CAPÍTULO 7

Jonas nunca había rezado tanto en su vida. Miraba ciegamente por la ventana del avión, alternando entre sentirse paralizado y perdido, y después golpeado por una furia tan ardiente que le aterrorizaba. Tenía miedo de hablar, miedo de que la rabia saliese de golpe y consumiese a todos los que le rodeaban.

Apretó las yemas de los dedos con fuerza contra los puntos de presión alrededor de los ojos, esperando que dolor palpitante se aliviase algo. Joley había tenido un jet privado esperando por ellos en el aeropuerto, y sabía que las Drakes estarían volando desde todas partes del mundo, pero ¿cómo podrían llegar a tiempo para salvar su vida?

Hannah. Susurró su nombre. No me dejes.

Siempre habían tenido una conexión, desde que podía recordar. La primera vez que ella había entrado en el patio del colegio, flaca, pálida, toda cabello rubio con rizos saltarines por todas partes, supo que había nacido para él. Él era unos años mayor, y se sintió avergonzado por mirar fijamente a una niña tan pequeña, aunque, a los diez años, no la estaba mirando con interés sexual. Fue más bien que supo que era la única, casi desde el momento en que había visitado la casa de los Drake, pero al verla allí, en patio del colegio… simplemente lo había sabido. El conocimiento le había sorprendido, por estar tan seguro. Desde ese momento fue una parte de él, como respirar.

Por supuesto, ella nunca le había mirado. Demonios. Ni siquiera había hablado con él, no en el colegio en todo caso. Había odiado eso. Una vez se enteró de los ataques de ansiedad y timidez, lo entendió, pero por aquel entonces, había sido demoledor. Había actuado con seguridad alrededor de ella sin importar lo que pasase en su vida. Incluso entonces, había necesitado probar que era más tenaz y más fuerte, para ser digno de Hannah.

Y en lo más profundo de su corazón, había sabido que era imposible. Nunca sería digno de Hannah. Nadie lo era. Era tan diferente. Hermosa más allá de la razón, pero era mucho más que eso. Dulce. Tan endemoniadamente dulce. Queriendo preocuparse por todo el mundo. ¿Y dónde dejaba eso a un hombre que había vivido la mayor parte de su vida entre las sombras, cazando a los tipos malos?

Él la conocía. Por dentro y por fuera. La conocía. Era hogareña, no la trotamundos que todos pensaban. Estaba cómoda con un par de vaqueros y una camisa de franela, no con las ropas sofisticadas y elegantes que le sentaban tan bien. Pero aún así él no podía tener a alguien tan bueno que la luz brillaba a su alrededor, no cuando siempre vivía en las sombras. Vive, cariño, por mí, vive.

– Todavía está viva -murmuró Sarah, como si leyese su pensamiento. Estaba sentada junto a él, con su prometido Damon cogiéndole la mano con fuerza mientras ella concentraba cada gramo de su poder en estar conectada con Hannah. Jonas sabía que todas las Drake lo estaban. Hermanas. Tías. Su madre. Primas. La familia era enorme, como lo eran sus poderes, y Jonas supo sin ninguna duda, que todos estaban centrados en salvar a una persona-. Estamos haciendo todo lo que podemos.

– Sólo permaneced con ella hasta que lleguemos allí, Sarah. Una vez que esté con ella, podré ayudar.

– ¿Por qué alguien le haría eso? -Preguntó Sarah, su voz ahogada por el pesar-. ¿Por qué alguien querría herir a Hannah?

Inmediatamente Damon pasó un brazo a su alrededor y se aproximó para acercar la cabeza a la suya, como si la ayudase a absorber la implacable tristeza.

Jonas podría haberle dicho que no serviría de nada. Sarah sabía, al igual que él, que quienquiera que hubiese hecho eso no había querido herir a Hannah, había querido destruirla. El ataque había sido espantoso, abrumador, en televisión, un mensaje enviado a millones de personas. El atacante estaba muerto y puede que nunca averiguaran sus verdaderos motivos, o si había sido un acto aislado de violencia demente. Algunos simplemente estaban locos. Con la mente trastornada. Él había visto lo suficiente como para que le durasen toda una vida. A veces no había ninguna razón para que la gente hiciera esas locuras.

– ¿Con qué prontitud puede llegar Libby aquí? -mantuvo los dedos presionados sobre los ojos, ocultando su expresión.

– No lo suficientemente rápido -admitió Sarah. Su voz se rompió-. Esto no puede estar pasando. No a Hannah. Ella es tan… -Sacudió la cabeza, presionándose la mano contra sus temblorosos labios-. Me tengo que concentrar.

– ¿La tienes?

Sarah se puso rígida. Era la pregunta que se estaba temiendo. Jonas estaba sacudido, destrozado, con un crudo pesar grabado con fuerza en su cara. Creería que tenían posibilidad de salvar a Hannah, si las Drakes la sostenían a su cuidado. Jonas ya no creía en muchas cosas, pero creía en su familia y en el poderoso vínculo que compartían. No le podía mentir, a Jonas no.

