Estoy enormemente agradecido a mi corrector. Charles Spicer, a mi agente, Beth Vesel, y a mis editores, Sally Richardson y Matthew Shear, a quienes les importa tanto su trabajo, y el mío. Ningún escritor puede estar mejor acompañado.
Las primeras lecturas que realizaron Christopher Keane, Jeanette y Alian Ablow, Paul Abruzzi, Stephen Bennett, Charles Red Donovan, Julian y Jeanne Geiger, Michael Homier, Rock Positano y el abogado Anthony Traini tuvieron un valor incalculable.
Mi amigo, colaborador y coterapeuta, el caballero de genio indomable J. Christopher Burch, estuvo en cada paso del camino.
Finalmente, doy las gracias a mi esposa, Deborah, a mi hija, Devin, y a mi hijo. Cole, por recordarme constantemente lo mágica y conmovedora que puede ser la vida.