Este libro está dedicado a dos mujeres asombrosas:

escritoras y colegas, sabias mentoras

y amigas extraordinarias.

Para Patricia Sierra,

que insistió en que me mantuviera con los pies en la tierra,

concentrada y encarrilada,

y me incordió hasta que le hice caso.

Y para

Laura van Wormer,

que insistió en que yo podía llegar muy alto

y me dio luego un empujoncito en la dirección adecuada.

En un año más plagado de preguntas

que de respuestas, vuestra confianza ha significado

para mí más de lo que jamás podré expresar con palabras.


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