Razvan despertó por el sonido de una mujer llorando. No abrió los ojos. Había oído ese sonido tantas veces… esa misma voz. Natalya. Amada hermana. Susurró su nombre mientras sus entrañas se contraían en apretados nudos. Debía haberla traicionado otra vez. Ya no lo recordaba, gracias a Dios. Ese era el peor de los tormentos que Xavier podría infligirle… utilizarlo para atacar a su hermana, a su hija o sus tías.
Sintió la consciencia de Ivory como si también ella se hubiera despertado por el sonido de ese llanto desesperado. Nada le parecía demasiado duro de soportar con Ivory cerca… ni el dolor y ni el terrible conocimiento de la traición de su mente y cuerpo. Natalya era la única persona que lo había amado en toda su vida. Ella había creído en él a pesar de todas las veces que Xavier la había engañado y utilizado a través de él. Incluso Xavier hasta había usado el cuerpo de Razvan para intentar matar a Natalya. Ella casi había matado su cuerpo… y él le habría dado la bienvenida a la muerte.
No la traicionaste, Buscador de Dragones. Nunca. Ni en pensamiento. Ni en hechos. Xavier utilizó tu cuerpo porque la protegías.
Ivory era quietud. Ivory era paz. Ivory se había convertido en su mundo.
¿Por qué está llorando? Ya no podía confiar en lo que le estaba sucediendo, sus recuerdos parecían mezclar el pasado y el presente hasta que su mundo era nebuloso y vago. Su cordura era Ivory.
Por ti. Por el tormento que sufriste por ella. Ahora, entiende que nunca la traicionaste, que la salvaste de Xavier. La voz de Ivory era una suave caricia, su orgullo y respeto por él lo envolvieron.
Ella tenía un modo de hacer que el mundo fuera correcto cuando nada en verdad tenía sentido. Él no luchaba contra el dolor que lo inundaba. Simplemente lo aceptaba, pero no quería que Natalya llorara por ningún motivo.
No llores por mí, sisar… hermana. Incluso el intento de comunicarse telepáticamente dolía, aunque estaba acostumbrándose a ello, o estaba lo suficiente curado para aligerar lo peor de su sufrimiento.
¿Razvan? ¿Realmente eres tú? Me dicen que vives, pero cuando me extiendo hasta ti, eres diferente.
Soy tu hermano.
Hubo un silencio. Un sollozo. Natalya se obligó a controlarse. ¿Él me engañó, verdad? Xavier me engañó. Intentaste advertirme, pero no te escuché. Todos esos años, y le creí. No eras tú en absoluto. Era su personalidad manipulándome para que siguiera creando hechizos para él.
Xavier es un enemigo astuto.
Debería haberlo sabido. Debería haber luchado por ti como tú luchaste por mí. ¿Cómo pude no haberlo sabido? Eres mi gemelo. Mi hermano. ¿Cómo pudo haberme engañado?
Yo no quería que lo supieras. Habrías intentado rescatarme y habrías fallado, Natalya. Es un monstruo. Mientras estuvieras viva en el mundo y a salvo de él, todo lo que tuviera que sacrificar valía la pena.
¿Mi amor? ¿Mi respeto? ¿Mi fe en ti? Qué el mundo te marcara como un criminal y yo les creyera. ¿Valía la pena?
Tu seguridad valía cualquier precio. No lamento por un sólo instante haberme entregado a sus manos para mantenerte a salvo de él. Fue mi elección. Una elección a la que me he aferrado durante muchos años. No me quites eso con lamentos.
Nunca había dudado de esa decisión, ni siquiera en las horas más irracionales de su vida. Sabía lo que su abuelo le habría hecho a ella, y mantenerla fuera del alcance de las manos de Xavier era una cosa, la única cosa, que había logrado hacer bien. Y estuvieran o no ella… y todos los demás… orgullosos de él, él sí estaba orgulloso de sí mismo.
El espíritu de Ivory se movió contra el suyo, lo envolvió casi protectoramente, pero permaneció silenciosa, sin interferir en el intercambio entre hermana y hermano.
Todos esos años perdidos, Razvan, años en que me necesitaste.
Él forzó una sonrisa en su voz, conocedor de que ella sabría que era genuina. Era difícil bloquear el dolor en su tono, pero lo hizo para protegerla. Te necesitaba libre de Xavier, y eso es lo que conseguí. Por un tiempo fui parte mago y parte Cárpato, el pensar en ti, mi amor por ti, me sostuvo. Más tarde, después de que las tías me convirtieran completamente con la esperanza de que pudiera tener una posibilidad de escaparme, la sangre del Buscador de Dragones me ayudó en mi resolución de protegerte. Estabas allí para mí lo supieras o no, hermana. No llores. No lo lamentes. Vive libre de la forma en que elegiste.
Tengo un compañero.
Xavier había intentado asesinar a su compañero.
Háblame de él.
Se llaman Vikirnoff y es un gran guerrero. Te caerá bien.
¿Qué sabes de mi hija, Lara? Casi se ahogó con el nombre.
