CAPÍTULO VEINTE

Traducido por Xhiamara


Nikolai estaba en medio de una conversación por celular cuando Renata salió del baño de su larga y muy necesitado remojón. Ella evidentemente se había dormido en la tina en algún punto porque la última cosa que recordaba era escuchar la voz de Jack en el garaje del apartamento después de que Nikolai había salido para conocerlo, y no había ninguna señal de él ahora. Se detuvo dentro del cuarto, con el pelo húmedo en los extremos y que se pegaba a su cuello, su cuerpo envuelto en una toalla que Nikolai le había dado.

Estaba aturdida y adolorida, todavía demasiado caliente, pero el baño con agua fría había sido justo lo que necesitaba. El beso de Nikolai tampoco había estado nada mal tampoco.

Hablando bajo, en un tono confidencial, la miró desde donde estaba sentado a caballo en una silla plegable, cerca de una mesa de juego en el centro de la sala, sus ojos azul claro haciendo una rápida pero completa exploración de la cabeza a los pies de su cuerpo. Había un calor inconfundible en esa breve mirada, pero él era todo negocios al teléfono con lo que solo podía asumir que era la Orden en Boston. Renata escuchaba como les ofrecía un recuento eficiente de la circunstancia del asesinato de Yakut, y la clara alianza de Lex con Fabien, la desaparición de Mira, y la contenida facilidad de escape que habían llevado a Nikolai y a Renata al refugio de Jack temporalmente.

Por el sonido de este, el macho al otro lado de la línea- Lucan, ella escucho a Nikolai llamarlo así- estaba preocupado por su seguridad y alegre de que ambos estuvieran en una sola pieza, también no tan contento de que estuvieran completamente a merced de un humano. Ni decir de que Lucan estuviera entusiasmado por el hecho de que Nikolai estaba hablando de ayudar a Renata a localizar a Mira. Ella podía escuchar la vox profunda al final de la otra línea gruñendo sobre “problemas de compañeras de raza” y “objetivos de la misión actual” como si los fueran mutuamente exclusivos.

La maldición como respuesta cuando Nikolai añadió que Renata se estaba sanando de una herida de bala era audible a través de todo el cuarto.

“Ella es fuerte,” dijo, mirándo hacia ella ahora, “pero ella se llevó un fuerte golpe en su hombro y no se ve muy sano. Sería buena idea que alguien los recogiera, y tomar a Renata bajo la protección de la Orden hasta que todo se calme aquí.”

Renata miraba con desaprobación y dio una sacudida de su cabeza. Gran error. Incluso ese pequeño zarandeo hizo que su visión nadara, y era lo único que podía hacer antes de dejarse caer sobre la cama antes de que sus piernas colapsaran debajo de ella. Se dejo caer sobre el colchón, luchando contra un círculo vicioso de ola de calor frío.

Trató de ocultar su miseria de Nikolai, pero la mirada que le dio le dijo que no pretendiera que no estaba en buen estado.

“Gideon todavía no tiene nada de Fabien?”- preguntó, levantándose para pasear por el cuarto. Escucho por un minuto, después exhalo un suspiro. “Mierda. No puedo decir que me sorprende. Apestaba a político. Así que tuve la sensación que el cabrón estaba bien conectado. Qué más tenemos?”

Renato contuvo la respiración en el silencio que se extendió. Se podía ver que las noticias al otro extremo de la línea no eran buenas.

Nikolai dejó escapar un profundo suspiro y se pasó la mano por el pelo. “Cuánto tiempo cree Gideon que nos tomará indagar en los archivos restringidos y obtener su dirección? Mierda, Lucan, no estoy seguro de que deberíamos esperar tanto tiempo, teniendo en cuenta – Sí, te oigo. Tal vez, mientras que Gideon hackea en ello le haré una visita a Alexei Yakut. Podría apostar mi huevo izquierdo que Lex sabe dónde encontrar a Fabien. Diablos, no me cabe duda de que Lex ha estado ahí una vez o dos el mismo. Estaría encantado de sacarle la información, después le haré frente a Fabien personalmente.”

Nikolai escucho por un momento antes de gruñir una maldición en voz baja. “Si, claro, yo sé… por mucho que quiera hacerle pagar a ese hijo de puta, tienes razón. No podemos arriesgarnos a asustar a Fabien antes de tener una sólida ventaja sobre sus vínculos con Dragos.”

