42

El hombre conocido como Nodding Crane se movió lenta y trabajosamente a lo largo de la acera situada enfrente del restaurante. Crew seguía dentro, hablando con la camarera gorda. El hombre que le había entregado el dinero se había marchado, pero ese individuo no le interesaba. Le interesaba Crew.

Se detuvo en el pórtico de un edificio abandonado y se sentó en el rellano de la entrada, dejando a un lado la botella envuelta en papel grasiento. La sombra de varios cubos de basura, alineados para su recogida, lo ayudaba a ocultarse aún mejor. Un grupo de jóvenes ruidosos cruzó la calle en la esquina de la avenida C y se perdió en la noche, riendo y gritando. La calle no tardó en quedar sumida nuevamente en el silencio.

Flexionó los dedos de la mano derecha dentro del bolsillo de la raída gabardina, haciendo tintinear las uñetas afiladas como cuchillas. Era un experto en el manejo de todo tipo de armas raras, pero aquellas uñetas eran invención suya. De hecho, se trataba de unas Dunlop originales que había modificado, afilado y pulido. Ya de niño, en el templo chino donde lo habían entrenado, se había empapado de la cultura popular estadounidense, de sus libros, películas, videojuegos y música; particularmente de esta última, puesto que la música era el alma de la gente. Se había decidido por la guitarra y la técnica slide y se había aprendido las canciones de Big Bill Broonzy, Blind Willie Johnson y Skip James. «Hard Times Killing Floor Blues.» Esa era la verdadera música norteamericana.


If I ever get off this killin' floor

I'll never get down this low no more

(Si alguna vez consigo salir de la miseria de muerte

nunca volveré a caer tan bajo)


Mientras tarareaba la canción para sus adentros, sus dedos, escondidos en el amplio bolsillo, pulsaron las notas imaginarias, y las uñetas hicieron un ruido parecido al de las agujas de tricotar.

Por el rabillo del ojo, vio movimiento en el restaurante y se volvió sin dejar de tararear. Era Crew. Salió del establecimiento, cruzó la calle con su característica zancada y se encaminó por la acera en dirección a la avenida C y hacia donde se hallaba oculto Nodding Crane. Este agachó la cabeza, ocultando el rostro bajo el ala del sombrero y esperó a que llegara, canturreando y moviendo los dedos.

Gideon pasó ante él y Crane dejó que se marchara, sonriendo para sí por lo fácil que habría sido asesinarlo en aquel momento. Sin embargo, tenía buenas razones para no hacerlo. Cuando Crew llegó a la avenida C llamó a un taxi y de inmediato un coche se detuvo ante él. Nodding Crane anotó el número del vehículo sin dejar de canturrear.


***

Media hora más tarde, se levantó, se estiró y echó a caminar por la calle mientras sacaba el móvil y llamaba al servicio de atención al cliente de la compañía de taxis. Explicó que había olvidado su PDA en un taxi al que se había subido en la esquina de la avenida C con la calle Trece y que lo había dejado en Grand Central. Esperó mientras contactaban con el taxista. Este no sabía nada de una PDA, pero dijo que se trataba de un error puesto que la carrera no había acabado en Grand Central, sino en Park Avenue con la calle Cincuenta, ante el Waldorf Astoria. Crane se disculpó por la confusión, dio las gracias y colgó. Acto seguido, se quitó la vieja gabardina, la arrojó a un cubo de basura y cogió un taxi.

– Al Waldorf -indicó al conductor mientras se sentaba.

Загрузка...