Los copos de nieve caían mientras se deslizaban a través del cielo desde su casa hacia las montañas donde Razvan sabía que Xavier había fijado su residencia. Habían encontrado un pequeño grupo de cazadores humanos que rastreaban venados por el bosque a algunos kilómetros de la aldea más cercana al territorio Cárpato y se habían alimentado bien. Con el grupo saciado y todos en plenas facultades, comenzaron inmediatamente el viaje a la montaña del glaciar, donde Xavier había ido cuando su laberinto de cuevas había sido destruido meses atrás, permitiendo a Razvan escapar.
Viajaron por el cielo con cuidado de no dejar señales, pero permaneciendo tan bajos como podían para examinar el suelo con cuidado. Una vez fuera de los árboles y cerca de la corriente helada, un destello de color llamó la atención de los ojos de Ivory. Los lobos reaccionaron con malestar. Ivory y Razvan aterrizaron justo sobre la tierra, reasumiendo sus formas físicas para estudiar las señales.
– Aquí hay un rastro de sangre -indicó Ivory innecesariamente-. Puedes ver donde ha sido arrastrado el cadáver de un venado desde la protección de los árboles por la nieve hacia las montañas. No son lobos los que mataron al venado, ni cazadores humanos. -Señaló a las marcas de huellas en la nieve-. Murciélagos.
Se quedó de pie un largo rato sólo estudiando esto. Razvan no dijo nada, disfrutando al observar a la cazadora desentrañar el rastro. Era sumamente excepcional para los murciélagos mutantes de Xavier el alimentarse a distancia de las cuevas, pero ésto había sido definitivamente un ataque de murciélagos. La evidencia de las aladas criaturas en las huellas de la nieve estaba clara.
– Tendieron una emboscada al venado aquí -dijo ella. Señaló hacia arriba-. Algunos se dejaron caer desde arriba, algunos vinieron de abajo, y obviamente lo rodearon. El pobre no tuvo ninguna oportunidad.
Él no señaló que ella cazaba con varias manadas de lobos, ayudándolos a pasar el invierno.
Ivory levantó la mirada bruscamente, entrecerrando los ojos.
– No es lo mismo. Toman la sangre para su maestro y sus malos propósitos.
– Eso es verdad -reconoció él-. ¿Por qué me lees la mente cuando eso sólo te molesta?
– Me molesta cuando luces ésa pequeña y secreta sonrisa afectada en la cara. La machista. -Porque la derretía por dentro con ella, y eso simplemente no era aceptable. Como si él pensara que ella era mona o algo así. Mona. Qué palabra tan molesta. Le lanzó una mirada, una mezcla de molestia y desconcierto. Allí estaba otra vez, ésa pequeña sonrisa afectada machista que la hacía desear saltar sobre su cuerpo justo allí sobre la nieve y el hielo, rodeados de peligros-. Me estás distrayendo.
Los dientes blancos destellaron.
– Simplemente presto atención a la experta para quizás poder aprender.
– Me distraes deliberadamente y yo… -Se interrumpió, abriendo los ojos.
La sonrisa se apagó en la cara de Razvan mientras seguía su mirada hacia una rama sobre sus cabezas. Parecería insignificante para un ojo no entrenado. La nieve se adhería a las agujas y cargaba las ramas. Captó el destello de alarma en la mente de ella.
– ¿Qué pasa?
– Allí arriba. En las ramas más alta. -Su voz era muy baja, apenas un hilo de sonido-. La nieve está desordenada.
Le llevó un momento ver lo que ella señalaba. En cuatro pequeños lugares, como si un pájaro hubiera aterrizado levemente en la rama delgada, la nieve se había descascarillado, revelando un trozo de corteza.
– ¿Los murciélagos?
– No, ellos arañan la nieve pero en la corteza no se ve. Cazadores siguiendo a los murciélagos. -Una nota de temor se infiltró en su voz-. No saben quién habita en este lugar y a lo que se enfrentan. Debilitamos a Xavier con nuestro ritual. Devolvimos su odio de vuelta hacia sí mismo. Si logra encontrar a un cazador… -Su voz se apagó.
El estómago de él dio un vuelco ante la idea de que Xavier consiguiera ponerle las manos encima a los cazadores Cárpatos. No sólo por lo que haría sufrir al cazador, si no que Xavier sería muy poderoso con la sangre de un Cárpato.
– ¿Estás segura?
En respuesta, Ivory cambió de forma, deslizándose como vapor hasta la copa. Se cernió en el aire mientras examinaba la rama y volvió a la tierra junto a él, con cuidado de no desordenar la nieve.
– Definitivamente Cárpato. No hay olor. Nada más, sólo esas dos pequeñas marcas como prueba.
Razvan se pasó la mano por la mandíbula.
– Tendremos que seguirlos hasta el final, Ivory, si han seguido a los murciélagos. Sabes que no tenemos elección. No podemos dejárselos a Xavier. Si tenemos mucha suerte, serán cazadores muy fuertes y experimentados.
– Xavier no estará solo -señaló Ivory.
– No, no lo estará. Y tiene muchas abominaciones protegiéndolo, entre ellos el no-muerto -dijo Razvan.
Ella extendió la mano, entrelazando sus dedos con los de él.
– Vamos entonces.
– Hasta el final -estuvo de acuerdo Razvan.
