LA HOJA DE LECHUGA

Amalie está chupando un hueso de pollo. La lechuga cruje en su boca. La mujer de Windisch sostiene un ala de pollo ante su boca. «Se ha bebido toda la botella de aguardiente», dice. Y añade, saboreando el pellejo dorado: «De pura pena».

Amalie hinca los dientes del tenedor en una hoja de lechuga. Sostiene la hoja ante su boca. La hace temblar con su voz. «Con tu harina no irás demasiado lejos», dice. Sus labios muerden firmemente la hoja como una oruga.

«Los hombres tienen que beber porque sufren mucho», dice la mujer de Windisch sonriendo. El sombreado de ojos de Amalie forma un pliegue azul encima de sus pestañas. «Y sufren mucho porque beben», añade Amalie con una risita. Mira a través de una hoja de lechuga.

El moretón crece en su cuello. Se ha vuelto azul, y se le mueve cuando deglute.

La mujer de Windisch chupa las pequeñas vértebras blancas. Se come los trocitos de carne del cuello. «Abre bien los ojos cuando te cases», dice. «La bebida es una enfermedad terrible.» Amalie se chupa la punta roja del dedo. «Y nada saludable», añade.

Windisch mira la araña negra. «Putear es más saludable», dice.

La mujer de Windisch da un manotazo sobre la mesa.

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