Capítulo 18

Savannah estaba medio sentada en una cama de rica tierra, su cara y cuerpo hinchados. Raven estaba sentada junto a su hija sosteniéndole la mano. Levantó la mirada y su cara se inundó de alivio cuando vio a Ivory.

– ¡Gracias a Dios que estás aquí! Lara no puede venir. Syndil, Skyler y Francesca han estado haciendo cuanto han podido sin ella, pero el cuerpo de Savannah está lleno de toxinas. -Empujó hacia abajo el sollozo de su voz-. ¿Puedes ayudarnos? Le dije a Mikhail que te buscara. Tengo esta fuerte sensación de que puedes ayudarnos.

Ivory se olvidó completamente de su ira hacia el pueblo Cárpato y cruzó la cámara a la carrera. Varias de las mujeres se apartaron para hacerle sitio.

– Soy Francesca. Nos conocimos cuando no éramos más que niñas. Fue breve, probablemente no lo recuerdas. -Francesca le sonrió-. Estabas en medio de diez guerreros fuertes y era difícil no notarlo.

Atrajo a Ivory lejos de la cama y de la mujer que sufría, y bajó la voz.

– He hecho todo lo que sé. Gregori, el sanador más grande entre nosotros, no podrá salvar a estas niñas. Si sabes algo que yo no, por favor, ayúdanos.

– ¿Si puedo contrarrestar el efecto de los microbios en el cuerpo de Savannah, puedes detener el parto?

Francesca sacudió la cabeza.

– Está demasiado adelantado. Pero tendremos una oportunidad de salvar a los bebés. Los microbios están en las gemelas así como en Savannah, y trabajan para matarlas. Una de ellas está muy débil y los microbios trabajan contra nosotros, acallando su capacidad de vivir.

Ivory frunció el entrecejo.

– Nunca he probado el hechizo de reversión en Cárpatos. Razvan iba a infectarse para que pudiera intentarlo, pero no hemos tenido tiempo. No creo que sea buena idea hacerlo en una mujer ya bajo presión. Si supiera que funcionara…

Razvan le puso una mano consoladora en el hombro, sabiendo que Ivory estaba inquieta ante la idea de intentar un experimento sin probar, en una persona viva.

– Hazlo ahora -dijo Razvan-. Sabemos donde encontrar microbios. Les dejaré que me ataquen.

Ivory sacudió la cabeza.

– Si Savannah está infectada, indudablemente están bien atrincherados. Necesito a alguien que los haya tenido durante un tiempo.

La mujer que reconoció como Syndil dio un paso adelante. Alta y elegante, tenía esa misma serenidad que Ivory había notado antes.

– No estoy embarazada. Sé que estoy infectada. Intenta tu experimento en mí.

– Syndil. -La voz de Raven fue apacible-. Ya nos has dado demasiado. Estás tan cansada y agotada. Soy la compañera del Príncipe y Savannah es mi niña. Debería ser yo la que hiciera esto por ella.

La mirada de Ivory cayó en el vientre hinchado y muy embarazado de Raven y sacudió la cabeza.

– No. Tú no. -Dio un paso alejándose de la compañera del Príncipe-. No arriesgaré a un niño.

– Por favor -se ahogó Savannah-. Lo que sea que vayas a hacer, hazlo ya. Las contracciones se incrementan. Lucho para dar tiempo a Gregori y Shea de preparar el cubículo de incubación, pero no sé cuánto tiempo más puedo evitar que las bebés salgan.

Syndil le dirigió una sonrisa tranquilizadora, muy parecida a la de Razvan.

– Debo ser yo claramente.

Ivory cerró los ojos. Su necesidad científica de experimentar docenas de veces, de docenas de maneras bajo docenas de condiciones luchaba con la desesperada necesidad maternal de salvar a las niñas no nacidas de Savannah. Arriesgar vidas preciosas… No puedo hacer esto, Razvan. No pueden pedirme que experimente con la vida humana sin otros ensayos primero.

Quizás la tierra rica nos comprará el tiempo que necesitamos. Razvan deslizó la mano desde el hombro hasta el brazo para enredar sus dedos con los de ella.

Gregori entró a zancadas en la cueva curativa, yendo directamente hacia su compañera. La tomó de la mano, se la llevó al corazón y se quedó allí, calladamente, mirándola a los ojos, obviamente dándole fuerzas.

– Gregori -dijo Razvan-, te hemos traído un regalo de tierra pura y no tocada. Podemos llevarla al laboratorio y que tu gente la examine para asegurarse de que es conveniente para tu compañera. Quizás la tierra te comprará el tiempo que necesitas para hacer los preparativos para los niños.

Gregori inclinó la cabeza, su atención permanecía centrada en sostener a sus hijas y a la madre, mientras luchaban y se adherían a la vida.

– Debes apresurarte.

La fatiga en la voz de Gregori sacudió a Razvan. Él sabía cuán difícil era expulsar un fragmento del mal, y Gregori ya estaba agotado al máximo de tratar de mantener a sus hijas y compañera vivas.

– ¿Puedes retrasar el nacimiento tres o cuatro horas para dar a Ivory la oportunidad de probar si puede neutralizar a los microbios mutados dentro de Syndil o no?

– Ella avanza rápidamente. Lo intentaré -Gregori sonaba dudoso.

– ¿Cómo está el chico, Travis? -Razvan sentía gran simpatía por el niño. Travis adoraba obviamente a Falcon e intentaba parecerse y actuar como él. Seguía al Cárpato a todas partes. Se avergonzaría de haber atacado a Mikhail, aunque no fue se culpa suya.

Como tampoco fue la tuya, indicó Ivory, apretando los dedos alrededor de los de él.

– Travis estará bien -dijo Gregori-. Expulsé el fragmento y lo destruí. Quedan dos. Hemos comprobado a todos los que estuvieron allí. Sé que tú estás limpio de la mancha del mago, pero ¿estás seguro de que uno no entró en Ivory?

– Ivory está limpia de su maldad también.

– Entonces dos fragmentos más avanzan de vuelta a Xavier. Necesitarán anfitriones. -Gregori suspiró-. Ese fue mi error. No fui lo bastante rápido para incinerarlos.

