En primer lugar, y sobre todo, quiero dar las gracias a Barbara Zitwer Alicea, la mejor agente literaria del universo conocido (y una persona absolutamente maravillosa), sin cuya ayuda este libro tendría una forma muy diferente y aún estaría acumulando polvo en una estantería de mi casa. Y un agradecimiento tamaño Tyrannosaurus rex a Jonathan Kaip, mi editor en Random House / Villard, quien vio algo que brillaba enterrado en los posos de brea de mi novela y me ayudó a sacarlo de allí y quitarle la suciedad.
También quiero mostrar mi agradecimiento a todos aquellos que leyeron el libro en sus comienzos y cuyas críticas siempre fueron constructivas, y a los familiares y amigos que me brindaron su ayuda y apoyo: Steven Solomon, Alan Cook, Ben Rosner, Julie Sheinblatt, Brett Oberst, Michele Kuhns, Rob Kurzban, Crystal Wrighl, Beverly Erickson y Howard Erickson.