– Lo siento -dijo, con la mayor gentileza posible, cuando en realidad quería llorar un río de lágrimas-. Estaba demasiado lejos para que pudiese alcanzarnos. Ilya Prakenskii la tiene. Estaría muerta sin él, incluso ahora, y la han llevado a la sala de operaciones.

Jonas se sentó erguido. Por primera vez dejó caer las manos de su cara.

– ¿Cómo lo sabes?

– Él habla con Joley y ella nos transmite la información. Joley… -Sarah contuvo un sollozo, presionando su cara contra el hombro de Damon. Al instante él susurró en su oído.

– Joley le suplicó que no dejase morir a Hannah. Tiene miedo de Prakenskii, así que puedes imaginar como de extrema es la situación para que se ponga en deuda con él. -Estaba divagando por lo asustada que estaba, pero no parecía capaz de detenerse. Necesitaba tanto consuelo como Jonas-. Aún así, él salvó la vida a Hannah. Tú lo viste.

– También lo vi matar al hombre que la apuñaló. -Lo había hecho con tanta facilidad, tan rápido que el movimiento apenas se registró en la pantalla, tan veloz, practicado y fluído. Jonas sabía que lo había hecho demasiadas veces.

Ilya Prakenskii. Ahí estaba un verdadero rompecabezas. Jonas había intentado encontrar información sobre él. El prometido de Abbey Drake, Aleksandr Volstov, conocía a Ilya desde la infancia. Prakenskii había sido educado por el estado y entrenado como arma letal, pero a partir de ahí, el rastro se volvía borroso y ningún fisgoneo había revelado en lo que el hombre estaba envuelto en realidad. Aleksandr sospechaba que el actual trabajo de Prakenskii como guardaespaldas de un mafioso era sólo una tapadera de alguna otra cosa, pero si era así, su tapadera era impecable. Jonas, con todos sus contactos, no había sido capaz de encontrar nada. Ilya Prakenskii era una carta al azar, que tenía la vida de Hannah en sus manos.

Prakenskii podría estar trabajado para su gobierno, o ser realmente un hombre de Nikitin, pero fuera como fuese, estaba entrenado como asesino, y tenía la vida de Hannah en sus manos.

– No pudo hacer nada más -dijo Sarah-. Sucedió tan rápido. Tenía que detener al hombre.

Jonas no estaba tan seguro de que un hombre como Prakenskii tuviese que matar. Tenía elección y decidió la muerte para el atacante. ¿Por qué? ¿Venganza… o algo más siniestro? Demonios. Jonas ya no creía en nadie, especialmente no en el hombre que había salvado la vida de Hannah. Tuvo que forzar a su mente a pensar. Era la única forma de permanecer cuerdo hasta que estuviese con ella. Cuando estuviese con ella, el resto del mundo podía irse al infierno, por lo que a él concernía.

– ¿Trajiste los archivos de los locos? -preguntó a Jackson, que estaba sentado al otro lado del pasillo.

El ayudante abrió el maletín.

– Están todos aquí. ¿Crees que el asesino actuó solo? -Jackson lanzó una mirada aguda a Jonas-. ¿Sientes que la amenaza ha pasado?

A su lado, Sarah dejó escapar un pequeño sonido de angustia.

– Oh, Dios, Jonas. -Contuvo un sollozo-. ¿Crees que más de un hombre podría estar involucrado? ¿Hannah podría estar todavía en peligro?

Quería tranquilizarla, hacer que todo fuese mejor. Jonas Harrington, el caballero blanco, salvador del mundo. Demonios, no había salvado a la persona más importante para él.

Hannah.

Con la misma podía verla otra vez, en televisión, sonriendo mientras las cámaras disparaban, y la mirada rápida por encima del hombro mientras se avanzaba rápidamente entre la multitud, el giro, la mirada de conmoción, de horror cuando el cuchillo se elevó y cayó.

El aire en los pulmones de Jonas se quedó atrapado, y permaneció ahí, quemando hasta que pensó que iba a desmayarse. Se había enfrentado a balas, sangre y muerte en el campo de batalla más veces de las que quería contar. Había visto a su madre, una mujer dulce y maravillosa, ser devorada lentamente desde el interior, sufriendo cada momento de su existencia, y no había pensado -no había creído- que pudiese haber más dolor. Más furia. Sentirse -estar- más endemoniadamente desamparado.

– Jonas. -La voz de Jackson fue brusca y apremiante-. Céntrate. ¿Sigues sintiendo la misma amenaza hacia ella? ¿Fue un tío solo?

Se aclaró la garganta e intentó dominarse.

– Es imposible de saber. El peligro es tan fuerte que no puedo decir si es porque está cerca de la muerte o porque todavía hay alguien tras ella.

