Traducido por Aletse
Nikolai se despertó en la oscuridad total, con su cabeza descansada contra el ataúd de un hombre de Montreal por lo visto aparentemente acaudalado que había estado muerto por sesenta y siete años. El suelo de mármol del mausoleo privado le había servido de poco durante las horas de descanso, pero a Niko le había servido bastante bien. La noche había estado avanzando progresivamente peligrosa cerca del alba, mientras él había dejado el territorio de Yakut, y de lo único que estaba seguro como el infierno es que había dormido fuera de la luz del día dentro de lugares peores que el cementerio que él había encontrado en el extremo norte de la ciudad.
Con un gemido, él se sentó y abrió su teléfono celular para comprobar en la pantalla la hora. Mierda, solo era justo después de la una P.M. Todavía tenía aproximadamente unas siete u ocho horas para esperar aquí antes de la puesta del sol, cuando sería seguro para él estar afuera. Siete u ocho horas más, y él ya sentía la sensación de picor por la sesión de inactividad que tendría por un largo tiempo.
Sin ninguna duda Boston se estaría preguntando por él ahora. Niko golpeó la marcación rápida de la oficina central de la Orden. A mitad de camino del segundo timbrazo, Gideon contesto.
"Niko, carajo. Era hora de que tú dieras un informe.” El ingles vago del guerrero con su acento sonaba un poco áspero. Pero no era ninguna sorpresa, teniendo en cuenta que Niko le llamaba a la mitad del día. "Háblame. ¿Estás bien?"
"Sí, estoy bien. Mi objetivo aquí en Montreal se ha jodido de diez maneras diferentes desde el domingo, pero aparte de eso, todo esta bien".
"No tuviste ninguna suerte para encontrar a Sergei Yakut, lo entiendo?"
Niko rió entre dientes. "Oh, he encontrado al bastardo facilmente. El Gen Uno está vivito y coleando y vive al norte de la ciudad con cierta especie de retroceso en el tiempo hacia Gengis Khan."
Él le dio a Gideón un rápido resumen de todo lo que había sucedido desde su llegada a Montreal – desde la patada en el culo de bienvenida que había recibido de parte de Renata y los otros los guardias, hasta las pocas extrañas horas que él había pasado en el refugio de Yakut, que culminó con su descubrimiento de los humanos muertos desechados en la parte de atrás y su subsecuente evacuación de la propiedad.
Él describió el reciente intento fallido que hubo sobre la vida del Gen Uno y el increíble papel que Mira desempeño para frustrar ese ataque. Niko excluyo dejando aun lado la parte sobre lo que él personalmente había visto en los ojos de Mira. Él no vio ninguna razón para compartir los detalles de la visión, que, a pesar de la insistencia de Renata de que Mira nunca se equivocaba, él tenia aproximadamente cero posibilidades… no, el sabia eso, había exactamente cero posibilidades de que eso sucediera ahora.
Eso debería haber sido un alivio para él saberlo. La última cosa que él necesitaba era mezclarse con una mujer, sobre todo con una obra como Renata. La compañera unida por el lazo de sangre a Yakut. La idea todavía seguía carcomiéndolo, mucho más de lo que debería. Y él no se sentía particularmente bien sobre el hecho de que incluso el más leve recuerdo de aquel beso con ella era suficiente para hacerle ponerse duro como la tumba de granito que lo rodeaba.
El la deseaba a ella, y había habido por una fracción de segundo, cuando dejaba el refugio que pensó que ella podía seguirlo después. No tenía ningún motivo para pensar eso, pero eso había sido un golpe en el estómago, una sensación de que tal vez Renata podría correr detrás de él y pedirle que la sacara de allí.
¿Y si ella lo hubiera hecho? Cristo, él tenia que haber estado bastante idiota solo de considerarlo.
"Entonces," él le dijo a Gideón, mentalmente regresándose así mimo hacia la realidad. "El punto de ello es que no podemos contar con ningún tipo de cooperación de Sergei Yakut. Él básicamente, me lo dijo antes de que me apartara de un empujón, y eso fue antes de que yo lo llamara un jodido enfermo que necesitaba un bozal y un collar para su cuello".
