Capítulo 8

Ivory caminó desde el granero hacia el establo, con la cabeza alta y los ojos brillándole con un extraño y resplandeciente tono whisky dorado mientras se acercaba al edificio. Desde su posición dentro del establo, donde ahora la esperaba, Razvan podía verla avanzar, cada zancada segura la acercaba más. Ella le robaba la respiración. Tenía definitivamente una cualidad desapegada del mundo, como si la leyenda de la Asesina Oscura hubiera vuelto a la vida y se moviera con gracia y elegancia por la nieve.

El vampiro que jugueteaba con su víctima alzó la mirada cuando los caballos de los establos, nerviosos y corcoveantes, de repente se calmaron. Los cerdos dejaron de chillar. Los establos se quedaron sorprendentemente silenciosos.

Ivory lanzó una sonrisita hacia el vampiro.

– No te reconozco, pero veo que no tienes modales en la mesa. Quizás desees probar algo mucho más rico. -Deliberadamente, con los ojos sobre el vampiro, se puso los dientes en la muñeca.

Razvan notó que el vampiro inmediatamente perdía interés por el humano y lo dejaba caer al suelo, donde el granjero hizo cuanto pudo para alejarse arrastrándose mientras el vampiro se quedaba clavado ante la vista de esos pequeños dientes blancos que se hundían en la delicada muñeca. Manaron dos gotas de sangre, de color rojo rubí, punteando la piel lisa y suave como pétalos. El perfume de Ivory vagó hasta el vampiro mezclado con el olor tentador de sangre cárpata.

Razvan observó como el granjero se arrastraba hacia una tabla rota en la pared. En vez de arrastrarse por el hoyo en la pared, se estiró para tratar de arrancar una tabla como arma. Razvan se materializó al otro lado de la pared y se inclinó, con un dedo sobre los labios. Siguiendo el ejemplo de Ivory, trazó el signo de la cruz en el aire entre ellos, sabiendo que ni un acólito enviado por Xavier ni un vampiro harían tal cosa. Cuándo los ojos del hombre se aclararon y asintió ligeramente, Razvan le hizo señas para que se deslizara por el agujero irregular. Mientras el hombre se arrastraba por la nieve, Razvan tomó su lugar, formando la ilusión del cuerpo y la ropa del granjero.

El vampiro se acercó a Ivory arrastrando los pies. Le hizo una reverencia, sonriendo. Como evidencia adicional de que se había convertido recientemente, los dientes no eran puntiagudos, ni tampoco estaban manchados de negro. Todavía mantenía su belleza de facciones puras.

– ¿Qué estás haciendo vagando sola sin el beneficio de protección?

Ivory sonrió dulcemente.

– ¿Qué te hace pensar que estoy sola? ¿O sin protección? -Manteniendo la mirada clavada en la de él, se lamió las gotas de sangre, cerrando la herida y privándole del regalo que tanto esperaba.

El vampiro sacudió la cabeza.

– No tienes protección, señora, o yo la sentiría cerca.

Ivory dejó escapar un sonido elegante y burlón que borró la sonrisa de la cara del vampiro.

– No me has oído a mí. ¿Por qué, entonces, crees que podrías oír a mi compañero? Estabas tan ocupado jugueteando con tu alimento, que olvidaste la más básica de todas las lecciones. No es de extrañar que no vayas a sobrevivir a esta noche.

Vertió desprecio en su voz, pero sonaba como una señora. Voz suave, sin amenazar, una princesa dando una reprimenda a un campesino. La admiración de Razvan por ella creció. Hipnotizaba al vampiro sin hacer nada excepto hablar. El no-muerto había olvidado por completo al modesto granjero. No veía al humano como una amenaza. En vez de eso, concentraba su atención en Ivory, deseando su rica sangre Cárpato, una delicia para un vampiro que se había convertido recientemente.

El vampiro frunció el ceño.

– ¿Te atreves a reprenderme cuando tú andas sola por la noche? ¿Qué haces aquí? -Su voz se volvió astuta y lo que él percibió como suave-. Y una mujer tan hermosa, también. Necesito una compañera.

– Tu juventud se muestra. Tan impulsivo y equivocado. Sólo los vampiros recientemente convertidos creen todavía poder forzar a las mujeres a ser sus compañeras. Que pena que no vayas a tener tiempo para ganar experiencia. -Inclinó la cabeza a un lado y lo estudió, lo recorrió de arriba abajo con la mirada-. Eres lo suficiente nuevo para que todavía conserves tu atractivo. El atractivo se desperdicia en los jóvenes.

Antes de que él pudiera responderle se llevó la mano a los lazos de su pistolera y le lanzó seis flechas revestidas al pecho, donde formaron una línea recta sobre el corazón. Razvan se levantó y atravesó con el puño la dura pared de pecho, la sangre del vampiro le quemó el brazo y el puño. Tenía tantas cicatrices que apenas sintió la mordedura del ácido mientras agarraba el corazón y comenzaba a extraerlo.

