Ivory sacó un arma de aspecto siniestro, circular, con el centro de cristal y estiró los brazos.
– Ahora -llamó a la manada.
Los lobos saltaron en el aire, zambulléndose en su espalda. Ivory ya se estaba hundiendo, directa hacia abajo, con las manos delante de la cara como un buzo olímpico de hoy en día, cambiando de forma mientras se iba, empujándose a través de la tierra para seguir el sendero del gran gusano que arrastraba a Razvan al fondo.
Mírame a mí. A mí. Estoy contigo.
¡No! Vuelve. Él no puede tenerte.
Tampoco puede tenerte a ti. Ivory bloqueó todo lo que sucedía en la superficie. Gregori lucharía contra las mutaciones de Xavier y liberaría al Príncipe; tenía que hacerlo. Ella tenía un deber, y este era para con su compañero… mantenerlo fuera de las manos del alto mago.
No puedo cambiar de forma y huir.
Has visto al gusano, criado para viajar por la tierra. Una vez que sus dientes se encuentran en el centro, retiene tu forma. Lo sabía. Había extraído ese veneno para utilizarlo con su propia combinación de sustancias químicas para hacer el recubrimiento de sus armas y así evitar que los vampiros cambiaran de forma. Él no puede tenerte. No luches. Permanece muy quieto para que te inyecte menos veneno. Mantén tu mente en la mía. Tienes que confiar en mí.
Le sintió quedándose totalmente quieto. Tenía que requerir mucho valor no luchar contra el gusano que lo arrastraba más profundamente bajo la tierra. Era más fácil para el gusano atravesar su túnel, ya excavado a través de las capas de tierra mientras se dirigía de vuelta con su maestro para entregar su premio. Razvan tenía que saber a dónde y a quién le llevaba el gusano, pero dejó de luchar.
Razvan nunca había sido capaz de confiar en nadie una vez que su padre murió y su hermana estuvo perdida para él. Darle eso a ella… poner su vida, no, su alma en sus manos… tenía que ser nada menos que una especie de renacimiento de fuego porque nunca antes había puesto su alma misma en las manos de nadie.
Confío en ti.
Requería confianza. Luchar contra un gusano era extremadamente peligroso. Prácticamente todo en el gusano era venenoso. Los pinchos que le recorrían el cuerpo para cavar y propulsarse adelante y atrás por el túnel, la lengüeta en el final de la cola que golpeaba, todo contenía el mismo veneno que los colmillos y la doble fila de dientes serrados. La cola misma podía romper cada hueso del cuerpo de un guerrero. La piel era dura y podía cortar una mano o el brazo si lo rozaba.
Cierra los oídos, Razvan. No puedes escuchar. El sonido será molesto para ti. Era la única manera de describirlo que podía pensar, pero tenía que ralentizar al gusano, desorientarlo. Con el túnel ya excavado, podía distorsionar el tiempo con alarmante velocidad. Cuando te suelte, tendrás sólo unos segundos para expulsar el veneno de tu cuerpo y poder cambiar de forma. Tienes que estar preparado. Sólo segundos. Tenía que confiar en que él sentiría la urgencia en ella y obedecería.
Con el cuchillo en una mano, los brazos extendidos hacia Razvan, los ojos clavados en los de él, comenzó a cantar.
Llamo al elemento del aire utilizado para el sonido.
Tamborileo al corazón del malvado que excava por el suelo.
Tono, armonía, combino y alineo.
Lucho atacando la deformación de la mente del malvado.
Las notas que utilizaba estaban entonadas para vibrar y desorientar, provocando vértigo y pérdida de tiempo en el gusano. La tierra respondió a las notas discordantes de la orden. La cadencia de su canción continuó, pero los tonos de Ivory se alteraron, cambiando las vibraciones de la tierra para que llegaran a estar sintonizadas con el suelo circundante, atrayéndola hacia adentro hasta que empezó a desplomarse y rellenar el túnel. La onda de sonido atravesó la tierra. El suelo se estremeció, tembló. La tierra llovió por todas partes alrededor de ellos.
Sigue mirándome. Ivory seguía moviéndose hacia Razvan, propulsándose por el largo y ancho agujero. Recuerda, expulsa el veneno rápidamente cuando el gusano te suelte.
Había cambiado de forma y era nada más que moléculas viajando a alta velocidad, pero aún así no lo bastante rápido para alcanzarlo.
Mantén tus brazos extendidos por encima de la cabeza, hacia mí, hacia la superficie.
Más tierra se desplomó en el túnel. Una explosión como un trueno rugió por el túnel detrás del gusano y la criatura vaciló. Fue suficiente para que Ivory cerrara la brecha entre ellos y materializara las manos. Empujó el arma en la mano derecha de Razvan y lo agarró de la muñeca izquierda. Inmediatamente, comenzó a cantar otra vez, esta vez las notas resonaron a través de la tierra. El sonido era doloroso, chocaba por sus cuerpos y mentes, convirtiéndolos en jalea por dentro.
El gusano dejó de moverse completamente, abrió la boca en un chillido que reverberó por el suelo, liberando a Razvan al mismo tiempo.
¡Ahora! ¡Ahora! Cambia cuando puedas, sosteniendo el arma. Sígueme. Sin miedo, Ivory se convirtió en vapor solamente, y fluyó dentro de la gigantesca apertura de la boca del gusano.
Razvan expulsó el veneno de su cuerpo, ignorando el violento dolor, bloqueando su mente a nada excepto a seguir a Ivory. Sintió el disco en la mano vibrar mientras cambiaba de forma y supo que todavía lo tenía, lo que significaba que no era mera ilusión, sino que estaba construido de tierra natural y gemas. La siguió sin vacilación, pasando por la doble fila de dientes aserrados, por delante de los colmillos que goteaban y las bolsas de espeso veneno, bajando por la garganta de la bestia.