"Jesús, Niko," suspiró Gideón, probablemente, en el otro extremo de la línea, pasándose la mano por el pelo rubio puntiagudo por la frustración. "¿De verdad tu le dijiste eso a él, un Gen Uno? Tu eres un maldito afortunado de que él no te hubiese arrancado la lengua antes de que te sacara de su camino."
Probablemente era cierto, Nikolai reconoció para sí mismo. Y él hubiese perdido más que sólo su lengua si Yakut supiera el tipo de deseos que él había estado sintiendo por Renata. "Tu sabes que yo soy alérgico a besar los culos, aun si el culo en cuestión resultara ser uno de un Gen Uno. Si esto era una misión de relaciones públicas completamente, ustedes escogieron a un mal tipo”.
"Ninguna mierda." Gideón se rió entre dientes alrededor de otra baja maldición. "¿Te regresas de nuevo a Boston, entonces?"
"No veo ninguna razón para quedarme. A no ser que tu calcules que Lucan observara hacia otro lado si yo decido volver y colocar una hoguera en la casa de los horrores de Yakut. Sacándolo del negocio, al menos por un tiempo."
El estaba bromeando… en su mayor parte. Pero el silencio de contestación de Gideón le dijo que su compañero guerrero sabía lo que estaba girando alrededor de la cabeza de Niko.
"Tu sabes que no puedes hacer nada por el estilo, mi hombre. Nada fuera de los límites". "Y no sirve esa mierda," murmuró Nikolai.
"Sí, eso es. Pero este tipo de cosas pertenecen a la Agencia de Imposición, no a nosotros”. "Te cuento cómo es Yakut de diferente de los Renegados que sacamos de las calles, Gid. Diablos, por lo que he visto de él, él es peor. Al menos los Renegados pueden culpar su salvajismo a la Sed de sangre. Yakut ni siquiera puede agarrarse a la adicción de sangre como excusa para cazar a esos humanos allí afuera. Él es un depredador, un asesino."
"Él está protegido," dijo Gideón, firmemente ahora. "Incluso si él no fuera un Gen Uno, el seguiría siendo un civil, todavía un miembro de la Raza. Nosotros no podemos tocarlo, Niko. No sin un montón de mierda que golpearía gravemente al partidario. Por lo tanto, lo que estés pensando, no lo hagas".
Nikolai exhalo bruscamente. "Olvídate de lo que dije. ¿A qué hora debería planear engancharme en un viaje de regreso a Boston esta noche?"
"Tendré que hacer un par de llamadas para presentar el plan de vuelo archivandolo en poco tiempo, pero el jet privado todavía sigue esperándote en el aeropuerto. Te puedo mandar un mensaje de texto con la hora una vez que lo tenga confirmada."
"Está bien. Me tranquilizare y esperare para salir."
"¿En dónde estás tú, de todos modos?"
Nikolai echo un vistazo al ataúd detrás de él, al otro frente a él, y a la urna de bronce que estaba acumulando el polvo en un pedestal contra la pared trasera del oscuro mausoleo. "He encontrado un pequeño lugar tranquilo para tomar un descanso en el extremo norte de la ciudad. Durmiendo con un muerto, de hecho. O con ellos, en todo caso".
"Hablando de muertos," dijo Gideón, "tenemos un informe de otro asesinato de un Gen Uno en el extranjero”.
"Cristo. ¿Seleccionando acabarlos como moscas, no es verdad?"
"O intentado hacerlo, desde la apariencia de ello. Según el desarrollo de Reichen del informe de Berlín. Conseguimos un correo electrónico de él que él ingresara mas tarde hoy con una actualización".
"Es bueno saber que tenemos ojos y oídos en los que podemos confiar por allí", dijo Niko. "Mierda, Gideon. Nunca habría imaginado que yo pudiera darle alguno uso a un Darkhaven civil, pero Andreas Reichen está demostrando ser un aliado muy bueno. ¿Tal vez Lucan debería reclutarlo oficialmente en la Orden?"
Gideón se rió entre dientes. "No creas que él no lo ha considerado. ¡Ay!, somos solamente una barcaza de medio tiempo para la jornada de Reichen. Él puede tener el alma de un guerrero, pero su corazón pertenece a su Darkhaven de Berlín."
