Mikhail Dubrinsky dio la bienvenida a Razvan e Ivory desde la larga galería que rodeaba su hogar. La casa era grande, cobijada entre los árboles, mezclándose tan bien con el bosque que Ivory sabía con certeza que la mayoría de la gente nunca la vería a menos que el Príncipe bajara las salvaguardas que tenía alrededor. Ella llevaba su vestimenta de guerrera, con los lobos encima de su cuerpo en forma de tatuajes. Lo prefería a que él examinara de cerca a su manada. Razvan permanecía cerca, solo un paso atrás, como si fuera su guardian en vez de su compañero. Había intentado retrasar sus pasos dos veces para forzarlo a caminar a su lado, pero una vez que a Razvan se le metía algo en la cabeza, nada lo detenía.
– Buenas noches -dijo Mikhail-. Sívad olen wäkeva, hän ku piwtä… que vuestros corazones permanezcan fuertes, cazadores -agregó en un saludo más tradicional.
Ivory murmuró un saludo, y lanzó una mirada sobre su hombro hacia Razvan. No podía percibir que estuviera nervioso, o sentir que estuviera afligido de alguna forma por visitar al Príncipe de los Cárpatos, y aún así mantenía su distancia: exactamente dos pasos hacia un lado y detrás de ella. La mirada de él se movía sin descanso sobre la casa y el terreno, buscando entre los árboles y barriendo cada centímetro de lo que los rodeaba como si estuviera buscando una trampa. Su rostro era grave, su boca una línea firme. La estaba preocupando con su forma de actuar, cuando deberían estar a salvo estando tan profundamente en territorio Cárpato.
¿Qué pasa?
Dedicó una sonrisa al Príncipe para cubrir el hecho de que Razvan todavía no había hablado.
No lo sé, pero él no está solo. Estamos rodeados.
Bueno, por supuesto que sabía que habría otros. Seguro que Gregori nunca permitiría un encuentro con el Príncipe y su compañera sin su presencia. Ahora estaba más que preocupada.
– Nos das la bienvenida, pero tu gente parecer estar rodeándonos -dijo Razvan.
Su voz fue dura, más dura de lo que Ivory le había escuchado nunca. Ahora sabía por qué se había quedado atrás. Esperaba un ataque, no del frente, sino desde atrás o de alguno de los lados. Tenía una mirada que le dijo que estaba dispuesto a ir directo al grupo, y de repente su visita amistosa no lo fue en absoluto. En ese momento supo que él era enteramente capaz de matar al Príncipe si éste osaba hacer un movimiento hacia ella.
Dio un pequeño paso atrás, alejándose de Razvan, cambiando rápidamente de mujer a guerrera. Levantó su ballesta ligeramente, la flecha en el ángulo preciso para cubrir el corazón del Príncipe.
– Sólo pensamos en agradecer tu ayuda -dijo-. Nada más. Nos iremos si no somos bienvenidos.
El Príncipe dio un paso hacia campo abierto, lejos de la barandilla larga y pulida, donde ella podría tener un blanco despejado sobre él. Mantuvo las manos alejadas de los lados.
– Sois de lo más bienvenidos. Mi compañera está dentro y desea conocerte. No se puede levantar para saludarte apropiadamente y espera que tengas tiempo para visitarla.
Miró al bosque que los rodeaba y envió una llamada a los cazadores que rodeaban su hogar.
Estos son mis invitados y son bienvenidos.
No había error en el filo de rabia de su voz.
– Por favor, aceptad mis disculpas y pasad.
Ivory le echó un vistazo a Razvan.
– Depende de ti. Si no te sientes bienvenido, no tengo deseos de quedarme. -Sin embargo sí quería noticias. Las necesitaba. Si efectivamente iban a cazar a Xavier, necesitaban cada detalle que la gente de los Cárpatos les pudiera proporcionar.
Gregori salió al porche, con los brazos cruzados sobre el pecho.
– Cada vez que te quito los ojos de encima, te conviertes en blanco -le dijo a Mikhail con una pequeña sonrisa. Levantó su mirada hacia el Buscador de Dragones-. Cuando el Príncipe desea que lo visites y garantiza tu seguridad, es un gran honor.
Los ojos de Ivory destellaron en un calor abrasador.
– Sólo si uno confía en el Príncipe.
– ¿Lo haces? -preguntó Mikhail, su mirada sosteniendo firmemente la de ella-. ¿Confías en mí?
Ivory permaneció callada un momento, estudiando su rostro. No era nada parecido a su hermano. Y poco a su padre. Inspiró y sintió a Razvan moverse dentro de su mente. Apoyándola. Manteniéndola firme cuando el pasado estaba tan cercano. Sintió el roce de la mente de Razvan en la suya, fuerte y duradera y totalmente para ella. Para nadie más. La lealtad de Razvan era completamente de ella y no le pertenecía a nadie más.
– Sí.
Mikhail se hizo a un lado y señaló hacia la puerta de entrada con una ligera reverencia.
– Por favor, entrad en mi hogar como mis invitados de honor. -Su mirada se deslizó sobre Razvan-. Ambos.