Ivory y Razvan se movieron con cautela, con cuidado de no perturbar ni siquiera un solo copo de nieve mientras se acercaban a las redondeadas colinas exteriores que llevaban a la montaña, donde Xavier había comenzado a construir su última fortaleza. Necesitaba las profundas cuevas de hielo y la red de cavernas bajo tierra donde poder realizar sus experimentos malignos y causar estragos entre los Cárpatos. Había escogido una ubicación óptima cerca del final del glaciar, para poder utilizar la naturaleza para llevar sus extremófilos mutantes a las vías navegables que se dirigían a través de la cordillera montañosa hasta donde vivían los Cárpatos.
Si los cazadores vinieron por éste camino, al menos no dejaron ninguna otra señal -dijo Ivory, utilizando su conexión telepática, no estando dispuesta a arriesgarse a que la noche transportara el sonido.
Una terrible sensación de pánico había estado creciendo en Razvan. Cuando se acercaron la montaña, se volvió más fuerte. Supo que estaban muy cerca de Xavier, pero lo que era peor, supo quién era el cazador… o la cazadora.
Natalya y su compañero van delante de nosotros.
Ivory jadeó
¿Estás seguro?
Absolutamente.
Razvan miró a Ivory y sus ojos azul medianoche se habían vuelto tan oscuros que sus pupilas práctiamente habían desaparecido. Pequeñas llamas parpadeaban en las profundidades e Ivory se estremeció un poco en reacción, el frío se deslizó sobre ella.
No puede tener a mi hermana. Él masculló cada palabra.
Se inclinó hacía él durante un breve momento, rodeándolo de calidez.
No, no lo hará. Estaba completamente decidida a cazar a Xavier y librar al mundo de su maldad.
El viento comenzó a elevarse mientras atravesaban el valle que llevaba a la base de las colinas periféricas, justo bajo los emergentes picos de hielo azulado. No crecían árboles en las laderas de hielo. Pocos intentaron alguna vez subir allí, las aristas afiladas eran demasiado escarpadas y dentadas. Los vientos aumentaban como en protesta, y grandes lanzas de hielo a menudo caían sobre las desventuradas víctimas. Era una montaña traicionera y la mayoría la rehuía.
Cuando se acercaron a la primera colina, sintieron el primer impacto de la medida de protección. Comenzó un zumbido bajo, haciéndose más fuerte a medida que proseguían su marcha. La presión en sus cabezas creció, un ardor doloroso que los sacudió a ambos. Ivory se detuvo y se presionó los dedos contra las temblorosas sienes, intentando no gritar.
Incluso un animal puede sentirlo. No es de extrañar que no haya vida cerca, dijo ella.
Lo que explica los rastros que hemos visto, las marcas de arrastres y las manchas de sangre en la nieve. Razvan le colocó la mano en la sien y la inundó de calor curativo. Inmediatamente la presión disminuyó en su cabeza. Ella lo miró bruscamente. La cara de él se tensó sólo por un momento, y cuando tocó su mente, pasó un instante antes de que él se lo permitiera.
Los murciélagos tienen que ir más lejos de lo que lo harían en las otras cuevas para encontrar presas, dijo Razvan antes de que ella pudiera protestar.
Ivory se estremeció. Detestaba realmente luchar contra murciélagos. Tenían pequeños dientes desagradables y les gustaba la carne. El rastro de sangre llegaba a un lugar cerca de la base de una pequeña colina que surgía justo delante del flujo más escarpado de cumbres de hielo. Sabía por experiencia que el suelo cercano al lugar donde los murciélagos habían estado sería una trampa para cualquier criatura confiada. Si se aventuraban demasiado cerca, el suelo cedería.
Xavier no ha tenido tiempo de preparar un sistema mejor, lo que quiere decir que no está en su mejor momento, continuó él. Yo escapé cuando se trasladaron aquí. Me mantenía débil, como hacía con mis tías, porque temía mi resistencia, pero eso también lo debilitaba. Me tenía drenado y no me podía utilizar para alimentarse. Se las apañó con magia y sangre animal.
Ivory no quería pensar demasiado en Razvan en las manos de Xavier. Rezó una oración para que la hermana no estuviera en la fortaleza del gran mago. Mantenerla a salvo había sido a lo único a lo que se había aferrado él, la razón por la cual había sobrevivido. Mientras Xavier viviera, no iba a permitir que Natalya cayera en sus manos. Y ahora…
Luchó duramente contra ese pensamiento.
No quiero dejarme caer através de la guarida de los murciélagos si lo podemos evitar.
Sentía un nudo en la boca del estómago mientras se cernía sobre la nieve ensangrentada. El cadáver del venado obviamente había sido arrastrado adentro, pero algo más había entrado después. Los copos de nieve cubrían parcialmente las manchas, lo que significaba que algo había perturbado la nieve después de que los murciélagos hubieran vuelto a la guarida con su premio.
Es una entrada. Razvan se mostraba pragmático. Nos hemos enfrentado a ellos antes.
El suelo bajo ellos osciló. La montaña tembló y un gran pedazo de hielo cayó del enorme pico que se erguía sobre ellos, conduciendo la nieve y el hielo hacia ellos sin previo aviso. Sin dudar, ambos cogieron las latas de sus riñoneras y se disolvieron en vapor mientras saltaban al siniestro hoyo cubierto por una capa delgada de nieve ensangrentada.
El asqueroso hedor los asaltó primero, incluso antes de notar el ruido de los murciélagos intensamente agitados. El fétido olor a carne en descomposición ardió en sus narices y les revolvió el estómago hasta que tuvieron que luchar por mantener su actual forma y no reaccionar. Los agudos gritos furiosos ganaron volumen a medida que descendían por el estrecho canal, raspando como uñas afiladas en las paredes de sus mentes, destrozándoles los nervios hasta el punto de que desearan chillar.
