No he leído ningún poema de Gao Xingjian, pocas veces los ha publicado. Pero después de leer El Libro de un hombre solo, me ha quedado claro que Gao Xingjian es un poeta; no sólo porque muchos de los capítulos de esta obra son realmente prosas poéticas filosóficas llenas de una comprensión completa de la vida, sino también porque la obra entera rebosa un sentido poético de la tragedia de una época importante. Esta novela es una tragedia poética y una poesía trágica. Quizá porque soy de la misma generación que Gao Xingjian y he vivido la misma época de pesadillas que describe, mientras leía este libro suspiré a menudo y muchas veces no conseguí contener las lágrimas. Ahora creo firmemente que ha salido a luz una gran obra china que constituye un jalón en la historia.
El Libro de un hombre solo y La Montaña del Alma se deben considerar como dos novelas gemelas, y la primera tiene un contenido tan amplio y tan profundo como la segunda. Sin embargo, el protagonista de La Montaña del Alma parte de la búsqueda del origen de las culturas, del espíritu y de la propia personalidad para volver a la realidad; mientras que en esta novela, el argumento comienza por el encuentro fortuito del protagonista con una chica judía alemana en Hong Kong -poco antes de que la isla volviera a depender de China- y los recuerdos que surgen, a partir de ese instante, de la vida que llevó en el continente en diferentes épocas de su vida. Las sucesivas evocaciones del protagonista vuelan desde su infancia, antes de 1949, pasan por los sucesivos cambios políticos y el estallido de la Gran Revolución Cultural, hasta su huida y luego sus andanzas por Occidente. La estructura de la triple encarnación del protagonista en «yo», «tú» y «él» que caracteriza La Montaña del Alma se ha convertido en esta novela en la homología entre «tú» y «él». El «yo» ha sido estrangulado y eliminado por la crueldad de la realidad, y sólo quedan el «tú» del presente y el «él» de aquella época y de aquellas circunstancias, esto es, la realidad y el recuerdo, la existencia y la historia, la conciencia y la escritura.
Las obras de Gao siempre han sido originales, tienen una gran conciencia moderna. Su ensayo Búsqueda inicial de la técnica de la novela moderna, publicado en 1981, provocó en el mundo literario del continente un debate sobre el problema del «modernismo y realismo» e impulsó a los escritores chinos a prestar atención a la literatura modernista y a su forma de expresión. Mientras se desarrollaba ese debate, sus obras de teatro La estación y La señal absoluta fueron muy criticadas e incluso se prohibió su representación. Hasta ahora ha publicado dieciocho obras de teatro, que forman parte de las primeras obras modernistas de China del siglo XX y representan una contribución muy valiosa. A los ojos de la gente (yo incluido), Gao Xingjian siempre ha sido un escritor modernista, tanto por su papel de vanguardista en el movimiento literario contemporáneo de China como por el color modernista de sus obras. Pero El Libro de un hombre solo me ha sorprendido, ya que es una novela muy «realista». Nunca habría imaginado que Gao pudiera escribir un libro tan pegado a la realidad, a la realidad excepcionalmente amarga que vivimos los de nuestra generación durante unos cuarenta años. La realidad era cruda, y todavía lo era más la política dentro de esa realidad. No obstante, sin intentar en absoluto evadir el problema, Gao no sólo ha enfocado directamente la política, sino que, además, ha descrito con todo detalle y sin tapujos la debilidad de la naturaleza humana y el temor interior que sienten las personas bajo la opresión política. La obra ha revelado cómo fue posible que se propagaran las calamidades políticas como una epidemia y cómo esta peste envenenó a la gente, transformándola hasta hacerle perder su propia naturaleza. A pesar de que he vivido y sufrido personalmente esos desastres, la lectura de esta novela no dejó de conmocionarme enormemente en cuerpo y alma. Son muchos los libros que han descrito la realidad del continente chino de la segunda mitad del siglo XX y que han hablado de los diversos disturbios políticos, del movimiento de las guardias rojas y de la campaña que obligaba a los jóvenes instruidos a instalarse en el campo durante la Gran Revo lución Cultural, pero ninguno me ha impresionado tan profundamente como El Libro de un hombre solo. Aunque en este momento no puedo