Renata miró a tiempo para tomar la mirada sombría de Nikolai. Ella lo esperó a que añadiera que nada era más importante que garantizar la seguridad de Mira y el rastrear al vampiro que la retenía. Ella espero, pero esas palabras nunca dejaron sus labios.

“¡Sip!,” murmuró. “Que me llame cuando sepa algo. Voy a salir esta noche y hacer algo de reconstrucción de este lado también. Veré si consigo algo útil. Estaré en contacto.”

Terminó la llamada y dejó el celular en la mesa de cartas. Renata lo miró mientras se acercaba a la cama y si agachaba en frente de ella.

“Cómo te sientes?”

El extendió su mano como si fuera a checar su hombro- tal vez simplemente a acariciarla, pero Renata se apartó de ella. No podía sentarse allí y actuar como si sintiera solo un poco confundida y molesta en este momento. Traicionada, incluso, ridícula al haber pensado que pudiera contar con el en primer lugar.

“Ayudó en algo el agua fría a la fiebre?” preguntó, con el ceño fruncido. “Todavía luces pálida y temblorosa. Aquí, déjame echar un vistazo-”

“No necesito tu preocupación,” dejo salir. “Y no necesito tu ayuda tampoco. Olvídate de que la pedí. Solo… olvida todo. No me gustaría que mis problemas interfieran con ninguno de los objetivos de tu actual misión.”

Su ceño fruncido se profundizó. “De qué estas hablando?”

“Tengo mis prioridades, y tu claramente tienes las tuyas. Sonó como si tu compañero Lucan tuviera la última palabra.”

“Lucan es uno de mis hermanos de – armas. Además el es el líder de la Orden, así que sí, se ha ganado el derecho de tener la última palabra cuando se trata de asuntos de la Orden.” Nikolai se puso de pie, cruzando los brazos sobre su pecho. “Algo grande esta por venir, Renata. El asesinato de Yakut fue solamente una pequeña parte de eso, y el no fue el primero. Ha habido varios asesinatos de Gen Uno que han tenido lugar en los Estados Unidos y en el extranjero. Alguien los ha estado sacando a los más viejos en silencio, los miembros más poderosos de la Raza.”

“Para qué?” Lo miró, curiosidad contra su voluntad.

“No estamos seguros. Sin embargo, creemos que todo se relaciona a un solo individuo, a un muy peligroso segunda-generación macho de la raza llamado Dragos. La Orden lo sacó de su escondite hace unas semanas, pero se las arregló para huir de nosotros. Ahora está escondido otra vez. El hijo de puta ha estado mintiendo bajo nuestras narices. Cualquier cosa que descubramos y que nos acerque a él es importante. Tiene que ser detenido.”

“Sergei Yakut mató docenas de seres humanos- solo por deporte,” Renata señaló. “Por qué tu o el resto de la Orden no lo pararon?”

“Hasta hace poco, nosotros no sabíamos donde encontrarlo, mucho menos sabíamos de sus actividades extracurriculares. Incluso si hubiéramos sabido, el es un Gen Uno, y por mucho que lo odiemos, la Orden no hubiera sido capaz de detenerlo por un montón de mierda burocrática en nuestro camino."

Los pensamientos de Renata se oscurecieron, volviendo al tiempo que había vivido bajo el control de Yakut. “Había veces en las que Yakut bebía de mí… cuando me usaba por mi sangre, veía algo monstruoso en él. Quiero decir, se lo que era- lo que son todos los de su especie. Pero de vez en cuando, veía en sus ojos y lo juro no había humanidad en él. Todo lo que podía ver en su mirada era algo verdaderamente malvado.”

“El era Gen Uno,” Nikolai dijo como si eso lo explicara. “Solo la mitad de sus genes son humanos. La otra mitad son algo… más.”

“Vampiro,” murmuró ella.

“De otro mundo,” dijo Nikolai corrigiendo.

La miró mientras lo decía y Renata tenía el brusco impulso de reír. Pero ella no podía, no cuando su expresión era tan grave. “A Lex le gusta jactarse de que él es hijo de un rey conquistador de otro mundo. Siempre supuse que era mierda. Me estás diciendo que lo que el dijo es realmente cierto?”