Razvan se adelantó entonces, pasando a Ivory, sus sentidos desplegándose para inspeccionar a los ocupantes de la casa. Había dos mujeres y muchos hombres. Se detuvo ante la puerta y miró hacia Gregori.
– ¿Piensas que preparamos una trampa en el mismísimo hogar del Príncipe con su compañera presente? -siseó Gregori, sus ojos plateados lanzaban una mirada cortante.
Razvan no se estremeció ante la reprimenda.
– Dime si tú no te mostrarías cauteloso ante tantas personas desconfiadas. Dime que no protegerías a tu compañera. -Su tono era suave, pero había fuego en sus ojos-. Puedo sentir su sospecha como un peso presionando sobre nosotros dos. Sólo necesitamos dar las gracias e irnos. No pedimos nada de ninguno de vosotros.
Una mujer con cabello a franjas rojas y doradas salió de golpe de dentro de la casa, patinando hasta detenerse justo fuera de la puerta, ignorando la mano restrictiva de su compañero, un guerrero alto que imponía, con ojos plateados y una boca severa.
– Razvan. Por favor.
Razvan parpadeó. Por dentro se desmoronó. Se hizo pedazos. Su corazón. Su alma. Por un momento su mundo se estrechó en esta única mujer. La persona por la que lo había dado todo. Su vida. Su alma. Su cordura. Todo.
– Natalya -exhaló su nombre, inseguro.
Su visión se volvió borrosa mientras permanecía de pie frente a ella sintiéndose desnudo y vulnerable. Una cosa era hablar con ella en la distancia, en un mundo de ensueño cuando yacía debajo del suelo a salvo de la recriminación que tenía que haber en el corazón de ella. Pero tenerla frente a él, su hermana gemela, a la que Xavier sistemáticamente había alimentado con información falsa y había engañado para que le proporcioanra hechizos utilizando a Razvan…
Ivory surgió en su mente. En su corazón. Estoy contigo.
Dos palabras, pero esa muestra de unidad lo significaba todo para él. Ella lo significaba todo. Ivory de pie con él, alta y recta, una guerrera sin comparación, completamente orgullosa de él. Su ángel caído… su compañero.
Los ojos de Natalya se inundaron de lágrimas.
– Razvan, por favor no te vayas.
Él abrió la boca para hablar, pero nada salió. Tragó el repentino nudo de su garganta que amenazaba con ahogarlo. Una mano se levantó por propia voluntad y tocó ese cabello brillante. Natalya voló a sus brazos, llorando. Él cerró sus brazos alrededor de ella y la atrajo contra sí, sorprendido de que después de tantos años, después de tanto sufrimiento, el vínculo entre ellos no estuviera completamente roto.
Ivory permaneció en su mente, sosteniéndolo igualmente cerca, aliviando el terrible peso de responsabilidad que se vertía en su mente. Ya hacía tiempo había lidiado con la aceptación de sus elecciones, pero ver a su hermana viva y bien, saludable y feliz, resultaba abrumador.
La sostuvo a la distancia de un brazo y la miró cuidadosamente.
– Tienes buen aspecto, Natalya. Joven.
Tan joven. Él era su gemelo, pero en realidad era mucho más viejo.
Te has ganado cada maravillosa arruga. Ivory deslizó su mano en la de él cuando separó los brazos de su hermana. Los dedos de ambos enredados y aferrados.
– Este es Vikirnoff, mi compañero.
Natalya frotó el brazo del guerrero alto, con un movimiento hipnotizador, como si estuviera acariciando un talismán que la sostenía.
Y tal vez, decidió Razvan, eso era lo que estaba haciendo el hombre. Desde luego, Ivory lo hacía por él.
– Es bueno que ella te tenga.
Lo decía en serio. Fuera lo que fuera lo que Vikirnoff pudiera pensar de él, obviamente era fieramente protector con Natalya. Y si el hombre sentía una décima parte de lo que él sentía por Ivory, Natalya estaba en buenas manos.
Razvan atrajo la mano de Ivory hasta su pecho. Ella no se sentía cómoda con el despliegue de emociones, sin embargo no se retiró. Estaba de pie a su lado, su tibieza envolviéndolo, reafirmándolo, mientras él presionaba la palma de ella sobre su corazón acelerado.
– Esta es Ivory… sívam és sielam… mi alma y corazón -dijo mientras atraía la punta de los dedos de ella a sus labios-. Ivory, mi hermana Natalya y su compañero, Vikirnoff.
Era asombroso para él ser capaz de pararse allí, libre, ante la presencia de Natalya, sin miedo de estar sirviendo de cebo a la trampa que Xavier hubiera tendido. Pero más que nada se sentía orgullo por la mujer que tenía a su lado. Sentía que con ella lo tenía todo. De alguna manera ella había convertido una vida sombría y sin esperanzas en momentos de pura alegría… como este.
– Es maravilloso poder conocerte al fin -dijo Ivory-. Tu hermano habla de ti a menudo. Y gracias por ayudar a nuestra manada de lobos, así como también por darnos sangre cuando estábamos en tal necesidad.