Y a una cierta hembra humana, por lo que Nikolai entendía. Según Tegan y Río, los dos guerreros que habían pasado demasiado tiempo con Andreas Reichen en la Oficina Central de Berlín, el líder Alemán Darkhaven estaba románticamente involucrado con la dueña de un burdel llamada Helene.
Era inusual que un varón de la Raza pudiera tener más de un encuentro ocasional, o una breve relación con una mujer mortal, pero Niko no estaba a punto de cuestionarlo porque desde luego Helene también estaba resultando útil en la reunión de información para la Orden desde el extranjero.
"Entonces, escúchame," dijo Gideon. "Espera tranquilamente donde estás, y yo te avisare una vez que tenga la información de tu partida para esta noche. ¿Te suena bien? "
– ”Sí. Tú sabes cómo encontrarme."
El murmullo de una voz femenina aterciopelada, suave por el sueño, fue llevada vagamente a través del receptor.
"¡Ah, infiernos, Gid. No me digas que estás en la cama con Savannah!”
"Yo lo estaba", respondió él, remarcando con fuerza en el tiempo pasado. "Ahora que ella está despierta, dice que se va a lanzar hacia una ducha caliente y una taza de café fuerte."
Nikolai gimió. "Mierda. Dile que lo siento por la interrupción".
"Oye, bebe," Gideón llamo a su amada compañera, unidos por el lazo de sangre hacia aproximadamente unos treinta y tantos años. "Niko dice que él lo siente por ser un bastardo tan grosero y por despertarte a estas horas tan inoportunas". "Gracias", murmuró Niko.
"Eres bienvenido".
"Me reportare contigo de nuevo desde el avión que me lleve a casa."
"Me parece bien," dijo Gideon. En ese momento, con Savannah colocada a un lado: "¿Oye, Amor?: Niko quiere que yo le diga que esta por colgar. Él dice que usted debe regresar a la cama y me permita a mí violarlo a él lentamente desde su inteligente y hermosa cabeza hasta sus deliciosos pequeños dedos de los pies." Nikolai se rió entre dientes. "Suena divertido. Pónganme en el altavoz para poder escuchar por lo menos."
Gideon resopló. "Ni lo pienses. Ella es toda mía."
"Bastardo egoísta", "arrastro las palabras Niko sarcásticamente. "Ya te veré más tarde." "Bien, hasta más tarde. ¿Y Niko sobre la situación de Yakut? En serio. ¿Ni se te ocurra pensar ser un vaquero, ok? Tenemos cuestiones más importantes con las que lidiar que tratar de acorralar a un Gen uno suelto. No es nuestra área, sobre todo no está bien ahora".
Cuando Niko inmediatamente no estuvo de acuerdo, Gideón se aclaró la garganta. "Tu silencio exactamente no me da una cálida tranquilidad, mi hombre. Necesito saber que tú me estás escuchando en esto."
"Sí", dijo Nikolai. "Estoy escuchándote. Te veré Boston más tarde esta noche."
Niko cerró su teléfono celular y lo deslizo de vuelta en su bolsillo.
Por mucho que le irritara pensar hacerse de la vista gorda hacia Yakut y sus enfermos actividades, él sabía que Gideón tenía razón. Lo que es más, él sabía que el líder de la Orden, Lucan, así como el resto de los guerreros en el complejo de Boston iban a decirle la misma cosa a él.
Olvídate de Sergei Yakut, al menos por el momento. Eso era lo mas sabio, la cosa más inteligente que podía hacer.
Y mientras él estaba en ello, sería prudente olvidarse completamente de Renata también. Ella tenía hecha su cama, después de todo. El hecho de que ella evidentemente la había hecho con una sádica sabandija como Sergei Yakut no era ningún asunto de Nikolai en absoluto. La hermosa, doncella de hielo Renata no era su problema, estaba bien alejado de ella.
Bien separado de todo el nido de víboras que él había descubierto en los dominios de Yakut.
Sólo unas pocas horas más para matar antes del anochecer, y entonces el podría dejar todo esto detrás de él.