Nikolai se burló. “Un conquistador, si, pero un rey, no. Los ocho ancianos que llegaron hace miles de años y padres de hijos con mujeres humanas eran salvajes sedientos de sangre, violadores… criaturas mortales que diezmaban ciudades entras. La mayoría de ello fueron eliminados por la Orden en la Edad Media. Lucan condujo la misión contra ellos después de que su madre fuera asesinada por la criatura que lo engendró.”

Renata solo escuchaba ahora, demasiado sorprendida para preguntar todas aquellas preguntas que se arremolinaban en su cabeza.

“Como resultado,” Nikolai añadió, “uno de los ancianos sobrevivió a la guerra de la Orden contra ellos. Fue escondido por uno de sus hijos- un vampiro Gen Uno llamado Dragos. Tenemos buenas razones para creer que el Anciano sigue vivo hoy y que el último hijo sobreviviente de Dragos, su tocayo y el bastardo que intentamos detener, solo esta esperando una oportunidad para liberarlo en el mundo.”

“Hace dos años estaba segura que los vampiros no existían realmente. Sergei Yakut me hizo cambiar de opinión. El me demostró que no solo existen los vampiros, sino que son más temibles y peligrosos que cualquier cosa que yo hubiera visto en libros o películas. Ahora me estás diciendo que hay aún algo peor que él allí afuera?”

“No estoy tratando de asustarte, Renata. Solo creo que deberías saber los hechos. Todos ellos, Estoy confiando en ti con eso.”

“Por qué?”

“Porque quiero que entiendas,” el dijo, las palabras demasiado gentiles.

Como si se estuviera disculpando con ella de alguna forma.

Renata levantó la barbilla, una frialdad parecía haberse establecido en su pecho. “Quieres que entienda… qué? Que la vida de una niña desaparecida no significa nada en comparación con esto?”

Maldijo por lo bajo entre dientes. “No, Renata-”

“Está bien. Ahora lo entiendo, Nikolai.” No podía mantener la amargura de su voz, ni siquiera cuando estaba luchando por absorber todas las cosas sorprendentes que acababa de oir. “Hey, no es gran cosa. Después de todo, tu nunca has estado de acuerdo conmigo para nada y estoy acostumbrada a ser defraudada. ¿La vida apesta, verdad? Es bueno saber dónde estamos ambos antes de dejar las cosas ir más lejos.”

“Qué está pasando aquí, Renata?” Miró hacia ella, con una mirada muy penetrante, como si pudiera ver a través de ella. “¿Es esto realmente sobre Mira? O estas molesta por lo que ha pasado entre nosotros?”

Nosotros. La palabra clavada en su cerebro como un objeto extraño. Se sentía tan desconocido, tan peligroso. Demasiado íntimo. Nunca había habido un “nosotros” para Renata. Siempre había dependido solamente de ella, sin pedir nada a nadie. Era más seguro de esa forma. Más seguro ahora también.

Había roto su propia regla cuando había ido tras Nikolai para pedirle ayuda al buscar a Mira. Mira a lo que la había llevado: una herida de bala infectada, tiempo crucial perdido, y ni un paso cerca de encontrar a Mira. De hecho, ahora esa palabra estaba ciertamente fuera de su complicidad en la fuga de Nikolai de la custodia de Fabien, ella se quedó con muy pocas esperanzas de acercarse a los vampiros que la tenían. Si Mira estaba en peligro antes, Renata tal vez había hecho las cosas peor para la niña.

“Tengo que salir de aquí,” dijo inexpresiva. “Ya he perdido mucho tiempo. No podría soportar si algo le pasa a esa niña por mi culpa.”

Preocupación y frustración la hizo levantarse de la cama. Se puso de pie- demasiado rápido.

Antes de que se pudiera alejar dos pasos de Nikolai, sus rodillas flagearon. Su visión se oscureció por un segundo y de repente se estaba hundiendo hacia adelante. Sintió unos brazos fuerte sosteniéndola, la voz tranquila de Nikolai junto a su oído mientras la cogía y la levantaba sobre la cama.