No toques nada dentro; ni las paredes, nada. Estos gusanos tienen dos lugares vulnerables, y ambos están en las profundidades. Ni siquiera ir a por los ojos les hace nada. Busca tejido cicatrizado dentro de la garganta… lo reconocerás cuando lo veas. Todo lo demás está revestido. Es el lugar donde Xavier se conecta para dar instrucciones. El segundo lugar está mucho más profundo y es mucho más peligroso de encontrar.
Razvan no quería saber cómo había descubierto ella esta información, pero no le cupo ninguna duda a su mente que había sido conseguida con dificultad a través de experiencias de primera mano. Estaba demasiado segura en su juicio, y su voz estaba crispada por la tensión.
Escudriñó las paredes de la garganta del gusano. Protuberancias y aristas en púrpura oscuro y negro cubrían las membranas por arriba y alrededor de ellos. El gusano se sacudió y corcoveó, luchando por salir del túnel que se desplomaba, haciendo doblemente difícil el evitar rozar accidentalmente la pared. Goteaba veneno desde el techo, lloviendo alrededor de ellos. Como vapor, era más fácil de evitar que las gotas.
¡Allí! Arriba a tu derecha, en el cielo de la garganta. Razvan descubrió el pequeño círculo y reconoció el sello de Xavier. Los verdugones y las manchas formaban diminutos anillos y espirales, daños causado por el tiempo en contacto con el mago.
Sólo tendremos segundos para salir otra vez. El disco es iolita, una piedra violeta que realza la visión en el reino astral. Imita lo que hago y luego muévete rápidamente fuera de aquí.
Razvan se dio cuenta de que un fino hilo de luz azul-violeta emanaba del disco. Ivory tomó su forma normal, cerniéndose en el centro de la garganta del gusano, esquivando las cuerdas de saliva tóxica. Las fibras peludas saltaron en acción, se estiraron como tentáculos hacia la fuente de calor. Ivory las eludió encarnizadamente y usando una puntería mortal, golpeó con fuerza y rápidamente con la luz, usándola como una lanza o un láser, penetró en la pared dura del gusano, anclándose profundamente. Soltó el disco y siguió, golpeando duramente en el anillo de cicatrices.
Razvan imitó las acciones de Ivory, soltando primero la luz y luego el disco un latido detrás del de ella. La luz explotó de los dos discos e iluminó las paredes de la garganta, cubriéndolos de un baño violeta. El sonido vino después, agudo, las notas amenazaban con destrozar toda razón, así que Razvan amortiguó apresuradamente sus oídos.
Ivory ya corría de vuelta hacia la boca del gusano. El cuerpo inmenso y cavernoso golpeaba de acá para allá, rodando y corcoveando con más fuerza que nunca. De prisa. La urgencia en su mente lo convenció de duplicar su velocidad como nada más podría. Detrás de ellos, la luz violeta se extendía como un cáncer, manchando la venenosa garganta de púrpura y azul. El vapor se alzó.
Ivory se cernía detrás de la doble fila de dientes. Estate preparado.
Razvan no tenía la menor idea de para qué tenía que estar preparado, pero el gusano parecía más inestable que nunca alrededor de ellos, el vapor azul-violeta que se vertía de los dos discos ondulaba. Oyó a Ivory contando mentalmente, concentrándose con fuerza. En lo profundo de su mente, sintió el momento exacto en que ella se propulsó hacia delante.
El gusano abrió la boca para toser. La garganta se le contrajo, los músculos se apretaron detrás de ellos, cerrando la brecha cuando salieron disparados de dentro del gusano.
Muévete. Muévete. Ivory no frenó, sino que siguió dirigiéndose hacia la tierra, de vuelta hacia la superficie.
Razvan la siguió, asombrado de sus habilidades, de su conocimiento del enemigo y de la manera eficiente, rápida y totalmente tranquila con la que iba a destruirlo.
Cuándo surjamos en la superficie, los murciélagos estarán atacando. Ve cerca del Príncipe para añadirte a su protección. Todas las retorcidas abominaciones de Xavier estarán luchando por llegar a él.
Alrededor de él, podía sentir al suelo inestable temblando, rodando, mientras el gusano golpeaba y luchaba, enviando ondas de choque que ondulaban profundamente bajo tierra. El suelo se hundió alrededor de ellos, cayendo sobre sí mismo.
Más rápido. Ivory siseó la orden en su mente. Toma la delantera.
Ella quizás fuera uno de los mejores guerreros con que los que se había encontrado jamás, y de lejos el más informado en lo que se refería al ejército de Xavier, pero él todavía era un macho Cárpato y su compañero. Ella no iba a estar protegiéndole la espalda, no cuando él podía estar protegiendo la suya.
Sigue moviéndote. Estamos cerca de la superficie, le informó a ella. Lo que quiera que haya arriba no es tan malo como el mal que tenía dentro de mí. Cuida de ti misma.
Él irá a por el Príncipe, reiteró Ivory. Una forma segura de destruir al pueblo Cárpato es destruir al Príncipe.
Razvan explotó en la superficie, surgiendo a una noche llena con el sonido de la batalla. El trueno estallaba y el relámpago cruzaba a través del cielo, estrellándose contra la tierra mientras los rayos golpeaban a las multitudes de murciélagos que cubrían el suelo como enjambres. Parecía un mar viviente, los murciélagos andando sobre las alas, desnudando los dientes a todo lo que se cruzaba en su camino. Comedores de carne, había visto las mutaciones en las cuevas que Xavier ocupaba, colocados allí para proteger, para dar la alarma y proporcionar sangre de los animales a los que mataban y arrastraban a sus guaridas.