El vampiro rugió y golpeó la cabeza contra Razvan. Intentó disolverse, pero las flechas revestidas evitaron que el pecho cambiara a vapor. Arañó a Razvan con las garras, desgarrando la carne de los pesados músculos que cubrían el pecho de Razvan en un esfuerzo por excavar a través de él y llegar al corazón. Razvan retiró el brazo, utilizando más fuerza de la pensó que requeriría. El corazón era negro, pero todavía de un tamaño normal.

– No lo mires. Incinéralo -dijo Ivory.

Razvan llamó al relámpago, teniendo cuidado de que no golpeara otra cosa excepto al vampiro y su corazón. Se bañó los brazos y manos en el candente campo de energía.

– Controlar el relámpago es difícil. Casi lo perdí y te golpeé.

– Estaba preparada para ello. -Ella suspiró y lo estudió con ojos preocupados-. La vacilación puede matarte. Te lanzaste sobre él lo bastante rápido, pero no puedes darle por muerto hasta que el corazón sea incinerado. Deberías haberlo quemado primero. Un vampiro con más experiencia se habría reparado mientras tú todavía te maravillabas de tu trabajo.

Razvan se rió en voz alta. Matar vampiros era un trabajo sucio. El fétido aliento y las garras desgarrándole el pecho y vientre habían sido aterradores y excitantes a la vez. Lo había hecho. Había matado a su primer vampiro. No había sido una muerte perfecta, pero había destruido al no-muerto y salvado al granjero. Se sentía bien al hacer algo positivo en vez de despertarse para encontrar que su cuerpo había embarazado a una mujer, o asestado un golpe venenoso a su hermana o al compañero de ésta. No había manera de contarle a Ivory cómo se sentía, así que no lo intentó. Le dirigió una sonrisa y se inclinó.

– Lo recordaré.

Ella estaba segura de que lo haría. Parecía tan feliz allí de pie en el desnudo, viejo y destartalado establo con las ropas hechas tizas y la sangre veteando su pecho, brazos y vientre. Lo recorrió con una mirada preocupada. La sangre goteaba constantemente, pero había luz en sus ojos y en su mente. Él la hacía sentir humilde con su sencillo placer por hacer algo que ella consideraba un trabajo. Él lo consideraba algo bueno.

– Gracias por permitirme la experiencia. Es la única manera en que aprenderé a llegar a ser una ayuda en nuestra caza.

Ivory se encogió de hombros, fingiendo indiferencia cuando todo lo femenino en ella, y para nada de guerrera, reaccionaba ante esa mirada en los ojos.

– Fue tu plan -indicó ella.

Él le dedicó una media sonrisa, encogiéndose de hombros modestamente.

– En los viejos tiempos, antes de que me diera cuenta de que Xavier estaba en mi mente, era bueno planificando batallas. Me mantenía cuerdo, explorar sus debilidades, y la de los otros también. Vampiros. Cárpatos. Incluso hombreslobo. Pero un día me di cuenta de que siempre que descubría que Xavier tenía una debilidad, de repente él la encontraba y la reforzaba. Estaba ayudando a mi propio enemigo.

Quiso consolarlo, envolver sus brazos alrededor de él y sostenerlo; en lugar de eso se inclinó para recoger con indiferencia las flechas y colocarlas en la pequeña bolsa del costado. Razvan no pedía compasión; estaba señalando un hecho. Pero afectaba como un golpe, esos recuerdos juveniles tenían que doler una barbaridad.

– Eliminaste al vampiro con bastante facilidad. Y eso es lo que cuenta.

– Agradezco que me hayas permitido practicar con él. Pensar a través de la cabeza de otro no es lo mismo que experimentarlo realmente. Tomar el corazón fue más difícil de lo que esperaba. Soy fuerte, y tú habías hecho que pareciera fácil cuando no lo es. Debe haber un truco que aún no he captado. Pero lo captaré. Creo que tengo una ventaja al apenas poder sentir la quemadura de la sangre del vampiro.

Para Ivory, era desgarrador que él pensara que la acumulación de tejido cicatrizal a causa de las cadenas revestidas de sangre de vampiro fuera una ventaja. Quiso llorar por él. En vez de eso, forzó una respuesta despreocupada.

– Éste apenas valía que me estropeara las uñas. -Ondeó la mano y las cenizas salieron volando del edificio desvencijado-. Ven aquí. Déjame asegurarme de que no hay veneno en las laceraciones.

Razvan cruzó a su lado sin vacilación. Le agarró la mano para examinarle las uñas.

– Tienes razón. No lo merecía. Tienes hermosas uñas.

Para consternación de Ivory él se llevó las puntas de sus dedos a la boca y los besó.

– Olvidaste calentarte. -Le sopló en los dedos y luego los atrajo al calor de su boca.

