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—Quisiera saber, señor Blake, en qué orden salieron sus invitados del laboratorio aquel día.

Meredith Blake protestó:

—Pero, querido monsieur Poirot, ¡después de dieciséis años! ¿Cómo quiere que lo recuerde? Le he dicho que Carolina fue la última en salir.

—¿Está usted seguro de eso?

—Sí... por lo menos... creo que sí...

—Vayamos allí ahora. Es preciso que estemos completamente seguros, ¿comprende?

Protestando aún, Meredith Blake le condujo a la habitación, abrió la puerta y las maderas de las ventanas. Poirot le habló autoritario:

—Bien, amigo mío. Ha enseñado a sus amigos sus interesantes extractos de hierbas. Cierre ahora los ojos, y piense...

Meredith Blake obedeció. Poirot sacó un pañuelo del bolsillo y lo movió suavemente de un lado para otro. Blake murmuró, contrayendo las fosas nasales.

—Sí, sí... Es extraordinario cómo le vuelven a uno las cosas a la memoria. Carolina, recuerdo, llevaba un vestido de color café con leche. Felipe parecía aburrido... Siempre le pareció mi afición bastante estúpida...

Dijo Poirot:

—Medite ahora... Están a punto de salir de la habitación. Van a la biblioteca, donde tiene usted la intención de leer un episodio relacionado con la muerte de Sócrates. ¿Quién sale primero del cuarto...? ¿Usted?

—Elsa y yo... sí. Ella salió por la puerta primero. Yo le iba pisando los talones. Hablábamos. Me quedé allí esperando a que salieran los otros para poder cerrar la puerta con llave otra vez. Felipe... sí, Felipe fue el siguiente en salir. Y Ángela. La niña le estaba preguntando qué eran alcistas y bajistas. Siguieron por el pasillo. Amyas les siguió. Yo me quedé allí aguardando aún... a Carolina, naturalmente.

—Conque está usted completamente seguro de que Carolina se quedó atrás. ¿Vio usted lo que hacía?

Blake movió negativamente la cabeza.

—No; estaba de espaldas al cuarto. Estaba hablando con Elsa... aburriéndola seguramente... diciéndole que algunas plantas han de ser recogidas en luna llena según una antigua superstición. Y entonces salió Carolina, andando aprisa... y yo cerré con llave la puerta.

Calló y miró a Poirot, que se estaba guardando el pañuelo en el bolsillo. Meredith Blake olfateó con asco y pensó: «Pero... ¡si este hombre usa perfume! ¿Habráse visto?» En voz alta dijo:

—Estoy completamente seguro. Fue por este orden: Elsa, yo, Felipe, Angela y Carolina. ¿Le ayuda eso algo? Contestó Poirot:

—Todo encaja. Escuche. Quiero conseguir que haya una reunión aquí. No creo que sea difícil...

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