Ivory surgió del suelo, encogiéndose, extendiendo los brazos. Los lobos saltaron de su espalda y en mitad de los murciélagos, rompiendo cuellos mientras agarraban y sacudían a sus presas, luchando a través de la masa para llegar al círculo que defendía al Príncipe. Ivory les siguió, sacando una de sus muchas armas caseras, se la tiró a Razvan y sacó otra.
Razvan descubrió que la extraña arma disparaba luz, no balas. Él nunca había participado de este modo en una batalla, con sangre rociándose sobre la nieve. Pero no vaciló, permaneció en la mente de Ivory. Ella era una guerrera por los cuatro costados, caminando entre los murciélagos, pateándolos, rociando la brillante luz alimentada por un diamante a través de un sendero ancho y cortando cabezas.
– Mantén el nivel del spray con los cuellos -aconsejó ella y luego gritó- ¡Gregori! Estamos llegando.
Uno de los murciélagos agarró a Razvan por la pantorrilla e intentó desgarrarle la pierna. Blaez, el segundo lobo mayor, agarró a la maliciosa criatura con sus fuertes mandíbulas y lo arrancó de Razvan, tirando el cuerpo ensangrentado hacia un grupo de murciélago donde lo desgarraron con una virulencia que le recordó a Xavier.
Gregori golpeaba con rayos al centro de los murciélagos, abriendo un camino para ellos. Razvan seguía a Ivory a través del mar de murciélagos, permaneciendo cerca para protegerle la espalda, el arma arrojaba una hoja de luz detrás de ellos en un arco ancho. Cuándo los lobos vacilaron, prefiriendo permanecer en el exterior, Ivory siseó una orden.
Os comerán vivos. ¡Venid! Extendió los brazos y los lobos saltaron por encima de la masa de cuerpos peludos y se fundieron con su espalda.
Ivory continuó avanzando entre los murciélagos, corriendo hacia el pequeño grupo, luchando por evitar ser dominada. El grupo se negaba a disolverse y abandonar a Gary, su amigo humano. Sería casi imposible protegerlo desde el aire.
– Saca al Príncipe del suelo -gritó Ivory por encima del jaleo a Gregori-. El ataque vendrá por debajo del suelo. Esto es una diversión.
Falcon sacó a Gary del suelo de un tirón, sin hacer preguntas, mientras Mikhail se alzaba también. Las hordas de murciélagos se volvieron locas, lanzándose sobre ellos con frenesí renovado.
– Perdí de vista los fragmentos de Xavier -advirtió Gregori-. Probablemente están en los murciélagos.
Ivory empujó con fuerza una de sus armas de luz a las manos de Sara.
– Tienes que cortarles directamente en el cuello o realmente se pondrán psicópatas contigo. -Sacó un objeto de aspecto extraño, como una granada, de un lazo de su cinturón, preparándose.
– ¿Has visto estas mutaciones antes? -preguntó Gregori, mientras continuaba utilizando el delgado látigo de relámpago para incinerar a los murciélagos.
– Estudio todo lo que el mago hace -contestó Ivory-. Hay un portal cerca. Debo encontrarlo y cerrarlo o seguirán replicándose. Está en el suelo, no en una cueva.
– ¿Has visto estas criaturas antes? -preguntó Mikhail.
Ivory asintió, escudriñando el suelo con la mirada. Se curvaba bajo ellos, ondulaba, como una ola en el mar.
– Huyen de Xavier a veces y serían una amenaza inmensa para la aldea cercana. Son carnívoros mayores y atacan en grupo. -Agarró el disco en la mano de forma más apretada cuando vio la tierra burbujear en el suelo.
Gregori y Falcon estaban en movimiento constante, azotando golpe tras golpe de energía al rojo vivo entre la masa. Mikhail golpeó fuerte con el puño, dándole un puñetazo a uno que volaba sobre la cara de Gary. Todos los Cárpatos y Gary tenían numerosas marcas de mordiscos y rasguños por el asalto continuo.
– Dame una de esas armas -dijo Razvan-. No vas a ir sola.
Ivory frunció el entrecejo, los ojos todavía escudriñaban el suelo.
– Adentrarse en su guarida es peor que el gusano. Permanece aquí y ayuda a proteger al Príncipe.
Ahora el suelo burbujeaba siniestramente. Varias secciones se hundieron algunos centímetros.
– Ivory. -Esperó hasta que ella lo miró para que leyera la determinación en su cara. Razvan no era un hombre que se echara atrás-. Dame un arma.
Ella se tensó, viendo el suelo moverse en las áreas hundidas. Una mano se desplazó con rapidez a la cintura y tiró a Razvan un duplicado de su granada mientras saltaba, con los pies por delante, al centro del lugar donde el hundido suelo era más activo. Razvan la siguió bajo el suelo, cambiando a vapor para atravesar las capas de tierra. La granada cambió con su cuerpo, convirtiéndose en nada más que moléculas, lo que le dijo que era otra de sus armas naturales caseras. Había tenido forma oval y desigual, en absoluto lisa.
Subía un hedor, una combinación de fétida carne podrida, cadáveres y azufre. El estómago se le revolvió, pero no vaciló en seguirla a lo más profundo del túnel. Los murciélagos se elevaban desde abajo y tenía que resistir el impulso de golpearlos mientras se dejaba caer a los salientes más rocosos donde la colonia habitaba. Mantenía su mente firmemente en la de ella, siguiendo sus movimientos exactamente. Era una guerrera, bien versada en las maneras de Xavier, decidida a derrotarlo y a las mutaciones que él liberaba en el mundo. Él se había unido firmemente a su guerra, y que mejor manera de aprender que de una experta.
