Desde el número 19 de Wilbraham Crescent alguien llama solicitando una mecanógrafa, con preferencia Sheila Webb. La llamada es atendida y Sheila es enviada a la dirección reseñada con el encargo de presentarse a miss Pebmarsh.

Al llegar allí se encuentra la puerta abierta y se introduce en un saloncito que le llama la atención por los numerosos relojes que distingue y porque junto al sofá descubre el cuerpo de un hombre con los ojos entreabiertos, unos ojos que miran sin ver ya que está muerto. Afortunadamente del caso se encarga finalmente Hércules Poirot.

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