Cada vez son más las personas a las que debo un inmenso agradecimiento. A la sensacional Darley Anderson y todos los empleados de la agencia, en especial a Zoë, Emma, Lucie y Maddie; a tres editoras increíbles: Ciara Considine de Hachette Books Ireland, Sue Fletcher de Hodder & Stoughton y Kendra Harpster de Viking Penguin, por mejorar este libro hasta el infinito; a Breda Purdue, Ruth Shern, Ciara Doorley, Peter McNulty y todo el personal de Hodder Headline Ireland; a Swati Gamble, Tara Gladden, Emma Knight y todo el personal de Hodder & Stoughton; a Clare Ferraro, Ben Petrone, Kate Lloyd y todo el personal de Viking; a Jennie Cotter de Plunkett Communications; a Rachel Burd, por su corrección afilada como una cuchilla; a David Walsh, por responder un rosario de preguntas acerca de procedimientos policiales; a Jody Burgess, por la información relacionada con Australia, sus correcciones e ideas, por no mencionar a Tim Tams; a Fearghas Ó Cochláin, por toda la información médica; a mi hermano, Alex French, por su ayuda técnica y por todo su apoyo; a Oonagh Montague, por ser una excelente persona; a Ann-Marie Hardiman, por los datos académicos; a David Ryan, por su información erudita; a Helena Burling; a todo el personal de la PurpleHeart Theatre Company; a BB, por ayudarme a tender un puente y salvar el vacío cultural una vez más; y, por supuesto, a mis padres, David French y Elena Hvostoff-Lombardi, por su apoyo incondicional y la fe en mí que me han demostrado toda la vida.
En algunos puntos, donde me parecía que la historia lo requería, me he tomado algunas libertades con los hechos (Irlanda, sin ir más lejos, no posee una brigada de Homicidios). Todos los errores, deliberados o involuntarios, son míos.