Sarah estiró la mano hacia el maletín y sacó algunas de las fotografías, sacudiendo la cabeza mientras las miraba.

– ¿Por qué demonios consideráis siquiera a esta gente? -Sostuvo en alto dos de las fotografías-. Dudo que un grupo pro-derechos de los animales considerase matarla y continuar enviando asesinos. E incluso el Reverendo con su grupo moral tendría poco que ganar.

– Permanecerían en las noticias. Quién sabe cómo piensa la gente retorcida, Sarah -respondió Damon, acercándola más. Él había sido una víctima y tenía cicatrices y la pierna que ya casi no le funcionaba para probarlo-. Podría haber una docena de razones, todas perfectamente lógicas en sus mentes. Cualquiera que hace este tipo de cosa está realmente mal.

Jonas giró la cabeza para volver a mirar fijamente pero sin ver por la ventanilla. Ya nada tenía ningún sentido. Nada salvo Hannah. Había perdido tanto tiempo esperando a que ella hiciese el primer movimiento. ¿Por qué lo había hecho? Tomaba el mando en toda situación, pero no con ella. Porque ella le tenía miedo. Suprimió un gemido. Esa era la verdadera razón. Era una persona que complacía a los demás, que quería que él fuera feliz, quería ver su familia feliz, siempre dando de sí misma, pero nunca tomando. También le quería a él feliz, pero no a costa de sí misma. Y se conocía lo suficientemente bien como para saber que no podría permitirse ser tragada por completo.

– Tiene genio -murmuró en voz alta.

Sarah le echó un vistazo.

– ¿Quién?

– Hannah. Tiene genio. Y cuando está enfadada, puede causar estragos.

– Por eso raramente hace algo más que tomarse pequeñas y molestas formas de venganza, como echar a volar tus sombreros por la calle -dijo Sarah.

– La abrumo, ¿verdad? -preguntó Jonas. Sabía la respuesta. Siempre le estaba ordenando hacer algo. Raramente se lo pedía. Demonios, había sido tan jodidamente miserable con ella en el hospital, que era un milagro que no hubiese sacado una pistola y disparado.

Sarah sacudió la cabeza.

– Honestamente no lo sé. Estoy empezando a darme cuenta de que no conozco a Hannah muy bien, Jonas. Pensaba que lo hacía, pero todas las cosas que creía saber sobre ella, bueno, creo que simplemente me dejó ver que lo creía que yo quería.

– Es tan malditamente hermosa y lista. Puede superarme cualquier día de la semana. -Jonas se pasó ambas manos por el pelo-. Cualquiera pensaría que debe de tener suficiente confianza para diez personas. Parece que la tiene. Es toda no-me-toques, no-me-revuelvas-el-pelo, con su actitud de estoy-tan-jodidamente-por-encima-de-ti-que-nunca-estarás-a-mi-altura.

– Es tan dolorosamente tímida que tartamudea, Jonas; eso no es algo que dé seguridad a una mujer. -Frotó la mejilla contra el hombro de Damon-. Tuvimos que ayudarla a hacer las apariciones públicas.

Jonas cerró las manos en dos apretados puños. Eso claramente les debería haber demostrado algo. Si Hannah no podía salir en público sin que sus hermanas la ayudasen, ¿no se les había ocurrido que la tensión sería demasiada para ella? No manifestó lo obvio. ¿De qué serviría? Sarah estaba empezando a darse cuenta por sí misma, y le dolería. Quería a Hannah. Se culparía a sí misma por no darse cuenta de que Hannah no había sido feliz. Todas las Drakes lo harían.

Hannah. Cariño. Te amo tanto. Tan jodidamente tanto. ¿Alguna vez te lo dije? No lo podía recordar. Le había dado todo lo que era, la había venerado con su cuerpo, ¿pero había pronunciado las palabras? Cobarde. Había sido un jodido cobarde incluso cuando ella se le había entregado.

– Jonas. -La voz baja de Jackson irrumpió sus recriminaciones-. Te vas a volver loco. Mira estos archivos. Haz lo que se te da mejor. Si Prakenskii eliminó la amenaza hacia ella, bien, pero si hay más, si hay un grupo detrás de esto, vamos a hacer que esté segura cuando se despierte.

Jackson no había dicho “si” se despertaba. Jonas se aferró a eso mientras cogía uno de los archivos y lo abría para mirar la cara infantil de Rudy Venturi.

– Este no. Está tan concentrado en ella que nunca la compartiría. En su mente tiene desarrollada una fantasía con ella. -Le pasó el archivo a Sarah-. Léelo, Sarah, mira a ver si sientes lo mismo. -Sarah tenía buena cabeza y un talento para “sentir” cosas a las que él no llegaba. Apostaría lo que fuera a que el ataque no había sido una conspiración que involucrara a Rudy, pero no estaba dispuesto a correr riesgos con la vida de Hannah. Sin importar lo que dijese Sarah, Rudy sería interrogado, pero quizás estaría en los puestos bajos de la lista.