Marcas de quemaduras ennegrecían las manchas de las paredes mientras los murciélagos continuaban saliendo de los oscuros hoyos del pasadizo que olían a azufre, dejándose caer para unirse abajo a la violenta batalla que sucedía en el suelo de la caverna. Los pedacitos de carne putefracta y las salpicaduras de sangre y piel se adherían a las orillas exteriores de cada agujero donde los murciélagos carnívoros habitaban.
Xavier ha sido advertido de que su fortaleza está en peligro, dijo Ivory, la irritación se filtraba en su voz. Incluso débil como está, es un adversario formidable. Había tenido la esperanza de pillarlo por sorpresa. No quiero que se nos escape.
No abandonará su fortaleza fácilmente, predijo Razvan. Tiene cada vez menos lugares adonde ir. No ha tenido tiempo de hacer ésta completamente segura. Es nuestra mejor oportunidad tanto si sabe que vamos como si no.
Ivory se abstuvo de decir que Xavier esperaba a dos cazadores desafortunados que habían tropezado por casualidad con los murciélagos y probablemente se estaba preparando alegremente para un banquete de sangre Cárpato.
De prisa, Ivory, están atacando a Natalya.
Xavier ordenará a sus guardianes que no los maten… por lo menos a ella no. Querrá su sangre para él mismo, lo que les da una pequeña ventaja, lo alentó ella.
Estaban cerca del final del largo túnel y ahora podían ver a los murciélagos. Cientos de ellos, con negros cuerpos peludos y dientes muy afilados, garras curvadas en los dedos de los pies y sus alas puntiagudas en los extremos. Las espadas barrían violentamente a través de la maraña de murciélagos, cortando cabezas y cuerpos, pero el número total era agobiante. Vikirnoff y Natalya estaban espalda con espalda, los rostros sombríos, la sangre surcando cada trozo expuesto de piel. Tanto Razvan como Ivory habían sentido los desgarros de los dientes arrancando la carne de los huesos y, al ver a los Cárpatos, los inquietantes recuerdos emergieron para burlarse de ellos.
Ya llegamos, advirtió Ivory, utilizando el antiguo sendero telepático común que Vikirnoff reconocería. Vamos a hacer un cambio en la composición de aire utilizando nuestras granadas caseras. El fuego arderá mucho, será muy intenso, y no podéis introducir esta sustancia química en vuestros pulmones. Os entrará el pánico y querréis dirigiros a la superficie, pero irá rápidamente hacia arriba, le advirtió, dándole casi las mismas instrucciones que le había dado a Razvan cuando utilizó sus granadas químicas la primera vez con él.
Razvan buscó a su hermana, sintiéndola sobresaltarse cuando utilizó su conexión mucho más antigua, la que habían utilizado de niños.
Lucha para salir del centro pero quédate lejos de las paredes. Cuándo nos materialicemos utilizaremos una sustancia química, y volveremos a convertirnos de nuevo en vapor; haz lo mismo instantáneamente, pero recuerda, incluso así sentirás el intenso calor.
Comprendo, respondió Natalya.
Razvan intentó no mirar la masa de murciélagos que la atacaban. Ella parecía feroz, su gesto sombrío en una máscara de concentración, el cabello a rayas con los colores de una tigresa.
Razvan colocó su cuerpo cara a cara con Ivory. Tan pronto como se materializaran, sabía por experiencias previas que los murciélagos atacarían, arañando y desgarrando su carne.
¿Preparada, sívanak de kont… corazón de guerrera?
Vamos a ello, respondió Ivory, tan tranquila como siempre en la batalla. Podía manejar casi cualquier circunstancia cuando iba a la lucha sin miedo; pero cuando se trataba de emociones, no era tan buena en ocultar los nervios y la vulnerabilidad.
Otra cosa, belso de sívam de kuuluaak de ku de fél…amado, te quiero más que a la vida misma.
Ahora, agregó Razvan.
Ella quiso retenerlo. Quiso decirle que volviera en sí. Pero él ya se estaba materializando y tuvo que igualar su ritmo. Apareció de golpe en el suelo de la cámara, notando que el cuerpo de Razvan, mientras la protegía por el frente, estaba orientado para proteger a su hermana.
En el momento en que convirtieron sus cuerpos en carne y sangre, los murciélagos se lanzaron a un frenético festín, volviéndose locos con el olor de las presas. Rasgaron y rompieron, lanzando sus cuerpos contra los Cárpatos. Los lobos rugieron, sus cabezas surgieron, las patas se agitaron, preparándose para saltar.
¡Quietos! ¡Quietos!, ordenó Ivory frenéticamente.
Raja y Blaez se calmaron, dándole órdenes al resto de la manada, aunque mordían a los murciélagos, asiéndolos por las cabezas y sacudiéndolos, rompiendo cuellos incluso mientras las garras de los murciélagos desgarraban la piel.
Razvan e Ivory quitaron los seguros de forma simultánea. Tenían sólo cinco segundos para deshacerse de los botes.
Ivory lanzó su granada directamente al centro de la cámara entre el mar de combatientes murciélagos. Algunos se abalanzaron hacia el bote, intentando morderlo con sus agudos dientes.
Razvan echó atrás el brazo para lanzar, y por lo menos una docena de murciélagos, atraídos por el olor de la sangre de un Buscador de Dragones, se lanzaron sobre él, el peso de sus cuerpos tiraban de su brazo hacia abajo mientras lanzaba el bote ovalado.