– Dudo que pudieras haber hecho más en medio de la enorme batalla -dijo Razvan-. Me alegro de que el chico esté bien.

– Adora a Mikhail y a Falcon. -Gregori se interrumpió bruscamente y sacudió la cabeza. Los dos sabían el daño psicológico que sufriría el niño a partir del incidente.

Razvan tomó aire y su mirada se encontró con la de Ivory a través del cuarto, sabiendo que ella pensaba exactamente lo que él, Xavier tenía que ser destruido. Comenzó a palmear a Gregori en el hombro en señal de simpatía, pero dejó que la mano cayera a un lado. Nunca había tenido amigos, y estaba inseguro del protocolo que uno utilizaba.

Ivory echó una mirada alrededor de la cámara curativa.

– Necesito un lugar diferente. En algún lugar tranquilo. Sanador, tú debes tener un laboratorio.

– Shea lo tiene -contestó Syndil-. Uno muy bueno. Te puedo llevar allí.

– De prisa -instó Gregori-. Francesca y yo haremos lo que podamos.

Savannah dejó escapar un sollozo amortiguado y sacudió la cabeza.

– La pequeña, Gregori. Está tan débil. La estoy perdiendo.

Ivory había dado un paso para seguir a Syndil pero se volvió hacia la cama de partos para ver a Gregori agachado al lado de su compañera. El aterrador Cárpato, que siempre parecía invencible y todopoderoso, parecía tan fatigado y más vulnerable de lo que había creído posible. Vaciló y entonces fue hacia él.

– ¿Hablas con ella?

– Sí, pero no escucha. -Había pena en abundancia en la voz de Gregori.

Ivory echó una mirada a las mujeres que sollozaban calladamente. Ni siquiera Raven podía contener las lágrimas. Se mordió el labio y cerró los ojos. Inmediatamente la angustia que emanaba de las mujeres la asaltó.

Gregori, siente la energía de este cuarto. Si ella es sumamente sensible, sentirá lo que yo siento… lo que sientes tú. Ellas creen, tú crees, todos vosotros creéis que ya está perdida. Déjame hablar con ella a través de ti, a través de nuestra conexión. Tengo algo de experiencia con la voluntad de vivir. Mientras tanto, cambia la atmósfera aquí dentro. Cualquiera que no pueda permanecer positiva debe abandonar esta cámara.

Gregori la miró y luego a Francesca. Él estaba demasiado cerca del dolor, y la angustia de Savannah lo consumía. Francesca asintió con la cabeza.

Gracias, dijo Gregori. Por favor, habla con ella.

El canto cambió a la canción de cuna Cárpato, una suave y musical melodía, las voces se alzaron para tranquilizar a los bebés mientras el parto continuaba.

Pequeña. Tu prueba es grande. Debes alzarte sobre ella y aferrarte a la vida. Aguanta. Yo he luchado por permanecer sobre esta tierra, y aunque es difícil, sé que vale la pena. Estás destinada a la grandeza. Déjame que te cuente la historia de un gran hombre, un sanador entre su pueblo, un guerrero sin igual, y su princesa. Una hermosa mujer con el cabello largo y suelto, y ojos violetas. Se aman mucho el uno al otro, pero hay un mago terrible, un gran brujo que desea separarlos.

Las niñas dejaron de deslizarse fuera de la seguridad de la matriz de Savannah; en vez de eso, se echaron atrás para escuchar la subida y caída de esa voz, hipnotizadas por la historia que había comenzado. Vuestro padre continuará la historia y os hablará de dos niñitas, meros bebés, pero increíblemente fuertes, que se alzaron para derrotar al malvado mago.

No podía poner la mano sobre el hombro de Gregori para consolarlo, así que le lanzo una rápida sonrisa alentadora.

– Me conté a mí misma muchas historias semejantes para mantener la desesperación a raya. Conviértelas en las heroínas del cuento, y haz la historia larga, excitante para que se impliquen, escuchen y se concentren en eso. Trabajaré tan rápidamente como pueda.

Ivory esperó a que Gregori retomara la historia donde ella la había dejado. Las voces alrededor de él cayeron como un suave acompañamiento, prestando entusiasmo al cuento que el sanador tejía para sus hijas. Savannah agregó su propia voz cuando pudo para que el cuento cobrara vida.

Ivory y Razvan siguieron a Syndil fuera de las cuevas y juntos se apresuraron hacia el edificio cincelado en los precipicios. Dentro de la gran habitación principal, Shea, una mujer Cárpato con brillante pelo rojo, y el humano, Gary, a quién Ivory ya había conocido, trabajaban juntos con una eficiencia fluida que sugería que llevaban trabajando lado a lado mucho tiempo y estaban acostumbrados a un cierto ritmo.

Otra mujer, a la que Syndil presentó como Gabrielle, estaba en un cuarto más pequeño escudriñando a través de un microscopio. Ivory reconoció inmediatamente las bolsas sedosas que contenían las muestras de tierra que había traído junto con el libro abierto de sus registros.

Shea se dio media vuelta.

– No puedo creer que hayas hecho esto -la saludó-. ¿Cómo lo descubriste? Estas criaturas me resultan extrañas. Nunca antes las había visto. ¿Qué son? ¿De dónde han venido?

Gabrielle alzó la mirada.

– Parecen ser irregularmente altos en hierro. -Se puso de pie y cruzó el cuarto, una mujer elegante-. He estudiado toda clase de organismos y este es nuevo para mí también.

– Por eso estaba preocupada de volcarlos sin más en la tierra -explicó Ivory-. Se esparcirán, y creo que finalmente destruirán a todos los microbios mutados, pero no he tenido suficiente tiempo para determinar qué más podría suceder. No conozco el efecto sobre los humanos ni sobre ninguna otra especie. Plantas. Insectos. No tengo la menor idea.

– No afectan a los microbios normales -dijo Shea-. Tienes razón, tenemos que ser cautelosos, pero creo que puedes haber encontrado nuestra respuesta. Te necesitamos para trabajar con nosotros.

Ivory se forzó a no retroceder alejándose del grupo. No estaba acostumbrada a ser el centro de atención y ciertamente nunca había estado tan cerca de tantas personas.

Razvan. Se extendió hacia él en busca de tranquilidad. En el momento en que lo hizo, se molestó consigo misma. Había llegado a depender de él.

