32

Antes de llegar hasta Win, Myron ya tenía el móvil en las manos. Marcó el número y oyó tres timbrazos.

– Motel Hamlet -respondió un hombre.

– ¿Dónde está el motel?

– En Wilston. En la ruta 9, en la desviación con la 91.

Myron le dio las gracias al hombre y colgó. Win lo miró. Marcó el número de Bonnie. Respondió la madre de Bonnie. Myron le dijo quién era y pidió hablar con la hija.

– Estaba muy alterada después de que usted se marchó ayer -manifestó la madre de Bonnie.

– Lo siento mucho.

– ¿Por qué quiere hablar con ella?

– Por favor. Es muy importante.

– Está de duelo. Debe comprenderlo. Su matrimonio pudo tener problemas…

– Lo comprendo, señora Cohen. Por favor déjeme hablar con ella.

Un profundo suspiro, pero dos minutos más tarde, Bonnie se puso.

– ¿Qué pasa, Myron?

– ¿El motel Hamlet en Wilston, Massachusetts, significa algo para ti?

Creyó oír un corte en la respiración.

– Nada.

– Tú y Clu vivisteis allí, ¿no?

– No en el motel.

– Me refiero a Wilston. Cuando Clu jugaba para los Bisontes en las ligas inferiores.

– Ya sabes que sí.

– Y Billy Lee Palms. Él también vivía allí. Al mismo tiempo.

– No en Wilston. Creo que estaba en Deerfield. Es la ciudad vecina.

– ¿Entonces qué estaba haciendo Clu alojado en el motel Hamlet tres días antes de morir?

Silencio.

– ¿Bonnie?

– No tengo la más mínima idea.

– Piensa. ¿Por qué Clu necesitaba ir allí?

– No lo sé. Quizá fue a visitar a un viejo amigo.

– ¿Qué?

– Myron, no me escuchas. No lo sé. No he estado allí en casi diez años. Pero vivimos allí ocho meses. Quizás hizo algún amigo. Quizá fue para pescar, a tomarse unas vacaciones o a alejarse de todo. No lo sé.

Myron sujetó el móvil con fuerza.

– Me estás mintiendo, Bonnie.

Silencio.

– Por favor. Sólo intento ayudar a Esperanza.

– Deja que te pregunte algo, Myron.

– ¿Qué?

– No dejas de escarbar y escarbar, ¿no? Te pedí que no lo hicieses. Esperanza te pidió que no lo hicieses. Hester Crimstein te pidió que no lo hicieses. Pero sigues escarbando.

– ¿Tienes alguna pregunta?

– Ahora viene: ¿Te ha ayudado escarbar? ¿Ha hecho que Esperanza parezca más o menos culpable?

Myron titubeó. Pero no tuvo importancia. Bonnie colgó antes de tener la oportunidad de responder. Myron volvió a dejar el teléfono sobre los muslos. Miró a Win.

– Aceptaré las Peores Canciones por doscientos, Alex -dijo Win.

– ¿Qué?

– La respuesta: Barry Manilow y su clásico del este.

Myron casi sonrió.

– Pregunta: ¿Qué es si no Time in New England, Alex?

– Respuesta correcta. -Win sacudió la cabeza-. Algunas veces nuestras mentes están en tal sintonía…

– Sí -dijo Myron-. Asusta.

– ¿Vamos?

Myron se lo pensó.

– No creo que tengamos más alternativa.

– Primero llama a Terese.

Myron asintió, comenzó a marcar.

– ¿Sabes cómo llegar allí?

– Sí.

– Se tarda alrededor de tres horas.

Win pisó el acelerador. Algo nada fácil en el centro de Manhattan.

– Digamos dos.

Загрузка...