No podía evitar admirar su completa concentración y su propósito práctico y firme. No malgastaba conversación, ni movimientos. Ivory era toda concentración, lo inundaba con información mientras se dejaban caer al suelo de la guarida. La roca que les rodeaba estaba punteada de agujeros oscuros, el suelo cubierto de huesos y piel; sangre vieja y nueva salpicaba las rocas y empapaba el suelo, reuniéndose en espesos charcos y ocultándose en grietas.
Esto es un matadero.
Una vez que escapan de las ordenes de Xavier, comienzan esta conducta, formando enjambres y reproduciéndose, matando a todo a su alrededor. Dejarán los huesos de un caballo limpios en minutos.
Vi los primeros experimentos de Xavier. Los alimentó con humanos y magos indistintamente. Razvan trató de no recordar los sonidos de estos al morir en agonía, pero los olores horrorosos provocaban los recuerdos y su estómago se revolvió. Una vez tiró a uno en mi cámara. Yo estaba encadenado a la pared y comenzó a devorarme por los pies. Pude sentir como cada diente desgarraba mi carne. Pensé que si me comía, dejaría de existir, pero pude soportar la agonía después de un rato.
No supo por qué se sintió obligado a hacer la admisión, y se avergonzó en el momento en que lo hizo. Eso había sido hacía mucho tiempo y él había empujado esos recuerdos al fondo de su mente hasta que el hedor de la muerte y la podredumbre los trajeron de vuelta en tropel.
Hace mucho tiempo, yo tuve lobos royéndome la tibia. Afortunadamente, ellos me ayudaron a enterrarme.
Su voz fue tan práctica, que él casi no comprendió lo que había dicho. Ella siguió hablando como si no hubiera revelado nada de importancia.
Lo que vamos a hacer es cambiar la composición del aire usando las granadas caseras. El fuego aquí abajo arderá a mayor temperatura que nada de lo que hayas sentido jamás, así que recuerda, no puedes respirar esta sustancia química a tus pulmones y tienes que protegerte del calor intenso, aún en esta forma. Querrás ceder al pánico e ir a la superficie, pero el fuego correrá hacia arriba y debemos esperar hasta que la sustancia química se disperse. Cuando te materialices para activar la granada, ellos acudirán en tropel hacia nosotros. La sensación es totalmente horrorosa. Si sentiste uno. Imagina centenares.
Vamos a hacerlo. Le estaba llegando el hedor, y la idea de exponerse a centenares, quizá miles de esas criaturas demoníacas sería aterradora si se permitía a sí mismo pensar en ello.
Lo hacemos a la de tres. Te materializas, tiras de la anilla y cuentas, luego la tiras al centro de la guarida. Tienes que esperar cinco segundos. Será una vida, créeme. Inmediatamente, reasume esta forma y permanece lejos de las rocas, pero lejos del centro. No respires, sin importar lo que hagas y no intentes ir a la superficie, sin importar cuán caliente te sientas.
Razvan se colocó frente a ella, esperando bloquearle la cara y la parte delantera del ataque que se avecinaba.
Uno. Dos. Tres.
Razvan tomó forma sólida. Inmediatamente sus botas se hundieron en cuerpos podridos, mientras extraía la anilla de la granada química, empezaba a contar y balanceaba el brazo hacia atrás para efectuar el tiro, los murciélagos acudieron en tropel hacia ellos, a cientos, el peso casi los condujo al suelo, los dientes se hundieron profundamente y les rasgaron la carne.
Oyó el rugido de los lobos, los dientes que mordían a su vez, protegiendo la espalda de Ivory. Los cinco segundos parecieron una eternidad mientras el gas silbaba en el aire. Los murciélagos emitían continuamente un chillido agudo que reverberaba a través de su cráneo, una llamada para que los demás se unieran al frenético banquete. Sintió los pedazos de carne siendo desgarrados de su espalda y piernas. Dio un paso más cerca de Ivory, para protegerla con su cuerpo mientras sus lobos le protegían la espalda.
Los dos lanzaron las granadas al mismo tiempo y simultáneamente cambiaron de forma. El destello fue ensordecedor en los pequeños confines de la caverna rocosa, sacudiendo la tierra. La luz fue tan brillante, que incluso sin su cuerpo la intensidad le quemó los ojos. La explosión hizo volar a Razvan hacia atrás y tuvo que enderezarse apresuradamente para mantenerse lejos de las paredes.
Al purgar la guarida de todos sus ocupantes, cambiaron la composición del aire a gas, encendiéndolo con un fuego furioso que subió por las paredes como un cohete. Las rocas brillaban rojo anaranjadas, las llamas lamían con avidez dentro de cada agujero y el túnel. La presión extrema hería cada molécula de su cuerpo. El ruido era aterrador, el crujido de las rocas al partirse mientras grandes pedazos llameantes cedían, y los chillidos de muerte de los murciélagos cuando sus cuerpos peludos calentados ardían de dentro a fuera o reventaban o explotaban. Algunos estallaron en llamas.
Durante unos pocos minutos fue peor que cualquier infierno que jamás pudiera haber imaginado. Cada instinto le instaba a tomar Ivory e ir a la superficie, pero el fuego se movía hacia arriba, por delante de ellos, purgaba cada grieta y rincón, todos y cada uno de los hoyos y túneles que las criaturas habían construido. Lo sintió interminable, como si estuvieran atrapados en el centro de un volcán. Luchó contra el impulso de respirar mientras su cuerpo era todavía moléculas.
Cerniéndose en actitud protectora, intentó rodear el cuerpo de Ivory con el suyo para protegerla de lo peor del calor, aunque las temperaturas eran tan altas que dudaba que importara. La piedra todavía resplandecía pero las llamas se apagaron antes de que Ivory empezara a subir a la superficie.