La suave risa de Razvan calmó los nudos de su estómago. Él estuvo allí instantáneamente, inundando su mente de calor. Como deberías depender de mí. Todavía hay una parte de ti a la que le gustaría huir.

Eso no es verdad. Bueno, puede que sí, pero no iba a admitirlo. Era más valiente que eso.

La voz de Razvan se suavizó. Se volvió tierna. Estoy siempre contigo, Ivory. En tu corazón y en tu mente. Compartimos la misma alma. Siempre, o jelä sielamak… luz de mi alma.

Ivory forzó una sonrisa mientras miraba al equipo de investigación reunido a su alrededor.

– Ayudaré tan pronto como haya intentado estos hechizos inversos. Antes de intentarlo con Syndil, quiero hacerlo con los microbios mutados en la tierra. Si puedo sacarme de la manga algún hechizo para invertir lo que Xavier ha forjado, entonces podré enseñároslo a todos. Cualquier Cárpato debería poder utilizarlo. Será una solución temporal hasta que los nuevos organismos hagan su trabajo y limpien la tierra. Y hasta que podamos acudir a la fuente de los microbios y destruirla para siempre.

»El hechizo no invertirá la mutación -advirtió Ivory-. Sólo está diseñado para invertir la orden oscura de Xavier. No podemos decir realmente si funcionará, hasta que lo utilicemos en alguien a quien el microbio ya haya atacado. Necesito cerciorarme de que esto no dañará la vida, especialmente a un niño. Soy un poco reacia a intentarlo con Syndil incluso ahora.

Una quietud repentina cayó sobre el cuarto. La piel de Ivory picó. Se le erizó el vello de la nuca y los brazos. Se quedó sin respiración cuando una angustia insondable le atenazó la garganta. Alrededor del cuarto, vio como los otros se congelaban en medio de la conversación, con los ojos abiertos de par en par por el horror. Syndil jadeó y comenzó a llorar. La cara de Shea perdió todo color. Las probetas en las manos de Gary comenzaron a sacudirse mientras el cristal resbalaba de la mano entumecida de Gabrielle y caía al suelo rompiéndose.

Por un momento el tiempo pareció quedar suspendido. Excepto que Ivory sabía que eso no podía ser verdad, porque podía sentir el rápido ruido sordo de su corazón, golpeando dentro del pecho como una batería. Si el tiempo se hubiera parado, entonces también su corazón, ¿verdad? Aturdida, sin comprender, mas luchando contra el impulso inexplicable de llorar, Ivory alcanzó ciegamente a Razvan para sentir la conexión sólida cuando los dedos de él se cerraron alrededor de los suyos

Un grito roto y angustiado rompió la calma. ¡Ayudadme! ¡Todos los sanadores a la caverna! ¡Las perdemos!

Gregori, el insensible. Gregori, el todopoderoso. Ivory tembló al oírlo tan desesperado, tan frenético, y estaba claro que los demás estaban igualmente sacudidos. Gabrielle y Shea dejaron caer los materiales y salieron disparadas por la puerta.

Syndil comenzó a seguirlas, pero Ivory la asió por el brazo.

– ¿Qué es? ¿Qué sucede? -Lo sabía. No quería saberlo. El flujo de pena le aferró el corazón, destrozándoselo, y supo que estaba sintiendo las emociones de Gregori.

Los ojos de Syndil se habían llenado de lágrimas y comenzaron a rodar por las mejillas.

– Estamos perdiendo a los bebés. No pueden detener el nacimiento.

– Que Dios les ayude. -Ivory se cubrió la boca con una mano. Las rodillas se le debilitaron y se volvieron de goma, se recostó sobre Razvan, agarrándole del brazo para sostenerse. Habían llegado demasiado tarde. Demasiado tarde. No importaba qué descubrieran ahora, no habían salvado a los frágiles bebés.

El vapor brilló en el cuarto y entonces Mikhail estuvo allí, su presencia poderosa llenaba el pequeño espacio.

– Tenemos gran necesidad de ti ahora, Ivory. Nos están abandonando. Eres la última esperanza de mis nietas.

– Pero nunca lo he intentado ni siquiera en la tierra, mucho menos en un niño -protestó, su estómago se llenó de nudos. Razvan. Respiró su nombre como su talismán.

Lo harás.

Ella negó con la cabeza.

– No en un niño. Un hechizo no probado. Tendré que convocar magia oscura para invertir lo que Xavier ha forjado. Algo podría ir mal.

La cara de Mikhail se endureció.

– Ya va mal. Debes hacerlo.

Ella se forzó por tragar el nudo que amenazaba con bloquearle la garganta, agradeciendo el brazo de Razvan, que la sostenía.

– Mikhail… -Se interrumpió, tragando con dificultad-. No hay garantía de que esto funcione, o de que no vaya a herirlas más. Xavier es un adversario poderoso. Tanto que podría fallar.

Debes hacerlo si queremos tener aún la más mínima oportunidad de salvarlas -Mikhail fue implacable-. Todos creen que eres nuestra mejor esperanza. Gregori te lo pide.

Gregori. El hombre que había perseguido sin miedo los cuatro fragmentos de sombra que Xavier había colocado en Razvan para permitir su posesión. Gregori no se había acobardado. Pero las niñas… Ivory sacudió la cabeza, tragó con fuerza y suspiró.

Lo harás, repitió Razvan con absoluta confianza.

– Que así sea -susurró ella, esperando que la calma de Razvan se le pegara.

– Haz todos los preparativos que debas, pero date prisa -instó Mikhail. Luego se fue.

– Razvan -dijo Ivory, su voz ronca, con pena y preocupación-. Sabes cuán malvados son los hechizos de Xavier. No puedo entrar en la cámara sagrada de partos y convocar a la oscuridad. Podría suceder cualquier cosa. -Incluso mientras protestaba, usaba la magia para limpiarse, en vez del baño ritual, ya que el tiempo era primordial.

– Nada de lo que alguna vez hayas logrado ha sido fácil, fél ku kuuluaak sívam belso, amada, pero lo has hecho. Esto es demasiado importante para no intentarlo.