explicar claramente la razón, intuyo que para mostrar aquella realidad tan absurda y tan abigarrada es muy difícil conseguir un buen resultado si se recurre al método del realismo clásico; o sea, al método general de la teoría del reflejo. El método del realismo clásico tiene ciertas limitaciones, ya que permite deslizarse sólo por la superficie de la realidad y no penetrar en las capas profundas de ella, y le cuesta librarse de un modelo de escritura basado en acusar, censurar, desenmascarar, quejarse, etcétera. La utilización de este método para escribir novelas se puso de moda durante los primeros años de la década de los ochenta en la China continental, pero al final de aquella década y en la de los noventa, los escritores chinos ya despreciaban esta técnica y muchos jóvenes escritores se dedicaban a dar una nueva definición de la historia y a redactar de nuevo los cuentos históricos. Sin embargo, aunque estos autores tienen el mérito de experimentar y un cierto talento para librarse de la mediocridad de «reflejar la realidad», la «historia» que muestran casi siempre parece «inventada». Y esta «invención» hace vacías sus obras, porque eluden una época real, no tienen un conocimiento profundo de lo que ocurrió en aquel tiempo, tampoco lo critican, y como es lógico les falta una plena comprensión y exposición de la naturaleza humana. Gao Xingjian parece tener una clara visión de aquel modo de pensar deficiente, y ha trazado a solas su propio camino. A este camino lo llamo provisionalmente «camino de realismo extremo». Por «extremo» se debe entender en primer lugar rechazar cualquier invención, exponer la historia de manera absolutamente cruda y exacta hasta dar a conocer una realidad viva, una exactitud precisa y una rigurosidad casi cruel. Gao es muy inteligente y sabe que la época real que ha vivido estaba llena de cuentos que nos hacen reflexionar, y basta con escribirlos tal como son para que nos impacten profundamente. Por otra parte, la palabra «extremo» también significa no limitarse a la capa superficial y mostrar un gran empeño en explorar las capas profundas de la naturaleza humana. Esta novela de Gao Xingjian no sólo describe con total realismo la mayor catástrofe que tuvo lugar en la historia actual de China, sino que también expone con una gran destreza la debilidad de la naturaleza humana.
Al denominarlo «realismo extremo», he pensado en dos problemas: 1. ¿Qué causa hizo que esta forma de escribir apareciera en el escenario literario? 2. ¿Cuáles son las condiciones que se requieren para que tenga éxito?
Sobre el primer problema, al leer las novelas publicadas en estos últimos años, me he dado cuenta de que la literatura se encuentra ahora en una situación difícil, o más bien una situación desesperada. Esto quiere decir que han llegado a su final las dos maneras fundamentales de escritura: el método del realismo clásico y la forma artística de vanguardia. Aunque el método del realismo clásico ya no funciona, no podemos sustraernos a la existencia real y a sus problemas, ni eludir la viva y cruel realidad. En tal caso, ¿qué debemos hacer? Algunos escritores y artistas actuales han encontrado una salida que llaman «jugar», jugar a la vanguardia, al vanguardismo, a la forma pura, al lenguaje, a los pasatiempos inteligentes, convirtiendo así la literatura en un concepto, en un programa. Sin embargo, a finales del siglo, hemos podido comprobar, cada vez con mayor claridad, el aspecto negativo de estos juegos. Al fin y al cabo, el lenguaje no puede ser el hogar final, la herramienta no es la misma existencia, el arte y la literatura no son fantoches de la forma, la envoltura no es el propio cuerpo espiritual, el postmodernismo no es más que una carcasa sin «doctrina» y no ha creado nada concreto. En una palabra, la revolución del arte ha llegado a su fin y el juego de vanguardia también. Al ver claramente que la revolución de la forma se halla en una situación sin salida, Gao Xingjian ha dicho adiós a las «doctrinas», a la revolución del arte y también a la revolución en general. El «realismo extremo» es el nuevo camino que ha elegido después del «derrumbamiento» del modo de pensar de aquella gente. Lo ha elegido con razón. Ha entrado con valentía y decisión en la realidad, en el cuerpo propio de la vida, y se ha demostrado su gran talento para transformar esa realidad y ese cuerpo vivo que abraza en formas artísticas poéticas.