“Deja de pelar, Renata,” dijo él, mientras salía de su debilidad y parpadeaba. Posicionado sobre ella, recorrió con la punta de sus dedos a lo largo del lado de su cara. Tan tierno, relajado. “No necesitas correr. No necesitas pelear… no conmigo. Estas a salvo conmigo, Renata.”

Quería cerrar sus ojos y encerrar sus gentiles palabras. Estaba tan asustada de creerle, de confiar. Y se sentía tan culpable de aceptar su comodidad sabiendo que una niña podría estar sufriendo, probablemente llorando por ella en la oscuridad y preguntándose por qué Renta había roto su promesa.

“Mira es todo lo que me importa,” susurró. “Necesito saber que ella esta a salvo, y que siempre lo estará.”

Nikolai dio un asentimiento solemne. “Se lo mucho que ella significa para ti. Y se lo difícil que es para ti el pedir ayuda a alguien. Jesucristo, Renata… conscientemente arriesgaste tu vida para sacarme del instalación de encarcelamiento. Nunca seré capaz de pagarte lo que hiciste.”

Volvió la cabeza sobre la almohada, incapaz de soportar su penetrante mirada. “No te preocupes, no me estás obligado a nada conmigo. No me debes nada, Nikolai.”

Dedos calientes se deslizaron a lo largo de su mandíbula. El tomó su barbilla en la palma de su mano y gentilmente guió su cara de nuevo a él. “Te debo mi vida. De donde vengo, eso no es una cosa pequeña.

La respiración de Renata se detuvo mientras lo miraba a los ojos. Se odiaba por la esperanza que encendía su corazón, la esperanza de que ella no estaba realmente sola en estos momentos. Esperanza de que este guerrero le aseguraría que todo saldría bien, y que no importaba que monstruo tuviera a Mira, la encontrarían, y que ella estaría bien.

“No dejare que le paso algo a Mira,” el dijo, forzándola a que sostuviera su mirada. “Tienes mi palabra en eso. No voy a dejar que nada te pase a ti tampoco, por lo cual voy a buscarte atención médica en cuanto oscurezca.”

“Qué?” Ella trató de levantarse e hizo una mueca por la punzada de dolor. “Estaré bien. No necesito un doctor-”

“No estás bien, Renata. Te pones peor cada hora.” Su expresión era grave mientras veía la herida punzante en su hombro y de regreso a sus ojos. “No puedes continuar así.”

“Sobreviviré,” insistió. “No me daré por vencida ahora, cuando la vida de Mira esta en juego.”


“¿Tu vida también está en juego. Entiendes?” Sacudió su cabeza y murmuró algo oscuro y desagradable por lo bajo. “Podrías morir si esa herido no es tratada. No dejaré que eso suceda, eso significa que tienes una cita con la sala de emergencia más cercana esta noche.”

“Qué hay de la sangre?” Ella vio como cada musculo en el cuerpo de Nikolai se tensaba en el momento en que las palabras dejaron sus labios.

“Que pasa con eso?” el preguntó, su voz neutra, ilegible.

“Me preguntaste si alguna vez había tomado la sangre de Sergei. Estaría sanada ahora si lo hubiera hecho.”

Levantó los hombros en gesto vago, pero la tensión en su gran cuerpo permanecía. Cuando levantó su mirada hacia ella, había destellos de fuego color ámbar en el azul invernal de su iris. Sus pupilas se estrecharon cuando él la miró.

“¿Estaría curada ahora si el me hubiera dado de su sangre, Nikolai?”

“¿Me estás pidiendo eso?”

“¿Si lo estuviera, me la darías?”

Él exhalo entrecortadamente, y cuando sus labios se separaron para tomar otro aliento, Renata vió las puntas filosas de sus colmillos. “No es una pregunta sencilla como tal vez piensas,” replicó, un tono áspero en su voz. “Estarías ligada a mí. De la misma manera que Yakut estaba ligado a ti a través de tu sangre, tu estarás ligada a mí. Me sentirás en tu sangre. Serás consciente de mi siempre, y no puede ser deshecho, Renata – no inclusive si bebes de la vena de otro macho de Raza. Nuestro lazos estarán por encima de cualquier otro. No puede ser destruido, no hasta que uno de los dos este muerto.”