Jackson le pasó el siguiente archivo abierto, dándole unos golpecitos cuando Jonas lo cogió.

– Este parece problemático -dijo Jackson-. No me gustan las cartas que ha escrito o las cosas que tiene que decir. Tiene bastantes miembros de su “rebaño” apoyándole y las cartas de esos son más fanáticas que las suyas. El Reverendo cree que Hannah, y las modelos como ella, están tentando a chicas jóvenes a cometer actos perversos, luciendo sus cuerpos y promoviendo la sexualidad y promiscuidad.

Jonas juró.

– Menudo santurrón hijo de puta. Es él el que fuerza a chicas jóvenes a actos perversos. Ha estado reuniendo un pequeño harén, chicas de las calles, que se han escapado. Y los hombres de su rebaño no son oveja, más bien lobos. Hasta ahora no hemos sido capaces de pillarlo en nada, pero sospechamos que tiene uno de los negocios activos de drogas más grande.

– ¿Nikitin se dedica a las drogas? -preguntó Sarah, devolviendo a Jackson el archivo de Rudy.

– Nikitin tiene la mano metida en prácticamente todo, pero Tarasov, su mayor competidor, dirige la mayor parte de los negocios en Rusia -dijo Jonas. No quería hablar sobre Boris Tarasov, no después de haber visto el material explosivo que había habido en la película que él y Jackson habían entregado a su comandante. Karl Tarasov y los hermanos Gadiyan habían conseguido salir del país, pero Petr había sido capturado tranquilamente cuando intentaba escapar, y estaba siendo retenido en un lugar no revelado. Con toda seguridad Jonas no quería saber su localización, pero quería enterarse de quién había sido el traidor dentro del Departamento de Defensa.

– ¿Alguno de estos archivos tiene algo que ver con alguno de los rusos? -insistió Sarah-. Quizás Nikitin estaba ahí por alguna razón.

– Nikitin tiene una razón para todo lo que hace -estuvo de acuerdo Jonas-, pero ninguno de ellos ha amenazado nunca a Hannah, o se ha comunicado con ella. Y ella no tiene ni idea de drogas, así que podemos eliminar a los rusos. A menudo Nikitin asiste a fiestas destacadas, en particular a las de la industria de la música y la moda. Creo que es seguro decir que fue allí para ser visto, más que para ver a Hannah. -Pero no estaba descartando nada por completo. Todos eran sospechosos, incluso Ilya, especialmente Ilya.

– También quiero echar un vistazo más de cerca al Reverendo -dijo Jonas-. Sarah, estudia su carpeta y dime si percibes alguna sensación de ella. -Le puso la carpeta en el regazo.

– Te puedo decir que es repulsivo -dijo ella, su mano se deslizaba sobre los papeles-. Y no se opone a la violencia, ni al dinero. También tiene una fijación con Hannah y Joley.

– Genial. -Jonas se frotó las sienes palpitantes.

Sarah tomó aire.

– Tiene una pared con imágenes y artículos de nuestra familia. Puedo verla.

– Me pones muy nervioso cuando haces eso -dijo Damon-. Nunca me voy a habituar a esto. ¿Estás segura, Sarah?

Ella asintió.

– Para alguien como el Reverendo, mi familia debe ser lo más cercano a Satán que se pueda encontrar en esta tierra. Si ha descubierto que alguna de nosotras puede hacer las cosas que hacemos, puede ser razón suficiente para agitar a sus seguidores a la violencia.

– Hubo un breve momento durante una entrevista con un reportero en que citó algo de la Biblia acerca de que cada uno recibe lo que cosecha -apuntó Damon-. Parecía muy devoto.

– Santurrón gilipollas -gruñó Jonas-. Ponlo a la cabeza de la lista.

– Este otro está en Deja que los Animales Vivan Libres, el grupo DAVL. Han hecho bastantes amenazas contra Hannah desde que los rechazó cuando le pidieron que fuese su portavoz. Tienen mucha pasta y una reputación desastrosa gracias a ella y a un amigo suyo reportero de investigación. Tienen la fama de ser violentos, todo en nombre de los derechos de los animales, por supuesto, y sabemos que algunos miembros del grupo la han amenazado muchas veces. -Jackson le pasó a Jonas la carpeta-. Creo que tenemos que examinarlos a fondo. Uno de los hombres que presentó pruebas contra ellos, Benjamin Larsen, desapareció el verano pasado.

– Es el que se deshacía de los cuerpos de los animales, y se estaba llevando partes de tigre y vendiéndolas en el mercado negro. -Jonas forzó a su mente a recordar, a pensar en algo que no fuese Hannah, yaciendo tan cerca de la muerte. Apenas podía concentrarse con el ruido en sus oídos y la protesta latiendo salvajemente en sus tripas.