Emerge tan cerca de los otros como sea posible. Les advertiré y atacaremos a las criaturas en la superficie. No habría hecho ningún bien matarlos primero sin eliminar su guarida.
Él nunca había admirado tanto a nadie en su vida. Ella hacía lo que tenía que hacerse sin ningún pensamiento hacia su propia seguridad. Se mostraba práctica en cuanto emerger en medio de otra tormenta de murciélagos carnívoros después de que su cuerpo hubiera sido despedazado por esas criaturas. No podía sentir la menor desgana en ella, y algo dentro de él se abrió y abrazó su destino verdadero. Estaba hecho para esta mujer. Era su pareja, su otra mitad. Él era un Buscador de Dragones, un guerrero, no el monstruo malvado en que Xavier había intentado convertirlo.
El estallido de regocijo le atravesó mientras rompía a través del anillo ennegrecido de tierra, surgiendo en medio de dientes chasqueantes y fuego que llovía desde el cielo. Nunca se había sentido tan vivo o libre. Agarró a un murciélago en cada mano y estrelló sus cabezas una contra otra, lanzándolos a los lados, y fue atacado por todos lados, el peso completo de los cuerpos intentaba tirar de él mientras hacían cuanto podían para comérselo vivo.
– Cubre a Gary. Envolveos en un capullo, una burbuja hermética y resistente al calor -dijo Ivory, entonces echó al aire una granada hacia Razvan.
Había algo muy agradable en ser su socio. Ella no había incluido a los otros cazadores ni al Príncipe en su lucha. Él era su compañero, su socio, y aunque no tuviera su experiencia, ella confiaba en él más de lo que lo hacía en los otros, y era la primera vez desde que había estado lejos de su hermana que alguien jamás le había dado confianza.
– Advierte a cualquiera que venga en tu ayuda que se aleje. Este es el único modo que conozco de matar una colonia. -Ella sabía que los demás habrían visto el penacho de fuego que ardía desde el suelo y probablemente sintieran el calor-. Esto será como nada que jamás hayas sentido.
Su mirada saltó a Gary en medio del barullo. Gary luchaba esforzadamente. Era obvio que estar alrededor de los Cárpatos, e incluso de criaturas malvadas, poco hacía por sacudir su fe en sus amigos.
– Está siendo despedazada -dijo con brusquedad Razvan-. Haced lo que ella diga ahora.
La visión de ella con los murciélagos cortándole los brazos y piernas era más dolorosa de lo que esperaba. Luchó por llegar a su lado y encararla.
– Tira de la anilla y cuenta.
– Cúbrelos, Gregori -reiteró Ivory-. Que nadie respire. Tendrás que hacerlo por Gary. Si puedes, aleja toda fauna lejos de aquí.
– Hazlo -ordenó Mikhail.
Tiraron de las anillas y el gas silbó en el aire. Razvan no miró a los demás, sólo a Ivory con su cara tranquila y valiente y a los lobos que luchaban en su espalda. No sintió los dientes que cortaban profundamente ni vio la sangrienta matanza que los murciélagos estaban dejando en la nieve, sólo vio y la sintió a ella. Ella le dedicó una media sonrisa, con ojos suaves mientras contaban y lanzaban las granadas al centro de la masa que se retorcía y ambos se disolvían.
Él sabía qué esperar, pero aún así, la explosión pareció peor ahora que no estaba contenida en un agujero en el suelo. Un hongo nuclear anaranjado se elevó como un cohete hacia el cielo. La explosión los meció a ambos, la fuerza les hizo volar hacia tras. La presión corrió por sus cuerpos, la sensación fue como si tuvieran grandes piedras sobre el pecho.
Había una sensación de poder al cambiar de forma, una enorme prisa por combatir cuando uno tenía el control de su propio cuerpo. Nada redujo la intensidad de ese regocijo, ni los árboles que estallaban o las masas de incinerados murciélagos que llovían del cielo o el hedor de asquerosa carne quemada. Por primera vez en su vida, se sentía realmente como si hubiera hecho algo que marcaba una diferencia. A causa de ella, Ivory. Esperó mientras el calor fluía alrededor de ellos, cocinando todo a su paso, su mente ocupada en la mujer que sabía tanto acerca de Xavier.
¿Era posible que ella fuera la llave para librar al mundo de semejante monstruo? ¿Había realmente una oportunidad? El mundo alrededor de él estaba ardiendo, pero por primera vez en siglos, sentía esperanza. El rugido de las llamas, el chasquido y crujido del infierno se mezclaba con los últimos chillidos jadeantes de las horrorosas criaturas, y él sólo podía oír el cuchicheo suave de Ivory en su cabeza.
La vida puede tener grandes momentos inesperados.
Un compartir. Él reconoció su buena voluntad por compartir con él un pequeño pedazo de quién era ella. Su amor por la batalla. Ella amaba la lucha, el estudio cuidadoso del enemigo, la planificación y la preparación, la ráfaga de adrenalina cuando su cuerpo bien entrenado y su cerebro respondían como una bailarina que realiza pasos precisos y complicados y surgía victoriosa. Los sentimientos fluyeron de ella en él, llenándolo con ella, con su rumbo en la vida, con la comprensión de que ningún otro conocía a esta mujer complicada y talentosa de la forma en que ella se lo permitía a él.
Esa comprensión lo humilló, mas le reforzó al mismo tiempo. Nunca se había sentido como si pudiera estar a la altura de algo. Nunca había sido lo bastante fuerte para derrotar a Xavier, para huir, ni siquiera para salvar a su hija ni a sus tías. Esta mujer, su compañera, fuerte y resistente, le ofrecía como mínimo amistad.