El corazón de Ivory casi se detuvo y luego comenzó a latir frenéticamente. Él era letal de cerca. Esa gentileza que era tan parte de él la rodeó, hipnotizándola tan seguramente como su voz a menudo cautivaba a los que estaban en su radio de alcance. Respiró y lo atrajo profundamente a sus pulmones. Ella era alta y casi le podía mirar directamente a los ojos, pero los hombros de Razvan eran mucho más anchos que los suyos, aunque ella llevara su grueso abrigo de pieles.

Se sentía segura con él. Lo cuál era estúpido e inquietante. Había aprendido a no confiar nunca en nadie, pero había permitido a este hombre entrar en su vida. No lo necesitaba. No lo deseaba. Pero el tenerlo tan cerca la confundía. Los cazadores tenían una cierta energía que les rodeaba; todos la tenían. La de él era diferente. Su energía era pacífica, absolutamente pacífica. Casi serena. Respirarlo le daba fuerza de una manera que no había conocido antes. Él exudaba una aceptación callada de su destino, y una falta de necesidad de controlarlo todo y a todos los que le rodeaban. A su propia manera, Razvan hechizaba, la encantaba sin intentarlo siquiera.

Ivory tragó con dificultad y mantuvo la mirada pegada a los desgarros profundos que subían y bajaban por el pecho de él. Un rasguño especialmente largo recorría el vientre hacia abajo y desaparecía en la pletina de los pantalones. Colocó la palma sobre uno de los peores desgarros y cerró los ojos, buscando el preparado tóxico que señalaría a los parásitos. Aunque, después de la primera vez, supo que las heridas estaban limpias y solamente manaba sangre de ellas, continuó examinando cada herida en particular.

Quería estar cerca de él. La sensación de serenidad era un afrodisíaco en sí mismo. Había oído hablar de prácticas del Lejano Oriente que se habían esparcido a través del mundo, y para ella este hombre personificaba el espíritu Zen. Él sentía calma. Incluso el placer sencillo que le daba aprender era algo sin ego o prisa.

Ivory se inclinó hacia delante sin pensarlo conscientemente, con los ojos entreabiertos, deslizó la lengua sobre la larga laceración, los agentes curativos en su saliva eliminaron inmediatamente el picor y cerraron la herida.

Razvan se quedó inmóvil

– ¿Qué estás haciendo? -Su voz era ronca.

Ivory notó el cambio en su respiración. No estaba tan calmado ahora como hacía un momento, y había algo enormemente satisfactorio en eso. Ivory deslizó la palma hacia abajo por el siguiente rasguño y la boca la siguió. Cada músculo estaba definido, saltaba bajo su toque, el cuerpo irradiaba calor, oliendo a aire libre en una noche de primavera.

Razvan dejó escapar el aliento. Ella sintió la onda en el vientre tenso mientras le rozaba con la boca el pecho, bajando, siguiendo el sendero de la laceración.

– ¿Qué estás haciendo? -repitió.

– Curándote. -La voz de Ivory se había vuelto ronca, casi líquida, traicionándola.

Él dejó escapar el aliento en una larga y lenta exhalación.

– Escúchame, Ivory. -Razvan le sujetó las muñecas y la sostuvo lejos de él. Su toque era suave, increíblemente suave, pero su agarre era imposible de romper sin luchar-. Mi cuerpo me traicionó una y otra vez. Ni siquiera sé cuántas veces utilizó Xavier mi cuerpo para darse no sólo placer con otras mujeres, sino para tener deliberadamente un niño con ellas, y así poder utilizar la sangre del niño.

– No comprendo qué me estás diciendo. -Encontró su mirada. La sostuvo.

– Estoy diciendo que esto es peligroso. Eres mi compañera y todo en mí exige que te reclame. Una vez que nos unamos, será para siempre. Yo no te haría eso cuando es tan peligroso. Aparentemente purgaste a Xavier, pero una vez fui lo bastante débil como para que lograra colocar no sólo uno, sino cuatro pedazos de sí mismo en mí. Me utilizó para cometer crímenes aborrecibles y viles. Hay niños en el mundo que han sufrido horriblemente a causa de mi cuerpo. No los conozco. No los reconocería si los viera.

– Lo harías -negó ella, creyendo sus palabras-. Los reconocerías.

– El sanador y el Príncipe me han aceptado con indecisión, pero sólo porque estaba contigo. Vivirías la vida de una paria si te unes a mí.

Ivory sacudió la cabeza.

– Eres tan noble, Razvan, siempre anteponiendo a los demás por delante de ti mismo, pero en verdad, no lo has pensado lo bastante. -¿Qué estaba diciendo? Ivory estaba horrorizada de sí misma, discutiendo con él como si deseara que la reclamara. ¿Cuándo había llegado a tener una naturaleza femenina tan perversa que quería que él la deseara, a pesar de que nunca aceptaría su reclamo? ¿Qué demonios le había pasado? Debía sentirse mucho más sola de lo que había pensado. Disfrutaba de su vida. Había escogido su vida. Se relamió, saboreándolo. Anhelándolo.

– Lo siento. No sé que me ha pasado. -Se dio la vuelta, pero él no la soltó, forzándola a volver a él.