Ivory siguió a Natalya y Vikirnoff dentro de la casa. El poder pasó a través de ella en el momento en que entró. Echó una mirada a Razvan para ver si había sentido esa fuerte onda de energía. Él asintió silenciosamente, obviamente incómodo porque Gregori estuviera detrás de ellos.
Ella le tranquilizó
Raja tiene cubiertas nuestras espaldas.
– Es una hazaña asombrosa para unos lobos cargar cuatro humanos a través de un terreno tan traicionero con un vampiro pisándoles los talones -observó Mikhail.
Ivory le lanzó una mirada cuatelosa.
– Son especiales. Mi familia. Gracias por ayudarlos. ¿La niñita todavía vive? No tuvimos tiempo de prepararla para el viaje. Teníamos que alejarlos rápidamente.
– Vi la destrucción de la granja.
Mikhail fue directamente hacia la mujer sentada en una gran silla mullida, con los pies descansando en una otomana.
– Mi compañera, Raven -dijo y en su voz había amor en abundancia-. Raven, Ivory y Razvan.
– Gracias por venir -dijo Raven-. Siento no poder levantarme, pero por favor sentaos. -Lanzó una mirada rápida a ambos, su compañero y Gregori-. Parece que recibo órdenes de los dos, del sanador y de Mikhail.
– Y yo disfruto mucho de la oportunidad -dijo Mikhail, sin arrepentimiento.
Ivory y Razvan se sentaron en dos de las sillas de respaldo ancho puestas en círculo. Mikhail se posó en el brazo de la silla de Raven y Gregori se sentó enfrente de Razvan, sus ojos moviéndose constantemente y sin descanso para barrer de las ventanas al bosque circundante.
– Me parece que tienes suficientes guardias ahí afuera -dijo Ivory-. Conté siete. ¿Me perdí alguno?
– ¿Guardias? -repitió Raven, mirando del Príncipe al sanador-. ¿Qué guardias?
Natalya fue quién respondió:
– Mi hermano ha sido considerado enemigo durante mucho tiempo, por mucha gente, incluyéndome a mí, pensando que era un traidor, y es difícil para los demás creer que no lo es.
– Estás embarazada del hijo del Príncipe -señaló gentilmente Gregori-. Muchos piensan que es una coincidencia sospechosa que llegara cuando estás tan cerca de dar a luz.
– Pero Mikhail nunca invitaría a alguien del que no estuviera seguro a nuestro hogar -dijo Raven-. Eso es totalmente ridículo.
– Y también sospechan de mí -señaló Ivory, sin estar dispuesta a que el Príncipe se librara tan fácilmente-. Porque soy una Malinov.
– Durante mucho de los pasados siglos se te creyó muerta -dijo Gregori-. Sí, algunos sospechan, pero he estado en tu mente, curándoos a Razvan y a ti. Sé por lo que pasasteis para salvar al granjero y a su familia.
– Háblame de la niña -insistió Ivory.
– Vive y está bien -aseguró Gregori-. Falcon y Sara acogieron a la familia hasta que la niña estuvo curada. Ahora están viviendo en el hostal, y los ayudaremos a empezar de nuevo. Casi todo lo que poseían quedó destruído. Afortunadamente, el vampiro no mató a todos los animales, como pasa a menudo. Debisteis llegar e interrumpirlo antes de que pudiera hacer demasiado daño a la granja.
– ¿Habéis borrado sus recuerdos? -preguntó Ivory.
Mikhail se inclinó hacia adelante, frunciendo el ceño.
– Los padres fueron bastante fáciles, pero los niños todavía tienen pesadillas. Gregori está trabajando para ayudarlos. Algunos son más resistentes que otros. Me gustaría que me hablaras de los lobos.
Ivory permaneció muy quieta. Razvan se quedó tan inmóvil como ella, presintiendo que no era una pregunta trivial.
– Hice una promesa a la manada de lobos que me ayudaron y siempre la mantuve. El verano que nacieron los cachorros, la caza había sido abundante y el invierno había sido suave. La manada tuvo dos camadas de cachorros, lo que pasa a veces cuando hay un buen año. Ayudé con la caza, por lo que mi manada estaba bien alimentada y la pareja alfa y la que los sucedía estaban emparejados. Los vampiros cazaron a mi manada y los destruyeron, esperando encontrarme corriendo entre ellos.
Las manos le temblaron en el regazo y Razvan apoyó la mano de él encima, su pulgar se deslizó adelante y atrás en un gesto tranquilizador. Ivory no lo miró, pero abrió su mente a él y dejó que la reconfortara donde ningún otro podía ver. Había sido uno de los peores momentos que podía recordar, encontrar a la manada muerta y moribunda.
– Los cachorros eran todo lo que quedaban de mi manada original. Estaban severamente heridos, pero yo no estaba enteramente… -buscó la palabra correcta-, sana… en aquellos días. A duras penas podía soportar la luz de la luna y pasaba la mayor parte del tiempo bajo tierra. Necesitaba a la manada por mi propia supervivencia. No podía dejarlos ir, y me arrastré en la madriguera con ellos y les di mi sangre en repetidas ocasiones. Algunas veces no tenía más opción que tomar la de ellos. Pasó un largo tiempo… semanas, en realidad no lo recuerdo… antes de que el primero se convirtiera.
