Empieza aquí el informe vigesimocuarto del agente-yo, número 67, sentado a la mesa de las comidas de la familia-huésped Cedar. En la festividad culinaria americana de Acción de Gracias. En el presente: la familia entera compuesta por el enorme padre-vaca, el hermano perro-puerco, la madre-pollo y la hermana-gata ha unido todas sus manos para crear una cerca que rodee la mesa de la comida del botín. Recitan el encantamiento religioso XXXXX. Expresan su agradecimiento por haber obtenido ese botín de la matanza de los ciudadanos enemigos de XXXXX. La nación celebra con vanagloria la victoria sobre los pueblos aborígenes de Norteamérica XXXXX. Para que conste en acta, los intestinos del agente-yo sufren infinito hartazgo por hincharse de la típica dieta del hogar americano. Los tejidos musculares asados del coronel Sanders. Un despliegue infinito de carnes diversas. Una selección demencial de quesos, tejidos y secreciones lácteas obtenidas de seres con menor conciencia. Las tripas de los ciudadanos de Estados Unidos se ven sometidas a terribles esfuerzos de procesamiento. La dieta abarca todo el espectro de culturas del globo entero: con base de almidones de maíz, arroz, trigo y patata. De todos los ciudadanos se espera que con cada cena sus tripas toleren la introducción de infinitas novedades perpetuas: fondue, dim sum, ternera a la Wellington. Sus intestinos son perennemente amenazados por lasañas, burritos y los Twinkies de la marca Hostess.
Toda la belleza creada por la deidad termina pasando por la boca y las vísceras de los americanos y siendo excretada por su ano.
Además, la industria alimentaria no para de introducir un torrente de selecciones culinarias novedosas, siempre ofreciendo nuevas torturas: filete a la tártara, crema de malvavisco, aspartamo. El bombardeo infinito de los microondas para hacer estallar los granos de las palomitas de maíz. Los hornos eléctricos eternamente ocupados, cargados de pizza de masa gruesa encerrada en hielo sólido.
La garra huesuda de la madre-pollo se extiende y agarra la piel de la mejilla del agente-yo, a continuación pellizca la piel y dice:
– Le he dicho a Pigmeo que puede cocinar cualquier cosa étnica que él quiera, siempre y cuando no me sacrifique una cabra en mi cocina.
En el amanecer de hoy, poniendo el tono de voz más dócil posible, el agente-yo ha solicitado preparar una comida de la patria nativa de este agente. Le ha plantado cara a la madre-pollo huésped en pleno dominio de los aparatos de cocina, en la despensa demasiado atiborrada de alimentos en conflicto.
La cara del agente-yo ha confeccionado un facsímil aceptable de una expresión de ternura, ha proyectado una conducta de afecto juvenil. Ha ejecutado su mejor imitación de la súplica del niño americano estúpido con mirada de perezoso. Ha argumentado que como la madre-huésped está eternamente preparando comidas tan deliciosas, eternamente aprisionada en la cámara de los fogones, para devolverle el favor este agradecido agente ahora tiene que amamantar a cambio a la familia-huésped. Congregar los comestibles de Acción de Gracias.
En el momento presente, levantando el tenedor con la mano para examinar sus dientes cargados de ternera, la madre-huésped hurga con la nariz para inhalar la carne y dice:
– ¿Te has enterado? -Dice-: Han detenido a Glen por abusar de Trevor… -Inclina el torso propio en dirección al padre- huésped y añade en voz baja-: Por abusar sexualmente.
La madre-pollo llena de tics dice:
– ¿Cómo pudo Glen Stonefield dejarse ver en la iglesia, llorando junto al ataúd de su niño? No lo entiendo. -Dice-: O sea, Trevor fue brutalmente sodomizado.
Los comestibles deliciosos están suplementados con una cantidad abundante de cloruro sódico. Las terneras exquisitamente sabrosas, los agradables granos de arroz con pólipos de patata triturados e impregnados de grasas lácteas, todo contiene un exceso de cloruro sódico. Generando un gran apetito de agua, catalizando una enorme ansia de engullir cantidades ingentes de líquidos.
El perro-puerco está engullendo, la hermana-gata, el padre-vaca y la madre-pollo, toda la familia-huésped permanece entregada a un festín de agua.