– No hagas eso. Nunca rechazaría a la única persona que deseo en mi vida. Aunque has estudiado a Xavier, no sabes cuán verdaderamente malvado es. Si supiera que lo significas todo para mí, que eres mi razón para seguir vivo, entonces dejaría de intentar encontrarme y emplearía todo lo que tiene en atraparte. No puedo permitir que eso suceda. Eres la única persona por la que intercambiaría mi alma. Él no puede saber eso.

Ella se echó hacia atrás una segunda vez y él volvió a retenerla, forzándola a sostener su mirada, su agarre firme, pero todavía tan apacible como siempre, eso la desarmó

– Renunciaría a todo, incluso al honor, por ti. Es la única cosa que he mantenido intacta todos éstos largos años. Aguanté por honor.

Ella asintió lentamente.

– Hasta que experimenté la compulsión yo misma, no tenía la menor idea de lo que era la atracción entre compañeros.

Él sacudió la cabeza lentamente, todavía sosteniendo su mirada.

– Es más que la atracción entre compañeros… mucho más. He estado dentro de tu cabeza. He estudiado tu casa y los dibujos que tan pacientemente tallaste en la piedra. Todo en ti me atrae. Cada momento en tu compañía sólo hace que esos sentimientos sean más fuertes. Quizás el tirón entre nosotros es fuerte físicamente porque somos compañeros, pero el tirón del corazón y del alma es igualmente fuerte.

Ella respiró.

– Gracias por eso. -Atesoraría sus palabras. Decían la verdad. Conocía la pureza cuando la oía-. Debemos alimentarnos antes de volver a nuestra guarida, y debo borrar los recuerdos del granjero y su mujer para que no hablen inadvertidamente de esto y atraigan la atención de Xavier.

– Toqué su mente. -Razvan levantó cada una de las manos de Ivory y presionó la boca sobre la piel sensible del interior de las muñecas, por donde la había estado agarrando-. El granjero habría luchado por ti, sabiendo que iba a morir. Es un buen hombre.

– Me gusta su mujer también. Me alegro de que les hayamos encontrado antes de que fuera demasiado tarde. Muy pocos vampiros se atreven a entrar en el territorio protegido por los cazadores. Esto está justo fuera de su alcance. Vengo aquí a menudo para comprobar, e incluso aquí, probablemente porque los vampiros desaparecen cuando se acercan, esta región es bastante segura, por lo menos hasta recientemente, desde que Xavier ha expandido sus territorios.

Ivory retrocedió. Debería haber estado agitada por el rechazo de Razvan a sus patentes avances, pero en vez de eso, se sentía consolada y… cuidada. No se había sentido así en más de un siglo. Se encontró sonriéndole. La sonrisa de respuesta tardó en llegar, pero la caldeó.

Ivory se detuvo y permitió que sus sentidos se expandieran para buscar en la noche otros peligros ocultos. Había un zorro cerca, buscando pollos extraviados que hubieran escapado del confinamiento para la noche. Unos pocos ratones ocultos de un búho que volaba en círculos arriba. Tocó al búho varias veces para cerciorarse de que no fuera algo más en forma de pájaro, pero éste estaba cazando diligentemente en busca de comida y en absoluto interesado en lo que sucedía en el mundo humano.

Pudo sentir el ligero toque de Razvan cuando siguió su ejemplo. La cuestión que destacaba era su absoluta falta de ego, lo cual conllevaba un toque muy ingrávido, casi imposible de discernir. Él sería una ventaja inmensa en cualquier caza solamente por eso, pero si podía planear batallas del modo en que decía, los dos tendrían incluso más oportunidades de detener a Xavier.

Tocó las pocas nubes flotantes por último, con cuidado de examinar cada una para asegurarse de que fueran genuinas. Cuando iba a dar un paso fuera del establo, Razvan la detuvo con un toque en el hombro.

– No buscaste bajo la tierra. Ese es el reino de Xavier y envía espías por los túneles que los gusanos cavan para él. En una batalla reciente, acudió él mismo, utilizando mi cuerpo, para intentar matar a mi hermana y al Príncipe. Otra vez intentó matar a Shea, la cuñada del Príncipe y a su niño aún no nacido. Yo temería al suelo más que a cualquier otro método de transporte.

– Podría presentir el paso de los gusanos.

– Envía a espías en formas muy pequeñas ahora. Los escorpiones e insectos se han convertido en sus aliados. Utiliza otros de otro reino, como los guerreros de sombras que ha atraído contra su voluntad a las filas de los no-muertos, pero también otras criaturas mucho más demoníacas.

– Nunca ha utilizado insectos para espiar.

– Siempre los ha utilizado, pero los muta. Busca sus mutaciones.

Ivory dejó escapar el aliento mientras procesaba la información.

– Eso explica unas cuantas cosas. Sabes mucho de él.

– Llevo con él desde mi decimocuarto año. He estado presente en la mayor parte de sus experimentos, sino en todos.

