No podría haber escrito este libro sin la ayuda del doctor James Heath, catedrático de química en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y de Carolyn Chriss, investigadora extraordinaria. Aunque esta historia es ficción, la información científica que se menciona es real. La carrera para construir el primer ordenador molecular es real. Cualquier error o exageración no intencionada son únicamente responsabilidad del autor.
Por su ayuda y consejo el autor está en deuda con Terrill Lee Lankford, Larry Bernard, Jane Davis, Robert Connelly, Paul Connelly, John Houghton, Mary Lavelle, Linda Connelly, Philip Spitzer y Joel Gotler.
Muchas gracias asimismo a Michael Pietsch y Jane Wood por ir más allá de la llamada del deber como editores de este manuscrito, y también a Stephen Lamont por su excelente corrección.