– Exacto. Un negocio muy lucrativo hoy en día. La piel, las partes del cuerpo, pueden valer una fortuna si uno sabe lo que hace. DAVL protestaba contra un refugio de animales, obtenía un mandato judicial, sacaba a los animales y les practicaba la eutanasia tan pronto como los periodistas se iban. DAVL afirma que nunca han recibido ni un céntimo por la muerte de los animales, pero Larsen afirmó que las mascotas eran entregadas a centros de investigación y los grandes felinos fueron vendidos por partes en el mercado negro.

– Eso es horroroso -dijo Sarah.

– ¿Cómo demonios se vio Hannah involucrada? -preguntó Damon.

Jonas suspiró.

– Cuando les dio la mano, percibió todo tipo de imágenes y partió de ahí, pidiéndole a un amigo periodista de investigación que rebuscase. Todo el lío se descubrió y fue un escándalo enorme. DAVL lo minimizó, tienen mucha influencia política. A los políticos y celebridades les gusta la imagen de salvar la vida salvaje y DAVL es muy bueno consiguiendo publicidad. Les echaron la culpa a algunos miembros demasiados entusiastas y contrataron a una importante empresa de publicidad para cambiar por completo su imagen. Pero desde entonces Hannah ha estado recibiendo cartas.

Hannah. Ella había llorado ante el conocimiento, ante las impresiones que había obtenido cuando le había dado la mano al presidente. Jonas la había encontrado en la playa con lágrimas cayéndole por las mejillas. Fue una de las pocas veces que se atrevió a abrazarla. Encajaba tan perfectamente en su cuerpo, hecha para él, ese era su lugar. Quiso matar a todos los dragones para evitar que derramase más lágrimas.

Había sido suave y cálida, y totalmente femenina, su cabello había fluído alrededor de ellos como la seda. El mar había estallado en columnas tormentosas de espuma blanca, golpeando contra las rocas en armonía con su propia tormenta salvaje de lágrimas. El viento se había arremolinado en torno a ellos, apartándolos del resto del mundo, haciéndole sentir como si estuviesen solos y juntos, el sol pasando por cada matiz de rojo y naranja, una bola gigante y brillante vertiendo oro fundido en el agua revuelta. Todo había sido precioso y maravilloso, y tan correcto que le dolía cada vez que pensaba en ello, todo en Hannah era mágico, incluso sus lágrimas.

Jonas apartó la vista de Jackson, asegurándose de no tocarle. Sabía que Jackson era un poderoso psíquico, su talento era distinto al de las Drakes. Siempre se había preguntado si Jackson podía leer a la gente, captar pensamientos de ellos, pero Jackson prefería el silencio a hablar. Raramente desvelaba algo sobre sí mismo. Ciertamente nunca hablaba sobre sus dones psíquicos.

Jonas se sentía roto, incapaz de dejar de estar afligido por Hannah. No necesitaba que Jackson viera su interior hecho pedazos, que viera la profundidad de sus sentimientos y necesidad por Hannah.

– Así que el DAVL va a la cabeza de la lista de sospechosos -dijo Damon.

– Deja que Sarah lo “lea” -dijo Jonas.

– Casi tengo miedo -dijo Sarah, y de mala gana cogió la carpeta del regazo de Jonas. Le temblaban las manos-. Estoy percibiendo un montón de cosas mezcladas. Muchos de ellos están auténticamente comprometidos a salvar a los animales. Desafortunadamente hay un par que están usando la organización para sus propios fines, que son básicamente dinero y poder. Y sí, hay odio hacia Hannah. Puedo sentirlo, pero no te puedo dar un nombre. Lo siento masculino y femenino, así que hay más de uno. Podría ser una conspiración. -Hizo una mueca-. Lo siento, Jonas, hay demasiada gente para conseguir una buena lectura, y de todos modos son todo impresiones.

– Lo estás haciendo genial, Sarah.

Parecía pálida y cansada. Jonas esperaba no tener ese mismo aspecto, destrozado y expuesto, y tan malditamente vulnerable a la vista de todos. Sacó de repente sus gafas de sol y se las puso en la nariz para esconder sus ojos, temeroso de que estuviesen tan rojos como los de Sarah. Le quemaba la garganta, se sentía como si tuviera arena encajada en el interior. Estaba hecho un desastre, y se suponía que era la persona con la que las Drakes podían contar.

Hannah. Cariño. No me dejes. Quizás si lo decía un millón de veces, si lo lanzaba al universo, de alguna forma ella lo escucharía. Sabría todas las cosas que le debería haber contado. Como que ella era su cordura. Era magia pura. Todo lo que había soñado, lo que siempre había querido. Era la mujer que le hacía estar completo. Le hacía reír, le calmaba, le enfadaba, le daba una razón para volver a casa de una pieza. ¿Me escuchas, Hannah? No te vayas. Espera por mí. Quédate conmigo.

