Miércoles 5 de Diciembre

Emma clavó los ojos en la tira del dispositivo que tenía en las manos. Aquello era absurdo. No podía ser cierto. ¿Dos rayas azules en cruz, como el signo de más, significaban realmente que estaba embarazada? Hacía mucho tiempo que no se hacía un test de embarazo. Agarró el paquete con el corazón desbocado. Las instrucciones no podían ser más claras. Una raya azul en la ventanita = no embarazada. Dos rayas azules en cruz = embarazada. ¿Cómo era posible? Johan y ella sólo habían hecho el amor una sola vez hacía unas semanas y ya ni se acordaba de cuándo fue la última vez que se había acostado con su marido. Inquieta, empezó a hacer memoria. Olle, ¿cuándo fue la última vez? Tuvo que ser en el verano. Empezó a contar. Agosto, septiembre, octubre, noviembre, diciembre. ¡Madre mía!, en ese caso tendría que estar ya de cinco meses, y debería tener más barriga. ¿Y la menstruación entonces? La regla sólo se le había retrasado tres semanas. Además, había tenido el período todo el otoño. Se le nubló la vista cuando cayó en la cuenta. Tenía que ser de Johan. Aquel viernes de octubre. Estaba trabajando en Gotland y la llamó. Ella estaba algo decaída y se encontraron en la redacción antes de que él volviera a Estocolmo. Habían hecho el amor en el sofá. Joder. No podía tener tan mala suerte. Se había saltado el período de reflexión una sola vez y va y se queda embarazada. Eso sólo le podía pasar a ella.

Sintió cómo las lágrimas asomaban en sus ojos. Esto era más de lo que podía sobrellevar.

Estuvo a punto de pegar un salto cuando llamaron a la puerta. La voz de Olle al otro lado:

– Emma, ¿te falta mucho?

– No, espera un momento.

Tiró el dispositivo y la caja vacía a la papelera. No podía decir nada ahora. Necesitaba tiempo para pensar. Se lavó las manos a toda prisa y abrió la puerta.

– ¿Qué te pasa? Estás muy pálida.

Olle la miró preocupado.

– ¿Estás enferma?

– Quizá podría llamarse así. Estoy embarazada.

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