Recordaba ese momento, al animal gritando de el dolor, y su propio horror ante lo que había hecho.
– Fui cuidadosa, asegurándome de que aprendieran a cazar sólo conmigo. Los alimento y me ocupo por ellos. No han procreado -dijo mientras levantaba su cabeza y miraba al Príncipe directamente a los ojos-. Son mi familia. Hemos cazado al vampiro durante siglos y han salvado mi vida en incontables ocasiones.
Expresó en esa mirada pensativa exactamente lo que quería: que iba a pelear hasta la muerte por su manada.
– Puedes ver que podría haber un problema si empiezan a cazar a los humanos por comida -dijo Gregori.
Ella le lanzó una mirada fría.
– No más que cuando alguno de nosotros lo hace. No tendríamos más opción que cazar al lobo y destruirlo.
Mikhail levantó la mano.
– Ivory, solo necesitabamos saber. La manada es de lo más inusual, pero parece que los tienes bien controlados.
Razvan se removió.
– Se hace tarde y no nos hemos alimentado. La manada está bien, pero debemos cazar antes de volver a nuestro hogar.
Saboreó la palabra hogar. Dejó que rodara por su lengua. Los confines de esta casa eran demasiado sofocantes. Realmente no podía recordar cuándo había estado en un hogar, ciertamente no con tanta gente con todos los ojos en ellos. Ivory lo ocultaba bien, pero estaba igualmente incómoda. Ninguno de ellos era bueno en cuanto a habilidades sociales, habiendo estado solos durante tantos años.
– Podemos alimentarlos a los dos -dijo Mikhail-. En realidad os traje aquí con un propósito.
Ivory se recostó en su silla, pero Razvan se dio cuenta de que los dedos de ella rodeaban su ballesta, y sintió una onda de consciencia en los lobos.
– Por supuesto.
Mikhail sonrió fácilmente.
– Nuestros niños están muriendo antes de que nazcan, Ivory. No tengo tiempo que perder en sutilezas. Nuestras más grandes mentes han intentado encontrar soluciones al problema y recientemente al fin, conseguimos un gran avance. Descubrimos que la fuente de nuestros abortos es Xavier. Mutó extremófilos, microbios que atacan a nuestros niños nonatos. Los microbios están en el suelo. Aún cuando cambiaramos de ubicación, y por supuesto que lo consideramos, él puede contaminar el suelo de donde quiera que vayamos. Tenemos que detenerlo.
– Ese es nuestro objetivo -dijo Ivory.
– Gregori me informó de que cree que estáis listos para destruir a Xavier. Cree que si alguien puede hacerlo, sois vosotros dos los que tenéis meyores probabilidades. Tengo una gran confianza en Gregori, así como también en mis propios instintos. Nos gustaría ayudaros de cualquier manera posible.
– No -interrumpió Natalya-. No, Razvan.
Se sacudió a Vikirnoff y se puso de pie, con las manos en las caderas.
– Acabo de recuperarte. No puedes acercarte a ese hombre. Por ninguna razón. Sabes que te está buscando. Lo sabes.
Razvan suspiró. Cuando era una niña nunca le había gustado verla molesta, y era igual de malo ahora que era una adulta totalmente crecida.
– Natalya, lo conozco mejor que cualquier otro -dijo él con voz gentil-. Ivory lo ha estudiado y de hecho, durante un tiempo trabajó con él en su escuela. Es buena con los hechizos, contrarrestándolos. Mikhail tiene razón cuando dice que Ivory y yo tenemos más probabilidades de detenerlo que cualquiera que conozcamos.
– Pero no está bien. Has sufrido demasiado.
Lo que realmente quería decir era que lo había dado por perdido durante años, y no estaba bien para ninguno de los dos. Lo quería de vuelta.
Vikirnoff extendió su mano, y después de un momento de duda, ella la tomó, recostándose contra él, intentando obviamente no llorar.
– El gran sacrificio de Ivory y Razvan puede ser lo único que salve a nuestro pueblo -dijo Mikhail-. Ambos conocían a nuestro enemigo durante los años en que pensamos que estaba muerto. Sólo tenemos a Lara para mantener vivos a los niños no nacidos, y ella no puede seguir así para siempre. Tenemos a cuatro mujeres… Syndil; tú, Natalya; Lara y Skyler… que pueden limpiar la tierra. En este momento nuestra especie es muy frágil. Aunque nos las arreglemos para destruir la amenaza que supone Xavier, todavía tendremos que luchar contra obstáculos para continuar. Necesitamos a Razvan e Ivory. Necesitamos a cada guerrero con cualquier capacidad que tengan para pelear.
– No entiendo qué te refieres con esos extremófilos -dijo Ivory frunciendo el ceño-. Antes, cuando estábamos bajo tierra, capté imágenes de esas cosas en tu mente, pero no entiendo exactamente para qué se utilizan. Xavier crió parásitos para mejorar las comunicaciones entre los vampiros así como para identificar a sus aliados. ¿Qué hacen esos microbios?
