa resulta resbaladizo al tacto. Un poco adhesivo bajo los dedos, la superficie del misil se nota sutilmente pegajosa, como si tuviera un historial de humedad posteriormente secada. Al examinar el misil, este agente manipula el dial rotatorio de la base. Y en ese momento mismo, el misil cobra vida con un salto. Una enorme agitación de temblores diminutos interminables, tan repentina que la mano del agente-yo suelta el misil tembloroso y lo deja caer sobre la colección de armas y municiones. Los pies de este agente se baten en retirada antes de que el total completo de todos los misiles pueda detonar.

– Buen trabajo, Pigmeo -dice el hermano-huésped-. Has encontrado una pila que funciona. -El hermano levanta el misil tembloroso y lo retuerce hasta que se abre la juntura y sale escupida una batería. El temblor se detiene.

Sin dejar de sostener el misil, el hermano dice:

– Este es el regalo que le hice la pasada Navidad a mi madre.

Usa el misil para señalar otra ojiva antitanque que hay en la caja y dice:

– Ese se lo regaló mi hermana.

Señala otro misil, uno enorme, del mismo tamaño que el mortero ligero modelo 99 Antos originado en la República Checa, y dice:

– Ese se lo compramos poniendo dinero entre los dos para el Día de la Madre del año anterior.

Todas las municiones de mortero y todos los cartuchos emiten un fuerte olor a partes pudendas femeninas.

El hermano ensambla el misil partido y se excreta la batería cilíndrica en el interior de los pantalones. Cerrando la caja de plástico azul intenso, dice:

– A mi padre le compramos una suscripción Premium de un año a la página web de Latinas Ninfómanas Cuasi-Menores de Edad. -Empujando la caja para volver a meterla debajo del colchón, añade-: Por lo menos de esta manera sabemos que están en casa… y no se meten en líos.

Emprendemos un pequeño desfile de regreso a la cámara subterránea del aparato de televisión, ubicación donde el padre y la madre huéspedes siguen inconscientes. Allí el hermano-huésped penetra la cajita plateada, la cajita que tiene botones en la superficie, inserta los cilindros y reajusta la trampilla. El aparato de visionado de televisión emite un destello, y el rostro del aparato emite la imagen luminosa de una hembra joven, la delegada de Guyana, cuyas manos se levantan el dashiki propio para desplegar un atractivo par de rellenos de jersey. La delegada retuerce el torso a un lado, luego al otro, y por fin repite el retorcimiento para provocar que sus melones adolescentes se bamboleen con un mecimiento hipnótico.

Al momento siguiente, la televisión muestra cómo el delegado Trevor Stonefield se quita el burka. Al momento siguiente, la cabeza del delegado de Ruanda, que estaba consumiendo tarta de hachís, engalanado con collar de numerosos dientes humanos y con franjas de pintura de guerra de colores rojo, amarillo y azul en las mejillas faciales, la cabeza de ese delegado explota. La imagen se paraliza en el momento justo en que los sueños del delegado, sus miedos, prejuicios y adoraciones, emergen todos en forma de burbuja rosa que le sale con un estallido del costado de su cráneo caucasiano. La boca del delegado continúa macerando tarta de hachís mientras la máquina de pensar entera se le escapa.

Apuntando con la cajita plateada al aparato de televisión, el hermano perro-puerco dice:

– Pequeño Pigmeo, esta cinta es mi gran ocasión de ganar una pasta gansa. -Dice-: Estás mirando una mina de oro más grande todavía que la filmación de Zapruder.

En ese mismo momento, una voz femenina emerge de las sombras de la puerta y dice:

– Lástima que lo hayas montado con porno pedófilo… -La voz se revela como procedente de la hermana-gata, que tiene la piel de la cara pintada de negro y el torso ataviado con un blusón y unos pantalones negros-. No va a haber ningún noticiario que saque tetas de menores de edad -dice la hermana-huésped-. Tendrás suerte si no te pasas el año que viene compartiendo celda con un pederasta.

Perro-puerco pulsa un botón que hace que el cráneo completo del delegado de Ruanda le salga expelido como si fuera un enorme estornudo de color naranja por el canal auditivo. Pulsa otro botón, y el contenido craneal del delegado se acumula, se reúne y regresa de un salto al cráneo, a continuación el delegado vuelve a sonreír, a comer tarta y a agitar el collar de dientes para que baile encima de sus músculos pectorales desnudos e hipertrofiados. Sigue pulsando teclas, y el cráneo del delegado vuelve a explotar. Ensamblaje, explosión. Ensamblaje, explosión. Avance y retroceso. Avance y retroceso.