Se apoyó contra él durante el más breve de los momentos y luego, agarrándolo de la mano, corrió a la cueva de nacimientos. El aumento del volumen de las voces contenía una pesada pena que le inundó los sentidos. La multitud se apartó para permitirle pasar y el corazón le latió con violencia. Ivory se sentía como si no pudiera respirar con tantos Cárpatos reunidos alrededor de Gregori y su compañera, muy cerca, como si su cercanía pudiera de alguna manera evitar que los bebés se deslizaran a la próxima vida.

¡Gregori! Savannah chilló el nombre de su compañero mientras su cuerpo expulsaba la primera vida diminuta a las manos de su compañero. Ella jadeó pesadamente mirantes la observaba respirar por su hija.

– ¿Está viva? No puedo sentirla, Gregori. Dime por favor que está viva. -Enterró el puño en la tierra cuando otra onda de dolor la desgarró.

– La tengo -dijo Gregori, pero su voz era lejana. Llena de pena.

Razvan, no puedo soportar verles perder a estas niñas.

Francesca dio un paso más cerca del cuerpo de Savannah que se estremecía otra vez, la cara se le tensó de dolor. Las manos de Francesca guiaron al segundo bebé al mundo. Inmediatamente su cara se volvió lejana, mientras ella, también, respiraba por la niña.

Puedes hacerlo, Ivory, cuchicheó Razvan en su mente, su voz apacible mientras ella se detenía ante Gregori y Savannah y los bebés diminutos que se esforzaban por vivir. Has nacido para este momento.

He nacido para matar vampiros y destruir a Xavier. No para esto. Nunca para esto.

Como los demás, estaba embelesada, mirando a Gregori, que con lágrimas rojas veteándole la cara, sostenía a su diminuta hija en brazos mientras Shea vertía en la incubadora las pequeñas reservas de tierra que Ivory había traído, sobre las capas existentes de tierra que Syndil ya había limpiado en preparación para el nacimiento de las gemelas.

La niña en las manos de Gregori era demasiado pequeña para vivir, demasiado frágil. Aún desde donde estaba, Ivory podía ver a Gregori respirando por ella. Las manos le temblaban, ese hombre fuerte, al saber que él, el sanador más grande de su pueblo, estaba impotente para salvar a su propia hija.

Ivory tragó con dificultad, respiró hondo y vació su mente para intentar apartar toda la pena y la angustia, toda la energía negativa. Había hecho que Razvan repasara cada gesto y movimiento que Xavier había hecho mientras lanzaba su reprensible hechizo. Sabía que había vertido su odio y deseo de venganza en ese hechizo cuando dio las órdenes a los microbios. Ella no podía hacer nada en cuanto a la mutación, pero podía revertir las órdenes. Cada detalle tenía que ser exacto. Si Razvan había olvidado el más mínimo aspecto… si ella se olvidaba algo, como un solo movimiento o una palabra…

No lo hice, fél ku kuuluaak sívam belso, amada. Ni lo harás tú. Puedes hacerlo, Ivory. Tengo fe en ti.

Ella sintió el roce de los labios en el cabello, el calor de su aliento en la nuca. Respiró, se adelantó y se detuvo.

– Gregori.

Cuándo él alzó la mirada, los ojos plateados estaban tan perdidos que ella casi lloró.

– Tienes que estar seguro, Gregori.

– Estoy seguro -contestó sombríamente-. No tenemos otra elección.

– Razvan, tendrás que hacer los arreglos rápidamente, pero cada detalle debe ser preciso. -Levantó la cara y echó una mirada a la multitud-. Voy a recrear una escena muy malvada. Quien no quiera estar aquí debería irse, de otro modo debe formar un gran círculo de protección que será necesario en caso de que cometa un error.

Nadie se marchó. Ni siquiera los Cárpatos que les habían mirado a ella y a Razvan con desconfianza, quizá incluso con aborrecimiento; ahora dejaban a un lado sus prejuicios y se sometían a sí mismos a sus directrices. Formaron un inmenso círculo de varias de capas de profundidad. Todos los que estaban en la habitación, incluido Gary, que era humano pero parecía conocer todos los rituales de los Cárpato, empezaron el canto de purificación. Syndil, Shea y Gabrielle quemaron salvia y se movieron por el cuarto, sacudiéndola por arriba y por abajo, poniendo especial atención a cada entrada.

– Gregori, te necesito a ti y a los bebés aquí en el centro. -Ivory señaló al punto central del anillo.

Sin vacilación, Gregori y Francesca movieron las incubadoras al área abierta que Ivory estaba preparando. Savannah agarró la mano de su madre y susurró a Ivory:

– Por favor, por favor.

La pena abrumadora la sacudió. La voz de Razvan estaba más cerca cuando la rodeó con calor. Puedes hacerlo. Sólo estás tú y nuestro enemigo mortal. Has nacido para derrotarlo, Ivory. Puedes hacerlo.

– Necesito cuatro mujeres. Syndil. Elige a las más cercanas a la tierra. -Sacó la espada de la funda-. No pueden acobardarse una vez comencemos. Esta cosa, esta gran maldad que Xavier forjó, no se marchará rápida ni tranquilamente. Luchará. Tratará de rompernos. Así que las que elijas deben tener el valor de encarar lo que sea que éste mal arroje sobre ellas.

Syndil no vaciló.

– Natalya. Shea. -Cuando las dos mujeres se apresuraron a avanzar, Syndil se giró hacia una joven-. Skyler. Sé que eres muy joven y quizás no deba pedírtelo, pero hay pocas conectadas tan estrechamente con la tierra como tú y pocas que hayan encarado al mal tan valientemente como tú. ¿Puedes hacerlo? ¿Lo harás?

La cara de la chica palideció, pero apretó la mandíbula y asintió antes de unirse a las otras.

Una vez estuvieron en el lugar, Ivory levantó el mentón y comenzó a lanzar el círculo de protección alrededor de Gregori y las niñas, caminando en el sentido de las agujas del reloj. Sostenía la espada en la mano derecha, apuntando hacia abajo, cantaba mientras caminaba.


Tres veces alrededor de este círculo

Ata todo lo malo, húndelo en el suelo

A eso que es fuego pero nacido de hielo,

yo te ordeno ahora que limpies este lugar.