Vikirnoff saltó hacia adelante, blandiendo su espada, barriendo a través de muchos de ellos, librando a Razvan por un margen delgadísimo. Razvan inspiró mientras los cuerpos caían de su brazo, dejando la carne rota. Más se apresuraron a alimentarse de las heridas abiertas, pero él ya había lanzado el bote.
¡Ahora! ¡Ahora!, advirtió Razvan a su hermana.
Los cuatro Cárpatos se disolvieron en vapor. La cámara se sacudió con la explosión, del aire llovían cuerpos de murciélagos y pedazos de piedra, hielo y cadáveres putrefactos, tanto humanos como animales. El destello de luz fue tan brillante que les perforó los ojos a pesar de que habían cambiado de forma. El intenso calor devoró sus protecciones naturales mientras la composición de aire se transformaba en gas. El fuego surgió furioso subiendo por el túnel, quemando los hoyos y grietas en la piedra, voraz hacia el aire libre.
El hielo se fundió, llegando casi a hervir, siseando vapor mientras el fuego rugía con rizadas llamas naranjas y rojas, destellando a través de las madrigueras de los murciélagos y crepitando a través de cada grieta. La presión externa era tan extrema que las moléculas de sus cuerpos amenazaban con colapsar internamente, implosionando como los cuerpos de los murciélagos. Por todas partes a su alrededor, las criaturas mutantes estallaban en ardientes llamas, explotando como si una bomba los hubiera tocado, o se deshacían simplemente.
El ruido se abatió sobre ellos, con la violencia atronadora de un volcán en erupción, mientras el fuego creaba su propio viento que aullaba por la cámara buscando víctimas desafortunadas. El infierno era tan llameante que parecía no haber escapatoria. Vikirnoff y Natalya se quedaron quietos sólo porque Razvan e Ivory lo hicieron, resistiendo el impulso de tratar de salir y dejar atrás la conflagración. Las paredes de piedra de la chimenea centelleaban de un siniestro rojo, pero las llamas desaparecieron, dejando una inundación horrorosa y ennegrecida atrás.
Cadáveres calcinados y escombros flotaban en el agua que caía de la nieve y el hielo fundido. Ivory los lideró saliendo de la chimenea y lejos del hedor asqueroso, cuidando de evitar las brillantes paredes. Giraron una esquina y el túnel se amplió a una cámara grande. Ivory levantó la mano, deteniéndose. Los demás se agruparon a su alrededor.
– ¿Qué demonios os hizo bajar a la caverna de los murciélagos? -preguntó. Ella no tenía por qué ocuparse a la hermana de Razvan, especialmente si la mujer y su compañero eran lo suficientemente insensatos para perseguir a los guardianes de Xavier a sus madrigueras.
Razvan puso una mano en el hombro de Ivory para refrenarla, reconociendo el frío desprecio en su voz. Lo estaba defendiendo de las dos personas que pensaba debían de haber creído en él.
Algunas de su heridas no fueron hechas por los carnívoros.
Ivory respiró y se arrepintió inmediatamente cuando le llegó el hedor a carne quemada a los pulmones. Ahora que los miraba bien a los dos, reconoció las heridas de Vikirnoff.
– El no-muerto. -Contestó a su propia pregunta-. Seguíais a un vampiro.
Vikirnoff asintió.
– Un maestro vampiro. Se dejó caer en el agujero. Sabíamos a lo que nos enfrentábamos, pero creímos que teníamos buenas posibilidades de pasar a través de los murciélagos, dado que habían matado recientemente. Rara vez se alejan demasiado sin alimentarse primero.
Agradecía que supiera tanto sobre los murciélagos.
– Xavier ha establecido su residencia aquí. No es un lugar en el que querríais estar.
– ¿Vinisteis aquí a buscarnos? -preguntó Natalya, agarrando su espada más fuerte y echando una mirada alrededor de la cueva de hielo-. Debí haber sabido en el momento en que entré que Xavier había diseñado este lugar.
– Estabas ocupada con otra cosa -indicó Razvan-. Podéis salir por el túnel. Esa entrada debe estar despejada ahora.
Vikirnoff y Natalya intercambiaron una larga mirada. Vikirnoff se aclaró la garganta. Se negó a apartar la mirada de Razvan.
– Seré el primero en admitir que estaba equivocado contigo, Razvan. Natalya sufrió mucho cuando creyó que te habías convertido en vampiro y te habías aliado con Xavier. Nos dimos cuenta de que Xavier había poseído tu cuerpo y quisimos que el mundo te marcara como a un traidor.
– No te culpo por proteger a Natalya -dijo Razvan y lanzó a Ivory una mirada tranquilizadora cuando ella se revolvió.
Fue la primera vez que indicó que pudiera estar disgustado con ella y la sorprendió cuánto le dolía. Se alejó de ellos sólo para que Razvan la agarrara por el brazo, rodeándole la muñeca con los dedos como una pulsera.
– Lo mejor será abandonar este lugar rápidamente -continuó-. Los murciélagos son sus guardianes y él sabrá que han entrado intrusos. Si el vampiro ha venido a ayudarlo, éste no es un buen lugar para estar.
– Pero vosotros estáis aquí -dijo Vikirnoff tranquilamente-. Debilitasteis a Xavier ¿verdad? Anoche, cuando le devolvísteis el hechizo. Por eso estais aquí hoy. Vais a cazar a Xavier.
– Y no tenemos tiempo que perder -dijo Razvan.
– Estoy de acuerdo -contestó Vikirnoff-. Sigamos adelante.