Una pequeña niña con enormes ojos, viendo el cuerpo en descomposición de su madre, encadenada a un padre demente que rasgaba su pequeña muñeca para alimentarse. Lara era una persona a quien no estaba seguro de poder volver a mirar a la cara.
La protegiste como mejor pudiste. Soportaste el tormento y entregaste parte de tu alma a Xavier a fin de salvarla, le recordó Ivory. Lo entienda ella o no. Si no lo entiende será una pena para ella escoger no conocer a un hombre tan grandioso.
Si hubiera podido abrazar fuertemente a Ivory lo habría hecho.
Bailaremos para curar la tierra, de modo que pueda proporcionarte mejor sus ricos minerales. Lara está ayudándonos. Lara, Syndil, Skyler y yo bailaremos y cantaremos el canto sanador para ti y tu compañera. Es el único regalo que tenemos para darte.
No conozco a Syndil o a Skyler.
Son mujeres maravillosas. Syndil está realmente conectada a la tierra. Cuando camina descalza, las plantas brotan tras ella. Puede tomar una zona donde un vampiro ha yacido hasta extenuarla y devolverle la salud. Skyler es joven; acaba de cumplir diecisiete hace poco.
Hubo una nota, una vacilación en la voz de su hermana. Había algo que no le estaba contando. Algo que no quería contarle. Natalya, es mejor que me lo digas a dejarme con la incertidumbre.
Pocas cosas lo impresionaban, pero tenía el presentimiento de que le iba a comunicar algo que no querría oír.
Ivory se movió contra él otra vez. Corazón a corazón. Alma a alma. Estoy contigo, Razvan. Nunca estarás solo otra vez.
La voz de Ivory fue suficiente para que su corazón cantara. El amor había estado perdido para él desde hacía mucho. No había creído poder sentir una emoción tan potente por alguien, y aún así lo hacía. En su interior. Profundamente. ¿Cómo podía no amarla cuando ella le había devuelto su cordura? ¿Su vida? ¿Cuando encarnaba el honor e integridad en la que él creía?
Natalya respiró hondo. Creemos que también eres el padre de Skyler. Hay otra mujer también, la compañera de uno de los hermanos de De La Cruz. Colby. Vivía en un rancho de California antes de conocer a Rafael.
Él cerró su mente a Natalya pero no había escapatoria de Ivory, y el recuerdo de una niña en una mina surgió. Había intentado desesperadamente alcanzarla antes de que lograran secuestrarla y devolverla a Xavier. Había derribado la mina sobre el vampiro antes de que Xavier hubiera controlado su cuerpo otra vez. Se sentía agradecido de que la niña hubiera sobrevivió y prosperado… ¿pero y la otra? ¿Skyler? ¿Y cuántos más? Y por el tono vacilante que Natalya había usado, a la joven Skyler no le había ido bien.
¿Estás segura de que engendré a esas muchachas?
Sí.
Su corazón otra vez perdió el ritmo con el de la tierra y el dolor lo inundó.
Razvan despertó con el canto y supo que el tiempo había pasado. Las voces eran hermosas, suaves y melodiosas, en sintonía con la tierra. Cuando cantaban, el dolor en su cuerpo se aliviaba considerablemente, como si la tierra pudiera absorber mejor las terribles heridas de su cuerpo y regenerarlas.
¿No es hermosa la canción? preguntó Ivory. Su voz era queda, como si tuviera miedo de interrumpir el tributo a la Madre Tierra. Estas cuatro mujeres poseen grandes dones. ¿Y todas están relacionadas de algún modo contigo? ¿Hermana? ¿Hijas? Siento una parte de ti en ellas, aunque una, la hija más fuerte de la Tierra, es diferente y de algún modo como tú.
Razvan sintió la melodía profundamente en sus huesos. La paz se había deslizado otra vez sobre él, el conocimiento de que no podía cambiar lo que el destino había decretado ya. La aceptación… su único recurso cuando el mundo que lo rodeaba no tenía sentido.
Natalya dice que la joven es mi hija, pero de la que se llama Syndil no sé nada. Ella es mucho mayor, hasta quizás mayor que yo.
Se siente como tú. Esa misma calma, paz consigo misma a pesar de la confusión que la rodea. Ella es… Hubo un fruncir en la voz de Ivory mientras intentaba encajar las piezas del rompecabezas. La tierra le da la bienvenida como me da la bienvenida a mí. Como a una hija. Una verdadera hija. Sólo existen unas pocas de nosotras.
¿Está relacionada contigo, Ivory? Razvan podía sentir la fuerza en la mujer de la cual Ivory estaba hablando. La tierra se regocijaba y le daba la bienvenida. Había alegría en las capas de tierra bajo él, alegría en la roca bajo la tierra. ¿Cómo es que siento esto? ¿Cómo es que estoy tan conectado a la tierra? ¿A través de ti?
La Madre Tierra te ha aceptado como su hijo. Acudirá en tu ayuda cuando la necesites. Te ha encontrado digno. Había satisfacción en la voz de Ivory.
