LA PIEDRA ENLA CAL

La lechuza vuela describiendo un círculo sobre el manzano. Windisch mira la luna. Mira hacia dónde van las manchas negras. La lechuza no cierra su círculo.

El peletero disecó la última lechuza del campanario hace dos años y se la regaló al párroco. «Esta lechuza vive en otro pueblo», piensa Windisch.

La lechuza forastera siempre encuentra la noche aquí en el pueblo. Nadie sabe dónde reposa sus alas de día. Nadie sabe dónde cierra su pico y duerme.

Windisch sabe que la lechuza forastera huele los pájaros disecados en el desván del peletero.

El peletero regaló sus animales disecados al museo de la ciudad. Sin cobrar nada por ellos. Vinieron dos hombres. El coche estuvo un día entero frente a la casa del peletero. Era blanco y estaba cerrado como una habitación.

Los hombres dijeron: «Estos animales disecados pertenecen a la reserva de caza de nuestros bosques». Metieron todos los pájaros en cajas y amenazaron con una fuerte multa. El peletero les regaló todas sus pieles de oveja. Y entonces dijeron que todo estaba en orden.

El coche blanco y cerrado salió lentamente del pueblo como una habitación. La mujer del peletero sonrió angustiada e hizo señas con la mano.

Windisch está sentado en el mirador. «El peletero presentó su solicitud después que nosotros», piensa. «Y pagó en la ciudad.»

Windisch oye moverse una hoja sobre el empedrado del pasillo. Raspa los adoquines. La pared es larga y blanca. Windisch cierra los ojos. Siente cómo la pared le crece sobre la cara. La cal le quema la frente. Una piedra abre la boca en la cal. El manzano tiembla. Sus hojas son orejas que están a la escucha. El manzano abreva sus manzanas verdes.

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