Tom se lanzó al suelo y palpó frenéticamente la dura superficie de piedra con las manos, intentando encontrar las cuerdas. Una luz atravesó la oscuridad; se posó brevemente en Kellie, luego en su cara, luego saltó a la pared, iluminando una hilera de bidones de sustancias químicas.
Incluido el que no tenía tapa.
«Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda.»
Se tumbó de lado, muy quieto, aguantando la respiración, las manos rígidamente a los costados, las piernas muy juntas. Estaba sudando a mares. Oyó el sonido de unos pasos que se le acercaban. El corazón le iba a mil por hora, la sangre que le recorría las venas rugía en sus oídos. La bilis amarga del terror le subía por la garganta.
Aquél era el momento. Iban a descubrirle. Dios santo, ¿quizás había cometido otra estupidez? Primero la estupidez de haber salido de casa, de haber dejado que entraran en el coche. Y, ahora, la estupidez, la estupidez increíble, de haber intentado escapar.
Kellie tenía razón, con lo que había dicho antes. Al llamarle fracasado.
Cerró los ojos un instante, rezando, esforzándose por no vomitar. ¿Así iba a acabar su vida? ¿Todos sus sueños? ¿No volvería a ver a los niños? ¿No volvería…?
Hubo un ruido fuerte. Oyó algo rodando por el suelo. Lo que fuera le golpeó en la cabeza. Era un objeto duro, pero ligero.
Se dio la vuelta, recordando mantener la postura, como si estuviera atado. La luz le enfocó directamente a los ojos un momento, y lo cegó. Entonces, oyó la misma voz de antes que hablaba en un inglés roto.
– Para orinar. Cagar no.
La luz se apartó de su cara e iluminó un objeto tirado en el suelo a unos centímetros de distancia. Era un cubo de plástico naranja.
Los pasos se alejaron. Se volvió para mirar; vio la luz de la linterna balanceándose por el suelo hasta que el hombre llegó al rectángulo de luz en la distancia. Tom pensó, fugazmente, que el tipo no parecía haber pensado en cómo iba a utilizar el cubo con las manos atadas a los costados.
La puerta de metal se cerró con un estruendo.
Y, entonces, una vez más, la oscuridad fue absoluta.