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Las noticias llegaron a la vicaría mientras Jenny y Molly tomaban pan mojado en leche, en unas tazas de brillantes colores, con un dibujo de cerezas. Mostraban su pelo rubio suavemente peinado, sus rostros sonrosados recién lavados y sus ojos azules atentos a la tarea de tomar el desayuno. Ofrecían una imagen agradable. El color del rostro de Mary Lenton, en cambio, no parecía tan fresco como el de las niñas. Había dormitado y se había despertado, dormitado y despertado una y otra vez durante toda la noche, pareciéndole que ésta tenía el doble de horas de las que en realidad tenía.

Ellie Page no se había despertado aún. Se hallaba sumida en un profundo sueño, con las sábanas subidas hasta la barbilla. Su respiración no producía sonido alguno, y las sábanas no se movían. Mary había dejado una pequeña lámpara encendida en la habitación, que daba una luz débil pero permanente. Cada vez que se despertaba y veía a Ellie echada en la cama y tan quieta, experimentaba una fría sensación de temor. El sueño no debía parecer tan terrible como la muerte. Pero cada vez que se levantaba y se acercaba de puntillas a la cama, se daba cuenta de que esto no era la muerte, sino el sueño.

Estaba poniendo la leche en las tazas de las niñas, cuando John la llamó, haciéndole salir de la habitación. Le puso una mano en el brazo y la llevó hacia el despacho.

– Acaba de pasar el panadero… He cogido dos hogazas de pan. Mary me ha dicho que se ha producido otro accidente en la Casa Ford. No parece posible, pero él acaba de venir de allí. Dice que han encontrado a Meriel Ford en ese estanque… ahogada, del mismo modo que Miss Preston. Dice que la policía está allí ahora.

El rostro de Mary Lenton se puso muy pálido.

– ¿Que se ha ahogado en el estanque?

– Eso es lo que él dice. No sé si debo subir allá.

– No, todavía no…, al menos mientras esté allí la policía.

– ¿Cómo está Ellie? -preguntó-. ¿No se va a levantar? Tengo que verla para hablar de lo ocurrido anoche. ¿Está despierta?

– Le di algo de leche caliente y se volvió a dormir. No puedes hablar todavía con ella.

La expresión de su cara no era muy animada. Los hombres siempre tienen que hacer las cosas de la forma más dura.

– Si está enferma -dijo él con frialdad-, será mejor que llames al médico. Sí no está enferma, podrá verme.

– Espera -dijo Mary-, No, John, creo que no debes. ¿Es que no ves que tenemos que ser muy prudentes?

– ¡Prudentes!

– Sí, John. No puedes tener una pelea con Ellie…, ahora no. ¡De veras, no puedes! Mrs. Marsh llegará dentro de cualquier momento para hacer la limpieza. Le diré que Ellie no se encuentra bien y ella se quedará en cama. Nadie…, nadie debe saber que pasó la noche fuera de casa.

El vicario lanzó una sonrisa rabiosa.

– Estás cerrando la puerta una vez que te han robado el caballo, ¿no es eso? Al parecer, la mitad del vecindario sabe perfectamente que salía por las noches.

– Pero no la última noche. No se debe hablar en absoluto de eso.

– ¿Qué estás insinuando? -preguntó, con voz aterrorizada.

Mary le cogió por el brazo y lo sacudió con vehemencia.

– No estoy insinuando nada. Sólo te estoy diciendo que nadie debe saber que Ellie estuvo fuera de casa anoche.

– ¿Crees que vamos a encubrirla…, que vamos a decir un montón de mentiras?

– Yo no estoy diciendo ninguna mentira. Estoy diciendo la verdad. Ellie no se encuentra bien, y por eso se queda en cama.

John se apartó de ella y se dirigió hacia la ventana, mirando hacia el exterior, fijamente. Finalmente y sin volverse, dijo:

– La policía dice que Meriel fue asesinada.

– ¡John!

– El panadero dice que lo sabe a través de Robertson. Al parecer, Meriel fue golpeada en la parte posterior de la cabeza y empujada después al estanque.

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