Ella nunca se había acostumbrado a dormir durante las horas de luz del día, no en los dos años completos que ella había estado viviendo al servicio de un vampiro. Renata estaba en su cama, inquieta, incapaz de relajarse y cerrar sus ojos ni siquiera por unos pocos minutos. Ella se revolvió y dio vuelta colocándose sobre su espalda dejando escapar un suspiro, con su mirada fija hacia arriba en las vigas de madera.
Pensando en el guerrero… Nikolai.
Él se había marchado desde hacia varias horas, hace casi medio día entero, pero aún ella todavía sentía el peso de su desprecio presionandose sobre ella. Odiaba que el hubiese visto a Yakut alimentándose de ella. Le había sido difícil fingir que no estaba avergonzada cuando el sostuvo su mirada desde el otro lado de la habitación. Ella había intentado no parecer afectada, desafiante. Aunque dentro de ella había estado temblando, su pulso martillando casi fuera de control.
Ella no hubiese querido que Nikolai la viera así. Aún peor que él hubiese ilustrado los brutales crímenes de Yakut y claramente sus pensamientos fueron a que ella era parte de ellos también. Ella no podía lograr extinguir, la acusatoria mirada que él le había proporcionado de su cabeza.
Eso era ridículo.
Nikolai era de la Raza, como Yakut. Él era un vampiro, al igual que Yakut. Como Yakuto, Nikolai tenía que alimentarse de humanos para sobrevivir. Incluso con su limitado conocimiento de la Raza, Renata sabía que el beber de seres humanos era la única forma en que la Raza podía obtener su alimento. No aprovechaban utilizar los amigables vampiros los bancos de sangre donde ellos podrían recoger un litro de O-negativo para el camino. No los animales depredadores en calidad de un sustituto de la verdadera cosa.
Sergei Yakut y todo el resto de la Raza compartían el mismo impulso de sed: la necesidad de los glóbulos rojos de los Homos Sapiens, tomados directamente de una vena abierta.
Ellos eran salvajes-letales que resultaban parecer humanos la mayor parte del tiempo, pero que en su corazón – o en su alma, si es que en ellos todavía existía un poco de su humanidad. ¿Por qué ella debería pensar que Nikolai era diferente de lo que la rodeaba a ella.
Pero él había parecido diferente, aunque fuera sólo un poco.
Cuando ella había discutido con él en la perrera-, cuando la había besado, por Dios bien- él en realidad había parecido notablemente muy diferente a los demás de su Estirpe que ella conocía. No como Yakut. Ni tampoco como Lex.
Que probablemente sólo demostraba que ella es una tonta.
Y que ella era débil también. Con que otra cosa se podía explicarse el desgarrador deseo que ella sentía hacia Nikolai ¿Èl la podría haber sacado fuera de este lugar cuando él se había marchado hoy?
Ella a menudo no se permitía caer en esperanzas vanas, o perder el tiempo imaginando cosas que nunca podrían llegar a pasar. Pero había habido un momento… un breve momento, egoísta cuando ella se imagino a sí misma arrancada de la presa irrompible de Sergei Yakut.
Por un instante sin restricciones, ella se pregunto qué podría tener ganas de hacer cuando estuviera libre de él, libre de todo lo que la mantenía allí… y eso se había sentido glorioso.
Avergonzada por sus pensamientos, Renata balanceo sus piernas hacia un lado de la cama para quedar sentada. Ella no podía quedarse allí durante un minuto más, no mientras su estuviera girando con pensamientos que no le haría ningún bien en absoluto.
La verdad del asunto era, que esta era su vida. El mundo de Yakut era su mundo, el recinto y sus muchos secretos grotescos eran su realidad inamovible. Ella no se compadecía a si misma, nunca lo había hecho. No en el orfanato del convento en todos aquellos años cuando era una niña, ni en el día en que ella fue arrojado de su casa con las Hermanas de la Benevolente Misericordia a la edad de catorce años y obligada a marcharse para siempre.
Ni aun en la noche, hacia únicamente dos veranos atrás, cuando ella fue arrancada de las calles en Montreal, y traída con un grupo de otras personas asustadas a los corrales de espera cerrados con llave en el granero dentro de la propiedad de Sergei Yakut.
