—Como todos ustedes están enterados, caballeros —dijo el embajador de Marte—, han sucedido muchas cosas desde nuestra última reunión. En esta ocasión tenemos mucho que discutir…, y que decidir. Por lo tanto, lamento particularmente que nuestro distinguido colega de Mercurio no se encuentre aquí.
Esta última manifestación no respondía de] todo a la verdad. El doctor Bose no lamentaba, ni muy particularmente ni de ningún otro modo, la ausencia del mercuriano. Habría sido más cierto afirmar que eso le preocupaba. Todos sus instintos diplomáticos le advertían que algo estaba sucediendo, y aunque sus fuentes de información eran excelentes, no logró obtener dato alguno respecto a lo que podía ser.
La carta de excusa del embajador era cortés y nada comunicativa. Su Excelencia lamentaba que asuntos urgentes e ineludibles le impidieran asistir a la reunión, ya fuera en Persona o en video. Al doctor Bose le costaba imaginar algo que fuera más urgente, o más importante, que Rama.
—Dos de nuestros miembros tienen manifestaciones que hacer —dijo—. En primer término concederé el uso de la palabra al profesor Davidson.
Corrió un susurro de excitación entre los otros científicos del Comité. La mayoría de ellos tenía la impresión de que el astrónomo, con su bien conocido punto de vista cósmico, no era el hombre apropiado para presidir el Consejo Consultivo del Espacio. En ocasiones el profesor Davidson daba la impresión de que las actividades de la vida inteligente no eran más que una incongruencia infortunada en un Universo majestuoso de estrellas y galaxias, y que era mala educación atenderlas demasiado. Esto no habla contribuido a su popularidad entre exobiólogos como el doctor Perera, que sostenía el punto de vista exactamente opuesto. Para ellos, el único propósito del universo era la producción de inteligencia, y eran capaces de expresarse con desdén sobre los fenómenos puramente astronómicos. «Simple materia inerte», era una de sus frases favoritas.
—Señor Embajador —comenzó el científico—, he estado analizando el curioso comportamiento de Rama durante los días últimos, y me gustaría exponer mis conclusiones. Algunas son sobrecogedoras.
El doctor Perera pareció sorprendido, y luego complacido. Aprobaba con vehemencia cualquier cosa capaz de sobresaltar o alterar en alguna forma al profesor Davidson.
—En primer término, hubo la notable serie de sucesos cuando ese joven oficial voló sobre el Hemisferio Sur. Las descargas eléctricas en sí mismas, aunque espectaculares, carecen de importancia; es fácil demostrar que contenían relativamente poca energía. Pero coincidieron con un cambio en la velocidad de rotación de Rama, y en su posición, esto es, su orientación en el espacio. Eso debió implicar una enorme cantidad de energía; las descargas que casi le cuestan la vida al señor… esto… Pak, no eran más que un residuo, tal vez un exceso que habla que reducir al mínimo mediante esos gigantescos conductores eléctricos del Polo Sur.
»De lo cual extraigo dos conclusiones. Cuando un vehículo del espacio —y debemos llamar a Rama un vehículo del espacio a pesar de sus fantásticas dimensiones— hace un cambio de posición, ello significa por lo general que está a punto de realizar un cambio de órbita. Debemos por lo tanto considerar muy en serio las opiniones de aquellos que creen que Rama puede estar preparándose para convertirse en otro planeta de nuestro sol, en lugar de reintegrarse a las estrellas.
»Sí. ése es el caso, el Endeavour debe obviamente estar preparado para partir en cualquier momento. Puede correr serio peligro mientras sigue fisicamente unido a Rama. Imagino que el comandante Norton ya tiene plena conciencia de esta posibilidad, pero de todos modos opino que debemos enviarle una advertencia adicional.
—Muchas gracias, profesor Davidson. ¿Sí, profesor Solomons?
—Me gustaría añadir un comentario sobre esto —expresó el historiador de la ciencia—. Rama parece haber hecho un cambio de rotación sin utilizar jets, ni aparato de reacción. Esto, en mi opinión, deja sólo dos posibilidades: la primera es que Rama tiene giróscopos internos, o sus equivalentes. Deben ser —enormes. ¿Dónde están?
»La segunda posibilidad —que trastornaría toda nuestra física— es que tiene un sistema de propulsión sin reacción. El llamado ‘impulso espacial’, en el cual no cree el profesor Davidson. Si tal es el caso, Rama podrá hacer casi cualquier cosa. Y nosotros estaremos totalmente incapacitados para prever su comportamiento, aun en un burdo nivel fisico.