Se sintió humillado de que la tierra aceptara su cuerpo herido y su alma destrozada; indigno, pero estaba agradecido.
Mi cuerpo está sanando. La danza regenera el suelo y la Madre Tierra vierte minerales en nuestros cuerpos acelerando nuestra sanación, ¿verdad? Sentía fuertemente esa conexión ahora. Escuchó el pulsar de la música y el retumbar de los pies, sintió el patrón de la danza mientras ellas vertían amor y sanaban a la tierra misma.
Reparó en que todos estaban conectados, no apartados, y por primera vez entendió el concepto del Príncipe y por qué era éste tan importante para la raza Cárpato. Él los unía del mismo modo en que lo hacía la tierra. Mikhail era la misma sangre de la raza.
Por eso Xavier desea su muerte. Al matar al Príncipe literalmente estaría matando a la raza. Tenemos que detenerlo, Ivory. Sea como sea, debemos detener a Xavier. No podemos distraernos en perseguir vampiros o ninguna otra cosa; Xavier tiene que ser detenido.
La mente Ivory se deslizó en la de él, reflejando el exacto conocimiento, de acuerdo con él. Sólo importaba que sus cuerpos sanaran tan rápido como fuera posible y luego encontrar un modo de extirpar del mundo la amenaza de Xavier.
El tiempo pasó. La ceremonia de sanación de la tierra se sucedía con frecuencia, y cada vez se invocaba la renovación del suelo, trabajando para reparar las heridas mortales. Y Gregori acudía a ellos cada noche. A menudo protestaban, sabiendo que esto estaba mermando su fuerza y sangre, inclusive su energía sanadora, pero él estaba decidido a lograr su objetivo, y nada que ellos dijeran podría detenerlo.
A Razvan llegó a caerle bien y respetar al hombre. Era obstinado, tenaz, decidido a curarlos tan pronto como fuera posible. Ivory había sido renuente a tomar su sangre en un principio, una reacción natural cuando el instinto de auto conservación había sido su sendero durante cientos de años, pero la necesidad la obligó a tomar aquello que se le ofrecía. Gregori y Nicolas De La Cruz eran los dos Cárpatos que venían diariamente a atenderlos. Con frecuencia el Príncipe venía y daba su sangre, la riqueza y cualidades curativas de ésta eran como las de ningún otro.
Nicolas había llorado cuando supo que Ivory estaba viva y Razvan sintió mezcla de alegría y pena explotar a través de ella. Ivory nunca había creído que vería otra vez a los hermanos de De La Cruz, eran familia para ella, adoraba a estos hermanos casi tanto como había hecho con los verdaderos, a pesar de que ni siquiera ellos no pudieron impedir la conversión de los hermanos de Malinov.
Fue Razvan el que abrazó a Ivory, rodeándola con su calor, combinando su mente y corazón con los de ella para impedir que llorara sin control, siendo su apoyo mientras ella renovaba su relación con Nicolas, compañero de su hija Lara. Era Nicolas quien alimentaba a los lobos para ella y se aseguraba de que estuvieran bien cuidados. La mayor parte del tiempo los lobos se acurrucaban junto a ellos, sobre el suelo, durmiendo durante semanas, despertando sólo para alimentarse cuando Nicolas llegaba, y luego durmiendo otra vez.
Razvan reconoció el rostro de Nicolas por el mural meticulosamente esculpido de Ivory. Cada golpe había sido esculpido con cariñoso cuidado, y él sentía el mismo profundo amor en Ivory cada vez que Nicolas le hablaba. La voz de éste hombre era suave, gentil, casi como si ella aún fuera la muchachita de unos siglos antes. Al parecer Nicolas no era capaz de reconocer al guerrero feroz en ella, sólo su lado suave, como si estuviera ciego a quién era ella a causa del amor a la niña de hacía tanto tiempo atrás.
A cierto nivel, se percató de que era la ignorancia de Nicolas sobre quién era Ivory lo que resguardaba a Razvan de la terrible posesividad que un compañero sentiría cuando otros machos estaban cerca de su mujer. Ivory amaba a Nicolas con el amor de una hermana, pero era Razvan quién la conocía íntimamente, a su mente intrigante, al maravilloso e inteligente cerebro que funcionaba rápida y efectivamente ante cualquier problema. Razvan pasaba mucho tiempo en su mente, acercándose a lo que ella sabía de vampiros y aprendiendo cómo luchar mejor contra ellos. Ella era fuente rica de información, y por mucho que Nicolas la amara nunca sería capaz de ver su auténtico valor.
Él me ve como tú ves a Natalya. Ella es una guerrera y aún así tú sólo quieres protegerla y mantenerla a salvo. Había diversión en la voz de Ivory. Sintió su tono como una aterciopelada caricia sobre su piel.
Quizás las hermanitas nunca deberían crecer, sino simplemente permanecer jóvenes para sus hermanos. Él igualó su tono burlón.
