Agradecimientos

A Carleton Hafer, por el asesoramiento técnico sobre sistemas informáticos y de vigilancia. Y por todo lo demás.

A Marc y Kay Conterato, por su ayuda en todas las cuestiones médicas y farmacológicas y por el Minnesota Buzz. Os quiero.

A Niki Ciccotelli, por compartir conmigo su maravillosa familia y también por hacer que me pasara el día salibando con tantas conversaciones sobre ziti y esos deliciosos bocadillos con pan de pita.

A Shannon Armstrong, por las vividas descripciones de Chicago y su ambiente chic.

A Danny Agan, por responder a todas mis preguntas sobre detectives e investigaciones de homicidios.

A Sam Basso, por ayudarme a crear a Dolly, el rottweiler.

A todos mis amigos -Terri Bolyard, Martha Wile, Kathy Caskie, Jean Mason y Lani Rich-, ¡por aguantarme! Gracias. Ah, y a Lani por ayudarme a recordar que «la pieza metálica» del horno se llama «parrilla».

A la SPCA, por darme a mi preciosa gatita, Bella. Y a Bella, por encargarse de que nunca siga durmiendo pasadas las seis de la mañana. (Es broma.)

A Megan Scott, por enseñarme los fundamentos del periodismo escrito.

Al Florida Department of Law Enforcement Crime Lab, por responder a todas mis preguntas sobre las huellas dactilares y la investigación del escenario del crimen.

A Frank Ahearn, por enseñarme cómo ocultarse tras las corporaciones. Dondequiera que estés.

A todas esas personas (y animales de compañía): gracias por la magnífica y rigurosa información. Cualquier error que aparezca en este libro será únicamente culpa mía.

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