Ella no había derramado ni una sola lagrima de auto-compasión en todo este tiempo. Ella estaba segura como el infierno que no estaba a punto de comenzar ahora.
Renata se levantó y salió de su modesta habitación. La casa principal estaba en silencio a esta hora, las pocas ventanas del lugar estaban cerradas completamente para desterrar los letales rayos del sol. Renata quitó la barra de hierro gruesa de la puerta exterior y salió andando hacia una gloriosa tarde de verano, cálida y brillante.
Ella se dirigió directamente al edificio de la perrera. Entre todo el drama que se había producido la última noche, tan solo con Nikolai y durante el tiempo después, ella se había olvidado completamente que sus laminas estaban afuera. Él negligente descuidado la molestaba. Ella nunca alejaba las dagas de su posesión. Ellos formaban parte de ella ahora, como lo habían sido el día en que las había tomado. "Estúpida, estúpida", se susurraba a sí misma mientras entraba en la antigua perrera y miró hacia el poste donde ella esperaba encontrar la lamina incrustada que ella había arrojado a Nikolai.
No estaba allí.
Un grito se deslizó por delante de sus labios, de incredulidad y de angustia.
¿Se había llevado el guerrero sus láminas para sí mismo? ¿Si él jodido se las había robado?
"Maldita sea. No"
Renata irrumpió a través del pasillo central del edificio… y entonces hizo una abrupta parada cuando ella llego a la parte posterior del lugar y sus ojos se posaron en el rollo grande de paja cerca del poste de madera con cicatrices.
Cuidadosamente doblado encima de ella y colocada perfectamente a lado del par de zapatos que ella había dejado atrás anoche estaba también la envoltura de seda y terciopelo que contenía sus dagas atesoradas. Ella lo tomo, sólo para tranquilizarse a sí misma de que la funda de tela no estaba vacía. Cuando sintió su peso familiar colocado en su palma – no pudo contener su sonrisa. Nikolai. Él había cuidado de las dagas por ella. Recogiéndolas, envolviéndolas, y dejándolas aquí para ella como si él supiera lo mucho que significaba para ella.
¿Por qué haría él esto? ¿Qué esperaba él que su bondad le comprara? ¿Pensaba en verdad que su confianza podría originarse tan fácilmente, o era justamente la espera de otra oportunidad de imponerse a él del mismo modo que lo había hecho con aquel beso?
Ella realmente no quería pensar en los besos de Nikolai. Si pensaba en su boca sobre la suya, entonces ella tendría que admitir para sí misma que como tan inesperado y sin invitación, había sido el beso a la fuerza era apenas culpable de que esto hubiese ocurrido.
Pero la verdad era, que ella lo había disfrutado.
Santa María, pero sólo de pensar en él ahora se encendía un calor lento, líquido en su corazón.
Ella había deseado más de él, a pesar de que cada instinto de supervivencia en su cuerpo le había estado gritando para que se alejase de él, y escapara rápidamente. Ella tenia hambre de él en ese momento y ahora. Quemando por él, en un lugar que ella había pensado que estaba completamente congelado y muerto. Y que la pequeña admisión que comento él acerca de lo dicho por Mira – la implicación de todo – en lo que él había visto en los ojos de la niña de alguna forma podría envolver a Renata y a él íntimamente juntos, era aún más inquietante. Gracias a Dios él se había ido.
Gracias a Dios que él nunca volvería probablemente después de lo que había descubierto aquí.
Había pasado mucho tiempo desde que Renata se hubiese puesto de rodillas a rezar. Ella no se arrodillaba ante nadie más, ni siquiera ante Yakut en su peor momento, pero ella inclinaba su cabeza ahora y le pedía el cielo mantuviese a Nikolai lejos de este lugar.
Lejos de ella.
Ya no estaba con ánimo para entrenarse, sobre todo cuando los recuerdos de lo que había pasado aquí anoche todavía estaban recientes y nadando sobre su cabeza, Renata tomo sus zapatos y caminó de regreso a la casa. Ella entró, moviendo la barra de la puerta, luego se dirigió al pasillo que conducía a su habitación y lo que esperaba era tener al menos algunas horas de sueño. Ella se dio cuenta de que había algo fuera de lugar, incluso antes de que notara que la puerta de Mira no tenía puesto el pestillo.