Incluso su corazón dolía. Dolor físico. ¿Cuántas veces había ido a una casa y contado a los ocupantes que un ser querido había muerto? Había habido dolor en sus caras, emociones tan devastadoras que había abandonado la casa enfermo… y había acudido junto a Hannah. Se despertaría con pesadillas de esto. Nunca superaría la imagen de alguien acuchillando a Hannah, con una mirada cruel y decidida. Dudaba que alguna vez le permitiese alejarse más de metro y medio de él.

– ¿Por qué demonios no evité que fuera?

– No sigas, Jonas -dijo Sarah con suavidad-. Ni siquiera pienses en ello. Hannah firmó un contrato. Tenía un compromiso. Incluso si no deseaba ir, habría mantenido su palabra.

– ¿Quién va después? -Preguntó Damon-. Tienes un montón de carpetas ahí.

Jackson estiró la mano hacia el maletín.

– Permanece concentrado, Jonas.

Jonas sintió el maletín entre las manos, supo que se lo había arrancado a Jackson de las manos.

– ¿Me quieres jodidamente concentrado? -lanzó el maletín por el pasillo y lo siguió, golpeándolo con fuerza con su bota, después se giró para estampar un puño en el asiento vacío más cercano.

Un estruendo tronó en sus oídos, los ojos le quemaban, sentía la garganta descarnada.

– ¿Qué demonios hay sin ella? Dímelo, Jackson. Dime qué coño voy a hacer sin ella. Porque no lo sé. -Entonces levantó la vista, desamparado, perdido-. Estaba ahí de pie mirándola, mirándola, mientras ese bastardo la trinchaba. -Estiró las manos-. ¿Qué pasa conmigo y las mujeres que amo? -Se dio la vuelta y marchó furioso por el pasillo hacia la parte trasera del avión, dejando a los demás sentados en un silencio asombrado.

– Maldición -dijo Jackson-. Está perdiendo los nervios, Sarah.

– Esto es muy cercano a casa para él. Ya sabes como ha sido su vida, su madre, ¿verdad? No puede soportar que las cosas estén fuera de su control.

Damon le apretó el hombro.

– Siempre he sido curioso.

– Padres muy ricos. Le dejaron una fortuna y una propiedad preciosa. Ya eran mayores cuando lo tuvieron, y siempre habían deseado tener niños. Ambos le adoraban. Su padre murió cuando él tenía cinco años, y para cuando tuvo seis o siete, su madre estaba prácticamente confinada a una cama. Él se encargaba totalmente de dirigir su casa. Hacía la compra, pagaba las facturas, le leía a su madre, como si fuese mayor. Era de locos.

Se frotó las sienes.

– No estoy explicando esto muy bien. Después de dar a luz, el sistema inmunológico le falló por alguna razón. Los médicos dijeron que había sido un suceso traumático y que su cuerpo había reaccionado ante él, pero en realidad nadie lo sabe. Desde ese momento fue muy frágil, pero ella se negó, se negó absolutamente a dejarse vencer por la enfermedad. Jonas se ocupó de las responsabilidades porque está en su naturaleza y porque la quería… ella le pertenecía. Era su familia. Al final le diagnosticaron un cáncer. Fue horriblemente doloroso, pero tenía una voluntad de hierro. A Jonas casi le mató no poder evitar su sufrimiento. Venía a nuestra casa cuando la cosa se ponía tan mal que no podía mirarla o pensar más en ella.

Damon echó un vistazo a la parte trasera del avión, hacia el cuarto de baño.

– ¿No deberías hablar con él?

– ¿Qué puedo decirle? Sabe tan bien como yo que las posibilidades de salvar a Hannah son muy pequeñas. Estábamos allí. Mirando. Hannah es su familia. El amor de su vida. Es lo que le hace querer levantarse cada mañana. Se pertenecen. Se siente completamente impotente, y para Jonas, no hay nada mucho peor cuando se refiere a alguien a quien ama. Todo esto -señaló a los archivos-, no importará si ella muere.

Golpeó la cabeza contra el asiento.

– ¿Por qué no me enseñaría estos archivos antes?, cuando estuvo tan desagradable con respecto a que ella fuera a trabajar. Le podría haber apoyado.

Le pasó uno a Damon.

– Mira esto. Esta es una mujer que acosó a Hannah durante unos diez meses. Se emitió una orden de alejamiento y la mujer se volvió un poco loca, y destrozó una colección de ropa de la que Hannah era modelo. Cómo se coló entre bastidores nadie lo sabe, pero Hannah no estaba en el edificio; ya se había marchado.

Jonas reapareció, quitándole el archivo de las manos y sentándose a su lado.

– La puse en prioridad alta porque usó un cuchillo, fue capaz de traspasar la seguridad, y hace poco salió de prisión. El diseñador la denunció y fue encarcelada. -Jackson puso el archivo en manos de Jonas-. Su nombre es Susan Briggs, es de mediana edad, parece normal pero obviamente está enferma.

