IV

Mazorca del aire [20]

y mazorcal terrestre,

el tendal de los muertos

y el Quetzatcóatl verde,

se están como uno solo

mitad frío y ardiente,

y la mano en la mano,

se velan y se tienen.

Están en turno y pausa

que el Anáhuac comprende,

hasta que el silbo largo

por los maíces suene

de que las cañas rotas

dancen y desperecen:

¡eternidad que va

y eternidad que viene!

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