Los ojos de Ivory se abrieron de par en par y su corazón saltó.

– ¿Te permitía observar mientras lanzaba y escribía sus hechizos?

Asintió.

– Mi hermana siempre fue buena con los hechizos. Yo nunca he sido bueno. Una vez que reconoció eso, no temió mi presencia.

– Pero tienes una buena memoria.

– Lo recuerdo todo, hasta el más pequeño detalle. Por eso tengo talento en cuanto a planificar batallas. -No se jactaba, solamente señalaba un hecho.

El entusiasmo la recorrió.

– Realmente quiero dejar esto en claro. ¿Estuviste presente cuando realizaba sus experimentos y lanzaba sus hechizos? ¿Sus mutaciones? ¿Atrayendo a los guerreros de sombra bajo sus ordenes? ¿Todo?

– Le gusta jactarse. Necesita admiración. Necesita que alguien sepa que él es más listo que el resto del mundo. Tiene pocos estudiantes. Puedo identificar a los magos que le ayudan. La mayoría le temen demasiado para estar cerca de él, y no les falta razón. No siente lealtad hacia nadie. Si necesita sangre o un cuerpo para un experimento y no puede conseguir ninguno más, atraerá con engaños a un ayudante a su muerte. Yo estaba extremadamente a mano. Tenía sangre cárpata así que podía drenarme y jactarse. -Una pequeña sonrisa sin humor le curvó la boca-. Durante años pude disfrazar mi sangre y mis capacidades, hasta que me tomó completamente. Pagué por la indiscreción de ser mejor que él, al igual que por haber intentado advertir a mi hija y a mi hermana. Pero valió la pena por saber que no era enteramente invencible.

– No puedo imaginarme tu vida, ni cómo has permanecido cuerdo.

La sonrisa de Razvan se suavizó hasta hacerse real.

– No más que tú, cortada a pedazos y abandonada a los lobos. Sólo tú habrías encontrado un modo de persuadir a los lobos para que te ayudaran. Tu voz es una ventaja asombrosa, pero es tu voluntad lo que me intriga.

– Algunos dirían que soy demasiado insistente y obstinada.

– Algunos no te conocen.

Otra vez su estómago hizo esa cosa de revolotear que estaba comenzando a asociar como una respuesta muy femenina a él. No le molestaba tanto ahora que él había admitido que se sentía más afectado por ella de lo que ella creía.

Ivory concentró su atención en el suelo, atendiendo esta vez al más pequeño insecto. Había vida bajo la nieve, ocultándose en la riqueza de la tierra y bajo las rocas y raíces. No detectó la más mínima insinuación de maldad, pero permaneció silenciosa, dejando que Razvan examinara el suelo. Él había vivido toda su vida con Xavier, y conocía cada experimento secreto, conocía sus hábitos. Su entusiasmo ante la perspectiva de trabajar con él, de utilizar tal fuente de conocimiento crecía.

Ivory creía en sus propias capacidades. Había estudiado las maneras de Xavier y creía que podía desenredar los hechizos y construir contra hechizos para invertir los experimentos malvados si conocía el hechizo exacto. Si Razvan había estado realmente presente y podía recordar la frase exacta, tendrían una ventaja verdadera.

– Creo que estamos a salvo -dijo Razvan-, aunque ese zorro tenga hambre y pueda decidir que pareces deliciosa y buena.

– ¿Estás diciendo que parezco un pollo?

– Bueno, tus plumas parecen estar un poco erizadas.

Ivory se descubrió riéndose cuando nunca se reía. Razvan era diversión simple. Quizás tener a alguien con quien compartir la vida hacía divertidas las cosas. Fuera lo que fuera, esperaba poder aferrarse a ello, aunque la perspectiva fuera un poco aterradora, simplemente porque nunca antes había tenido realmente mucho que perder.

Se movió delante de él, andando a zancadas a través de la nieve. Razvan la siguió un paso atrás, deslizándose a su izquierda. Ella se dio cuenta de que permitía que los lobos le protegieran la espalda y él tomaba una posición en su lado más débil. Muy pocos notarían que tenía un lado débil. Practicaba todo el tiempo, utilizando cualquier mano para tirar, disparando la ballesta con ambos manos y trabajando generalmente con ambos lados, pero no acababa de ser tan rápida con la izquierda. Él tenía buen ojo para valorar a un enemigo.

O a una socia.

Se estaban acostumbrando a deslizarse dentro y fuera de la mente de ambos. Desde el punto de vista de un guerrero, esto era una ventaja inmensa; desde el de una mujer quizá no tanto.

– ¿Por qué? -Razvan sonó verdaderamente curioso.

Ella lo miró por debajo de las pestañas, valorando su expresión, pero como siempre él lucía el mismo manto de calma que le rodeaba.

– Esto no es fácil para mí. Tengo sentimientos inesperados con los que no tengo la menor idea de cómo enfrentarme. -La admisión era veraz porque no podía hacer menos que ser enteramente sincera con él. Él era honesto y ella necesitaba igualar su integridad con el honor de la suya propia.