He crecido. Soy una mujer. Su diversión se desvaneció para ser sustituida por algo totalmente diferente. Cuando abandonemos este lugar de comodidad y sanación… y tan pronto como nos incorporemos al mundo real con sus privaciones y crueldad… echaré de menos nuestra cercanía. Había verdadera pena en su voz. El pensamiento de volver a su existencia solitaria después de entrelazar su mente tan profundamente con la de él le resultaba inquietante.
Hän ku vigyáz el sielamet…guardiana de mi alma, también eres hän ku kuulua el sívamet… guardiana de mi corazón. Estamos atados, compañeros por toda la eternidad. Cuando nos alcemos, listos para luchar contra nuestro enemigo, nos alzaremos como compañeros. Te pregunté si eso era lo que deseabas y tu respuesta fue clara para mí. No nos separaremos. Afrontaremos juntos el futuro, con todo lo que nos traiga.
Ivory suspiró suavemente. Estoy preparada para hacer esto. Sólo quise decir… Se calmó y él sintió que buscaba las palabras correctas para expresar cualquiera que fuera su preocupación.
Cuando permaneció silenciosa demasiado rato, alcanzó su mente, su toque fue tan suave como la caricia de un amante. Otra vez la llevó a otro reino, su mente en la de ella, alejándola del dolor y de lo que ambos sabían que tendrían que enfrentar cuando se alzaran.
Su mano se deslizó en la de ella y caminó con ella, lado a lado, su cuerpo rozaba contra el de ella, adentrándose en la noche, llevándola a su jardín, el único lugar con el que estaba familiarizado, el único lugar que amaba y podía compartir.
Las flores caían en cascada por la roca adosada y cubrían el emparrado de blanco. Las fragancias se mezclaban, elevándose sobre los laberintos de setos y arbustos. Los árboles formaban pequeñas arboledas de naranjos y limoneros con largas hojas perennes en las esquinas del jardín rodeado por un muro de piedra. Los sauces llorones permanecían en pie en los bordes de laguna verdiazul, mientras unos patos nadaban perezosamente, mojándose la cabeza bajo la ondulante superficie y alzándola para sacudirse el agua de las plumas.
Ivory observó los alrededores.
– ¿Creciste aquí?
Él se llevó los dedos de ella hacia su pecho, sobre su corazón.
– Era el hogar de la familia de mi madre. Vivimos aquí un tiempo después de que ella muriera. Y luego mi padre desapareció y Xavier se nos llevó. Pero aquí es donde permanecimos juntos y fuimos felices.
– Es hermoso.
– Solía creer que era el lugar más hermoso del mundo, pero creo que tú lograste crear eso en tu hogar. -Razvan recorrió con la mirada los alrededores e inhaló el olor de la lavanda en sus pulmones.
– Nuestro hogar -corrigió Ivory-. Es nuestro hogar ahora.
Él sintió la instantánea reacción en el corazón ante sus palabras. Hogar. ¿Cómo sería, sentir que tenía un hogar y una mujer con la que compartir su vida? Tenían un propósito para vivir, para sufrir los fuegos del infierno: librar el mundo de su mayor mal… Xavier. Durante un breve momento podía simplemente estar con Ivory, disfrutar de caminar con ella paseando por un hermoso jardín.
Ivory lo miró de reojo y luego apartó la vista rápidamente, sus largas pestañas ocultaron su expresión.
Razvan se detuvo para apartar la extensa caída de sedoso cabello de su rostro y colocárselo sobre el hombro.
– Te escondes de mí.
El color se alzó, volviendo su pálida piel de un suave rosa.
– Tal vez. Un poco.
– No tenía ni idea de que fueras un poco tímida. Eres una guerrera tan feroz y totalmente confiada, que creía que estarías de vuelta de todo.
Ella se encogió de hombros.
– Tengo poca experiencia con hombres… la mayoría hace mucho y no muy buena.
Él le sonrió, una sonrisa lenta, una sonrisa que paraba el corazón y reveló sus rectos dientes blancos, y de repente pareció un poco tímido también.
– Mi cuerpo tiene una tremenda cantidad de experiencia, pero no mi corazón… ni yo. Sinceramente, me siento como un muchacho en su primera cita.
Ella alzó la barbilla.
– Es mi primera cita.
Él la estudió atentamente, sus oscuros ojos fueron a la deriva sobre la exquisita estructura del rostro de ella. Su mirada se detuvo en los labios llenos.
– Entonces debemos hacerla memorable. -No podía concebir la idea de olvidar este momento, este tiempo con ella, rodeado por los recuerdos de su jardín y tan cercano a ella que podía respirar su mismo aliento.
Ella levantó una mano hacia la cara de él, cansada y llena de arrugas, como si aún no pudiera cambiar ese aspecto, ni en sus sueños ni en sus recuerdos. Razvan había olvidado el aspecto de su rostro en su juventud, olvidado lo que era ser un joven despreocupado. Sólo podía entregarle lo que era ahora, y esperar que fuera suficiente para ella.
– Siempre serás suficiente para mí -susurró ella, diciéndolo en serio-. Hace mucho que había dejado de soñar con mi príncipe.
– ¿Y cómo era?
Ella sonrió, sus ojos ardían.