Ivory no pensaba ponerse a discutir. Sabía que Razvan quería que Natalya estuviera tan lejos de Xavier como fuera posible, pero tenían ésta única oportunidad y ella iba a aprovecharla. Vikirnoff y Natalya podían hacer lo que quisieran. Y llegado el caso, también Razvan. Podía quedarse a proteger a su hermana también.
Dió un paso para apartarse de ellos, pero Razvan no le soltó la muñeca. De hecho, sus dedos se apretaron. Ivory echó un vistazo a su mano y después a la cara de él. Los ojos le brillaban hacia ella, obsidiana negra con justo un toque de azul, pero fue el cabello lo que le dio la pista. El cabello pareció vivo, casi eléctrico, bandas negras y blancas cambiando de color. Su rostro estaba tan tranquilo como siempre y cuando tocó su mente parecía estar totalmente en calma, pero el cabello, los ojos y ese fuerte apretón en su muñeca le decían otra cosa.
¿Crees de verdad que me preocupo más por una mujer de la que sólo tengo recuerdos que de tí? ¿Porque prefiero que no esté aquí? Prefiero que tú estés lejos de Xavier también, pero respeto tu destreza en la lucha y la firmeza de tu propósito. Esto es un plan en el que estuvimos de acuerdo y mantendré mi palabra, pero como tu compañero, como el hombre que te adora sobre todas las cosas, éste es el último lugar en el que quiero que estés. Esto no es fácil para mí, Ivory.
Ivory permaneció allí, con el corazón latiéndole rápidamente, y se dio cuenta de que ese mal sentimiento en su interior no tenía nada que ver con estar en una fortaleza de cuevas de hielo llena de trampas que pertenecían al gran mago, su enemigo mortal, y todo que ver con estar teniendo su primera pelea.
– Vamos con vosotros -dijo Vikirnoff. Había de acero en su voz.
Razvan lo miró, después a su hermana.
– Vamos entonces.
Se llevó la mano de Ivory al calor de su boca y sostuvo las puntas de los dedos allí, contra sus labios.
Me importas, Ivory. Eres mi corazón, mi alma y todo lo bueno de esta vida. Deja que destruyamos este mal y regresemos a casa donde te pueda mostrar quién me importa realmente.
¿Estaba celosa? Ni siquiera había reconocido algo tan mezquino en sí misma. ¿Por qué iba a estar celosa del cariño de Razvan por su hermana? Ella quería que amara y fuera amado por su gemela, por sus hijas y sus tías. Así que algo iba mal en ella…
Razvan dejó caer bruscamente la mano de Ivory y cogiendo la empuñadura de su espada, echó un vistazo alrededor de la caverna, su mirada lo suficientemente aclarada para ver la débil niebla ponzoñosa, erizándose alrededor de Ivory y Natalya.
– Sabe que estamos aquí -advirtió-. Está atacando, amplifica nuestros temores y emociones. -Ivory apretó los labios, molesta por haber caído en una de las trampas más simples de Xavier. Empezó a moverse cuidadosamente, introduciéndose por la sucesión de cuevas. Una cámara se abrió entonces mientras se internaban más en la montaña. Las paredes de hielo eran gruesas y retumbaban siniestramente, la presión del tremendo peso causaba continuos desprendimientos que hacía que tuvieran que vigilar los inmensos bloques de hielo que caían con fuerza de las paredes, un fenómeno natural que Xavier utilizaba contra los intrusos.
– Le encantan las trampas en el suelo -avisó Razvan-. Tened cuidado. Avanzamos por un campo de minas. Una vez encontremos la primera, quizás pueda yo guiarnos hasta atravesarlo. Tiene predilección por ciertas pautas.
El sonido del agua goteando era fuerte, añadido al ruido del hielo que crujía y retumbaba. Después de un tiempo el ruido ahogaba todo lo demás, por lo que Ivory tuvo que acordarse de reducir el volumen y sintonizar otras cosas. Había aprendido hacía mucho tiempo a cazar con todos los sentidos, pero aquí, en los dominios de Xavier, las reglas habían cambiado y no podía contar con sus instintos.
Doblaron otra esquina e Ivory casi pisó un suelo de piedra y hielo. En el último segundo echó el pie atrás, estudiando el suelo. Razvan se colocó a su lado y Vikirnoff y Natalya miraron por encima de sus hombros.
– Esto es clásico en Xavier -dijo Razvan-. Siempre tiene una puerta trasera para escapar y generalmente es una trampa de algún tipo. No es un hombre que luche a muerte. Escapa para luchar otro día. Los cuadrados indican su patrón. En los últimos años ha tenido problemas de memoria, así que utiliza el mismo todo el tiempo. -Examinó el suelo-. A siete cuadrados de la apertura y a la izquierda es donde está su ruta de escape probablemnte. Este cuarto está bien protegido. El suelo es una trampa. Tendrá una desagradable y pequeña mascota. Y no piseis el agua ni toqueis la que se filtra de las paredes.
Los aplausos los asustaron. Arriba, en la pared más lejana, Xavier apareció, aplaudiendo. Parecía más pequeño de lo que Ivory recordaba de su juventud y su rostro estaba arrugado y envejecido, pero estaba en una forma sorprendente teniendo en cuenta que tenía que haber muerto hacía siglos. Llevaba largos ropajes y su barba era blanca, larga y suelta, perpetuando su reputación de mago tremendamente poderoso. A su lado tenía su bastón de aspecto muy inocente, pero la bola de cristal al fondo resplandecía blanca como la leche y emitía una mancha rojo oscuro en el centro. Sangre de corazón, en forma de ojo, devolviéndole la mirada fijamente, provocando un escalofrío en su espina dorsal.
