Quiero dar las gracias al Wolfson College de Oxford, donde estuve en 1997 como profesora invitada, lo cual me permitió profundizar en mis estudios sobre archivos y bibliotecas. También quiero dar las gracias al doctor Jeremy Black, que hizo posible mi estancia allí.
Los archivos de cartas y grabaciones que posee el Museo Imperial de la Guerra de Londres constituyen una fuente muy importante sobre el kindertransport, la generosa acogida por parte de Inglaterra en los años inmediatamente anteriores a la Segunda Guerra Mundial de diez mil niños judíos procedentes de Europa Central. Como puede decirse de casi todos los bibliotecarios, los del Museo Imperial de la Guerra fueron extraordinariamente solícitos conmigo, e incluso me permitieron consultar los archivos un día en el que el museo estaba cerrado y, por error, me presenté allí.
El Real Hospital de la Beneficencia de Londres me permitió el acceso a sus archivos, me autorizó a enviar a su Escuela de Medicina a mi personaje Lotty Herschel, y todos sus miembros me brindaron cuanta ayuda necesité.
Los doctores Dulcie Reed, Lettice Bowen, Peter Scheuer y Judith Levy, estudiantes de medicina en Gran Bretaña en torno a la misma época que Lotty Herschel, tuvieron conmigo la enorme generosidad de dedicarme su tiempo y proporcionarme información sobre ese periodo de sus vidas.
En cuanto al material recopilado, tanto el procedente de diversos archivos como el de los recuerdos de los cuatro doctores que acabo de mencionar, he evitado utilizar acontecimientos reales para convertirlos en ficción, salvo cuando describo que Lotty y sus compañeras de alojamiento se confeccionan ropa interior con la seda de un paracaídas. En realidad, se trata de una proeza increíble que llevaron a cabo la doctora Bowen y sus compañeras, y que quien haya intentado alguna vez confeccionar sus propias prendas de ropa interior sabrá apreciar.
El profesor Colin Divall del Instituto de Estudios Ferroviarios de York tuvo la gentileza de proporcionarme información sobre las rutas y los horarios de los trenes durante los años cuarenta.
Dadas las restricciones que conlleva escribir una novela que se centra en la ciudad de Chicago, en un asesinato actual y en el personaje de V. I. Warshawski, no he podido utilizar los resultados de mis investigaciones en Inglaterra con la profundidad que hubiese deseado; tal vez hallen cabida en otra historia y en otro momento.
En Chicago, Kimball Wright me asesoró sobre las armas que menciono en el libro. El doctor Robert Kirschner, médico forense, me ayudó a describir con exactitud las muertes de varios personajes desafortunados de la novela. Los hechos que se describen en los capítulos 38 y 43 son verídicos. Como siempre, Sandy Weiss me ayudó en todo lo referente a los misterios de las técnicas forenses.
Jolynn Parker llevó a cabo una inestimable labor de investigación sobre asuntos muy diversos, entre los que cabe mencionar la búsqueda de planos de los barrios judíos de la Viena de 1930. Y, lo que es más importante, su agudeza como lectora me sirvió para resolver algunos problemas espinosos que se me plantearon al desarrollar la línea argumental. Jonathan Paretsky me ayudó con el alemán, el yídish y a observar las estrellas.
Quiero agradecer muy especialmente a Kate Jones sus perspicaces comentarios sobre esta novela, tanto en sus inicios como tras haberla concluido.
Como siempre, ha estado a mi lado mi primer lobo de mar, brindándome su consejo, animándome y regenerando sus rótulas.
Ésta es una obra de ficción. Cualquier parecido entre los personajes de esta novela y cualquier persona real, ya esté viva o muerta, ostente cargos públicos, sea miembro del consejo de administración de una empresa o se trate de gente común y corriente, no es intencionado. Todas las entidades que se mencionan, como la Compañía de Seguros Ajax, Edelweiss y Gargette et Cié, son fantasmas creados por la imaginación calenturienta de la autora y no pretenden parecerse a ninguna compañía que exista en realidad. Los asuntos de las indemnizaciones a los descendientes de los esclavos y la recuperación de los bienes de las víctimas del Holocausto son absolutamente reales. Las posturas que adoptan al respecto los personajes de esta novela no reflejan necesariamente la de la autora y tampoco debe entenderse que reflejen las de las personas que debaten esos asuntos en el ámbito de la vida pública.
Nota: «Un experimento sobre la educación en grupo» de Anna Freud se encuentra en el volumen IV de sus Obras Completas. La vida que llevaron esos niños una vez adultos ha sido analizada en Love Despite Hate (Amor a pesar del odio) de Sarah Moskovitz.
Sara Paretsky