Toma lo que está manchado y quémalo hasta que sea puro.

Para que la curación pueda realizada en este lugar que es seguro.


Ivory sacó cuatro velas, puso una en cada una de las cuatro esquinas del círculo, representando las cuatro direcciones y sus elementos. Puso una vela blanca en el este por el aire y la pureza. Una vela roja al sur por el fuego y el ardor del mal. Al oeste, puso una vela azul por el agua, representando la limpieza. Al norte, puso una vela verde, representando la tierra y el renacimiento.

Alrededor de las incubadoras encendió palos de incienso que llenaron la cámara con el rico olor del clavo, para evitar toda hostilidad. A eso añadió hierba del maná, salvia para la pureza, y tuberosa para desviar el mal. Luego, mientras el incienso y las velas ardían, respiró profundamente, reunió su fuerza y sus poderes y levantó las manos rogando.


Poder de la noche, amante de luz,

Soy Ivory, hija de la Madre Tierra que me curó.


Una ráfaga de recuerdos la asaltó. El olor de la tierra cuando se cerró alrededor de su cuerpo roto, dándole la bienvenida a lo más profundo, donde nada la podía alcanzar. Utilizó el poder curativo que la había rodeado durante siglos.


Convoco a este lugar al que es impuro y manchado.

Pido esto por todo lo que es bueno

Sé que harás esto por mí.


Bajó las manos a los costados, las palmas hacia adentro contra sus muslos y mantuvo la cabeza baja, mirando al suelo, mientras empezaba a seguir el patrón impuro que Razvan le había mostrado. Tres pasos dentro, el mal comenzó a revolverse. Su presencia le susurró en la nuca, un débil hormigueo molesto, como arañas arrastrándose por su piel. Se estremeció y luchó contra el impulso de sacudírselas. La asquerosa mancha de Xavier haría todo lo que pudiera para dirigirla por el mal camino, para forzarla a cometer un error. No podía permitirlo. Las manos barrieron resueltamente hacia arriba, hacia el techo. Mientras levantaba la cara, cruzó las palmas y cantó.


Nacido de la oscuridad

Antiguo, anciano.

Te llamo

Despliégate, revélate.

Mancha los apareamientos…


Oyó un lento siseo, una horrorosa voz cuchicheando. Escorpiones con los aguijones en alto, se arrastraban de debajo de las piedras y se apresuraban hacia el círculo. Skyler se tambaleó, comenzó a levantar el pie lejos de los insectos que se acercaban.

– Mantente firme -gritó Razvan, su voz mostraba una completa calma-. No rompas el círculo.

Ivory continuó pronunciando las asquerosas palabras.


Te ordeno que te esparzas

Conéctate al útero y a la semilla

Busca la nueva vida

Te ordeno este acto.

Mancha la leche

Marchita la semilla en la vid

Destruye a esa gente

No nacidos y nacidos, con la sangre te ato.


El parpadeo de las llamas disminuyó, casi se apagaron, de forma que las sombras se hicieron más profundas, arrastrándose por las paredes y suelos de la cueva con dedos codiciosos. Por encima, las arañas rezumaban de las grietas y contaminaban las voces que murmuraban. La sangre de un corazón burbujeó en el centro del cuarto, de un rojo tan oscuro que parecía negro. Un hedor impuro llenó la cámara, contaminando el aire, contaminándola hasta que todos casi se ahogaron con el fétido olor. Los bebés comenzaron a llorar en protesta.

Syndil jadeó en voz alta. Shea y Natalya gimieron suavemente, pero se mantuvieron en su sitio aunque los microbios en su interior las rasgaran y desgarraran. La multitud jadeó y se miraron los unos a los otros mientras las mujeres se presionaban las manos sobre los úteros cuando sintieron la atracción de los microbios mientras contestaban a la llamada de la oscuridad.

Ivory levantó las manos en respuesta a la oscuridad que se esparcía rápidamente por la caverna. En su mano derecha sostenía un boline, un cuchillo de cosechar, con el mango hecho de hueso blanco. El boline era curvado, y portaba la marca de la luna creciente, hecho de un metal precioso de su cueva sagrada, el borde de hoz serrado, preparado para la cosecha.

Con gran cuidado, Ivory recitó el hechizo asqueroso de Xavier hacia atrás, imitando a la inversa los movimientos que Razvan tan pacientemente le había mostrado mientras ella colocaba los pies con cuidado, tejiendo la pauta hacia atrás con sus manos.

Ivory. Te veo. Te llamo. La voz de Xavier, dura y cruel, le susurró en la mente. Enfermándola. Debilitándola. Te veo.

– No, no te ve -dijo Razvan, su voz tranquila. La inundó de paz-. Siente tu poder y tiembla. No lo dejes romperte.

Utilizando el sagrado boline en lugar del cuchillo ceremonial ensangrentado de Xavier, se cortó la palma de la mano y permitió que la sangre goteara sobre los dos bebés, justo como Xavier había derramado su sangre sobre la incubadora de microbios. Tres gotas exactamente sobre cada niña. Las niñas gritaron como si ascuas ardientes hubieran caído sobre su inocente carne recién nacida. Savannah gritó y se tambaleó poniéndose de pie.

– Detenedla -ordenó Razvan-. No debe romper el círculo.

Savannah se habría lanzado hacia sus hijas si sus propios padres, Raven y Mikhail, no hubieran envuelto los brazos alrededor de ella para retenerla.

– ¿Qué sucede? -exclamó Gregori.

– El mal lucha. -Razvan observó al legendario sanador Cárpato desoladamente-. Se pondrá peor, Gregori. Mucho peor. Tú y tu compañera debéis ser fuertes. Habla con tus hijas. Cántales. Sé fuerte por ellas. Cuéntales que luchan contra el mago malvado de tu historia por ellas. Ahora es su momento.

Mientras Razvan trataba de calmar a un Gregori agitado, Ivory intentaba silenciar en su mente los gritos de las bebés como mejor podía. La maldad de Xavier las estaba hiriendo. Ella las estaba hiriendo.

No, fél ku kuuluaak sívam belsoamada… las estás salvando. No puedes parar sin importar lo que suceda.