– Bueno, bueno, chico. Has vuelto a casa y has traído invitados contigo -saludó Xavier. La voz del mago hizo eco y las paredes se abombaron.
Razvan dio un paso hacia adelante, su cuerpo bloqueando parcialmente a Ivory, manteniendo libres los brazos, pero colocándose en una posición que le permitiera detener la fuerza del bastón. Lo había visto demasiadas veces para no reconocer la amenaza real que suponía para todos ellos.
El suelo se inclinó, amenazando con tirarlos al cuarto, pero Ivory, Razvan y Vikirnoff se estabilizaron. Natalya estaba ligeramente inclinada y el repentino giro la hizo tambalearse. Extendió la mano y su palma rozó la pared.
Instantáneamente el hielo se agrietó y el peso de su cuerpo la venció enterrando la mano y el brazo profundamente en la grieta. El hielo se cerró alrededor del miembro brutalmente, atacándolo, aplastándole los huesos, apretándolo. Intento transformarse en niebla, pero el brazo estaba bien agarrado. Luchó mientras Vikirnoff se giraba para tratar de ayudarla, intentando frenéticamente cavar para liberarla mientras Natalya intentaba calentar el hielo que le rodeaba el brazo para fundirlo.
La mirada de Ivory no abandonó nunca a Xavier, observando su próximo movimiento. La complacía que Razvan siguiera mirándolo también. El mago había utilizado deliberadamente a Natalya para intentar distraerlos. Arañas de hielo ya estaban surgiendo de las grietas de hielo, apresurándose hacia Natalya con sus colmillos venenosos.
Lara era amiga de las arañas de hielo, dijo Razvan. Vuélvelas contra Xavier.
Ivory, sin que su mirada se apartara de Xavier levantó inmediatamente las manos, trazando un patrón en el aire.
Arañas, arañas de cristal de hielo,
Nosotros no somos los enemigos que buscais.
Nosotros no buscamos maldad,
Mirad nuestros corazones, ved que son puros
Recordad a Lara, una amiga querida.
Inmediatamente las arañas se detuvieron, luego se giraron bruscamente, arrastrándose rápidamente lejos de Natalya y de vuelta a sus grietas.
Pequeñas de arañas de cristal de hielo
Os invoco a tejer y coser.
Enviad a vuestros acólitos a la guerra
A buscar el mal, para desterrarlo para siempre jamás.
Las arañas se dejaron caer por sus hilos desde el techo, envolviendo a Xavier mientras miles de ellas surgían del hielo en una carrera para alcanzarlo. Las redes se elevaron vacías. Xavier apareció en el saliente más próximo, riéndose. Un segundo y un tercer Xavier aparecieron… todos riéndose… los tres idénticos y todos con bastón. Los tres magos levantaron sus brazos y un viento surgió, atravesando rápidamente la cámara. Las arañas se retiraron inmediatamente, buscando grietas en el hielo para ponerse a salvo.
Ivory se negó a estremecerse o a apartar la mirada mientras el aullante viento atravesaba la cámara de hielo directamente hacia ellos, llevando proyectiles de hielo, pequeñas y grandes lanzas con puntas mortales. Busca al vampiro, advirtió a Razvan, sin apartar ni una vez los ojos del mago. Alzó la mano con un movimiento desdeñoso.
Lo que es hielo, ahora está a mis órdenes
De ahora en adelante brinda un escudo para proteger y detener.
Detener y guardar, protegernos,
Desvía estas lanzas, esas llamadas del mal.
Los misiles de hielo se resquebrajaron y cayeron inocuamente al suelo a los pies de Ivory. Ni se movió un milímetro ni miró tras ella para ver si Vikirnoff progresaba en liberar a Natalya.
– Veo que atendías en mis clases -dijeron los tres magos con una reverencia burlona.
Detrás de ellos los lobos rugieron de repente, las cabezas surgiendo de la piel. Vikirnoff oyó el aviso, girándose para encarar a Sergey que se lanzaba a por ellos desde arriba. Su rostro era una máscara retorcida de odio. Vestido con ropa de guerra, llevaba un chaleco de armadura, del tejido más fino y ajustado que Vikirnoff hubiera visto nunca antes.
Natalya dejó de luchar para liberar el brazo atrapado, ignorando el intolerable dolor y agarrando la espada que Vikirnoff le tiró a lamano libre.
– Vikirnoff -gritó ella-. Ten cuidado. Las paredes están avanzando sigilosamente. -Cada poco tenía que dar un pequeño paso mientras la extensión de hielo iba hacia ella, la pared casi rozándole el pie en un esfuerzo por atraparla entera-. Veo dos pequeñas sombras, astillas en realidad. Estáte atento a ellas, todo a su paso se atrofia.
Los fragmentos que Gregori sacó de mí, envió Razvan por la antigua senda. Han debido volver hacia Xavier. Tenemos que destruirlos, también.
Déjaselo a Vikirnoff y Natalia, le dijo Ivory a Razvan. Tenemos que confiar en que mantengan a Sergey lejos de nuestras espaldas. Está preparando el bastón. El de la derecha es realmente Xavier. Vigila adónde apunta el bastón. Ese será el verdadero objetivo.
¿Cómo lo sabes?
El viento. Fluyó por delante de él sin tocarle la barba. Ha erigido algún tipo de barrera a su alrededor para protegerse. Mira los patrones del flujo de viento.