– Están en el suelo y entran al cuerpo del macho cuando está descansando -le respondió Gregori-. Durante el sexo él transfiere esos microbios mutados a la mujer, la cuál luego los transfiere a su hijo nonato. Es un círculo vicioso que no parecemos ser capaces de detener.
– ¿Estás seguro qué la fuente es Xavier? -preguntó Ivory.
Razvan fue quién le respondió.
– Fui testigo de sus experimentos, de todos ellos. Estuve presente cuando lanzó sus hechizos malvados, retorciendo y corrompiendo la naturaleza para sus propios propósitos oscuros. Tenía charcas de sangre y veneno líquido.
Ivory levantó la cabeza como si estuviera tras un rastro fresco.
– ¿Realmente escuchaste su hechizo? ¿Te dejó? ¿Estabas con él?
Intentó sofocar la alegría que rebosaba a través de ella.
– Te dije que no soy bueno con los hechizos. Por eso él quería a Natalya. Ella sí que lo es.
Natalya empezó a interrumpirlo para decir algo, pero Maikhail la silenció.
Déjalos hablar entre ellos.
Podía ver… incluso sentir… que Ivory estaba de pronto excitada.
– Pero tienes una memoria extraordinaria -señaló Ivory-. Lo he visto, y no te olvidas del más mínimo detalle. -Miró hacia Gregori en busca de confirmación, sabiendo que el sanador había pasado una gran cantidad de tiempo en la mente de Razvan-. Lo hemos hablado, Razvan. Si puedes recordar la palabras precisas, exactas de sus hechizos, estoy segura que podemos desentrañarlos. Utilizaba aprendices para la base de la mayoría de sus hechizos, y luego, cuando se estaban volviendo muy buenos en lo que hacían, se deshacía de ellos porque les temía.
La mano de Razvan se movió contra la suya, acariciando su muñeca, sobre la fina línea blanca dónde había habido un corte.
Dije que podía recordar, y sí, me acuerdo incluso de éste, pero el recordar no será fácil.
No quería revivir aquellos días de tortura, el sonido de la víctimas indefensas gritando, de las mujeres a las que no pudo ayudar, de su propio papel en ello, consciente o no.
Aunque si lo deseas, lo haré.
Ivory tocó su mente y encontró en él la misma paz serena, la calma de la aceptación completa. Si ella le pedía que fuera hacia atrás en sus recuerdos, sabía que lo haría sin dudarlo, y el amor hacia él brilló en su corazón. El orgullo que sentía por él se elevó en su alma. Sin importar lo que los demás vieran en su rostro desgastado, ella siempre vería a un héroe.
– Si tuvieras los hechizos que él usaba, ¿podrías tomar el control de esos extremófilos? -preguntó Mikhail a Ivory.
– Podría, con tiempo suficiente. Tendría que estudiar los hechizos. A Xavier le gustan complejos. Y necesitaría uno bastante complejo para matar a toda una especie y mutar a otra -se encogió de hombros-. No tengo ni idea de cuánto llevará, pero hasta ahora, cuando los he estudiado, he podido revertirlos -levantó la barbilla-. Era una estudiante muy buena.
En ese momento el pulgar de Razvan presionó en la sensible piel de su muñeca, acariciando sobre su pulso saltarín.
– Si tenemos que mudarnos de las montañas, lo haremos -dijo Mikhail-, pero dudo que eso resuelva el problema. Tarde o temprano se extenderá a través de nuestro país a otras tierras. Sería mucho mejor si pudiéramos erradicarlo.
Ivory asintió.
– Xavier hará su jugada contra ti muy pronto -dijo y miró a Raven-. Ya tienes una hija y ahora, con un hijo, no puede permitir que tú o tus hijos viváis. Vendrá a por ella.
Mikhail deslizó un brazo reconfortante alrededor de los hombros de Raven.
– Estamos preparados.
– ¿Es por eso que tus guerreros rodean esta casa? -preguntó Razvan.
Mikhail asintió.
– Estamos todos inquietos. Los ataques se han vuelto más frecuentes, separándonos, uno por uno, yendo tras los niños durante el día, usando sus marionetas. Nos desgastan. Fue una sorpresa que vosotros dos aparecierais. Y por supuesto, como se mencionó anteriormente, el momento fue altamente sospechoso.
– ¿Pero no para ti?
Otra vez la mirada de Ivory se encontró con la del Príncipe. Firme. Desafiante.
Él le envió una pequeña sonrisa.
– El peso de mi gente lleva mucho tiempo sobre mis hombros. No tengo los dones de mi padre, pero tengo buenos instintos. Tengo que confiar en ellos. En este mundo pocas cosas son seguras. Elegí seguir mis instintos sobre vosotros dos, sumado a la opinión de Gregori. La combinación raramente falla.
Gregori soltó un resoplido nada elegante.
– Nunca, querrás decir. No cometo errores cuando se trata de tu seguridad.