– Definitivamente no está del todo bien y es capaz de una violencia extrema. Oye voces, probablemente esquizofrénica. Ponla en el montón de alta probabilidad. -Sarah intentó mantener la voz serena incluso cuando lo que quería era rodearle con los brazos y consolarle-. Deberías haberme mostrado todo esto.

Jonas bajó la mirada hacia ella y Sarah hizo una mueca de dolor. Ella sabía que los archivos existían. Probablemente Joley tenía más. No había querido saberlo porque no quería ser como Jonas, siempre con miedo por ellas, enfadada con ellas, queriendo que se quedasen en casa y estuvieran a salvo. Quizás había sabido todo el tiempo que estaban ahí, tantos locos, atraídos por el glamour del trabajo de Hannah y su belleza inmaculada.

– Oh, Jonas, lo que le hizo ese hombre. -Sarah se presionó ambas manos sobre el rostro-. No puedo soportarlo. Incluso si vive…

– Vivirá -dijo Jonas-. Eso es todo lo que importa. No puedes pensar en ninguna otra cosa. -Porque él no podía. No podía permitir a su mente contemplar eso otra vez. No sabía lo que haría si sucedía lo peor.

– Pero Hannah es tan diferente. Frágil y amable. ¿Cómo conseguirá superar el trauma de un ataque de este tipo?

Damon la envolvió entre sus brazos.

– Hannah es más fuerte de lo que piensas. Se repondrá de esto. Espera y verás. Es una Drake por los cuatro costados y nos tiene a todos para ayudarla. Lo superará.

Sarah miró a Jonas. Supo instintivamente que si alguien iba a ayudarla a superar esto, ese sería Jonas… ¿pero quién le ayudaría a él? Nunca le había visto tan cansado. Hasta la fecha nada había sacudido la confianza de Jonas en sí mismo, pero se había comportado como un salvaje, fuera de control, asustándola tremendamente en los momentos posteriores al ataque de Hannah. Se había puesto como loco, destrozando la habitación, aplastando cosas, su cara tan contorsionada de angustia que ella había sido capaz de dejar a un lado su propio dolor desenfrenado para ayudar a Jackson a controlarle. Y todavía podía ver -y sentir- la furia salvaje ardiendo ahora en él. De nuevo la había puesto bajo control, pero podía surgir a la menor provocación.

No había duda de que Jonas amaba a Hannah. Nunca había habido duda en la mente de nadie salvo en la de Hannah, pero nadie había conocido la fuerza de ese amor, la necesidad profunda y arraigada que tenía de ella. A Sarah todavía se le hacía difícil mirarlo, estaba tan devastado. Jonas. Su roca. Quebrada en tantos trozos. Manteniéndose unido por pura fuerza de voluntad.

– Necesitamos a tus hermanas. Libby tiene que llegar rápido. -Jonas se pasó ambas manos por el pelo-. Viene de camino a casa, ¿verdad?

Sarah asintió. Libby era una sanadora. Jonas sabía que podía realizar lo que prácticamente equivalía a milagros. Le había salvado la vida a él con la ayuda de las otras hermanas Drake, pero no iban a llegar a tiempo esta vez. Ninguna de ellas. Si Ilya Prakenskii no podía mantener a Hannah, estaría perdida para ellos. Jonas necesitaba desesperadamente creer que Sarah y sus hermanas podían salvar a Hannah, pero ella necesitaba creer que Prakenskii podría hacerlo.

– Dime lo que sepas sobre el guardaespaldas. ¿Quién es Sergei Nikitin y qué hace exactamente Prakenskii para él? Y Jonas, esta vez, dime la verdad. Sé que sabes más sobre él de lo que dejas entrever. No me importa si es un gran secreto de estado, tengo que saber quién es. Ahora mismo es todo lo que tenemos.

– Puede que sea Abbey la que consiga algo de valor sobre Prakenskii -dijo Jonas-. Ya te dije que me había encontrado con un muro de piedra cuando intenté averiguar más sobre él. Usé todos los contactos que tenía en el Departamento de Defensa y también en los Rangers del Ejército, y no conseguí nada. El tipo no es lo que aparenta ser, y tiene capas y capas de protección alrededor de su archivo.

Sarah permaneció en silencio, sus pequeños dientes mordían el labio inferior mientras repasaba la información en su cabeza.

– ¿Y qué pasa con Sergei Nikitin? ¿Qué sabes de él?

– Es un tipo totalmente distinto de pez, un pez gordo. Nadie ha sido capaz de pillarlo con nada, ni en este país ni en Europa. Interpol lleva varios años intentándolo. Surgió fuerte de una guerra territorial bastante sangrienta. Los botines estaban divididos de varias formas hasta que de repente apareció él en escena, y después de una batalla muy desagradable entre facciones, Sergei Nikitin y Boris y Petr Tarasov permanecieron en el puesto. Hay otros, pero no como ellos. Los que quedaron se dividieron entre las dos familias y el resto es historia. Ambas familias son extremadamente violentas, dispuestas a matar y torturar para dejar clara su idea, la cual es básicamente que será mejor que nadie se meta con ellos… y nadie lo hace.