Se forzó a seguir moviéndose, a continuar tejiendo los patrones del hechizo. Cuándo completó todo el ritual de Xavier al revés, levantó el cuchillo hacia la chimenea de la caverna y señaló hacia la pequeña astilla de luna que brillaba arriba.


Llamo a la señora de la luna oscura,

A esa que se encuentra en las encrucijadas

Que nos aconseja que debemos abandonar lo viejo antes de emprender lo nuevo

Busco la espiral.

Llévame al centro de la calma en la absoluta oscuridad

Que pueda disipar este mal con la luz.


La luz destelló a través de la hoja del boline, como si la luna misma hubiera entrado en la cueva de partos. Arriba, las estalactitas se mecieron y vibraron. Los cristales chispearon como estrellas diminutas y lejanas, dispersas sobre el techo y por las paredes de la cueva. Venas de oro y plata se entrelazaron y brillaron, atrayendo luz a la cara pálida de Ivory. Ella colocó el boline sagrado con cuidado entre las gemelas, la hoja curva en la posición exacta para que reflejara a la luna creciente del exterior.

Las niñas se retorcieron. Una sufrió convulsiones. La piel de ambas se volvió más caliente. Savannah luchaba contra sus padres, las lágrimas se le derramaban por la cara.

– Por favor, Gregori -rogó-. Detén esta abominación. Ella les está haciendo daño.

Gregori se tambaleó, su cara era una máscara de dolor. Los Cárpatos comenzaron a murmurar protestas.

– Déjalas morir en paz -imploró Savannah, juntando las manos, doblegándose contra los brazos de su padre que la refrenaban-. Dámelas a mí. Déjame sostenerlas mientras van a la próxima vida.

– No, Gregori -protestó Razvan-. El mal lucha con fuerza. Mantén el propósito.

– Ellas desean vivir, Savannah -dijo Gregori con voz ronca.

Una vez más Ivory levantó las manos. Ahora había gotitas diminutas de sudor y de sangre manchándole el cuerpo, y las manos le temblaban por el esfuerzo de soportar el peso del mal. La presencia tranquilizadora de Razvan, su calor y su fe en ella, la calmaron mientras cantaba.


Llamo a la plaga sobre esta tierra, veo en tu corazón.

Tú, que fuiste arrojado sobre esta tierra, transformado y luego despedazado.


– Nunca te lo perdonaré, Gregori -gritó Savannah, desgarrándose la propia carne, enterrándose las uñas en los brazos hasta que la sangre resbaló por el suelo-. Nunca. ¿Entiendes? Está torturando a nuestras hijas y tú se lo estás permitiendo.

Gregori sacudió la cabeza, lágrimas rojas le bajaban por la cara, pero permaneció estoico, con las manos sobre cada niña que se retorcía.

Varias mujeres intentaron romper el círculo para correr en ayuda de los bebés.

– Detenedlas -ordenó Razvan-. Mantened la calma. ¿Creísteis que se iría fácilmente? Retenlas, Mikhail, debes pararlas.

– Tiene razón -dijo Mikhail tranquilamente. Una calma inquieta descendió. Sólo se podía oír llorar a Savannah y a los bebés.

Ivory mantenía su mente firme en el ritual, continuando, intentando no permitir que las mujeres la distrajeran.


Llamo al que fue deshecho y luego creado para hacer daño a todos.

Ven a mí ahora cuando te llamo, para que pueda tomar a uno y a todos.

Anudado y tejido, busco desatar lo que fue tejido apretadamente.


Ivory tomó los cristales limpios de la bolsa de seda que llevaba colgada a la cadera. Los cristales habían sido dejados a la luz del sol durante una semana, reuniendo las energías y propiedades limpiadoras que necesitaba. Examinó las piedras cuidadosamente antes de hacer su elección. No se sorprendió cuando los dedos se asentaron alrededor de un pedazo grande de piedra pómez.

La piedra pómez provenía de la piedra volcánica, y aunque para algunos no era hermosa, ella encontraba extraordinaria la ligera piedra, con su color beige-blanco. La piedra porosa se utilizaba a menudo para desterrar hechizos, pero también se le podía ofrecer a una mujer para que la sostuviera en la mano para ayudar en el parto. Áspera y lisa, era simbólica de su vida. Colocó la piedra en la esquina oriental.


Miro al este, a la luz de la mañana.

La que nace en la oscuridad, ahora brilla a la luz.


Hizo una reverencia al este, e hizo la señal de la cruz. Con las manos formó el óvalo del sagrado corazón donde Xavier había derramado sangre del corazón sobre los microbios, su símbolo sagrado reemplazó el acto de maldad.

Encendió el montón de agujas de pino y lo ondeó sobre toda la zona, para purificar y limpiar, mezclándolo con la salvia purificadora. El perfume se añadió a su poder de ayudar a exorcizar el hechizo demoníaco que Xavier había lanzado sobre los microbios. Entregó el incienso a la joven Skyler, que permanecía en el rincón oriental.

En el momento en que las manos de Skyler se cerraron alrededor del incienso, las sombras se movieron en la oscuridad fuera del círculo. Risas masculinas, feas y burlonas, se deslizaron furtivamente por la cueva, resonando alrededor de Skyler. Cuchicheos de actos obscenos. Ella sintió manos tocándola. Deslizándose dentro de su ropa… tratando de agarrar su piel suave, exponiéndola. Un sollozo la atravesó.

Dimitri maldijo y dio un paso al frente. Era bien sabido que él era el compañero de Skyler, aunque ella fuera todavía demasiado joven para que la reclamara.

– Ilusión -dijo Razvan-. Está atrapada en una ilusión.

Gregori ondeó una mano hacia Skyler justo cuando ésta con mano temblorosa lanzaba hacia atrás el incienso. Se estremeció y lo sostuvo con fuerza, alzando el mentón, pero le corrían lágrimas por la cara. Miró una vez a Dimitri y luego siguió de pie estoicamente bajo el asalto del mal invisible.

Hubo un golpe de silencio. Ivory. Debes continuar, instó Razvan.