– Me parece que Razvan se las arregló para sostener un cuchillo en mi garganta contigo a no más de seis metros -señaló Mikhail con diversión.
Ivory se imaginó que la relación entre estos dos hombres era de estrecha amistad y camaradería.
– Le pagué gran cantidad de dinero para que lo hiciera -dijo Gregori-. Quería que te dieras cuenta de que como nuestro Príncipe, no deberías estar persiguiendo vampiros por todo el país y Razvan estuvo de acuerdo en ayudarme a enseñarte una lección.
Raven se rió.
– Sois imposibles. Puedo sentir el hambre de nuestros invitados. Tal vez podríais hacer algo al respecto para que podamos seguir con la visita -sugirió ella.
– Somos capaces de cazar -dijo Ivory, intentando no sonar estirada. Una cosa era tomar sangre cuando era incapaz, y otra muy distinta cuando estaba en forma. Era una guerrera, no una niña.
– No hay necesidad -dijo Mikhail-. Ofrezco libremente mi sangre.
El Príncipe le sonrió. Cómoda y amigablemente. Haciendo que su estómago se anudara. Ella no tenía amigos. No sabía cómo tenerlos. ¿Qué quería de ella? ¿Qué esperaba? La habitación parecía muy pequeña. Apenas podía respirar.
Poco importa lo que quieran de nosotros. Le aseguró Razvan. No necesitamos nada de ellos: ellos nos necesitan. Cualquier cosa que elijamos hacer será nuestra decisión. No le hemos jurado lealtad. Estamos en un camino y continuaremos transitándolo. No hay daño en escucharlo. Su sangre es pura y carga más poder que ninguna otra. Si no deseas alimentarte de él, lo haré yo y te alimentaré más tarde.
Ella escuchó la fría resolución en su voz y su estómago se asentó. Había sobrevivido siendo consciente de todo lo que la rodeaba, evadiendo a otros y teniendo gran cuidado en ponerse en la posición más ventajosa por si necesitaba pelear. Razvan estaba haciendo lo mismo.
Ivory había elegido cuidadosamente las sillas en las que estaban sentados para que nadie pudiera deslizarse por detrás o llegar muy cerca desde alguno de los lados. Raven y el Príncipe eran bastante vulnerables donde estaban, justo enfrente de ella. Sabía que el Príncipe se había sentado deliberadamente en una posición de debilidad para limar los bordes de su aguda cautela ante tal situación, y aunque lo apreciaba, aún quería marcharse.
Era difícil mantener la compostura cuando había tantos corazones latiendo, el sonido de la sangre rugiendo a través de sus venas, las emociones a su alrededor parecían demasiado crudas. Habiendo estado sola durante tanto tiempo, estar confinada en una habitación, aún en una tan espaciosa, todavía era incómodo. Forzó una sonrisa hacia el Príncipe, inclinando su cabeza como una princesa.
– Te agradecemos tu generosa oferta.
Fue Razvan, más que ella, quién se sintió más incómodo con el proceso de alimentación. A él no le gustaba tomar sangre de la muñeca, y ella sintió su instantánea adversión ante la idea cuando el príncipe ofreció casualmente la suya. Ella tomó la sangre sin vacilaciones, esperando distraer la atención de Razvan.
– Razvan, te ofrezco mi sangre -dijo Natalya en el silencio-. No me importaría experimentar nuevamente el proceso de vinculación contigo.
Razvan se quedó completa y absolutamente inmóvil. Ivory sintió su rechazo instantáneo, su absoluto retraimiento. Su piel se tornó de un blanco pálido, casi transparente y las líneas de su rostro se profundizaron.
– No soy el Príncipe, pero como tu hermana, te la ofrezco libremente.
Cada músculo del cuerpo de él se tensó, aunque se le veía tan tranquilo y sereno como siempre. Simplemente se puso de pie y se deslizó lejos de Natalya, poniendo distancia entre ellos, y aunque una ligera sonrisa suavizaba su boca, sus ojos estaban tristes. Inclinó la cabeza hacia ella en un gesto de respeto.
– Me honras, hermanita, pero no puedo aceptar tal regalo.
El estómago se le revolvió y la bilis comenzó a subir. Ivory deslizó su lengua sobre la muñeca de Mikhail para cerrar las heridas y se enderezó lentamente. Razvan parecía tranquilo, pero ella podía sentir la tensión que iba en aumento.
Gregori frunció el ceño. Le había dado una cantidad importante de sangre a Razvan en las últimas semanas y había estado en su mente y sus recuerdos. Sentía que el hombre usalmente sereno estaba angustiado. Se puso de pie y caminó hacia Razvan, bloqueándolo de la vista de los otros.
– Natayla, es mejor para él tomar la sangre de un sanador. Está mejor, pero no completamente bien. Sus huesos deben soldar más fuertemente que nunca.
Razvan no dijo nada. No confiaba en sí mismo para hablar. Simplemente aceptó la oferta del sanador, agradecido de que los otros no pudieran observar sus manos temblorosas.
Estoy contigo. No eres un monstruo que desgarra la muñeca de alguien para tomar sangre.
Ivory mantuvo la voz baja y firme, estirándose para rodearlo con su presencia.
