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Nodding Crane estaba sentado ante la iglesia de San Bartolomé, rasgando su Beard Road-O-Phonic con el estuche abierto delante de él y recogiendo monedas pequeñas. Eran las nueve de la mañana y las aceras estaban llenas de banqueros y agentes de bolsa que pasaban, camino del trabajo, sin dirigirle una sola mirada.


I'm looking funny in my eyes

(Me veo raro)


Rasgueó las cuerdas, cantando con voz grave, la que había cultivado tras haber pasado muchos años escuchando a Bukka White. Se sentía tranquilo después de haber estado al borde de un ataque de pánico, aquella mañana, cuando Crew casi se le había escapado con su maniobra de las habitaciones y la repentina aparición de una mujer. Había estado a punto de burlarlo. A punto. De no haber sido por los andares característicos de Crew, lo habría engañado.


And I believe I'm fixing to die

(Y creo que me dispongo a morir)


Crew había salido con la mujer, y él había decidido no seguirlos porque sabía que volverían. Nodding Crane había aprendido tiempo atrás que a menudo resultaba peligroso y contraproducente seguir obsesivamente a la presa. E innecesario: todo el mundo se regía según determinadas constantes. Era mejor informarse sobre ellas y adelantarse en lugar de seguir inútilmente todos los pasos. El momento de seguir a la presa llegaba cuando esta se apartaba de la norma y tomaba una nueva dirección.


I'm looking funny in my eyes

(Me veo raro)


Los tipos trajeados pasaban ante él, ocupados en asuntos de dinero. Empezó a irritarse porque nadie le echaba unas monedas en el estuche de la guitarra. Todos aquellos poderosos desfilaban ante él sin mirarlo. Entonces, inesperadamente, alguien dejó caer un billete de veinte.


And I believe I'm fixing to die

(Y creo que me dispongo a morir)


Eso estaba mejor. Estados Unidos era un país maravilloso. Lástima que estuviera condenado.

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