Razvan no cuestionó su juicio. Ella había estudiado la forma de actuar de Xavier con mucho detalle, y esta era justo el tipo de cosas que el mago solía hacer.
El mago agarró su bastón y apuntó, no a ellos, sino a la pared más lejana. Los otros dos magos apuntaron con sus bastones a Ivory y Razvan. Ninguno se movió, manteniéndose firmes mientras la pared cercana a ellos estallaba con una explosión atronadora. Llovieron pedazos de hielo y piedra, los escombros que caían activaron numerosas trampas mientras golpeban el suelo de la cueva. La batalla detrás de ellos era feroz, Natalya intentaba fieramente entrar en acción, Vikirnoff bloqueaaba al vampiro para que no se acercara a ella. Los lobos rabiaban, queriendo saltar libres, pero Ivory los refrenó, ordenándoles esperar… como hacía ella.
Un solo sonido atravesó la caverna. Un rugido de rabia. Detrás de ellos, el cazador y el vampiro vacilaron. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Ivory. La piel le picó cuando el pelo los lobos se erizó, pichándola con mil agujas afiladas.
No puedo apartar los ojos de Xavier, Razvan. Tendrás que ocuparte tú de eso.
Considéralo hecho.
Fue su calma la que le aposentó el estómago. Estaban siendo atacados desde todas partes. Sergey combatía con Vikirnoff ferozmente. Las paredes de hielo continuaban cerrándose lentamente, centímetro a centímetro. Xavier tenía el bastón en la mano y ahora algo enorme estaba saliendo de los escombros de la parte del suelo por donde salía el agua.
La cabeza apareció primero. Su cráneo era bastante grande, los dientes largos, curvados, prominentes, mientras el enorme felino saltaba a la caverna. Aterrizó en un trozo de hielo, manteniendo las garras en el suelo, lo que sugería que Xavier dirigía sus movimientos alejándolo de las trampas enterradas bajo la superficie. Más bajo que un león por unos treinta centímetros, el felino era por lo menos dos veces más pesado, todo músculos y colmillos de aspecto mortal.
Razvan. Sácame de éste hielo. Sé qué hacer, dijo Natalya inesperadamente. De prisa.
Razvan se dio la vuelta, su mirada deslizándose por el sólido muro que mantenía a Natalya prisionera. Xavier había utilizado cosas así para encarcelar a sus tías. Él no era el mejor con los hechizos, pero Natalya sí. Envió su enorme fuerza para respaldar la de ella. Sin vacilación, Natalya levantó una mano, con la palma hacia el hielo y cantó.
Llamo al aire de la Madre, la tierra, el fuego y el agua,
Venid a mí ahora, completad mi deseo.
Liberad ahora lo que está cautivo en el hielo.
Llamo al fuego, fomento tu aliento.
El agua comenzó a verterse de la pared alrededor del brazo y ella tiró hasta que quedó libre. Lanzando su espada a las manos de su hermano, saltó en el aire, con el cabello llenándose de rayas mientras cambiaba, mudando de forma… un hermoso y glorioso tigre, un poco más evolucionado pero toda femenina, su atractivo olor de hembra llenaba el cuarto. Aterrizó con dureza, su pata delantera obviamente herida ya que la mimaba, manteniéndola levantada del bloque de hielo. El macho rugió y ella respondió.
Sergey saltó hacia Vikirnoff cuando él se medio giró para mirar a su compañera. Dejó la espada a un lado y dio un puñetazo en el pecho de Vikirnoff, buscando su corazón, deteniéndose a un dedo de él, sonriendo malvadamente. Blaez y Rikki apoyaron las patas en la espalda de Razvan y se impulsaron, golpeando fuerte a Sergey desde un costado, apartándolo de Vikirnoff, que se tambaleó, salpicando sangre por el hielo. Raja y el resto de la manada se liberaron para rodear a Vikirnoff de forma protectora mientras él curaba el gran agujero abierto en su pecho.
El vampiro tuvo poco tiempo para lamerse el puño y saborear la sangre de Cárpato y su poder. Razvan le tiró un frasco de agua bendita por encima. Sergey chilló cuando el agua le quemó la piel completamente hasta el hueso, dejando grandes agujeros en su carne. Humeaba con un hedor fétido. Al agua le siguió una serie de flechas, disparádas con fuerza para que se clavaran profundamente, a través del pecho del vampiro.
El chaleco se agitó como si estuviera vivo, el tejido separándose como si se desgarrara para volver después tranquilamente a su lugar. Razvan se abalanzó, siguiendo las flechas. Sergey intentó cambiar de forma, pero la capa de flechas lo evitaba. Razvan dio un puñetazo al chaleco. En el momento que la carne tocó el tejido, los hilos se vivificaron, enrollándosele alrededor del puño, subiéndole rápidamente por el brazo hacia el hombro y la cara. Los diminutos gusanos parasitarios con agudos dientes, desgarraron y se hundieron en la carne. Retrocedió, intentando apartar las criaturas de su cuerpo. Sergey se lanzó a por Razvan pero los lobos intercedieron, estrellándose contra el vampiro con toda su fuerza, lanzándolo hacia atrás y yendo a por su garganta.
Ivory nunca se movió. Nunca miró hacia atrás. Tenía un objetivo y estaba delante de ella. Los tigres gruñéndose el uno al otro, la batalla que rabiara a su espalda… nada de eso importaba, sólo Xavier, sólo el hombre que levantaba su bastón con odio en la cara y su mirada fija en Razvan. Sabía que iría a por ella, no a por Razvan. Quería que su compañero sufriera por su abierta traición, por la sangre de los Buscadores de Dragones que había resistido durante siglos contra él. Por su huída y su recién encontrada fuerza y poder. Razvan era el símbolo de todo lo que odiaba. Y ella era la compañera de Razvan.