La sonrisa de Razvan no sólo la rodeó y la inundó de calor, sino que la hizo sentirse como parte de algo más… algo más grande que ella misma.

– Eso nos pasa a los dos.

El granjero dio un paso fuera de la casa, a la nieve. Había sangre en sus brazos, heridas defensivas, observó Ivory. Su mujer salió y se detuvo ligeramente detrás de él. El granjero parecía muy nervioso.

Ivory les sonrió para tranquilizarlos.

– Ha desaparecido de este mundo y nosotros borraremos toda evidencia de su paso.

– Sois cazadores -saludó el granjero, con voz neutral, ni dando la bienvenida ni rechazando-. Ha habido rumores persistentes. Nunca nos hemos encontrado con una criatura tan malvada. -Sus ojos se movían rápidamente de aquí para allá, indicando su nerviosismo.

Detrás de él, oculta en su mayor parte a la vista, su mujer se estremeció. Ivory estudió la pequeña morada. Ristras de ajo colgaban en las ventanas. Había una cruz tallada en la puerta. Los dedos del granjero golpeteaban contra el muslo una y otra vez.

Razvan se adelantó con un movimiento casual, para colocarse ligeramente delante de Ivory. Se inclinó ligeramente hacia el granjero. Ivory podía sentir la calma en él. Los ojos de él recorrían la cabaña y alrededores, escudriñando continuamente. Él había estado perfectamente relajado antes, pero ahora parecía tenso y preparado para golpear.

Algo va mal. Ella mantuvo su expresión serena, pero se puso alerta.

No sé que es, reflexionó Razvan. Algo. Algo va mal. Se detuvo.

Ivory abrió su mente para abarcar al granjero y a su mujer. Generalmente, podía tocar fácilmente las mentes y hacer una rápida lectura, pero había unas pocas personas resistentes que tenía barreras. Un rápido y ligero toque no produjo nada. La mujer permanecía ligeramente detrás del marido, la cara en las sombras. Sería raro e improbable no poder leer a ninguno de ellos, pero ambas mentes estaban como una pizarra limpia.

¿Ambos? preguntó Razvan. Insectos. No hay ninguno cerca de la casa. Sí, ellos van a lo suyo, pero no hay ni una hormiga cerca de la morada. Miró hacia la ventana de la pequeña granja. Dentro, Ivory.

Ivory siguió sonriendo, pero su mente se expandió aún más, alcanzando la casa para encontrar a los niños. Un chico y chica. Ambos aterrorizados. ¿De dónde provenía la amenaza? ¿Por qué ninguno de ellos la presentía? Sólo un maestro… Ivory interrumpió el pensamiento, su corazón atronaba. Mantuvo los ojos al nivel de los del granjero. Si tenía razón y un maestro vampiro estaba en ese cuarto con los niños, si el granjero se daba cuenta de que ella lo sabía, también lo haría el vampiro.

Sólo un maestro podría mantener su presencia oculta, le explicó ella. Controlaría a ambos y a los niños también, para evitar que traicionaran su presencia. Debe haber reclutado al recién convertido. Un maestro a menudo utiliza vampiros menores como peones.

Ivory se endureció. Tenía que ser Sergey. No habría más de un maestro en una misma zona, ni siquiera aunque estuvieran emparentados había más. Quizás hubieran formado una coalición, pero el ego de un maestro vampiro no le permitiría estar demasiado tiempo en presencia de otro sin luchar en serio. Tendría que hacerle frente otra vez, a menos que tuviera bastante suerte y él huyera cuando se diera cuenta de que había dos cazadores y no uno.

Agarró la ballesta en preparación. Lo que tenemos que hacer por una comida es ridículo.

Los dedos que daban golpecitos en el muslo del granjero se convirtieron en un puño. Se estremeció y se estiró hacia algo colocado justo fuera de la vista, detrás de un poste del porche.

El vampiro ha tomado el control de ellos. O köd belso… que la oscuridad se lo lleve. No quiero tener que matar a un buen hombre.

Razvan sonrió al granjero, pero retrocedió, forzando a Ivory a hacer lo mismo. ¿Eres lo bastante experta para recuperarlos?

¿De un maestro vampiro? Ivory vaciló. No lo sé. Probablemente no. Aún con dos de nosotros, Razvan, quizás no lo derrotemos. Para oír la voz de un maestro, debes escuchar con algo más que los oídos o pueden embrujarte. Pon tu brazo a mí alrededor. Permanece en mi lado izquierdo y deja libre el abrigo.

Razvan hizo lo que ella le pedía sin vacilar, deslizando el brazo alrededor de su cintura y sonriendo amistosamente a la pareja del porche.

Ivory se inclinó ligeramente.

– Espero que ambos tengáis una vida larga y próspera.