Sobre el segundo problema, he reflexionado mucho tiempo después de leer este libro y he vuelto a leerlo durante la reflexión. Por fin he descubierto la mirada juiciosa con que el autor observa a su protagonista y la realidad que hay detrás del libro. Tanto en sus novelas como en sus obras de teatro, Gao siempre adopta una actitud de observación serena y juiciosa, y esta actitud se ha mostrado aún más evidente en El Libro de un hombre solo. La realidad de que trata esta novela no es una realidad general, sino una realidad extraordinariamente sucia, aburrida y vergonzosa; las personas enfocadas no son tampoco personas normales, sino unos individuos con carne pero sin corazón, que se muestran intimidados por las calamidades políticas y a los que les han lavado el cerebro los movimientos políticos, o, lo que es lo mismo, unos idiotas. Observar esta realidad y a estas personas desde el punto de vista de la realidad sería peligroso, porque la obra se haría muy mediocre, aburrida, vulgar y sentimental. Pero Gao no ha caído en la trampa. Ha entrado en la realidad y se ha puesto por encima de ella: lo observa todo y, en particular, observa y se ocupa del protagonista con la mirada de un intelectual actual que se ha librado totalmente de la sombra de la ideología de antaño y que ya tiene una comprensión real y completa de la vida y del universo. De este modo, el protagonista de la novela era completamente real, era una persona muy sensible y dotada de un pensamiento sumamente complejo, pero en aquella época de terror, lo obligaron a hacerse idiota, tuvo que limpiar y vaciar su cerebro para poder sobrevivir. Pero no lo hizo por su propia voluntad, ni tampoco quiso dejar de pensar. Por lo tanto, por una parte trataba de disimular sus miradas, y por la otra intentaba mantener su equilibrio interior a través de los monólogos. La novela ha capturado esta intensa contradicción interior para describir con minuciosidad la actividad psíquica del personaje y exponer vivamente la debilidad, el forcejeo, el lado oscuro y la tristeza de la naturaleza humana. De este modo, El Libro de un hombre solo constituye un testimonio real y fehaciente de la historia, y además es una revelación del trágico destino que sufrieron muchas personas en un amplio período histórico. El triste sentido poético está implícito en el descubrimiento de la tragedia universal de la naturaleza humana y en la gran compasión que el autor siente por ella. Gao Xingjian es realmente admirable, ya que ha entrado en la sucia realidad y ha salido airoso, llevando consigo una impresión fresca, dando origen a una nueva mentalidad y creando un nuevo entorno. Esto es, verdaderamente, «transformar lo podrido en algo maravilloso».
En 1996 la editorial Tiandi, de Hong Kong, me encargó la tarea de compilar una colección de obras de investigación académica bajo el título de China literaria, e incluí en ella un folleto de ensayos de Gao Xingjian, de cerca de 300 páginas, titulado Sin doctrinas. Por estos ensayos se puede deducir que Gao es un escritor en cuyo cuerpo palpita el pulso de la libertad y que insiste firmemente en lanzar su propia voz, es un gran hombre que se ha librado de toda clase de sombras y, sobre todo, de las sombras ideológicas (sombras de las doctrinas), y es un talento literario-artístico cabal que pone la creación del valor espiritual del individuo en lo alto de la torre de la vida. El que no sea partidario de ninguna doctrina no significa que no tenga pensamiento o actitud filosófica. Al contrario, Gao es precisamente una persona dotada de un pensamiento y un cerebro filosóficos bastante desarrollados, y además su filosofía tiene un carácter consecuente. Esta filosofía sólo le pertenece a él, porque no proviene de ninguna escuela, sino de supropia experiencia y comprensión profunda de una época de sufrimientos que tiene grabada en la mente. Hemos visto en El Libro de un hombre solo que destruye completamente las máscaras de todo tipo, se despide de toda clase de falsas apariencias e ídolos (incluidas la utopía y la revolución), y rechaza crearse nuevas ilusiones e ídolos. Esta novela habla de la huida, es el monólogo triste y desnudo de un apatrida sin doctrinas y sin camuflajes que vagabundea por el mundo; cuenta algunas historias y habla de una filosofía: que el hombre debe aprovechar cada instante de la vida para disfrutarla todo lo que le sea posible, y no caer en la oscuridad, ilusión, concepción o pesadilla creadas por otros o por sí mismo. Escapar a todo esto es la libertad.
Liu Zaifu
20 de enero de 1999
Universidad de Colorado