Ivory cerró los ojos por un momento, respiró y, a continuación, seleccionó el granate. La piedra llameante se utilizaba para aumentar los poderes en los rituales. Para derrotar a Xavier, para revocar su horrible hechizo, necesitaba tanta ayuda como fuera posible. También quería protección extra contra la oscuridad de Xavier. Otra vez era una piedra usada a menudo en los nacimientos. Su piedra era multifacética y de un brillante rojo intenso, para combatir el rojo oscuro de la sangre del corazón. Se decía que la gran arca había sido guiada por un granate, y ella esperaba que la luz la guiara en este tiempo de gran necesidad. Colocó la piedra en la esquina sur.


Llamo al sur, el fénix se alza alto

Lanzando tu fuego mientras tú te alzas al cielo.


Ivory se inclinó hacia el sur, y luego repitió el signo de la cruz. Xavier había hundido una aguja en el corazón de una paloma y luego había quemado el cuerpo. Ella abrió las manos y soltó una paloma blanca que portaba una rama de olivo. El pájaro voló alrededor del círculo tres veces, cambió de sentido y repitió la acción, luego salió volando al cielo nocturno.

El perfume de la resina de la sangre de dragón, recolectada y procesada de la palmera, llenaba el cuarto, ahuyentando el mal del ritual de Xavier, añadiendo a sus protecciones y exorcizando las abominaciones del gran mago, consagrando y reforzando la potencia de su ritual. Entregó el incienso a Natalya, que permanecía en la esquina sur.

Natalya se preparó, pero no estaba lista para la cara de su hermano cuando lo miró y vio… vampiro. Jadeó mientras las escamas caían de sus ojos y ella vio en su interior, más allá de la ilusión, su verdadera naturaleza. Embustero. Comedor de carne. Riendo mientras torturaban a niños. Tenía que detenerlo. Bebedor de la sangre de sus propios hijos. ¿Qué la había poseído para creer en él otra vez? Gritó de temor e ira por otro engaño desgarrador a manos de su gemelo.

Vikirnoff siseó con temor por ella, llevando la mano a la espada. Fue su hermano, Nicolae, quien lo refrenó con una mano sobre la espada.

– Lo que sea que estás viendo, yo no lo veo -dijo.

– Natalya -dijo Razvan suavemente-. Mírame.

Las palabras, pronunciadas con una orden tranquila, disiparon la fea ilusión. Vikirnoff dejó escapar el aliento e inclinó la cabeza dando las gracias a Nicolae.

Por un momento, la mano temblorosa de Ivory se cernió entre dos piedras: la piedra de la luna, una de sus favoritas, y un pedazo de precioso coral rojo brillante, directo del mar. El coral era una pieza protectora con finas grietas melladas, sin ninguna astilla ni rotura. La pieza simbolizaba la vida y la fuerza de la sangre, y las escudaba del mal con su protección. No era realmente una piedra, el coral estaba hecho de muchos esqueletos de criaturas marinas, pero podía ser utilizado para el bien, dado que la pieza había sido encontrada en una playa hacía mucho, la vida ya transformada en curación, en un elemento protector. Colocó el coral en el rincón occidental.


Llamo al oeste, trae tu aliento.

Permite que la lluvia caiga, clara y limpia.


Se inclinó hacia el oeste y otra vez bendijo antes de trazar la flor de lis en el cielo, el símbolo de la pureza, representando a los tres que eran uno, quitando la abominación que Xavier había trazado antes, un símbolo de odio y depravación.

El incienso que había escogido era una mezcla de lirio y lila mezclados para la protección y la pureza. Entregó el palo a Shea, que se reforzó en su posición en el rincón occidental.

Shea miró a la mano que sostenía el incienso y vio la mano de su madre marchitándose, la carne encogiéndose, más y más delgada, las voces a su alrededor apagándose hasta que sólo hubo silencio, el silencio de su niñez. Días largos e interminables ocultándose en una casa parecida a una tumba, con el sol quemándole la piel; la pequeña niña acurrucada en una esquina intentando encontrar suficiente comida para alimentar el estómago encogido.

– Mi amor -cuchicheó Jacques en voz alta-. Estoy contigo.

Continua, Ivory. Sé que estás dudando de ti misma, pero la marea gira. No estás haciendo daño a estas mujeres ni a estos niños. Este mal debe ser detenido, animó Razvan.

La mirada de Ivory se posó sobre él, sobre su amada cara. Su fuerza. Su fe en ella, le permitieron continuar. Enderezó los hombros y miró en su bolsa de seda en busca de la última piedra.

Para su cuarta y última piedra, Ivory escogió una piedra cuya poderosa magia a menudo era utilizada para ayudar en el parto y para la fertilidad, así como para protección. Se creía que el ámbar dorado unía tierra, fuego, aire y agua, pero también era sumamente simbólico de la Madre Tierra.

Ámbar, realmente una resina fosilizada, era de color dorado antiguo en el interior y parecía casi vivo con su luz. Su piedra contenía una abeja completamente formada en el centro exacto. Las alas estaban extendidas y la abeja tenía mil años de edad. Este pedazo en particular era su favorito. Con gran respeto, colocó el ámbar en el rincón del norte.


Llamo al norte, sobre la tierra, que puede renacer.

Busco deshacer esta cosa.


Se inclinó hacia el norte, y dibujó el signo de la cruz en el suelo, en la posición exacta donde Xavier había vertido su mezcla de la sangre de corazón, maldad y odio en su círculo negro. Encendió otro palo de incienso, utilizando esta vez un precioso incienso y mirra, una poderosa combinación para la purificación y la protección. Syndil tomó el poderoso incienso y permaneció en la esquina norte. Syndil sabía lo que venía y cerró los ojos cuando la cara de su hermano perdido flotó delante de ella, llenando su mente. Savon la alcanzó, le desgarró la ropa con dedos codiciosos, golpeando con su cuerpo dentro del suyo, golpeándola, hiriéndola y rasgándola mientras los dientes del vampiro le desgarraban el cuello y él tragaba grandes sorbos de sangre.

Barack llenó su mente. Las esencias y el calor de quien era él. Compañero. Protector. Amante. Todo. Se unió con ella, manteniéndola cerca, compartiendo los recuerdos de ese ataque, ocurrido hacía mucho tiempo, pero nunca olvidado.

– No me romperé -dijo Syndil-. Continúa.

Ivory se detuvo en el centro del círculo y levantó los brazos, su tono, uno de ruego mezclado con respeto.