Ninguna luz estaba encendida en la habitación de la niña, pero ella estaba despierta. Renata escucho su suave voz en la oscuridad, quejándose de que tenía sueño y no quería levantarse. ¿Más pesadillas? Renata se pregunto, sintiendo una punzada de compasión por la niña. Pero entonces, otra voz siseo entre dientes sobre las protestas aturdidas de Mira, esta frío y áspera, cortada con impaciencia. "Deja de lloriquear y abre tus ojos, pequeña perra."
Renata presiono su mano contra la puerta artesonada y la empujo ampliamente. "¿Qué diablos piensas tu que estás haciendo, Lex?"
Él estaba inclinado sobre la cama de Mira, los hombros de la niña atrapados con un agarre hiriente. Su cabeza giró alrededor cuando Renata entró en la habitación, pero él no dejo ir a Mira. "Tengo necesidad del oráculo de mi padre. Y yo no estoy bajo las ordenes de usted, sea amable y lárguese de joder de aquí".
"Rennie, él me está haciendo daño en mis brazos". La voz de Mira era diminuta, atenazada por el dolor.
"Abre los ojos", Lex le gruñó a ella. "Entonces tal vez deje de hacerte daño".
"Quita tus manos de ella, Lex." Renata se paro al pie de la cama, con las láminas enfundadas con su peso tentador a su alcance. "Hazlo. Ahora”.
Lex se mofó. "No hasta que yo haya terminado con ella."
Cuando él le dio a Mira una sacudida fuerte, Renata soltó una ráfaga de furia mental. Era sólo un hilo de energía, sólo una fracción de lo que ella podía darle, pero Lex aulló, su cuerpo se sacudió como si él hubiera sido golpeado por unos pocos miles de voltios de electricidad. Se tambaleó hacia atrás, dejando caer a Mira y alejándose de la cama, plantado su culo en el suelo.
"¡Perra!" Sus ojos despedían fuego ámbar, sus pupilas fragmentadas fuertemente en su centro. "Yo debería matarte por esto. ¡Debería matar a la pequeña mocosa y a ti- a ambas!"
Renata lo golpeó de nuevo, otra pequeña muestra de agonía. Él se dejó caer, agarrándose la cabeza y gimiendo con la segunda ráfaga debilitante. Ella esperó, mirando como él trabajaba para juntarse en una postura desgarbada en el suelo. El no representaba ninguna amenaza para ella como estaba ahora, pero en algunas horas él estaría recuperado y ella iba a estar vulnerable. En ese momento ella podría tener una pequeña pena que pagar.
Pero por el momento, Mira ya no era del interés de Lex, y eso era todo lo que importaba. Lex la fulmino con la mirada cuando él se arrastró hasta sus pies. "¡Fuera de mí… camino… maldita… puta!"
Las palabras estaban sofocadas, farfulladas entre sus jadeos mientras él torpemente se dirigía hacia la puerta abierta. Cuando él estuvo fuera de vista, con sus pasos arrostrándose a lo largo del pasillo exterior, Renata fue a lado de la cama de Mira y la hizo callar suavemente.
"¿Estás bien, muchacha?"
Mira asintió. "No me gusta él, Rennie. Él me asusta."
"Lo sé, cariño." Renata presiono un beso en la frente de la niña. "Yo no voy a dejarlo que te haga daño. Estás a salvo conmigo. Esa es una promesa, ¿entendido?" Otro gesto de asentimiento, más débil esta vez mientras Mira dirigía hacia atrás la cabeza de regreso a la almohada y exhalaba un suspiro soñoliento. "¿Rennie?" -ella le preguntó en voz baja.
"Sí, ratón?"
"No me abandones nunca, ¿si?"
Renata se quedó mirando fijamente a la pequeña cara inocente en la oscuridad, sintiendo a su corazón oprimiese fuertemente en su pecho. "No voy a abandonarte, Mira. Jamás… justamente como lo prometimos"