– Alto, por supuesto, con un negro cabello largo, suelto y amplios hombros. Era un gran guerrero y me rescataba de la torre donde mis hermanos me habían encarcelado. Deseaba que montara junto a él en su resoplante y encabritado corcel, un recio animal que respiraba humo por sus fosas nasales y anhelaba impaciente precipitarse a la batalla. -Se rió suavemente de los sueños de una muchacha joven.
Razvan hizo una mueca
– Soy alto, pero mi pelo está veteado de blanco, y no puedo decir que sea un guerrero consumado. Pero sin duda te rescataría y te llevaría a montar junto a mí a donde sea que fuéramos, incluso a la batalla.
Los dedos de Ivory se dirigieron a un espeso mechón blanco en particular de su cabello. Frotó los sedosos hilos entre su pulgar e índice de un lado a otro.
– Un guerrero no es alguien que simplemente pelea, Razvan. Tú tienes el corazón de un guerrero y el alma de un poeta. Te encuentro fascinante. -Dejó caer su mirada-. Y tentador.
En un momento el aliento se le quedó atascado en lo pulmones. ¿Tentador? ¿Él la tentaba? No había ningún rastro del mal dentro de su cuerpo. Nada se interponía entre ellos ¿y le confesaba que se sentía tentada por él? La severa honestidad de Ivory lo conmovía como nada más podría.
Su palma se curvó alrededor de la nuca de ella, atrayéndola más cerca. Podía sentir el calor de su aliento en el rostro, podía ver… no sólo sentir… la suavidad de su piel. Tenía más disciplina que cualquier hombre que caminara sobre la faz de la tierra, pero no pudo evitar el inclinar la cabeza hasta quedar a pocos centímetros y cerrar la distancia entre ellos.
Sus labios rozaron los de ella. Apenas tocándolos. Ligeros como una pluma. Su cuerpo reaccionó apretando con fuerza, tensándose, cada músculo, cada célula cobraron vida, prestando atención a la más pequeña de las sensaciones.
Ivory no se apartó. Estaban de pie en medio de su jardín, rodeados por flores que caían en cascadas de todos los colores, las aves, las mariposas y las abejas revoloteaban de una flor a otra, era un lugar de absoluta serenidad, y parecía que el tiempo se había detenido sólo para ellos.
Sus manos le enmarcaron el rostro y él le inclinó la cabeza, así su boca podría posarse sobre la de ella otra vez. Ella suspiró en su beso, su cuerpo de alguna forma estaba más cercano. Él no sabía si era él que se había movido o era ella, o quizás era la tierra que cambiaba bajo sus pies, pero su boca fue de caliente a ardiente y luego a la incineración en un solo instante.
La sensación abrió todo un mundo nuevo, uno de placer, de intensa sensación. Donde su vida había sido dolor y sufrimiento, la boca de ella, suave, caliente y excitante, lo sumergía en un placer inmensurable. No sólo era una sensación física, su mente estaba combinada profundamente en la de ella, alimentándose de su placer, aumentándolo como ella aumentaba el suyo. Su corazón estaba totalmente comprometido, casi abrumado por los sentimientos que se habían vuelto más y más fuertes a partir del momento en que él había abierto por primera vez los ojos y vio su rostro, desde el primer toque de sus suaves dedos mientras ella le retiraba el cabello.
Su lengua barrió a través de la unión de sus labios, no tentativamente, pero sin empujarla más allá de lo que ella quisiera dar. Sus manos eran gentiles, en contraste con la dura agresión de su cuerpo. La boca de ella se abrió a él y él se introdujo en esa suave e hirviente caverna de calor y fuego. Las llamas lamieron en el vientre de Razvan. Su ingle se tensó cada vez más, hinchándose y endureciéndose contra su vientre en un infierno desatado.
Él se tomó su tiempo, tan gentil como nunca antes, saboreando la reacción de su cuerpo mientras exploraba la suave boca, degustando su reacción ante el pequeño gemido entrecortado que casi lo lleva a la locura, el pequeño movimiento que presionaba los suaves senos contra su pecho y alineaba la curva de sus caderas con las de él. Pequeñas chispas se encendieron por todas partes y pareció que el mundo giraba incluso más rápido.
Sus manos se sumergieron en esa sedosa cascada de cabello que caía por la espalda. Cada nueva exploración de su piel y cuerpo ampliaba el creciente placer, intensificándolo aún más.
Eres la mujer más increíble que haya nacido. Deseaba decirlo. Le dejó ver la verdad de su declaración en su mente, en su corazón. Nunca había imaginado que experimentaría semejantes sentimientos, ni la fuerza de esa emoción ni la intensidad de su reacción física hacia ella.
Su cuerpo había sido utilizado por Xavier, sí, pero él no había estado presente, sólo había atestiguando la degradación en la distancia. Nunca había experimentado el placer de la conexión, sólo la aflicción y la pena cuando aún podía recordar las emociones. Y ahora las tenía en abundancia, sentía repugnancia y vergüenza en sus recuerdos, junto con pena y tristeza. Él no había esperado… esto… la maravilla y la belleza del amor florecía allí mismo, en su jardín, junto con sus flores. Si hubiera estado en el mundo real podría haberse burlado de la poesía que cantaba en su alma, pero aquí, en su sueño, en sus recuerdos, las palabras eran perfectas, concordaban con la forma en que sentía.