Como a cámara lenta, lo vió mover el bastón hacia el otro lado de su cuerpo y bajarlo. El tiempo se relentizó, su mundo se estrechó. El extremo del bastón comenzó a brillar mientras lo apuntaba hacia Razvan. Ivory sintió el ojo rojo del centro del cristal fijo en ella, no en su compañero. Sintió el poder moviéndose en su interior. Todo lo que ella era. Todo lo que jamás había sido. ¿Era suficiente?
Razvan vertió todo lo que era en ella, dejando que la manada se ocupara de Sergey mientras ellos dos se unían, fiándose de Vikirnoff para que les protegiera las espaldas junto con los lobos. Confiando en Natalya para que alejara al tigre de ellos.
El bastón tenía un brillo entre rojo y naranja. Ivory alzó las manos, con las palmas hacia el hechicero. Un destello de brillante luz hirió sus ojos cuando el crystal disparó un rayo de energía directamente hacia ella. Razvan estaba de pie a su espalda, levantando las manos exactamente de la misma forma que ella.
– Llamo a las Puertas del Infierno -recitó Ivory.
– Dejad que el relámpago golpee -invocó Razvan.
– Llamo al poder de lo que es luz -recitó Ivory.
– Toma forma desde su oscuridad -invocó Razvan.
– Permite que los ángeles caminen libres -pidió Ivory.
– Abriendo sus brazos, drenando las fuerzas del mal -recitó Razvan.
– Toma lo que es sangre de corazón -el poder llenó la voz de Ivory.
– Filtra lo que es puro -Razvan se unió completamente con Ivory.
Cantaron juntos-: Permitid que sólo perdure el que sea puro.
Ya débil sin sangre Cárpato para mantenerlo y por el hechizo que ella le había hecho antes, la combinación de Razvan e Ivory juntos fue demasiado para Xavier. La oscura sangre del centro del cristal explotó y Xavier se aferró el corazón. La sangre chorreaba por su pecho. Gruñendo, arrinconado, aterrorizado de perder su última oportunidad de ser inmortal, el mago utilizó su última y más secreta arma. Dejó caer su bastón, se agarró el pecho en un intento de detener la negra, burbujeante sangre y desató su ira contra los Cárpatos.
El sol explotó en lo alto. Brillante. Candente. Una turbulenta e hirviente masa volcánica. Los vientos rugieron, destrozando las cuevas de hielo mientras el calor estallaba por doquier, fundiendo el hielo más rápido de lo que era posible. El agua se vertía sobre ellos, caliente agua hirviendo. El vapor surgía, pero mientras la pelota anaranjado giraba, lanzaba hebras de fuego. Una luz deslumbrante atravesaba la cámara.
La piel les humeaba. Cubierta de ampollas. Fundida. Sergey gritó y trató de disolverse otra vez y esta vez las flechas le cayeron del pecho cuando su sangre ácida atravesó el revestimiento. Los dos fragmentos se filtraron por sus poros justo cuando cambiaba.
¡A mi espalda!, ordenó Ivory a la manada, extendiendo los brazos.
Los lobos saltaron para ponerse a salvo mientras el agua subía rápidamente, atravesando la cámara, hirviéndolo todo a su paso, inclusive al tigre dientes de sable. Los Cárpatos se convirtieron en vapor, su única esperanza de escapar, tal y como Sergey había hecho, pero incluso en esa forma, el sol quemaba las moléculas que componían sus formas.
Ivory fluyó hacia Xavier mientras él se arrastraba a lo largo de la orilla, dejando un rastro de negra sangre atrás. La sangre burbujeaba y quemaba la piedra que se fundía rápidamente. Abrió una grieta que desplazó el agua en un espacio suficientemente ancho para que su cuerpo lo atravesara, pero ella estaba ahí, sus manos saliendo del vapor. Las quemaduras llegaban al hueso, la piel se disolvía primero en una masa de ampollas y después se fundía. Pero aún así, incluso con sus huesos, lo detuvo, evitando su huída.
El puño de Razvan salió del vapor, sufriendo el mismo destino que Ivory, la piel le ardió mientras se clavaba profundamente en el pecho de Xavier y le extraía el calcinado corazón. Lo lanzó al ardiente fuego y después arrojó el cuerpo.
Los cuatro Cárpatos salieron como un rayo de la caverna que se desplomaba rápidamente, utilizando la ruta de escape de Xavier. La oscilante masa de calor y luz quedó detrás de ellos mientras se lanzaban hacia abajo por un túnel hacia la fría oscuridad de las cuevas. La montaña retumbaba de forma siniestra mientras avanzaban por los túneles hacia las colinas exteriores. Todos rodaron por la nieve, intentando aliviar el ardiente, atroz dolor.
– Necesitamos acudir a la tierra ahora -dijo Vikirnoff, con los dientes castañeando, su cuerpo en estado de shock. Gregori, te necesitamos. ¡Sanadores! ¡Venid!
– No aquí. No en ningún sitio cerca de éste mal -advirtió Ivory-. Encontrad un sitio limpo y dejad que la Madre Tierra os reclame.
– Gregori y Francesca están de camino. Nos encontrarán -dijo Vikirnoff.
Tiritando a causa del terrible dolor, Ivory y Razvan se lanzaron al aire juntos, dejando que Vikirnoff y Natalya hicieran lo mismo.