EL REY DUERME

Antes de la guerra, la banda de música del pueblo se reunió un día en la estación. Todos lucían su uniforme rojo oscuro. El hastial de la estación estaba enteramente recubierto de guirnaldas de lirios rojos, áster y hojas de acacia. La gente iba endomingada. Los niños llevaban medias blancas y sostenían pesados ramos de flores ante sus caras.

Cuando el tren entró en la estación, la banda tocó una marcha. La gente aplaudió. Los niños lanzaron sus flores al aire.

El tren entró lentamente. Un joven sacó su brazo largo por la ventanilla. Estiró los dedos y exclamó: «Silencio. Su Majestad el rey está durmiendo».

Cuando el tren abandonó la estación, un rebaño de cabras blancas llegó de la dehesa. Las cabras avanzaron siguiendo los rieles y se comieron los ramos de flores.

Los músicos volvieron a sus casas con su marcha interrumpida. Los hombres y mujeres volvieron a sus casas con su saludo de bienvenida interrumpido. Los niños volvieron a sus casas con las manos vacías.

Una niña que debía recitarle un poema al rey cuando la marcha y los aplausos hubieran concluido, se quedó sola en la sala de espera y lloró hasta que las cabras acabaron de comerse todos los ramos de flores.

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