Exámenes físico y psicológico de la niña «Baby Smith»
Examen físico: La niña goza de una salud excelente. Está bien alimentada y atendida, y no padece ninguna enfermedad. El análisis de sangre revela la presencia de pequeños restos de benzodiacepina (probablemente Mogadón) y de paracetamol. No hay señales de malos tratos sexuales o físicos, ni antiguos ni recientes, aunque hay indicios de que ha sufrido o sufre algún tipo de trauma psicológico. De su condición física -iba limpia y no se había hecho sus necesidades encima- se deduce que se separó de sus padres o cuidadores entre tres y cuatro horas antes de que la encontraran. Tampoco presenta señales de deshidratación, hipotermia, hambre o cansancio, lo cual indica que no llevaba mucho tiempo abandonada.
Examen psicológico: El comportamiento y las habilidades sociales de la niña corresponden a los de un niño de dos años; sin embargo, la talla y el peso corresponden a uno de mayor edad. Presenta indicios de autismo leve, aunque para confirmar el diagnóstico habría que conocer su historial. No le interesan otros niños ni otros adultos, y reacciona agresivamente cuando se le acercan. Se muestra demasiado pasiva, y prefiere quedarse observando en lugar de explorar su entorno. Es exageradamente retraída y no intenta comunicarse verbalmente, aunque emplea el lenguaje de signos para obtener lo que quiere. Oye perfectamente bien, pero selecciona las instrucciones que quiere obedecer. Por ejemplo, señala un cubo azul cuando le piden que lo haga, pero se niega a cogerlo.
Pese a que no puede o no quiere utilizar las palabras para comunicarse, recurre rápidamente a los gritos y las rabietas cuando se siente frustrada o estresada. Eso sucede, sobre todo, cuando algún desconocido entra en la habitación o cuando alguien eleva el tono de voz. Rechaza cualquier tipo de contacto físico en un primer encuentro, pero en el segundo extiende los brazos para que la levanten. Eso podría indicar capacidad para reconocer a las personas; sin embargo, muestra un intenso miedo a los hombres y grita aterrada cuando alguien de sexo masculino invade su espacio. No habiendo señales de malos tratos físicos ni sexuales, este miedo podría deberse a escasa familiaridad con los hombres, resultado de haberse criado en un ambiente excesivamente protector y dominado por mujeres; haber presenciado una agresión masculina contra alguien de su mismo sexo, por ejemplo la madre o una hermana.
Conclusiones: A la vista del retraso evolutivo de la niña y de sus alteraciones, aparentemente debidas al estrés, no debería regresar junto a su familia o sus cuidadores hasta que se haya realizado una exhaustiva investigación sobre las características de su entorno. También es imprescindible que en el futuro se la someta a un seguimiento minucioso. Me preocupan los restos de benzodiacepina y paracetamol hallados en su sangre. La benzodiacepina (un potente hipnótico) no está recomendada para niños, y menos aún combinada con paracetamol. Sospecho que la niña fue sedada, pero no se me ocurre ninguna razón por la que hubiera sido necesario hacerlo.
N.B.: Sin conocer el historial de la niña, es difícil decir si su comportamiento se debe a: 1) autismo; 2) trauma psiquiátrico; 3) dependencia adquirida, que además de hacerle ignorar sus capacidades, la ha animado a ser sumamente manipuladora.
Dra. Janet Murray.