– ¿Son amigos?

– Hacen negocios juntos, pero no, mantienen una actitud hacia el otro. Ha habido algunas matanzas entre las dos facciones, pero la mayor parte del tiempo, se dejan en paz los unos a los otros

– ¿Alguna de las modelos consume drogas? -le preguntó Jackson a Sarah-. ¿Alguna vez te mencionó Hannah que estaba preocupada por alguna? Podría captar eso al trabajar tan cerca de ellas. O quizás alguno de los diseñadores. Traen ropas y profesionales de todas partes del mundo.

Sarah dejó caer la cabeza hacia atrás contra el hombro de Damon.

– Mencionó que sucedía. Sobre todo a las chicas que las consumían. Dijo que no iban a triunfar en el negocio. Algunas empezaron a tomarlas para estar delgadas. Es el riesgo del trabajo, como los trastornos alimenticios. Es demasiada presión, Jonas.

Jonas tomó aire profundamente. No le importaba nada el trabajo o por qué alguna de ellas decidiría tomar drogas. Sólo le importaba el hecho de que involuntariamente alguna hubiese puesto a Hannah en una situación peligrosa.

– Cuando llegue Libby, si Hannah todavía está viva, puede volver a arreglarlo todo, ¿no? -Jonas no estaba seguro de lo que quería decir, pero tenía que preguntar, que estar tranquilo-. Dime que puede hacerlo.

– Si Hannah todavía está viva, nos uniremos y la ataremos a nosotras -dijo Sarah-. Eso es lo que te hicimos a ti, usando la conexión que tiene Hannah contigo.

Hubo un corto silencio.

– No sé qué quiere decir eso. Estoy conectado con todas vosotras. -Jonas frunció el ceño y se volvió a frotar la cabeza.

Sarah presionó ambas manos contra su cabeza antes de que él pudiese protestar. Una calidez fluyó de ella a él, eliminando el latente dolor de cabeza.

La apartó de golpe.

– ¿Qué haces? Guarda tus fuerzas para Hannah.

– Lo sé, pero no pude evitarlo -admitió Sarah-. Sí, todas estamos conectadas a ti, Jonas, pero no como Hannah. Tu vínculo con ella es uno de los más fuertes que he visto. En nuestra familia, desarrollamos conexiones muy fuertes con nuestros compañeros. Mamá y Papá tienen un vínculo tremendo entre ellos. Todas bromeamos y decimos que está forjado en acero, pero Hannah y tú… -su voz se apagó.

– ¿Qué pasa con nosotros?

– Esto va a sonar estúpido, pero creo que vuestras almas están conectadas. Estabas casi muerto cuando te alcanzamos, Jonas, cuando te dispararon hace unos meses. Ciertamente yo no podía llegar hasta ti, y creo que ni siquiera Elle podía. Lo intentó, todas lo hicimos. Nos unimos y te alcanzamos, pero fue Hannah la que te cogió con rapidez. Ella estaba segura de que había sido Elle, pero no fue así. El resto de nosotras supimos que era ella.

– ¿Cómo es que ella no lo supo?

– Cuando nos unimos en un círculo, nuestra energía fluye de una a otra. Es difícil diferenciarnos, y ella estaba muy distraída. Hannah es muy característica para el resto de nosotras.

– Así que si formáis vuestro círculo de energía, podéis salvar su vida.

– Prakenskii está haciendo eso. Cuando estemos juntas podremos cogerla.

– ¿Y el trauma y las cicatrices?

Sarah se encogió de hombros.

– No tengo idea de lo que podremos o no podremos hacer. Tendremos que vigilar a Libby. Tiene la tendencia de ir demasiado lejos y Hannah se resistirá si piensa que una de nosotras está siendo lastimada en el proceso de curarla. Los poderes de Hannah son fuertes, Jonas. Si lucha contra nosotras, todas podemos tener problemas. Es más fuerte que muchas de nosotras y siempre nos cuida.

– Deja que yo me ocupe de eso. Hannah cooperará.

Sarah le miró bruscamente.

– ¿Qué significa eso?

– Significa que ahora mismo está en un estado débil y que no va a tener ninguna opción. Puede enfadarse por ello cuando esté al cien por cien. Hasta entonces podría vivir con una dictadura.

– No vayas tan lejos -le aconsejó Sarah. No sabía de lo que Jonas era capaz con Hannah. Tenía talentos ocultos que raramente reconocía, pero estaba seguro de que podría forzar la cooperación de Hannah, y eso era algo de lo que ni siquiera Sarah estaba segura.

– El avión está a punto de aterrizar -dijo Jackson recogiendo los archivos y volviendo a meterlos en el maletín-. Habrá un coche esperando para llevarnos al hospital.

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