Te llamo, Madre, que una vez me sostuvo con fuerza.

Curándome por entero para que pudiera continuar la lucha.

Dame el poder de todo

Para deshacer lo que fue forzado en este hechizo.

El cuarto brilló cobrando vida, reaccionando. Las llamas de las velas saltaron alto, lanzando codiciosas sombras sobre las paredes. Un viento fuerte rugió por la caverna. El suelo onduló de vida, y arriba las estalactitas se mecieron y vibraron, amenazando con aflojarse. Más puntos rojos de sudor puntearon la carne de Ivory.

El mal ardía por sus venas, carcomiéndola hasta que estuvo pudriéndose de dentro hacia afuera. La suciedad la manchó, manchó su alma. Podía sentir cómo la piel se le despegaba de los huesos. La cara de Xavier nadó delante de su visión, su risa astuta resonó por su mente mientras la señalaba con un dedo huesudo, la afilada uña manchada de sangre directa hacia ella.

Lentamente, de mala gana, Ivory se atrevió a girar la cabeza. Las gemelas, niñas diminutas, yacían sin vida… cadáveres, sus cuerpos ennegrecidos como su propia alma. Abrió la boca para soltar un chillido mudo de horror absoluto.

¡No! Razvan se unió a ella, vertió su fuerza en ella. Sigue adelante. Debes terminar esto. Él no puede vencer.

Ivory tomó un profundo y estremecedor aliento, las piernas le temblaban, eran como de goma, apenas capaces de sostenerla. Necesitaba los brazos de Razvan alrededor de ella, su presencia cerca. La mente de Razvan se movió en la suya y ella convocó su última fuerza, rezando porque fuera suficiente.


Dame el poder de arreglar este mal,

Para limpiarlo de esta tierra y que podamos continuar.

Limpia el cuerpo, limpia el alma,

Cura la mente y haznos íntegros

Danos una vez más el regalo de criar a nuestros jóvenes para que podamos continuar

Vivos.


Gritó las palabras en desafío. El poder se encrespó y se hinchó, llenando el cuarto. La electricidad crujió. El pelo se le erizó y ondeó en bandas de energía. El látigo de un relámpago chasqueó encima de las cabezas de todos y luego saltó para envolver a Ivory. Ella resplandeció con energía candente, las chispas volaban ahora de las puntas de sus dedos. Su tono cambió, retumbando por el cuarto en orden absoluta.

Los bebés se convulsionaron otra vez, sus cuerpos diminutos golpeaban con fuerza contra las manos de su padre, respiraban con jadeos rotos. Ambas brillaban y estaban rojas, mientras la temperatura se elevaba más allá de lo que podían soportar.

– De prisa, Ivory. Por amor de Dios, deprisa -suplicó Gregori.


Invierte este hechizo, yo lo envío de vuelta.

Llamo a la justicia, déjalo que caiga de vuelta sobre Xavier.

Te ordeno que lo tomes

Átalo, séllalo.

No dejes que nada permanezca.

Trae tu luz que rodea este premio

Como tu resplandor quema esta oscuridad hasta convertirla en luz.


El cuarto resplandeció de luz. Las llamas de las velas saltaron más alto. El viento corrió por el cuarto, girando en un movimiento de tornado, por la tierra, tocando cada rincón del círculo protector, y luego amainó como si nunca hubiera existido, dejando las velas parpadeando y el cuarto oliendo dulce y puro.

Ivory se desplomó en el centro del círculo, y cayó sobre una rodilla, exhausta. Un sudor sangriento le cubría el cuerpo y hacía que los mechones de su sedoso cabello se rizaran alrededor de su cara. Skyler apagó la vela blanca. Natalya apagó la roja. Shea hizo lo mismo con la azul. Syndil fue la última, apagando la última, permitiendo que el humo de la vela verde se elevara en el aire, uniéndose al humo de las otras para mezclarse con el incienso y purificar el cuarto.

La cámara estaba silenciosa. Sólo el sonido de las respiraciones llenaba el cuarto. Savannah luchó por alejarse de su padre, su mirada desesperada fija en su compañero y sus hijas.

Gregori cerró los ojos y luego los abrió para mirar a las niñas diminutas que yacían bajo las palmas de sus manos. Lentamente, con gran cuidado, apartó las manos. Sus hijas alzaron la mirada hacia él con enormes y solemnes ojos… ojos que ya habían visto demasiado. La piel era de un sano color sonrosado. Los miembros frágiles pateaban y golpeaban en el aire. Ambas respiraban solas. El aliento le explotó en los pulmones y su cuerpo se aflojó de alivio. Su mirada plateada se encontró con la violeta de Savannah. Ella gritó, su alegría estalló por el cuarto.

Gregori se hundió de rodillas al lado de Ivory, estirándose hacia ella, sin preocuparse de enjuagar las lágrimas rojas de su cara.

– Su espíritu es más ligero. Podemos ayudarlas a luchar por vivir ahora. No hay palabras para darte las gracias. Ninguna.

Ella se dio la vuelta y alzó la mirada hacia el techo.

– ¿Razvan? -Estaba casi traslúcida. Le necesitaba desesperadamente. Razvan. No podía afrontar a esta multitud sola, no sintiéndose tan sensible y vulnerable.

Él estuvo allí en un instante, se estiró para atraer a Ivory a su abrazo. Toma mi sangre, fél ku kuuluaak sívam belsoamada. Cuando cansada, ella aceptó y enterró la cara contra el calor de su cuello, Razvan miró por encima de su cabeza, al Príncipe.

– La noche casi ha acabado, Ivory debe ir a la tierra. El ritual le ha drenado la fuerza.

– Sois bienvenidos aquí -dijo Mikhail.

– Gracias, pero no. La llevaré a su casa donde pueda descansar. Volveremos cuando esté más fuerte. Mientras tanto, Gregori deberá enseñar el ritual a algunos de los más talentosos de tu pueblo para que puedan protegerse a sí mismos hasta que la forma de vida de la tierra descontaminada tenga oportunidad de esparcirse y podamos destruir a Xavier y su impía fábrica.

– Pero… -Mikhail empezó una protesta.

Razvan pasó sus brazos alrededor de Ivory y simplemente salió volando de la cámara y se la llevó.

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