Tienes razón acerca de esos momentos inesperados. Éste era definitivamente un gran momento inesperado. Mientras el viento generado por la llamas rugía a su alrededor, mientras el calor estallaba por su cuerpo y el mundo se alzaba en llamas, purgando al último de los mutados murciélagos, él se sentía en paz. Se sentía entero. Y era feliz.
Sintió la pequeña sonrisa compartida de Ivory y la retuvo, guardándola en secreto en el corazón, el corazón que ella le había devuelto.
Cuándo vuelvas a tu forma natural, cantaré el hechizo revelador. Las cuatro astillas que te quitamos necesitarán un anfitrión, y los murciélagos están muertos. Él habrá huido de sus cuerpos, advirtió Ivory. Estará buscando otro anfitrión. Advierte a Gregori que vigile al resto de ellos.
Por supuesto. La vigilancia lo era todo ahora. Ésta era la oportunidad de destruir una pequeña parte de Xavier. Incluso si hacía falta hacerlo un pedazo a la vez para librar al mundo de él, bien valdría la pena.
Razvan tomó su forma natural e indicó a los otros que hicieran lo mismo.
– Ella va a usar el hechizo revelador. Vigilad el espíritu oscuro de Xavier -les advirtió.
Ivory brilló a su forma física, atenta, ya cantando el canto revelador, enviando las notas a dispersarse a través del campo carbonizado y el cielo. Todavía llovían escombros. El humo y la ceniza se arremolinaban y vagaban en la brisa leve. La nieve llegó de las pesadas nubes, mezclándose con los restos que caían, la naturaleza ya procurando cubrir los signos de la batalla.
Llamo a mí a todo lo que es bueno para ayudarme en mi desesperada situación.
Imploro por la canción que puedo cantar para revelar lo malvado que acecha en la noche.
Luz de cielo, ardiendo brillantemente, encuentra al que es oscuro y báñalo en luz.
Malvado, llamo adelante a la mancha que dejaste atrás.
La luz se esparció por entre los restos del campo de batalla, iluminando cuatro sombras oscuras que se deslizan entre los muertos hacia el pequeño grupo de Cárpatos que protegían a Gary. Gregori extendió la mano, abriendo los dedos, y el relámpago saltó, crepitando y crujiendo hacia los cuatro fragmentos. Tres hicieron una madriguera en el suelo, pero la punta del látigo golpeó al cuarto, incinerándolo.
El suelo onduló y se inclinó. Se elevó un chillido. Sangre negra burbujeó desde el suelo y un olor nocivo estalló en el centro del cieno. El chillido meció los árboles, hizo que las hojas temblaran. Gary se puso la mano sobre las orejas para amortiguar el horroroso sonido.
Gregori intentó seguir a los fragmentos restantes con la punta del relámpago, hundiendo golpe tras golpe en el suelo, pero sin ningún resultado. No había modo de seguirlos en el suelo. Tres pequeñas astillas serían imposibles de rastrear, y todos ellos sabían que encontrarían el camino de vuelta a Xavier.
Ivory se tambaleó de fatiga.
– El alba romperá pronto, Razvan. Necesito descansar. ¿Regresas conmigo o te quedas?
Era casi un desafío, decidió él, estudiando su cara. Ella no sabía si quería que él permaneciera con ella o se uniera a los demás. Razvan le tocó la mente y se dio cuenta de que ella no había estado en compañía de nadie desde hacía tanto que encontraba el contacto con él… y con tantos otros… abrumador.
– Nos alegraría proporcionaros un refugio -ofreció Mikhail-. Tenemos varias cámaras seguras para descansar.
Razvan sintió que Ivory retrocedía instantáneamente ante la idea. No confiaba tanto en nadie. Nunca descansaría donde otros conocieran su cámara de descanso. Razvan era su compañero. Ella lo había reconocido y aún así recelaba.
– Creo que es mejor que volvamos a nuestra propia morada -dijo él.
Ivory le dedicó una pequeña sonrisa de agradecimiento y asintió con la cabeza.
– Xavier no se detendrá en su caza de Razvan. Es evidente que tiene títeres en la zona. Yo me aseguraría de que mis hijos estuvieran protegidos día y noche.
Sara deslizó su mano en la de Falcon.
– Doblaremos su protección.
Falcon palmeó a Gary en la espalda.
– Tienes mal aspecto. Gracias por ir tras Travis por nosotros.
Ivory agachó la cabeza, el color invadió rápidamente su piel pálida.
– No quería insinuar que vuestro amigo no se hubiera esforzado. Estoy segura de que cuida de forma excelente de vuestros hijos durante las horas de luz, pero Xavier está desesperado por encontrar a Razvan y recuperarlo. Necesitará sangre Cárpato. Dudo que pueda mantenerse mucho tiempo sin un suministro de sangre. Nadie está a salvo, y menos que nadie los más vulnerables.
Los ojos penetrantes de Mikhail se movieron sobre Ivory y Razvan.
– Quizás nuestro sanador debiera echar una mirada a vuestras heridas antes de que nos dejéis.
Razvan echó una buena mirada a su compañera. Tenía rasguños y mordeduras en los brazos, unas pocas en la cara y por sus piernas resbalaba sangre. Estaba seguro de que su propio aspecto no era mucho mejor. No quería permanecer allí más tiempo. Temía que su hermana o su hija acudieran en ayuda del Príncipe, y ya había pasado por bastante sin tener que enfrentarse a ellas. No sabía cómo se sentiría o qué podría decirles a cualquiera de ellas, pero cuando miró a la cara fatigada de Ivory, se negó a ser egoísta. Ella necesitaba cuidados, y sus necesidades estaban primero.