– Para ya -dice la hermana-gata. La hermana-huésped se agacha para examinar la cara inconsciente de la madre-huésped. Usando el dedo, la hermana levanta la cubierta de piel del ojo materno-. ¿Los has drogado?

Usando las teclas para hacer explotar los cráneos y hacer botar las domingas, el hermano-huésped dice:

– Lo único que tengo que hacer es quitar las tetas. -Tocando las teclas de su cajita plateada, añade-: Según el último recuento, me debes quince somníferos.

Al momento siguiente, la hermana-gata se extrae un pequeño cilindro del pantalón propio y lo manosea hasta que un extremo del mismo se ilumina con un fogonazo. Abriendo con los dedos la cubierta de piel de los ojos, la hermana-huésped enfoca con el resplandor los globos oculares desnudos de la madre-huésped. Los iris de la madre-huésped ni se contraen ni se expanden. La hermana-gata aplica presión con dos dedos propios en el costado del cuello de la madre y dice:

– Tiene el pulso débil e irregular, capullo.

El potente resplandor empieza a perder intensidad y se apaga hasta desaparecer. La hermana-huésped sacude el cilindro a un lado y al otro y se pone a tocar el interruptor, pese a lo cual no crea iluminación. Y dice:

– Gracias, mamá, por pillarme las pilas de la linterna.

En el mismo momento presente, una mancha oscura florece en la entrepierna del pantalón del padre-huésped. La hermana-gata huésped frunce la cara alrededor de la nariz propia, efectúa una pequeña inhalación y dice:

– Papá se ha mojado. -Dice-: ¿Es que no piensas cambiarlo?

– La última vez -dice el hermano-huésped- te pusiste a gritarme que lo había dejado todo lleno de talco.

El aparato de televisión muestra a Trevor Stonefield activando el gatillo del Colt y gastando munición. La boca del cañón de dos pulgadas del Colt DA corto del calibre 38 emite destellos. Fuertes estampidos. Vaharadas de humo. El fez de un delegado se desintegra. Un sombrero cónico de culi queda atomizado.

– La última vez -dice la hermana-gata- le pasó a mamá, y la tuve que cambiar yo.

En la cara de la televisión se revela al delegado caucasiano de piel lactoide de Etiopía dando un salto festivo mientras se lleva las dos manos a la cabeza para ajustarse el hueso que lleva insertado en el peinado afro falso.

Pulsando los botones de su teclado, el hermano-huésped dice:

– Ya estoy tanteando a seis discográficas que quieren usar mis imágenes en sus próximos vídeos de hip-hop. -Dice-: Ni de coña pienso malgastar este material en un noticiario.

En el aparato de televisión se revela Trevor Stonefield, con la cara flanqueada por cortinas de pelo amarillo-claro. Ojos del color de descargas eléctricas azules.

La hermana-gata dice:

– Ese cabrón me pegó un tiro en toda la piña.

En el aparato de televisión, la bala disparada por el Colt Detective Special traza una trayectoria hasta colisionar con la piña de plástico que hay suspendida en equilibrio en lo alto del turbante provisto de muchas frutas falsas de la hermana-huésped. La piña emite pedacitos infinitos de plástico amarillo y plástico verde. La imagen televisiva de la hermana-huésped se desploma hasta convertirse en bulto inconsciente.

Mientras presencia las imágenes del interior del aparato de visionado de televisión, el hermano-huésped dice:

– Lo que se rumorea es que Trevor era un pedazo de maricón reprimido.

En el momento posterior, y en el siguiente, y en el siguiente, el hermano-huésped y la hermana se limitan a observar el aparato. Las mamellas se sacuden y caen muertas. Los zeppelines se bambolean y quedan salpicados de sangre. El caballero delegado de las islas Caimán recibe un balazo en la frente. El caballero delegado de Bermudas ve perforada su coraza de espinas entretejidas de puercoespín.

El padre-huésped continúa orinándose en el pantalón. Un cordel plateado de saliva viscosa se escapa de la comisura de la boca de la madre-huésped.

Hundiendo la mano en el pantalón propio, la hermana-gata extrae un espejo diminuto. La hermana se vuelve a inclinar a fin de colocar el espejo delante de los orificios nasales del padre. Después coloca el espejo debajo de las narices de la madre-huésped y dice:

– Están vivos a duras penas, pero saldrán de esta.