El ingrediente cloruro sódico provoca una carencia agónica de agua.
Con los orificios nasales muy abiertos para captar el aroma de la ternera, la madre echa un vistazo al tenedor cargado y dice:
– Supongo que la autopsia ha mostrado que Trevor tenía cicatrices. -La madre hace girar el cráneo para que uno solo de sus orificios nasales olisquee el bocado de ternera y dice-: Dentro del culo. -Los incisivos superiores e inferiores de su boca alcanzan el tenedor, se reúnen, se clavan y pellizcan una fibra muscular de la ternera, un cordel rojo de tendones de la ternera. Y añade-: Y las fisuras o lo que fueran… parecían recientes.
El padre-vaca inhala el olor que emana del tenedor y dice:
– Esto no está nada mal, pero no sabe para nada a la ternera que yo conozco.
Este agente explica que en la patria del agente-yo no se consumen terneras. Que la cultura de este agente considera la ternera exclusivamente una mascota. Un animalito doméstico.
El hermano-puerco agarra su tenedor y lo detiene a media distancia entre el plato y la boca propia. El hermano-huésped le echa un vistazo a su bocado de carne y dice:
– ¿Esto es ternera? -El perro-puerco posa la mirada en este agente. Y dice-: ¿Lo has cocinado tú?
La hermana gata-sigilosa dice:
– ¿Por qué está tan salada?
Y explico que inicialmente este agente ha necesitado capturar a la ternera, extraerle el collar con las medallas de identificación, practicarle la eutanasia indolora usando el Retorcimiento de Cuello del Ala de Pájaro, ñic-ñac, que le ha causado una muerte veloz al instante. Posteriormente ha tenido que sazonar el cadáver de la ternera, extraerle las zarpas, adobar la carne, dorar a la sartén y asar a cuatrocientos grados. Y sazonar con romero.
El enorme padre-vaca jadeante le guiña un ojo sonriente a este agente y dice:
– Te hace falta practicar más el inglés. -Dice-: Las vacas no tienen zarpas. -Dice-: Las llamamos pezuñas…
El hermano-huésped contrae los músculos trapecios y levanta los hombros para encogerlos cerca de las orejas. Luego continúa consumiendo ternera y dice:
– Acuérdate, hermanito, de que me vas a enseñar a matar con los pies desnudos. -Al momento siguiente, la cara se le descompone. El cuello se le bambolea. El espinazo se le desploma de manera que la cara se le derrumba con la nariz sumergida en las entrañas del montón de puré de patatas. Después de estrellarse, el cráneo del hermano-puerco se queda empantanado, inhalando salsa desde las profundidades de su sueño comatoso. Y balbucea dormido a través de la salsa-: Espero que sea la «ternera» de los Wilson.
Mientras se ahoga, el perro-puerco dice:
– Estoy harto de encontrarme sus cagadas con el cortacésped.
Al momento siguiente se colapsa la cabeza de la madre-pollo, dejando la barbilla afilada apoyada en la cobertura de tela de la mesa de la comida. La cabeza del padre-vaca se desploma a cámara lenta y más lenta y más lenta hasta aterrizar sobre el propio plato sucio.
El agua de beber llevaba añadida una densa dosis de flunitrazepan, píldora incolora de Rohypnol.
El agua llevaba añadida una potente solución de ácido gamma-hidroxibutírico, GHB líquido incoloro.
Llevaba añadida una potente suspensión de polvos blancos de hidrocloruro de ketamina.
Las coberturas de piel de los ojos de la hermana-gata empiezan a entornarse. Sus coberturas de piel se cierran, se abren de golpe y se vuelven a obturar. Los hombros de la hermana- huésped se colapsan, y su cara se desploma de lado hasta que la mejilla queda depositada en la superficie de la mesa. Los labios de la hermana borbotean, emiten un ronquido, borbotean y dicen:
– Pigmeo, traidor… -dice-: Si me despierto embarazada, te voy a romper la cara…
Acariciando el pelo de la hermana-gata, los tupidos cabellos que le envuelven la silueta del cráneo, el agente-yo cita al maestro vaticinador y pionero vanguardista Malcolm X, diciendo: «El futuro pertenece a quienes lo preparan en el día de hoy».