Ivory retrocedió varios pasos.
– Son meros rasguños. Mi compañero puede ocuparse de ellos. Son sólo un inconveniente -inclinó la cabeza, un gesto regio, hacia Mikhail-. Estoy segura de que nos cruzaremos otra vez.
– Por favor, ven y conoce a Raven, mi compañera -invitó Mikhail-. No puede viajar actualmente y lamentará no haber estado aquí. Tú eres sinceramente una inspiración para nuestras mujeres.
Gregori le lanzó una mirada ardiente antes de girarse hacia Ivory. Sus extraños ojos plateados brillaron sobre ella mientras ésta se deslizaba entre las sombras, e Ivory supo que él reconocía la repentina calma peligrosa de un guerrero en ella.
– Si tienes necesidad, señora, llama y acudiré. No doy mi palabra a la ligera.
Adivino que podrías querer re-considerar tu posición en el asunto de las mujeres en la batalla, le envió Mikhail telepáticamente.
Deja a las mujeres con ésta durante cinco minutos, viejo amigo, y será la anarquía.
Mikhail permaneció serio. ¿Qué hay de Razvan?
El chico tiene más honor que sentido común.
Ese chico es más viejo que tú, estuvo obligado a señalar Mikhail.
Ha sufrido mucho y no es un traidor. Menos de lo que lo soy yo. Hubo un pequeño silencio y Gregori alzó los ojos plateados hacia su Príncipe y viejo amigo. Cuando la mujer, Lara, se aterrorizó de mis ojos, supe que había visto a Xavier. Él y yo compartimos un último testimonio, marcados para siempre por entrometernos con cosas que era mejor dejar en paz.
Era una disculpa y los dos lo sabían.
Mikhail palmeó a Gregori en el hombro, con cariño en el gesto. Eso fue hace mucho tiempo, como muchas otras cosas, y al final fue para bien.
Eso es lo dijo que Razvan.
Gregori se acercó un paso a Ivory. Ella no se retiró, pero sus ojos permanecieron tan vigilantes y tan inmóviles como su cuerpo, como si medio sospechara que él pudiera atacarla. La sujetó por los brazos con el saludo de respeto más alto, de un guerrero a otro.
– Kulkesz arwaval-jo?esz arwa arvoval…ve con la gloria… regresa con honor.
Sin esperar su respuesta vacilante, sujetó los antebrazos de Razvan con el mismo apretón respetuoso.
– Kulkesz arwa-arvoval, ekäm…camina con honor, hermano. Sólo recientemente hemos sabido de la de la existencia de Xavier, y probablemente sabemos mucho menos acerca de sus andanzas que ninguno de vosotros, pero si desearais completar nuestra información, estaríamos agradecidos.
La intranquilidad de Ivory era más aparente para Razvan que nunca. Ella se alejó poco a poco de Gregori y miró al cielo varias veces. Razvan la tomó de la mano y empezó a alejarse de los demás con ella.
– Nos encontraremos otra vez -dijo, sabiendo que era verdad. En este momento, Ivory no quería enfrentarse el hecho de que se habían convertido inadvertidamente en parte del mundo Cárpato cuando salvó al niño. Gregori y los demás recurrirían a ella, una guerrera de los suyos, como una inmensa e inapreciable cámara del conocimiento sobre su mayor enemigo.
Él podía sentir su retirada de ella en sí misma. La expresión de Ivory no cambió, sino que permaneció serena y lejanamente amistosa. Por dentro, temblaba. Él siguió moviéndose a través de la nieve, alejándola de los otros, tomando la responsabilidad de escoger irse sólo. No le importaba lo que pensaran los demás. Hacía mucho tiempo, había aprendido a aceptar la condenación de todos. Era el Cárpato vivo más despreciado, peor que los vampiros, y aunque Mikhail y Gregori escogieran darle la bienvenida, veía la desconfianza en los ojos de los otros. No deseaba ni necesitaba su aceptación, sólo la de Ivory.
Sigue andando lejos de la dirección de nuestra casa. La nieve borrará nuestras huellas, pero cualquiera podrá rastrear el olor de la sangre. Más adelante, tendremos que cerrar todas las heridas.
Razvan casi no pudo oír más allá de nuestra casa. El estómago se le tensó. Casa. Nuestra casa. La idea consolaba y daba miedo al mismo tiempo. La miró a través de la espesa nieve. Su cara estaba girada lejos de la de él. Parecía etérea andando a zancadas por la nieve, como una princesa de hielo, no la guerrera que sabía que era.
Se detuvieron bajo el abrigo de varios árboles grandes. El alto dosel evitaba que la nieve cayera sobre ellos mientras se examinaban a sí mismos en busca de parásitos tóxicos y se tomaban unos minutos para cerrar cada herida y rasguño. Los de las piernas eran los peores.
– Los murciélagos son más efectivos atacando desde el suelo -explicó Ivory.
Razvan la miró. Ella evitaba deliberadamente su mirada. El corazón le dio un curioso vuelco. Estaba nerviosa. La Asesina, una guerrera inconmensurable, estaba nerviosa por estar a solas con él. No había considerado que pudiera estar más nerviosa que él.
– Xavier quería que le llevaran sangre -explicó Razvan-. Ese fue su propósito original, pero resultaron tan viciosos que comenzó a expandir sus ideas.
Cuándo los dos terminaron, Ivory insistió en que se examinaran el uno al otro una segunda vez.
– Eres muy concienzuda -comentó.
– Es como sigo viva. Como permaneceremos vivos. Tienes que aprender si vas a quedarte conmigo. Y eres libre de irte, si lo deseas.
Levantó las pestañas y le dirigió una rápida mirada. Él no pudo decir por su expresión si ella esperaba que escogiera marcharse. Sacudió la cabeza.
