FJ estaba sentado solo a la misma mesa. Tenía las piernas cruzadas y sorbía algo que había en el fondo de la taza como si no quisiese perderlo. Un poco de espuma se le había pegado al labio superior. Su rostro estaba limpio y suave como si se hubiese encerado. Myron buscó con la mirada a Hans y a Franz o a algún otro gorila nuevo, pero allí no había nadie. FJ sonrió y, como siempre, algo frío recorrió la espalda de Myron.
– ¿Dónde está Win? -preguntó FJ.
– Afuera -respondió Myron.
– Bien. Siéntate.
– Sé por qué Clu firmó contigo, FJ.
– ¿Quieres un latte frío? Lo tomas descremado, ¿no?
– Me estaba volviendo loco -añadió Myron-. ¿Por qué Clu firmaría contigo? No me interpretes mal. Tenía todas las razones para dejar MB. Pero conocía la reputación de TruPro. ¿Por qué acudiría a vosotros?
– Porque ofrecemos un servicio valioso.
– Al principio me dije que sería alguna deuda de juego o drogas. Así es como tu padre trabajaba siempre. Le metía los garfios a alguien, y luego mordisqueaba la carcasa. Pero Clu estaba limpio. Tenía mucho dinero. Así que no era eso.
FJ apoyó un codo en la mesa y apoyó la barbilla en la palma.
– Esto es del todo fascinante, Myron.
– Se pone mejor.
– Cuando me largué al Caribe, tú me vigilabas. Por todo aquello de Brenda Slaughter. Tú incluso lo admitiste la primera vez que volví, ¿lo recuerdas? Sabías que había estado visitando el cementerio.
– Un momento muy emocionante para todos nosotros -asintió FJ.
– Cuando me fui, todavía querías vigilarme. Como mínimo, mi desaparición tuvo que picar tu curiosidad. También viste una oportunidad para TruPro, pero eso no es lo importante. Tú querías saber dónde estaba. Pero yo no estaba por ninguna parte. Así que hiciste lo mejor a tu alcance: seguiste a Esperanza, mi socia y mejor amiga.
FJ hizo el ruido de una gallina.
– Y yo que creía que Win era tu mejor amigo.
– Ambos lo son. Pero ése no es el tema. Seguir a Win hubiese sido demasiado difícil. Hubiese visto a la sombra antes de que pudieses ponerla en su lugar. Así que seguiste a Esperanza.
– Sigo sin ver qué tiene que ver esto con la decisión de Clu de mejorar su representante.
– Yo estaba ausente. Tú lo sabías. Te aprovechaste. Llamaste a mis clientes para decirles que les había abandonado.
– ¿Estaba equivocado?
– Ahora no importa. Viste una debilidad y la explotaste. No pudiste evitarlo. Es así como te han criado.
– Ay.
– Pero aquí lo importante es que seguías a Esperanza, a la espera de que te llevaría hasta mí o al menos te daría una pista de cuánto tiempo estaría ausente. La seguiste a Nueva Jersey. Y encontraste algo que nunca suponías que descubrirías.
Esta vez su sonrisa babeaba.
– ¿Pero qué podría ser?
– Borra esa sonrisa de tu cara, FJ. No eres mejor que un mirón. Ni siquiera tu padre llegaría tan bajo.
– Oh, te sorprendería lo bajo que podría llegar mi padre.
– Eres un pervertido, y peor, utilizaste lo que sabías para presionar a un cliente. Clu se volvió loco cuando Bonnie lo echó. Él no tenía idea de por qué. Pero tú ya lo sabías. Así que hiciste un trato con él. Si firmaba con TruPro sabría la verdad sobre su esposa.
FJ se echó hacia atrás, cruzó de nuevo las piernas, entrelazó las manos, y las apoyó en el regazo.
– Toda una historia, Myron.
– Es verdad, ¿no?
FJ ladeó la cabeza en un quizá sí, quizá no.
– Déjame decirte cómo lo veo -comenzó él-. La vieja agencia de Clu Haid, MB SportsReps, lo estaba jodiendo. En todos los sentidos. Su agente, ése eres tú, Myron, lo abandonó cuando más lo necesitaba. Tu socia, ésa es la preciosa y un tanto flexible Esperanza, estaba dedicada a una fiesta de lametazos con su esposa. ¿Verdad?
Myron no dijo nada.
FJ separó las manos, bebió un sorbo de espuma, volvió a entrelazar las manos.
– Lo que hice -continuó- fue sacar a Clu Haid de esta terrible situación. Lo llevé a una agencia que no abusaría de su confianza. La agencia que velaría por sus intereses. Una de las maneras que lo hacemos es a través de la información. Una información valiosa. De esta forma el cliente comprende lo que le está pasando. Es parte del trabajo de un agente, Myron. Una de nuestras dos agencias participó en una ética un tanto cuestionable. Y no fue TruPro.
Era la historia a la inversa, pero también era cierta. Algún día, cuando Myron tuviese tiempo para pensarla, sin duda las palabras le dolerían. Pero ahora no.