Sin apartar la mirada ocular del aparato de visionado, el hermano-huésped dice:

– Buena suerte cuando intentéis dar esquinazo a esos periodistas de ahí fuera.

La hermana-gata emprende un pequeño desfile hacia el banco acolchado donde reside este agente. La hermana se extrae del pantalón un frasquito, lo retuerce para destaparlo y hunde dos dedos en su contenido. Sus dedos sacan pintura negra, se quedan suspendidos cerca de la cara del agente-yo, y la hermana-gata dice:

– A ver, Pigmeo, ¿te parece que tienes lo que hay que tener para ser un buen espía?

La hermana se pone a extender una capa de pintura negra para esconder la piel facial de este agente. Sus dedos de gata establecen contacto con los ojos del agente-yo y difunden pintura alrededor de los labios de este agente. La hermana-huésped dice:

– Los espías tienen que ser sigilosos. -Dice-: ¿Sabes guardar secretos?

La hermana frota la piel de las mejillas de este agente.

Desplegados en el aparato de televisión, los melocotones danzantes de la delegada de Nueva Zelanda.

El arma del agente-yo se expande y colisiona con las restricciones que le impone el pantalón propio.

La hermana-gata dice:

– ¿Es capaz Pigmeo de esconder lo que está pensando, como los buenos espías?

Desplegado en el aparato de visionado, Trevor Stonefield mete un cargador nuevo en su pistola.

La hermana-gata extiende suavemente su pintura negra por la nariz del agente-yo y dice:

– ¿Puede Pigmeo hacer ese esfuerzo añadido tan duro e implacable?

Desplegada en la televisión, la figura diminuta de este agente está encogida detrás del atril. Acurrucada junto con la figura diminuta de la agente Magda. Al momento siguiente, la figura de este agente se lanza a sí misma hacia el techo, queda suspendida y da un salto mortal con todo su yo por encima del suelo, apoyando los brazos en la cúspide inclinada del atril, volando deprisa por el aire y ejecutando una Acometida del Lince precisa, fiii-crunch. Ejecuta giro del Lince Planeador para evadir la lluvia de balas, apunta con los pies a Trevor Stonefield y por fin impacta con las dos piernas del Lince rodeando con ellas la cabeza de color amarillo-claro, después flexiona las rodillas para arrancar el cráneo de Trevor de su atlas conectivo, creando una separación en la vértebra cervical quinta, cerca de la cúspide de la espina dorsal. Se oye un crujido muy fuerte, y se produce muerte instantánea. Decapitado. El Lince Planeador desciende a horcajadas del cuerpo que se desploma en el suelo, los músculos de Trevor todavía se estremecen, y sus ojos están muy abiertos por la sorpresa. El mismo cuerpo amarillo-claro que fue violado en el spa de hombres del centro comercial. La cabeza mustia sobre el cuello, muerta. Los globos circundantes y llorosos han quedado salpicados de sangre. Cadáveres contorsionados de delegados muertos. Trevor Stonefield ha sido interrumpido. Toda su ansiedad, todo su tumulto y sus aspiraciones, todos sus afectos y hostilidades… borrados.

La cara facial del agente-yo ha quedado pintada de negro y ocultada. Este agente dice:

– Por favor, en la realidad Trevor no era un individuo tan terrible…

Los medios de comunicación ya están tachando a Trevor Stonefield de maligno demonio diabólico para que pase a la Historia.

Cita: «Cuando se trata de las noticias, en la prensa no existen los amigos: son todos enemigos».

Durante el momento siguiente, el hermano perro-puerco pulsa una tecla para que el cuello de Trevor no esté retorcido. Todos los cráneos de delegados que habían sido vaciados de su contenido de pastel de carne gris quedan restaurados. Todos recuperan sus caras alegres. Este agente vuelve a golpear el estrado usando el tacón de una bota asociada con pastoreo de vacas. En el auditorio resuena la voz de Magda: «Estoy preñada de embarazo…». Las risas reverberan. A continuación, el hermano pulsa una tecla, y todos mueren. Todos vivos. Todos muertos. Toda la sangre queda contenida. Toda la sangre es expulsada. Avance, retroceso. Avance, retroceso. Y sigue tecleando ambas visiones mientras la hermana-gata sale para ir a buscar el contenedor de polvos de talco.

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