El cuerpo femenino se estremeció contra el de él, y las manos de ella se alzaron para capturar las de él. Sintió la repentina duda en ella, la urgencia de acercarlo más y apartarlo al mismo tiempo. No estaba muy acostumbrada a confiar, a compartir parte de sí misma como él. La necesidad se cerró de golpe sobre ellos como el cruel golpear de puños, aplastándola. Importaba poco que su toque fuera gentil, el deseo quemaba ardiente e inesperado, una tormenta de fuego fuera de control.
Ella retrocedió, sacudiendo la cabeza, presionándose los dedos contra la boca temblorosa y sus oscuros ojos ardían con calor. Parecía confusa y un poco impresionada, como si no hubiera esperado sentir nada además de placer físico… nada tan intenso como lo que había pasado entre ellos. Siempre le sorprendía que Ivory, tan segura en sí misma como una guerrera, no se sintiera igual de segura de sí misma como mujer.
Razvan acunó cada lado de su rostro y recorrió con la almohadilla de los pulgares la suave y exquisita piel. Repentinamente todo en él se aquietó.
– Ivory, mira tu piel.
Las líneas que surcaban su cuerpo, dentadas y gruesas, ahora eran blancas y lisas. Aún estaban allí, segmentando su cuerpo como costuras, pero sin el grosor que las había caracterizado. Las líneas blancas atravesaban su cuerpo como un rompecabezas como siempre, pero ahora eran lisas y suaves, parte de su piel, en vez de tejido cicatricial con cierto relieve.
Ivory tocó una de las líneas que recorrían la cumbre de sus senos.
– Es la combinación del sanador, la sangre Cárpato y el suelo. Asombroso. Creía que esas horribles cicatrices estarían allí para siempre.
– No eran horribles. -Él dobló la cabeza y rozó con los labios una blanca y lisa línea que biseccionaba su cuerpo.
El útero de Ivory se contrajo y se humedeció. El roce del cabello de Razvan contra su piel se sentía como el pecado. ¿Cómo podía moverse él de la forma en que lo hacía? ¿Adentrándose tan lentamente en su corazón que se sentía desfallecer cuando él estaba cerca? Había puesto gran cuidado en no dejar que nadie le importara. Nada podía importar, salvo destruir a Xavier. Ese era su objetivo. Su único objetivo.
Ivory sintió como sus propios dedos recorrían la gruesa caída de lujurioso cabello veteado. Tan oscuro que hacía que sus ojos agudos ojos parecieran cobalto, tan blanco que resaltaba sobre el rostro arrugado, haciéndole parecer más viejo y mucho más distinguido que la mayoría de hombres Cárpatos. Cerró el puño sobre la cabeza mientras su mirada iba a la deriva caprichosamente sobre la cara.
Razvan era tan sereno. Profundamente en su interior donde debería haber rabia por las atrocidades cometidas contra él, ella sólo encontraba paz y aceptación. Su voluntad era la más fuerte que hubiera visto alguna vez en siglos de batalla, y aún así no sentía ninguna compulsión a imponerla sobre los demás. Estaba allí de pie mirándola como si ella fuera la luna, una diosa, hermosa más allá de toda comparación, su mirada era hambrienta, su cuerpo exigía urgentemente el suyo, pero aún así no la empujaba más allá de lo que ella deseaba ir. No había ego. Ninguna sensación de exigencia en él, simplemente una fuerza tranquila, una roca que ella encontraba asombrosamente pacífica y atractiva.
Apenas si existía un centímetro entre ellos ahora. Si fue ella o él quien se movió, no podría decirlo, pero parecía necesario saborearlo otra vez. Ansiaba sentir el calor, el barrido de esa lengua deslizándose contra la suya, el fuego que ardía en el momento en que estaban juntos. Su corazón simplemente se había derretido y su estómago revoloteaba. Sabía que estaba jugando con fuego, pero justo entonces, en ese preciso momento, con el cabello de él rozándole la piel de modo seductor y el contacto de su cuerpo duro y caliente sumado a su alma tan pacífica, esa combinación hizo que el miedo se esfumara en un frenesí de deseo.
Ivory alzó la boca y lo besó. Por un momento deslumbrante pareció que el mundo ardía en llamas, llevándolos lejos en un vórtice fuera de control caliente y salvaje, quemándose juntos, bocas fundidas, mentes fusionadas en una, corazones que latían al mismo ritmo. No había sido consciente de cuán sola y triste había estado hasta que la boca de él se movió con la de ella… hasta que su mente se movió en la suya. No había sabido que su cuerpo podía sentirse tan vivo hasta que sintió los dedos de él tocarla reverentemente, explorando como si le fuera imperativo memorizar cada pequeño rincón de su cuerpo.