Razvan no le respondió, pero le permitió que se deslizara completamente en su mente para ver las imágenes que giraban en medio del caos. Durante un momento el horror la atrapó, como hizo con él… y con Gregori… mientras compartían la visión de una muñeca de niña siendo desgarrada por unos dientes afilados.
– Xavier tiene mucho por lo que responder -dijo Gregori en voz baja.
Razvan nuevamente no dijo nada, pero había mucho camino desde el entendimiento a la relajación de los nudos que se habían tensado más y más en su estómago. Cerró los pinchazos de la muñeca del sanador y le brindó una leve reverencia de agradecimiento. Gregori ignoró su formalidad y lo palmeó en la espalda.
– No es como si no nos conociéramos -dijo.
– Mikhail. -La voz de Raven era pensativa-. ¿Has notado el parecido entre Syndil e Ivory? Podrían ser hermanas.
– No tengo hermanas -le aseguró Ivory-. Tuve cinco hermanos.
– Pero os parecéis -estuvo de acuerdo Mikhail-. Y tienes una afinidad especial con la tierra, como Syndil. Es una mujer extraordinaria. Vas a querer conocerla.
No iba a dejarse atrapar por la comunidad Cárpato. Apenas podia funcionar aquí, insegura de sí misma, en absoluto confiada, como si todo estuviera desbalanceado.
Yo me siento igual.
La voz de Razvan en su mente fue gentil.
¿Qué es lo que nos pasa, cuando han sido tan amables y hospitalarios?
Hemos estado mucho tiempo lejos de otros. Le aseguró él. Mucho tiempo en nuestra propia compañía. Necesitamos los espacios abiertos y el silencio de nuestra propia guarida.
Ahora estaba desesperada por terminar con esta reunión e irse a casa, pero Mikhail tenía algo en la cabeza y no iba a dejarla marchar hasta que se lo dijera.
Razvan tomó su mano. Ahora ambos estaban de pie, el primer paso hacia una salida elegante. Antes de que Ivory pudiera excusarse, Mikhail habló nuevamente.
– Hace algún tiempo, Natalya vino a nosotros, hasta estas montañas, para buscar respuestas. Su padre robó un libro.
Razvan inhaló bruscamente, sus dedos se apretaron con repentina fuerza sobre los de Ivory.
– Nuestro padre murió por ese libro. El libro maestro de hechizos de Xavier. Xavier lo selló con la sangre de cada especie. Magos. Cárpatos. Licántropos. Jaguar y humana.
– No había presente sangre de licántropos -dijo Natalya-. Vi la visión en mi búsqueda para encontrar el libro. Fue sellado con la sangre de tres y debe ser abierto con la sangre de esos tres.
Miró hacia su compañero.
¿Vikirnoff, por qué miente sobre esto? Tú viste la visión. Xavier vertió la sangre de tres. ¿Por qué Razvan insiste en que hay más?
No lo sé.
Pero Natalya oyó la sospecha en su voz.
– Asesinó a una mujer de cada especie y selló el libro -dijo Razvan-. Lo vi. Ya sea que decidas creerme o no, depende de ti.
Mikhail se paseó por la habitación.
– Los Licántropos se escondieron mejor que cualquier otra especie. Su sangre es poderosa y diferente. Xavier lo habría sabido. Él estudió la sangre y nunca se le hubiera pasado. La sangre licántropo podría ocultarse a sí misma, pero no la sangre humana.
– ¿Entonces qué pasó con la sangre licántropo? -preguntó Natalya. La sospecha crepitaba en su voz a pesar de sí misma-. Vi a Xavier llevar a cabo el ritual.
Ivory le lanzó una mirada rápida y se encogió de hombros.
– Es probable que esté oculta allí. Un secreto para ayudar en la protección del libro. Si Xavier conocía las propiedades de la sangre licántropo, podría haber sabido que se escondía de otros. Puede que contara con eso para evitar que el libro fuera abierto y utilizado. Y en cuanto a la sangre humana, Xavier no tendría problema en esconder algo si lo deseara. Con respecto a tu visión, es posible que la haya preparado para alguien que accediera a ella. Xavier pone salvaguardas en todo lo que hace.
Natalya sacudió la cabeza. Había pasado por una horrenda ordalía para recobrar el libro, incluído el presenciar la muerte de su padre.
– ¿De verad sostuviste el libro en tus manos? -preguntó Razvan a su hermana-. ¿Lo encontraste?
Ella asintió.
– Nuestro padre me dejó un mensaje, una forma de encontrarlo. Se lo traje a Mikhail.
– Ivory, quiero que tomes el libro -dijo Mikhail-. Nadie sabe dónde está tu guarida. Nadie ha tenido idea de tu presencia durante estos largos años, aunque no debes estar lejos de nuestro territorio. El libro debe permanecer escondido y lejos de Xavier. Te encomiendo el libro y cualquier conocimiento que puedas obtener por tenerlo en tu posesión.
Un jadeo se extendió por la habitación. Aún Natalya sacudió la cabeza. Vikirnoff de hecho se puso de pie agresivamente.