– Me quedaré, e Ivory, no tengas miedo, soy un estudiante rápido. Puedo hacerme el tonto si es necesario, pero no lo soy.
– He mantenido mi guarida a salvo durante cientos de años, incluso mientras tallaba lentamente los corredores. No hay huellas de nadie alrededor ni cerca de mi morada. No cazo cerca. Nunca dejo vestigios. Cuido de que no haya olores. No salgo cada noche. Vivo tranquilamente y evito a la gente tanto como es posible. -Lo miró, encontrándose por primera vez con sus ojos-. Cuando salgo es por un propósito solamente: reunir información sobre Xavier. Aunque hagan falta cien vidas, encontraré un modo de destruirlo.
Él asintió con la cabeza.
– Comprendo.
– No estoy segura de que lo hagas. Es mi único propósito en la vida. No me importa nada la sociedad. No deseo amigos. No sé cómo mostrarme cívica aparte de para el propósito de obtener información. ¿Estás preparado para eso?
A Razvan le brotó una lenta sonrisa desde el fondo del estómago y se le asentó en la boca. La vio contener el aliento, y luego apartar la mirada de él.
– Yo no tengo amigos, ni la sociedad me dará la bienvenida. Tengo más razones que ningún otro para querer destruir a Xavier.
– Si verdaderamente quieres aprender de mí, entonces presta atención a esto. No puedes permitir que esto llegue a ser personal. Es un deber, un deber sagrado. Debes rezar y meditar hasta que estés absolutamente seguro de que estás en el sendero correcto. ¿Me das tu palabra de honor de que harás eso?
Razvan esperó hasta que ella lo mirara.
– Tienes mi palabra. Volvamos a casa. -Se disolvió antes de que ella pudiera encontrar otra razón para protestar.
Ella fue delante, escogiendo una ruta suficientemente alta para que fueran parte de las nubes oscuras que se movían en silencio a través del cielo.
Razvan tomó nota de las señales, de las montañas que se elevaban, de los lagos y las corrientes y del campo circundante. La nieve era deslumbrantemente blanca, el aire frío y limpio, refrescante después de tantos siglos de oler sangre y muerte, pero los espacios abiertos eran desorientadores. Su vida había sido subterránea, limitada a un pequeño cuarto de la prisión a menos que Xavier utilizara su cuerpo.
La voz de Ivory interrumpió sus pensamientos. Nos acercamos a la guarida. Siempre acércate por una variedad de direcciones, nunca la misma. Escanea con cuidado. Mejor dormir en otra parte por una noche que perder nuestra fortaleza a manos del enemigo. Hay un sistema de alarma en el lugar. Tengo que reprogramarlo para permitirte la entrada. Este sistema está hecho de gemas, explicó Ivory, llamé a las gemas y les pedí ayuda. Una vez las incrusté en la piedra, cada una aproximadamente a un metro de distancia, en zigzag bajando por la grieta, de un lado al otro, las gemas no sólo proporcionan luz a la guarida, sino que actúan como un sistema de alarma para mí. Vaciló y luego corrigió. Para nosotros.
Él sintió la incuestionabilidad de sus palabras, uniéndolo, pero también la renuencia, como si ella no pudiera convencerse del hecho de que se suponía que eran compañeros.
La salvaguarda es en realidad la forma en que las gemas trabajan. Miden el peso de mis moléculas, con los lobos en mí por supuesto, mientras bajo por la grieta. Si el peso fuera demasiado pesado o demasiado ligero, la grieta se cerraría y detendría al intruso. Si yo estuviera en la guarida, oiría las piedras cerrarse y podría preparar un ataque. Nada puede penetrar la piedra de debajo de nosotros o la de los costados, es demasiado gruesa. Ni los gusanos pueden taladrarla. Para llevarte dentro, ya tuve que cambiarlo una vez, y fue difícil con el sol tan cerca de mis talones.
¿Cómo pude salir?
Sólo funciona en una dirección; un sistema de alarma no necesita los dos. Yo no mantendría a nadie preso. Otra vez esa ligera vacilación. En verdad nunca he pensado traer a nadie aquí abajo.
Él pensó que era mejor ignorar su nerviosismo, y no tenía que fingir su interés en el sistema. Era tan extraordinario y brillante como la inventora. Esperó mientras ella desaparecía en la grieta y agregaba unas pocas más de sus gemas. La luz funcionaba más bien como un antiguo sistema de espejos, un prisma reflejándose en otro. Se dio cuenta de que ella utilizaba las gemas para sus armas también, que sus experimentos eran sofisticados.
Ya es seguro que vengas y vayas como te plazca.
Ivory flotó hacia abajo, evitando la luz que se esparcía lentamente a través del cielo, protegida por la nieve ahora. Una vez que aterrizó en la cámara, los lobos saltaron de su espalda y caminaron tras ella a la cama de tierra.
– No me siento bien, ni siquiera bajo el suelo, cuando el sol ha salido. -Otra vez Ivory parecía inquieta-. Pasé demasiados años en la tierra tratando de sanar.
– Yo pasé muchas vidas en las cuevas de hielo -aseguró Razvan, observando como se acurrucaba, con los lobos rodeándola. Esperaba una invitación.
Ivory hizo gestos hacia el lado de la gran cuenca.
– Hay sitio de sobra.
Él envidió a los lobos apretados cerca de ella, pero no dijo nada, sabiendo que estaba siendo más que generosa. Cerró los ojos y permitió que el aliento abandonara su cuerpo, el corazón se ralentizara y luego se parara mientras la tierra se vertía sobre ellos como una manta viva. Era la primera vez que podía recordar que se sentía totalmente relajado e infinitamente feliz.