No sabía que pudiera estar tan asustada de perder a alguien otra vez. Ella se alejó de él, pero sus manos la mantuvieron cerca, no dejando que escapara demasiado lejos. Incapaz de mirarlo, Ivory presionó la frente contra el pecho de Razvan.
– No tenía idea de que fuera tan cobarde.
Él se rió suavemente.
– Estás lejos de ser una cobarde, hän ku vigyáz sielamet… guardiana de mi alma. Eres una mujer extraordinaria. -Sus labios acariciaron la cumbre de su cabello, se demoró allí un momento, antes de dejar caer la barbilla en la coronilla y acariciarla con la nariz.
– No puedo imaginar que los hombres Cárpatos sean tan cuidadosos con los sentimientos de sus compañeras como tú con los míos.
Él la agarró por la barbilla y levantó su rostro hacia él.
– Nosotros no somos como los demás. Nunca lo seremos. Hacemos nuestras propias reglas y vivimos por ellas. Nuestro mundo es diferente, Ivory. Nunca te creas menos porque te preocupan tus emociones. Eres una guerrera con una misión, una tarea trascendental que pocos intentarían emprender. Nunca te vendas barato sea como sea. Me siento orgulloso de ti y del hecho de haber sido escogido para ser tu compañero. Es un honor sin igual.
Lo decía en serio, lo sabía. Estaba en su mente y decía en serio cada palabra. Él la hacía sentirse especial. Era una sensación rara después de ser apartada por la gente de los Cárpatos, después de la traición de sus hermanos cuando decidieron unirse a las filas de los no-muertos y aliarse ellos mismos con Xavier por el poder. Era extraño sentir la intensidad de las emociones de Razvan por ella: su orgullo, el honor que sentía, la absoluta e inquebrantable lealtad hacia ella. Era un hombre desinteresado, insensible a los que los demás pensaran de él, pero ferozmente orgulloso de ella.
Su corazón saltó nerviosamente durante lo que pareció una eternidad, un lento vuelco, y supo que estaba perdida.
– Tengo más miedo de lo que pasa entre nosotros que de enfrentarme al maestro vampiro.
Un maestro vampiro que una vez había sido, hacía mucho, su muy amado hermano. Razvan cerró los dedos alrededor de la nuca de ella y la sostuvo cerca de él, ofreciendo consuelo cuando ella no lo había pedido. Ella nunca lo pediría.
– Los sepulté hace mucho -susurró Ivory, posando la cabeza contra su pecho y permitiendo que la fuerza de sus brazos la sostuviera. Allí, en ese jardín de ensueño, sin nadie en los alrededores, podía mostrar debilidad sólo por un momento, porque sabía que Razvan la aceptaba tal como era-. Llevo sus almas en la mía, con la esperanza de que cuando vaya a la siguiente vida, lo que yo haya hecho contará para ellos y se les dé una segunda oportunidad. Si la aceptarán o no será asunto de ellos. Me había reconciliado completamente con su pérdida, pero… -Se interrumpió.
No había palabras para expresar la aplastante pena y la desgarradora sensación de traición que había sentido cuando su hermano había usado la ilusión de su anterior yo en un intento de matarla. Ella sabía que la habría destruido tan fácilmente como hizo con el granjero y su familia, con Travis y Razvan. No había estado en absoluto preparada para aquel terrible dolor, para la angustia que sintió al verlo otra vez.
– Creo que es normal sentirse de esa forma. Estaba preparado para que mi hermana me aborreciera, y desde luego estaba preparado para que mi hija biológica me detestara, pero eso no significaba que no me doliera. -La acercó hacia él, rodeándola con su calor-. Tienes un corazón amante, Ivory. Lo guardas bien, pero aquellos a los que permites entrar en tu vida están allí permanentemente, sin importar lo que suceda. He oído el amor en tu voz y lo he sentido en la mente cada noche cuando Nicolas viene para darnos sangre. Es el amor de una hermana aunque hayan pasado siglos desde que lo viste por última vez, y él haya hecho muchas cosas inquietantes en su vida.
– Pero él es un hombre tan maravilloso. Está tan enamorado de Lara, tu hija -indicó Ivory-. Podría quererle solo por eso. Aún no la ha traído completamente a nuestro mundo, aunque ambos sufran por eso. Dan tanto a la raza Cárpato intentando salvar a los bebés.
– Ella se ha vuelto sensible a la luz -estuvo de acuerdo Razvan-. Y no puede acudir a la tierra, pero puede vivir muchos años sin tener demasiados problemas.
– A él le preocupa que se quede embarazada en este estado intermedio. ¿Captaste en su mente exactamente lo que Lara puede hacer y que ningún otro puede?
– Es en parte maga, y necesitan un mago para cazar los microbios que invaden los cuerpos de las mujeres. Los microbios matan a la mayor parte de los bebés.
