Muchas gracias a Frank O'Groman por ayudarme a desmitificar el mundo de las elecciones en el siglo XVIII. También agradezco a Jim Jopling y a John Pipkin su perspicacia y sus consejos sobre los primeros esbozos del manuscrito.
Como siempre, estoy en deuda con la gente de Random House, particularmente con Dennis Ambrose y, una vez más, con mi editor, Jonathan Karp, cuyo sentido del humor, sabiduría y perspicacia hacen mi trabajo mucho más sencillo. No puedo expresar el enorme agradecimiento que siento por mi agente, Liz Darhansoff, por sus consejos y amistad.
También debo plasmar sobre el papel mi gratitud hacia mi familia, mi esposa, Claudia Stokes, por su ayuda, apoyo y paciencia; y nuestra hija Eleanor, por razones demasiado obvias y tontas para expresarlas. Y, puesto que ningún libro estaría completo sin dar las gracias al menos a un animal, debo mencionar el gran aprecio que siento por Tiki, que siempre se aseguraba de que me levantaba para el desayuno… el suyo, no el mío.