Esperará que procuremos borrar sus recuerdos. Mientras Ivory lo explicaba dio un paso atrás, como si fueran a marcharse. Cuando vaya a hacerlo, probablemente me golpeará, a mi mente. Si te unes a mí, seremos mucho más fuertes y tendremos una oportunidad, pero quizás no sobrevivamos a esto. Ahora es el momento de marcharse si deseas luchar otro día.

Pero tú lucharás por estos extraños. Él hizo que sonara como una declaración.

Ivory no iba a permitir que Sergey le arrebatara más de lo que ya le había quitado. Tengo que hacerlo. Era sencillo. Ya no sabía si la conducía el honor, pero no podía alejarse de estas personas y permitir que Sergey asesinara a sus hijos y los enviara al camino de los muertos. Yo tengo que hacerlo, pero tú no.

Razvan le dedicó una mirada de reprimenda. Dime qué quieres que haga.

Ivory permitió que una pequeña sonrisa en su mente lo calentara, su única ofrenda de agradecimiento cuando ambos podían perder sus vidas. Únete a mí. Golpeará rápidamente y con fuerza, martillando en mí para entrar, especialmente si puedo lograr liberar a la pareja. Tú tendrás que aguantar.

Ivory se giró hacia la pareja, levantó las manos al cielo y cantó.


Llamo al aire, a la tierra, al fuego y al agua,

Te pido que me envíes la voz del poder.

En el interior profundo de estas almas oscurecidas,

Propaga mi voz para que lo que es oscuro pueda ser visto y desplegado.

Permite que lo que estaba oculto ahora sea visto,

para que pueda expulsar al que es impío e impuro.


Mientras Ivory cantaba, Razvan sintió la fuerza del vampiro intentando entrar, golpeando en sus mentes compartidas. El golpe casi lo puso de rodillas, rompiendo todas las nociones preconcebidas del poder. El cielo se oscureció y el suelo se sacudió. Pedazos del techo se astillaron con forma de lanzas grandes y fueron arrojados sobre ellos. El suelo se levantó, y salieron escorpiones de la tierra, ennegreciendo la nieve, una alfombra móvil de insectos mortales.

Razvan empujó instintivamente a Ivory lejos de él y levantó el vuelo, subiendo y colocándose sobre el techo del porche que se desintegraba. Rápidamente reunió nubes de tormenta, haciendo que llovieran gotas de ácido, para que todo lo que las gotas de líquido tocaran crepitara y ardiera. Los árboles chillaron, las ramas temblaron, las hojas y las agujas se marchitaron bajo el asalto mortal.

Ivory giró lejos del enjambre de insectos, corriendo hacia el porche, levantando al hombre y la mujer en sus brazos. El granjero dejó caer la horquilla que agarraba, sorprendido de que el vampiro le hubiera controlado. Por lo menos Ivory había logrado romper el asidero del vampiro y los había liberado, pero sentía que era debido más a que él estaba orquestando el ataque que a su fuerza oponiéndose a la de él.

– Mis hijos -sollozó la mujer.

Ivory intentó protegerles la piel mientras los llevaba al refugio exiguo de los árboles. La lluvia ácida se derramaba, quemando las pieles de los lobos hasta que cambiaron y chillaron de dolor. La mujer gritó cuando unas gotas crepitaron sobre sus brazos, pero Ivory, con una ráfaga renovada de velocidad, los trasladó a la zona más espesa del dosel de hojas.

– Permaneced aquí. Liberaremos a los niños. Mis lobos os protegerán.

Se volvió para ayudar a Razvan en el rescate de los niños, corriendo a través de la ardiente quemadura de la lluvia mientras la piel ardía hasta los huesos.

Razvan bajó rápidamente por la chimenea hasta el cuarto diminuto. Un chico de quizás diez años yacía extendido en el suelo, la sangre le manchaba la boca. La niña, con una tez blanca como la cera y ojos demasiado grandes para su carita, no parecía tener más de cinco. El vampiro rió mientras le desgarraba el cuello, rasgando con los dientes la carne tierna.

La visión enfermó a Razvan, evocando demasiados recuerdos, la sensación de sus propios dientes rompiendo la piel juvenil. Sufrió arcadas. No tenía experiencia en la lucha, pero tenía poder, fuerza y determinación más allá de nada imaginado por el no-muerto. No le importaba nada en absoluto si él vivía o moría, o cuánto sufrimiento haría falta para recuperar a la niña. El vampiro, por otro lado, quería vivir.

Razvan se apresuró a atravesar el cuarto como una bala, tomando forma humana en el último momento posible, golpeando con el puño profundamente en la pared del pecho de Sergey, arrancándole a la niña de los brazos y tirándola hacia su hermano. Aterrizó como una muñeca de trapo, rota y extendida sobre la alfombra de piel de oveja.

– Aprieta la mano en la herida del cuello -gruñó Razvan al chico-. Aprieta con fuerza.