El agente-yo hunde la mano en los pantalones de la hermana-gata y constriñe la tela vaquera caliente que cubre el músculo del muslo de la hembra. De ahí extrae un cilindro para iluminar y manipula su gatillo, pero no se produce ningún resplandor. La bombilla eléctrica está intacta. La conclusión es que las baterías están agotadas.
Del pantalón de la hermana extraigo un frasco que contiene ungüento de pintura negra.
Al momento siguiente, la misión requiere que el agente-yo se aventure debajo de la mesa familiar, avanzando sobre las manos y las rodillas. Por el suelo, escondido bajo el cubre-mesas de tela. Este agente se aventura hasta posicionarse entre las rodillas de la madre-huésped e introduce el cráneo propio dentro de los bajos de la falda materna. Los dedos del agente-yo agarran el borde elástico, el encaje decorativo cosido a la ropa interior de la madre-huésped, y tiran de él para retirar dicho atuendo y revelar el pubis maduro. Los hombros del agente-yo separan los muslos maternos para abrirlos más y permitir que sus dedos exploren el orificio vaginal. Descubren que dicho orificio ya se encuentra lubricado por copiosas secreciones de mucosidades naturales. Sumergiéndose en las profundidades de la bóveda vaginal, el dedo descubre que contiene un reducido misil de plástico pulimentado que va emitiendo una suave vibración temblorosa. A través del tejido de la cavidad, se perciben las contracciones del músculo cardíaco, débiles e irregulares. A continuación, para efectuar la extracción deslizante es necesario batallar contra el vacío a fin de liberar por completo el misil de plástico del canal de carne. Completamente extraído, el misil es de plástico de color amarillo intenso. Lo retuerzo hasta que aparece una rosca en la mitad, la desenrollo y retuerzo ambas mitades hasta que quedan medio separadas. Y cosecho las baterías cilíndricas.
Coloco la batería agotada dentro del misil. Sello las dos mitades entre ellas. Vuelvo a implantar el misil hasta ocultarlo en el pasaje de alumbramiento de la madre-huésped.
Manipulo el gatillo, y el cilindro iluminador produce un brillo de potencia enorme. Baterías válidas.
Este agente selecciona un utensilio denominado cuchara y realiza frotamientos rápidos del metal de la cuchara contra la tela de la manga del blusón, a fin de obtener un reflejo de la cara del agente-yo, un reflejo invertido, mientras me aplico una capa de pintura negra. Este agente se impregna de negro bordeando la boca. Se impregna de negro las inmediaciones de los ojos, borrando la imagen invertida del agente-yo. Borrando hasta que desaparece el rostro del agente-yo.
Al momento siguiente, el agente-yo posiciona dos dedos pegados al costado del cuello de la hermana-gata. Detecta el músculo cardíaco de la hermana, que bombea débilmente y muy pocas veces. Al retirar los dedos, permanecen en la piel de la hermana dos manchas ovaladas de pintura negra, con la forma de las áreas de fricción que ha practicado este agente. Posiciona la cuchara de metal bruñido en el trayecto de salida de los orificios nasales de la hermana-gata, y el flujo del vapor de su aliento los deja ligeramente nublados, prueba de que sigue viva.
Este agente frunce con fuerza los labios, agarrota los músculos labiales tan fuertes como puños. Luego el puño a presión de sus labios establece contacto con los labios de la hermana-gata. Al retirarlos, este agente dice:
– La única cosa que la vida garantiza a los humanos que van a disfrutar es la llegada de la muerte. -Dice-: La nación de la hermana-gata no es más que un concurso infinito para ver quién es más popular. Los ciudadanos americanos viven todos esclavizados por el deseo de afecto y atención de todos los demás ciudadanos.
Adictos a la adoración. Urgentemente necesitados de ardor procedente de todas las direcciones.
Los ojos del agente-yo observan la aplicación de pintura negra, los labios manchados de negro del agente-yo crean unos labios de color negro sobre la hermana-gata. En un evento del futuro, la hermana-gata examinará el espejo y se verá reflejada en él para descubrir que sus labios han sido besados en negro.