– ¿Entonces lo admites?
FJ se encogió de hombros.
– Pero si tú estabas siguiendo a Esperanza, sabes que ella no lo hizo.
De nuevo un ladeo de cabeza.
– ¿Lo sé?
– Por favor deja de jugar conmigo, FJ.
– Por favor, espera un momento.
FJ sacó el móvil y marcó un número. Se levantó, fue hasta una esquina, habló. Sujetó el móvil entre el hombro y la oreja, sacó un trozo de papel y un bolígrafo, escribió algo. Colgó y volvió a la mesa.
– ¿Decías?
– ¿Esperanza lo hizo?
Él sonrió.
– ¿Quieres saber la verdad?
– Sí.
– No la sé. De verdad. Sí, la seguí. Pero, como sin duda sabes, incluso las escenas de lesbianas se repiten. Así que después de un tiempo dejamos de vigilarla cada vez que cruzaba el puente de Washington. No tenía sentido.
– ¿Así que de verdad no sabes quién mató a Clu?
– Me temo que no.
– ¿Todavía me sigues, FJ?
– No.
– Anoche… ¿no tenías a un tipo siguiéndome?
– No. Y si quieres saber la verdad, no tenía a nadie siguiéndote cuando viniste ayer por la tarde.
– ¿El tipo que vi delante de mi oficina no era tuyo?
– Lo lamento, pero no.
Myron sintió que estaba pasando algo por alto.
FJ se volvió a inclinar hacia delante. Su sonrisa era tan siniestra que sus dientes parecían moverse.
– ¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar para salvar a Esperanza? -susurró.
– Tú sabes hasta dónde.
– ¿Hasta el fin del mundo?
– ¿Qué quieres decir, FJ?
– Tienes razón, por supuesto. Me enteré de lo de Esperanza y Bonnie. Vi una apertura. Así que llamé a Clu al apartamento en Fort Lee. Pero no estaba allí. Dejé un mensaje un tanto intrigante en el contestador automático. Algo así como sé con quién se acuesta tu esposa. Me llamó a mi teléfono privado en menos de una hora.
– ¿Cuándo fue?
– ¿Qué…? Unos tres días antes de su muerte.
– ¿Qué dijo?
– Su reacción fue la obvia. Pero el qué no es tan importante como el dónde.
– ¿El dónde?
– Tengo un identificador de llamadas en mi línea privada. -FJ se echó hacia atrás-. Clu estaba fuera de la ciudad cuando respondió a mi llamada.
– ¿Dónde?
FJ se tomó su tiempo. Cogió la taza de café, dio un buen sorbo, soltó un sonido de ahhh como si estuviese rodando un anuncio de 7-Up, dejó la taza en la mesa. Observó a Myron. Después sacudió la cabeza.
– No tan rápido.
Myron esperó.
– Mi especialidad, como ahora habrás visto, es recoger información. La información es poder. Es dinero. Yo no regalo el dinero.
– ¿Cuánto, FJ?
– No es dinero, Myron. No quiero tu dinero. Podría comprarte diez veces; ambos lo sabemos.
– ¿Entonces qué quieres?
Él bebió otro buen sorbo. Myron deseaba muchísimo alargar las manos sobre la mesa y estrangularlo.
– ¿Estás seguro que no quieres tomar nada?
– Corta el rollo, FJ.
– Calma, calma.
Myron apretó los puños y los ocultó debajo de la mesa. Se obligó a mantener la calma.
– ¿Qué quieres, FJ?
– Supongo que conoces a Dean Pashaian y Larry Vítale.
– Son dos de mis clientes.
– Te corrijo. Están pensando muy seriamente en abandonar MB SportsReps y pasarse a TruPro. Digamos que ahora están indecisos. Así que éste es mi trato. Tú dejas de perseguirme. Dejas de llamarlos y dejas de decirle aquello de que TruPro está dirigido por mañosos. Me prometes hacer eso -le mostró a Myron el trozo de papel que había escrito en el rincón- y te daré el número desde donde llamó Clu.
– Tu agencia destruirá sus carreras. Siempre lo haces.
FJ sonrió de nuevo.
– Te puedo garantizar, Myron, que nadie de mi personal tendrá una aventura lesbiana con sus esposas.
– Ni hablar.
– Entonces adiós.
FJ se levantó.
– Espera.
– Tu promesa o me voy.
– Hablemos -dijo Myron-. Podemos encontrar una solución.
– Adiós.
FJ comenzó a caminar hacia la puerta.
– Vale -dijo Myron.
FJ se llevó una mano a la oreja.
– No lo he oído bien.
Vender a dos clientes. ¿A qué se rebajaría después, dirigiría campañas políticas?
– Trato hecho. No hablaré con ellos.
FJ alzó las manos.
– En realidad eres un maestro de la negociación, Myron. Me asombro de tus habilidades.
– ¿Desde dónde llamó, FJ?
– Aquí tienes el número de teléfono.
Le dio a Myron el trozo de papel. Myron lo leyó y salió corriendo de vuelta a su coche.