Razvan miró fijamente a la cara horrorosa del vampiro, a la piel estirada sobre el cráneo, los ojos despiadados, los dientes mellados y manchados por la sangre fresca del niño. Los labios de Sergey desplegados hacia atrás en algo entre un gruñido y una sonrisa afectada. Agachó la cabeza y mordió salvajemente el hombro de Razvan, las filas de dientes se hundieron a través de músculo, rasgando nervios y hueso, rompiendo la carne y devorando a grandes tragos la preciosa sangre. Su mano arañó profundamente a través el pesado pecho musculoso, enterrándose sin descanso hacia el corazón de Razvan.

Éste giró la cabeza para mirar tranquilamente al chico, como si no estuviera siendo comido vivo por el demonio monstruoso que le rasgaba la carne.

– Coge a tu hermana y ve con la manada de lobos plateados. Te llevarán a la aldea más próxima. Pregunta por un hombre llamado Mikhail. Él curará a tu hermana y os protegerá. Corre, no mires atrás.

Su voz nunca cambió, nunca tembló ni mostró dolor. La mano, dentro del pecho de Sergey buscaba el corazón ennegrecido, pero se encontró con intestinos muy afilados, retorciéndose y apretándose alrededor del puño, mordiendo la piel, derramando sangre ácida sobre él como caliente lava fundida, pero él era tan implacable como Sergey, negándose a retirarse.

– No me importa morir, hän ku vie elidet, ladrón de vidas. ¿Qué hay de ti? ¿Estás preparado para la justicia final?

El no-muerto no respondió, en su lugar continuó rasgando y arrancando grandes pedazos de la carne del hombro de Razvan y de su cuello. Ivory entró en el cuarto, disparando con la ballesta, la primera flecha revestida golpeó a Sergey en un ojo. Disparaba mientras corría, golpeándole en la garganta cuando él arqueó la cabeza hacia atrás. La tercera le dio en la boca abierta, alojándose en la garganta. Sergey chilló, su voz fue tan aguda que el cristal de las ventanas explotó. Saltó hacia atrás, llevándose a Razvan con él, un brazo cambió hasta que tomó la forma del pico de un ave de rapiña hambrienta.

Mientras el pico sujetaba el brazo de Razvan, cortando viciosamente carne y hueso, cortándolo completamente en dos, el vampiro le siseó.

– Te cortaré en pedazos y alimentaré a los lobos, y luego devoraré a esos niños.

Razvan se tambaleó. La sangre roció el cuarto. Sergey agarró el muñón del antebrazo de Razvan y tiró, extrayendo el puño de su pecho y dejándolo caer al suelo, pateándolo con repugnancia. El vampiro dio un tirón a la flecha de la garganta y la lanzó hacia Razvan con tremenda fuerza.

Razvan se movió con velocidad borrosa, una mano se estiró con fuerza para agarrar el asta metálica en medio del aire, invertirla y golpear con ella con fuerza el pie del vampiro, clavándolo al suelo.

Tenemos que retrasarlo. Perseguirá a los niños sólo por rencor.

– ¡Aléjate de él! -advirtió Ivory.

– Demasiado tarde -gruñó Sergey.

Incluso mientras Ivory saltaba para cruzar la distancia entre ellos, Sergey hacia girar una espada larga en la mano. Cortó a través del hombro de Razvan, bajó por el pecho, cortando más pedazos. Razvan se tambaleó y cayó. Sergey blandió la hoja hacia el tobillo. Ivory encontró hoja con hoja, la fuerza le subía por el brazo y por su cuerpo mientras volaban chispas y el sonido le resonaba en la cabeza. Razvan estaba sorprendentemente silencioso, pero aferraba con la mano un cuchillo mientras esperaba una oportunidad para ayudarla.

Sergey se rió, el sonido era cruelmente malicioso.

– Te cortaré en rodajas, pedazo a pedazo, como ya te hicieron, y alimentaré con ellos a tu propia manada de lobos. Quizás te permita vivir, querida hermana, sólo para verte llorar la pérdida de tu compañero. Debes aprender quién es fuerte y quién débil. Estás en el lado equivocado. Únete a mí. Cortémosle juntos y quizás te perdone la vida.

El corazón de Ivory palpitó. Su cuerpo dio un tirón en respuesta a la visión del cuerpo de su compañero hecho pedazos. Tenía un agujero en el pecho y su brazo estaba cortado en dos pedazos, cortes en el hombro, pecho y una pierna, la sangre era una terrible fuente, derramándose en el suelo.

Ivory sabía que el vampiro era la más vil de todas las criaturas. El que estaba ante ella ya no se parecía en nada a su hermano, aunque trataba de mantener la ilusión con la esperanza de poder causarle dolor y hacerla dudar, apartándola de su objetivo. Había escogido deliberadamente desgarrar la carne de un niño y cortar a Razvan en pedazos, trayendo a la luz a algunos de sus peores recuerdos de pesadilla para hacerle la batalla más difícil. Ella agarró la espada con más fuerza y dio un paso entre su compañero y el no-muerto que una vez había sido su amado hermano.

– Mátame, entonces. Pero te llevaré conmigo.

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