Los diplomáticos estaban visiblemente desconcertados por ese intercambio, y el astrónomo se negó a recoger el guante. Ya se había salido bastante de su limbo para un solo dia.
—Seguiré siendo fiel a las leyes de la fisica, si a ustedes no les importa, hasta que me vea obligado a renunciar a ellas —agregó Solomons—. Si no hemos descubierto giróscopos en Rama es porque no hemos buscado bien, o en el lugar adecuado.
Bose se dio cuenta de que Perera se estaba impacientando. En circunstancias normales, el exobiólogo se hubiera alegrado tanto como el que más de entregarse a especulaciones; pero ahora, por primera vez, poseía hechos concretos. Su ciencia, tanto tiempo empobrecida, se había vuelto rica de la noche a la mañana.
—Muy bien. Si no hay otros comentarios, sé que el doctor Perera posee información importante.
—Gracias, señor Embajador. Como todos han visto, hemos obtenido por fin un ejemplar de una forma de vida de Rama y hemos observado varias otras de cerca. La Comandante Médico Ernst, oficial del Endeavour, envió un informe completo del ser con forma de araña cuya disección y análisis realizó. Debo admitir que algunos de los resultados obtenidos son desconcertantes, y que en cualesquiera otras circunstancias me habría negado a darles crédito.
»La araña es definitivamente orgánica, aunque su química difiere de la nuestra en muchos respectos. Contiene considerables cantidades de metales ligeros. No obstante, vacilo en llamarla animal, por varias razones fundamentales:
—En primer lugar, parece no tener boca, ni estómago, ni intestinos; ningún sistema de ingerir alimentos. Carece igualmente de aparato respiratorio, pulmones, sangre, sistema de reproducción…
—Se preguntarán ustedes qué tiene. Bueno, hay una musculatura simple que controla las tres patas y las tres finas colas o tentáculos. Hay un cerebro, bastante complejo, y en su mayor parte relacionado con la visión triocular notablemente desarrollada de esa criatura. Pero el ochenta por ciento del cuerpo consiste en una especie de panal constituido por grandes células, y eso es lo que causó a la doctora Emst una desagradable sorpresa cuando comenzó su disección. Con un poco de suerte la habría reconocido al punto ahorrándose un mal momento, porque ésa es tal vez la única estructura de Rama que existe en la Tierra, si bien sólo en un reducidísimo número de animales marinos.
»La mayor parte de la araña es simplemente una batería, muy semejante a las halladas en las anguilas eléctricas y rayas. Pero en este caso no es utilizada al parecer como arma de defensa. Es la fuente de energía del ente. Y por eso no está preparado para comer ni respirar; no necesita medios tan primitivos. Y al margen diré que se sentiría perfectamente cómodo en un ambiente de vacío.
—Aslí pues tenemos un ser que es, en definitiva, nada más que un ojo móvil. No posee órganos de manipulación; esos tentáculos son demasiado débiles. Si se me hubiesen proporcionado sus especificaciones, yo habría dicho que es simple y llanamente un aparato de reconocimiento.
»Y su comportamiento encaja con esa descripción. Lo único que hacen las arañases recorrerlo todo y observar los objetos. Es lo único que pueden hacer.
»Pero los otros animales son distintos. El cangrejo, la estrella de mar, los tiburones —a falta de otras denominaciones acaso más adecuadas— todos ellos pueden manejarse en su ambiente, y parecen especializados para varias funciones. Presumo que también están provistos de energía eléctrica ya que, como la araña, parecen no tener boca.
»Estoy seguro de que todos ustedes apreciarán los problemas biológicos surgidos de cuanto se acaba de exponer. ¿Pueden esos seres evolucionar en forma natural? Yo no lo creo. Parecen haber sido diseñados, como máquinas, para realizar tareas específicas. Si tuviese que describirlos, diría que son robots —robots biológicosalgo que no tiene analogía con nada en la Tierra.
»Si Rama es una nave del espacio, tal vez ellos son parte de su tripulación. En cuanto a cómo nacen, o son creados, es algo que no sé decirles. Pero apostaría a que la respuesta está allá, en Nueva York. Si el comandante Norton y sus hombres pueden esperar el tiempo suficiente, es posible que se encuentren con criaturas cada vez más complejas y de comportamiento imprevisible. En alguna parte, en algún momento, tal vez tropiecen con los propios ramanes, los verdaderos hacedores de ese mundo.
—Y cuando eso ocurra, caballeros, ya no habrá dudas al respecto.