Ivory frunció el ceño y se alejó de él de un empujón. Recorrió con la mirada el exuberante jardín con su abundancia de arbustos y flores. Lirios acuáticos yacían perezosamente a lo largo del lecho de un arroyo, coloreando las rocas de centellante oro y plata. La cinta de una cascada zigzagueaba a lo largo de la cara de la alta roca que conformaba una de las paredes del jardín. El agua brillaba en una gota larga. Las mariposas revoloteaban y las aves cantaban incluso bajo el brillo de la luna en lo alto. Era un mundo de ensueño.
Podían estar de pie juntos, tan cerca como lo estaban, y ella podía sentir la primera sensación de su floreciente amor, el feroz tirón físico entre ellos, pero incluso allí, el mundo real se infiltraba sigilosamente. Incluso allí la serpiente que era Xavier se internaba sigilosamente.
– No puede alcanzarnos aquí -dijo Razvan-. Ya no posee mi mente.
– Pero puede. Él colorea el mundo con su mal, Buscador de Dragones. “Mal” es una pequeña palabra, pero él lo encarna. No hay ningún monstruo en el mundo que se le iguale. Salvaste a Lara de él…
– Mis tías salvaron a Lara. Aun cuando hubieran tenido oportunidad de escapar, Xavier utilizó mi cuerpo para enterrar un cuchillo en el pecho de Branislava. Estaban tan débiles ya, drenadas de sangre para alimentar la necesidad insaciable de Xavier.
– Como tú.
Razvan no respondió, sólo siguió sus pasos cuando ella se dirigió a la entrada del laberinto. Ivory lo tomó de la mano otra vez y lo atrajo al interior del laberinto de altos setos.
– Lara aún está siendo manipulada por Xavier. No puede ser convertida totalmente hasta que él sea destruido. -Ivory suspiró-. Debemos encontrar un modo de librar al mundo de semejante mal.
– Es elección de Lara permanecer en ese estado entre maga y Cárpata. Su compañero la protegerá, como haría yo contigo. Eso es la libertad, Ivory, la verdadera libertad, y por suerte su compañero entiende que ella necesita esto sobre todo lo demás. Deberá confiar en ella lo suficiente para saber que cuando él crea que el tiempo se acaba por la seguridad o salud de ambos, ella le escuchará y permitirá que la convierta, y la traiga totalmente al mundo Cárpato. Nicolas no permitirá que se exija demasiado, ni ninguno de los otros Cárpatos querría que lo hiciera -indicó Razvan-. Ivory. -Se detuvo otra vez, permaneciendo enfrente de ella y llevándose la mano de ella hacia la boca.
Muy suavemente frotó el pulgar de un lado a otro sobre los nudillos de ella, nudillos que habían visto demasiadas luchas y verían muchas más.
– Hemos aceptado que cazaremos a Xavier. Y no nos detendremos hasta destruirlo. Pero viviremos mientras dure este viaje. Cada noche que nos alcemos, viviremos. Cada minuto. Cada momento. Celebraremos nuestras vidas y disfrutaremos de nuestro viaje, para bien o para mal. Él no puede tenernos. No puede tener a aquellos a los que amamos. -Se llevó los nudillos de ella hasta la boca y pasó la lengua sobre las cicatrices de allí-. ¿Entiendes lo que te quiero decir?
Ivory inhaló. Sintió que caía hacia adelante dentro de las profundidades mismas de esos ojos, algo que una guerrera no debía hacer, pero en ese momento no le importó. Una sonrisa lenta caldeó sus ojos hasta convertirlos en oro líquido. Razvan acababa de proporcionarle la clave a cómo había él sobrevivido. Nunca permitiría que Xavier se apoderara realmente de él. Independientemente de la dirección que su viaje hubiera tomado, él había aceptado las consecuencias y estaba en paz con sus decisiones, sin importa lo difíciles que estas hubieran sido.
Ella apartó la gruesa y sedosa melena de cabello veteado y permitió que sus dedos trazaran las líneas de cansancio en el rostro de él. Su garganta se cerró en un apretón inesperado.
– ¿Deseas la paz, Razvan? ¿Debería haber dejado que te adentraras en la siguiente vida? -El apretón amenazaba con ahogarla. A veces él parecía tan cansado, sus ojos viejos, su mente llena de demasiados recuerdos… ninguno de ellos bueno.
– No habría deseado perderme el estar contigo en este mundo. Quizás pasara esos largos años con Xavier sólo con este propósito, Ivory. ¿Cómo sabemos lo que debemos hacer? Tuve años para aprender sus costumbres y ahora cada una de sus pruebas importa. No he olvidado. Nunca. Lo que necesitas está almacenado en mi cabeza. Y absorberé rápidamente toda tu experiencia en batalla. Formaremos una pareja como el mundo nunca ha visto.
Se inclinó hacia delante y la besó otra vez, un beso lento, que hizo que su corazón se detuviera, robándole la fuerza de tal forma que se aferró a él, afectada por la intensidad de sus emociones. Cuando él levantó la cabeza, sus ojos ardían de amor. Ella lo vio, duro e impertérrito, una emoción cruda que él no se molestaba en esconderle y esto la hizo sentirse avergonzada de su propio miedo.
– Formaremos una pareja como el mundo nunca ha visto -se mostró de acuerdo.