– El libro te fue confiado a ti, Mikhail -objetó-. A nadie más. Perdóname, Razvan, pero alguien tiene que tener la cabeza despejada en este asunto. -Vikirnoff extendió su mano hacia Ivory-. El compañero de esta mujer fue poseído durante años por Xavier. Lo ha usado para espiar, engañar, para mentir y para causar un gran daño. ¿Cómo sabemos que no nos está engañando aún en este momento? ¿Tomarías un libro tan peligroso y lo pondrías en las mismas manos del hombre que pasó tantas vidas con él? Acabamos de conocerlo. -Miró hacia Gregori-. No tenemos más opción que llevar este tema al consejo.
Mikhail se irguió en toda su altura. En ese momento le quitó el aliento a Ivory. El poder surgió en la habitación, suficiente para que las paredes se expandieran y contrajeran y hubiera un movimiento estremecido debajo de sus pies. Aún el cabello de él crepitaba con energía.
– No solicité el asesoramiento del consejo de guerreros, ni lo necesito. Si no puedes mostrarte civilizado con un invitado en mi hogar, entonces puedes irte.
No gritó ni chilló. En realidad, su tono de voz bajó, pero cargaba peso suficiente para acabar con alguien al instante.
Vikirnoff abrió la boca y luego la cerró, una veloz impaciencia cruzó su rostro.
– Que quede claro que es una mala idea y la decisión sobre el libro debería esperar. Hasta que no los conozcamos mejor, no podemos confiar en ellos.
Natalya se puso de pie, desgarrada entre creer en su hermano, y recordar las numerosas veces en que éste la había engañado para que le diera a Xavier la información que necesitaba. Sacudió la cabeza y siguió a Vikirnoff fuera de la casa.
Siento que ella te lastimara. Le dijo Ivory, tratando de reconfortarlo.
Tiene razones para preocuparse. Le respondió con gentileza. No te molestes en mi nombre.
– Tendríais que haberme preguntado si quería el libro -dijo Ivory-. No lo quiero. Pero os agradezco la confianza en nosotros.
Por supuesto que estoy molesta en tu nombre. Te lastimó lo reconozcas o no y no lo merecías.
– El libro puede ser de alguna ayuda para ti mientras tratas de encontrar una forma de revertir el hechizo de Xavier sobre los extremófilos -dijo Mikhail, aparentemente inconsciente de que ellos dos estaban manteniendo una conversación privada, aunque Ivory estaba bastante segura de que lo sabía.
No la culpes, Ivory. Pasó por mucho a lo largo de los años. Sola y asustada, con Xavier constantemente en sus talones. Por mi propio bien, no la culpes.
Ivory suspiró. En este momento, haría cualquier cosa por Razvan. Si perdonar a su hermana y al compañero de ésta significaba tanto para él, entonces se obligaría a hacerlo. Le lanzó una pequeña sonrisa antes de volver su completa atención al Príncipe.
– No puedo deshacer la mutación hecha a los extremófilos, aunque puedo ser capaz de redireccionarlos -le dijo-. Pero ese libro no ayudará. Contiene hechizos retorcidos y es tan peligroso que cualquiera que intente utilizarlo, incluído Xavier, solo se volverá tan corrupto y retorcido como el libro mismo.
Razvan tomó su mano, amándola aún más por su apoyo.
– Mikhail, tiene razón. Es un trabajo del mal. La sangre que sella el libro es la de las mujeres a las que mató. Lo selló con muerte. Y con muerte deberá ser abierto. Destrúyelo, aunque no va a ser fácil. No dejes que otro lo toque y destrúyelo tan pronto como puedas averiguar cómo hacerlo. No puedes arriesgarte a la contaminación.
– También ha debido ponerle otras salvaguardas -agregó Ivory.
– ¿Estáis seguros de qué es el mejor proceder con el libro? -preguntó Mikhail-. Si contiene información sobre los hechizos de Xavier para matar a nuestros niños…
– Sé que es lógico pensar que tal vez puedas usarlo para revertirlos, pero ese libro es casi un enemigo tan grande como el mismo Xavier. Si cayera en manos de uno de mis hermanos caídos, conocerás la guerra como nunca antes -dijo Ivory-. Destrúyelo -suspiró pesadamente-. No será tarea fácil, y sospecho que no podrás hacer solo. Busca a las tías de Razvan. Sé que todavía están durmiendo, pero cuando despierten, preséntales el asunto.
– ¿Cómo revertimos los hechizos si no podemos usar el libro? -preguntó Raven.
– Razvan puede recordar los hechizos del alto mago y yo puedo documentarlos -le respondió Ivory-. De esa manera podemos tener un archivo seguro. Mientras Razvan viva y recuerde, probablemente podremos recrear el libro entero sin su corrupción.
– ¿Crees que puedes hacerlo? -le preguntó Raven. Presionó ambas manos protectoramente sobre su hijo nonato.
– Me gustaría tener hijos algún día -dijo Ivory, aunque a decir verdad, no creía que sobreviviera a la batalla venidera-. Lo haré, no importa cuánto lleve.