Esto no era una cosa pequeña; ella entendía eso. Diablos, ella difícilmente creía que pudiera estar considerando todo eso. Pero muy adentro, loca como pudiera estar, confiaba en Nikolai. Y realmente no le importaba el costo para ella. “¿Si hacemos esto, seré capaz de salir caminado esta noche y buscar a Mira?”

Su mandíbula se apretó lo suficiente para que un musculo de su mejilla quedara tirante. El la miró, sus rasgos más salvajes por el momento. Poco a poco, el azul de sus ojos fue envuelto por el resplandor del fuego.

Cuando parecía que no le iba a contestar, Renata extendió su mano y la puso firmemente sobre su brazo. “¿Tu sangre me sanaría, Nikolai?”

“Si,” dijo él, la palabra sono atrapada en su garganta.

“Entonces quiero hacerlo.”

Mientras le sostenía la mirada en un silencio intenso, pensó en todas las veces en las que Sergei Yakut se había alimentado de sus venas, cuan degradada y usada se sentía… se revolvía por la idea de que había alimentado a algo tan cruel, un ser monstruoso. Nunca había considerado el tomar alguna parte adentro de ella, ni siquiera cuando se hubiera tratado de su propia sobrevivencia. Eso hubiera matado una pieza de su alma al poner por su voluntad su boca en el cuerpo de Yakut. Para beber de él? Ni siquiera estaba segura que su amor por Mira pudiera superar algo tan vil como eso.

Pero Nikolai no era un monstruo. Era honorable y justo. Era tierno y protector, un hombre que se sentía más y más un compañero para ella en este viaje incierto. Era su mejor aliado ahora mismo. Su más grande esperanza para recuperar a Mira.

Y más profundamente aún, en un lugar como toda mujer, con necesidades y deseos que ella apenas se atrevía a examinar muy de cerca, anhelaba el saborear a Nikolai. Lo anhelaba más de lo que tenía derecho.

“¿Estas segura, Renata?”

“Si me das tu sangre, entonces si,” dijo. “Quiero tomarla.”

En un largo silencio que siguió, Nikolai se echó hacia atrás de ella en la cama. Ella vio como se desabrochaba la gran camisa, esperando por ella con incertidumbre- su aprensión- empeorando. Eso no pasó. Mientas Nikolai se quitaba la camisa y se sentaba delante de ella- con el torso desnudo, sus dermoglifos pulsando, cada arco y curva saturados con variedad de sombras en colores rojo oscuro, no se sentía inquieta para nada. Cuando se arrastró hacia ella y levantó su brazo derecho a su boca, mostrando los enormes colmillos, entonces los hundió en su muñeca, no sentía ni siquiera un poco de temor.

Y cuando, en ese momento, puso sus puntos sangrantes justo a sus labios y le dijo que bebiera, no tenía ninguna inclinación por rechazarlo.

La primer probada de la sangre de Nikolai en su lengua fue un shock.

Ella esperaba ser arrastrada por el amargo sabor cobre, pero en su lugar probó especias y un poder que se esparció a través de ella como electricidad líquida. Podía sentir su sangre bajando por su garganta, por cada fibra de su cuerpo. Luz se filtraba en sus miembros desde adentro, y el dolor de su hombro herido se redujo cuando obtenía mas de Nikolai sanando sus fuerzas desde adentro.

“Eso es,” él murmuro, sus dedos acariciando su cabello húmedo quitándolo de su mejilla. “Ah, Cristo, eso es, Renata… bebe hasta que sientas que es suficiente.”

Succionó fuerte y largo de su vena, con un instinto que nunca había sabido que tenía. Se sentía bien el beber de Nikolai así. Se sentía más que bien… se sentía increíble. Mientras más tomaba de él, más viva se sentía. Cada terminación nerviosa parpadeó como si un interruptor hubiera sido puesto en su centro.

Y mientras el continuaba acariciándola, alimentándola y sanándola, Renata comenzó a sentir una nueva sensación de calor creciendo rápidamente en su interior. Gimió, arrastrada por una ola de lava fundida que atravesaba sobre ella. Se retorcía, y sabía sin ningún error lo que esto era… deseo. Un deseo que había estado tratando de negar desde que conoció a Nikolai, y que ahora aumentaba queriendo consumirla.

No podía resistirse para succionar más fuerte.

Necesitaba más de él.

Necesitaba todo de él, y lo necesitaba ahora.

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