34

Cuando Bosch llegó a casa esa tarde, se encontró con que la luz del contestador automático parpadeaba. Apretó el botón y escuchó dos mensajes, uno de cada fiscal del caso Storey. Decidió llamar primero a Langwiser. Mientras marcaba el número, se preguntó qué urgencia podía haber causado que los dos miembros del equipo de la fiscalía lo llamaran. Pensó que tal vez los agentes del FBI mencionados por McCaleb habían contactado con ellos. O el periodista.

– ¿Qué pasa? -preguntó cuando Langwiser contestó-. Si me habéis llamado los dos supongo que será algo gordo y malo.

– ¿Harry? ¿Cómo estás?

– Pasando. ¿Qué estáis cocinando vosotros dos?

– Tiene gracia que lo menciones. Roger está de camino y yo tengo que preparar la cena. Vamos a repasar el testimonio de Annabelle Crowe ante el jurado de acusación una vez más, ¿Quieres pasarte?

Bosch sabía que la fiscal vivía en Agua Dulce, a una hora de coche en dirección norte.

– Uh, me he pasado el día conduciendo. He ido a Long Beach y he vuelto. ¿Crees que es imprescindible que vaya?

– Es totalmente opcional. Es sólo que no quería dejarte fuera. Pero no te he llamado por eso.

– ¿Y por qué has llamado?

Bosch estaba en la cocina, metiendo un paquete de seis Anchor Steam en la nevera. Sacó una botella y cerró la puerta.

– Roger y yo hemos estado hablando de esto todo el fin de semana. También hemos tratado el tema con Alice Short.

Alice Short era la fiscal que estaba a cargo de los grandes casos. La jefa de ambos. Sonaba como si hubieran contactado con ellos por el caso Gunn.

– ¿De qué habéis estado hablando? -preguntó Bosch.

Metió la botella en el abridor y tiró de ella para sacar el tapón.

– Bueno, creemos que el caso ha ido de primera. Lo tenemos todo atado, de hecho está a prueba de bombas, Harry, y vamos a apretar el gatillo mañana.

Bosch se quedó un momento en silencio, tratando de descifrar toda la jerga balística.

– ¿Estás diciendo que vas a concluir mañana?

– Eso creemos. Probablemente vamos a volver a hablarlo esta noche, pero tenemos la bendición de Alice y Roger cree que es el movimiento correcto. Lo que haremos será un poco de limpieza por la mañana y luego sacaremos a Annabelle Crowe después de comer. Acabaremos con ella: un testimonio humano. Sí, cerraremos con ella.

Bosch estaba sin palabras. Podía ser un buen movimiento desde el punto de vista de la acusación, pero eso daría a J. Reason Fowkkes el control de la situación a partir del martes.

– Harry, ¿qué te parece?

Tomó un largo trago de cerveza. No estaba muy fría, porque había estado un buen rato en el coche.

– Creo que sólo tienes una bala -dijo, continuando con el símil armamentístico-. Será mejor que os lo penséis bien esta noche mientras preparas la pasta. No tendrás una segunda oportunidad para construir el caso.

– Ya lo sabemos, Harry. ¿Y cómo sabes que estaba haciendo pasta?

Bosch percibió la sonrisa en su voz.

– Pura suerte.

– Bueno, no te preocupes, lo pensaremos bien. Ya lo hemos hecho.

Ella hizo una pausa, dándole la oportunidad de responder, pero Bosch guardó silencio.

– En el caso de que vayamos por este camino, ¿cómo está la cosa con Crowe?

– Está preparada.

– ¿Puedes contactar con ella esta noche?

– No hay problema. Le diré que esté allí mañana a mediodía.

– Gracias, Harry. Nos vemos por la mañana.

Colgaron. Bosch se quedó pensando. Se preguntó si debería llamar a McCaleb y contarle lo que estaba ocurriendo. Decidió esperar. Entró en la sala de estar y encendió el equipo de música. El cede de Art Pepper seguía en el equipo. La música no tardó en llenar la sala.

Загрузка...