Sería posible que este agente se limitara a cargar con la hermana hasta llegar a la plataforma de dormir y le quitara todo su atuendo. El arma del agente-yo estaría lista ante una vagina indefensa y sin ropa. Podría aplicar una multitud de besos negros y borrosos que quedarían impresos en los pezones y la vulva de la hermana-huésped. Sería posible montar la vagina dormida para implantar la semilla propia.
Sería posible que la mandíbula del agente-yo mordiera la muela trasera especial de este agente y liberara con un estallido el cianuro que hay implantado en la cavidad de la muela trasera. Que violara la cavidad. Y expectorara el cianuro dentro de los labios de la hermana-huésped.
Con la hermana-gata tambaleándose al borde de la muerte, con el corazón de la hermana ralentizado hasta flirtear con las lesiones cerebrales, por culpa de la potencia de los sedantes, en el momento actual parece seguro que este agente ofrezca un anuncio. Con los labios del agente-yo ya de color rojo, dejando la propia marca negra atrás, este agente dice:
– Si pudiera obtener únicamente el amor de la hermana…
Y añade:
– Este agente jamás requeriría otro amor…
En lugar de fecundar a la hermana-gata, en lugar de asesinarla con cianuro, los pies del agente-yo emprenden un pequeño desfile hasta posicionarse junto al padre-huésped dormido. Los dedos de este agente se enredan entre los cabellos de la cabeza del padre-vaca y tiran de ellos para levantar de la mesa el cráneo del padre-huésped. El inconveniente es que los pelos de su cabeza se desprenden del cuero cabelludo. Los mechones se revelan como artificiales. A modo de solución, el agente-yo le engancha dos dedos en los orificios nasales y los usa como anclas para levantarle el cráneo. La boca del padre emite un ronquido estridente hacia el techo. Cuando la pechera del blusón del padre queda expuesta, este agente le sustrae la insignia de seguridad.
Utilizando la cuchara de metal bruñido, y mientras mantiene enganchados con una mano los orificios nasales para levantarle la cabeza al padre-vaca, el agente-yo usa la otra mano para encajarle la cuchara en el borde inferior de la prótesis ocular. Mete la cazoleta de la cuchara en las profundidades de la ranura que queda entre el ojo y la cuenca de carne del cráneo del padre. Menea la cuchara para encajarla más adentro y por fin incrementa la presión sobre el mango del utensilio hasta que la presión causa que el ojo sobresalga. Haciendo palanca con la cuchara para forzar la escapatoria del ojo, por fin este ya casi ha emergido de la cuenca gracias al aumento de los suaves tirones. El ojo es muy realista y está recorrido por incontables túneles para la sangre que parecen grietas. El iris está fabricado en todos los tonos del verde.
– ¿Pigmeo? -dice una voz femenina.
El ojo artificial del padre-huésped ya está casi a punto de soltarse. Ya sobresale antes del momento crucial del desprendimiento ocular.
La hermana-gata ha levantado un poco la cabeza de la mesa y ahora frunce los ojos para enfocar con ellos y dice con los labios negros:
– Ese es su ojo bueno… -Dice la hermana, con las cubiertas de piel de los ojos cerrándose-: Prueba el otro… -Dice-: Capullo.
El cráneo de la hermana-huésped se vuelve a desplomar en la superficie de la mesa y dice con voz amortiguada:
– Róbame unos cuantos cartuchos de impresora, ¿vale?
Y al momento siguiente se derrumba, embrujada por los sedantes, caída de pleno en un sueño sumergido.
Es posible que la hermana-gata haya percibido la declaración oral de amor de este agente.
Es posible que la hermana-huésped haya estado consciente durante la confesión del peor de los secretos del agente-yo.
Cita: «El futuro pertenece a quienes lo preparan en el día de hoy».
Al momento siguiente, la cuchara adopta una nueva posición en el otro ojo del padre-huésped. Se hunde para encajarse entre el borde del ojo y la cuenca. Aplica presión en el mango de la cuchara.
Dentro de su cabeza, el agente-yo recita en secreto: «… estroncio… plutonio… uranio…».
En el mismo momento, la prótesis ocular de cristal sale disparada haciendo una carambola en el costado del vaso de agua, vuelve a rebotar en el cráneo del hermano-puerco dormido, chapotea en la salsa con cloruro sódico de las patatas pulverizadas y por fin el ojo verde se queda mirando con desprecio en dirección a este agente.