Traducido por Laura
Estaba completamente oscuro cuando Niko y Renata llegaron a las coordenadas que Gideon había proporcionado de la finca de Edgar Fabien al norte. El líder Darkhaven evidentemente poseía un pedazo considerable de terreno boscoso, lo suficientemente lejos lejos de Montreal para que la zona de alrededor permaneciera ampliamente sin explotar: acre tras acre de enormes coníferas y zones verdes, sin un alma viva a la vista excepto por el ocasional venado o alce americano que se erguía con el primer aroma del pesadamente armado vampiro arrastrándose a través de su santuario natural.
Nikolai había estado corriendo solo para reconocer la zona durante los últimos pocos minutos. Una casa de dos plantas hecha de troncos y piedra estaba metida en una gruesa esquina del bosque. Un estrecho paseo sin pavimentar, apenas lo suficientemente ancho para un vehículo, cortaba un sendero serpenteante a través de los árboles en la parte delantera de la casa. Niko saltó ese paseo desde el cobijo de los bosques, tomando nota de los dos agentes de la ley vestidos como SWAT, posteados en medio del camino y los tres grandes Humvees aparcados en formación de única fila justo afuera de la puerta principal de la zona. Tres guardias vampiros más, rifles M16 a punto, cubrían la entrada. Los lados este y oeste estaban también bajo vigilancia con un centinela armado.
Aunque no figuraba que ellos dejarían la parte trasera del lugar vulnerable a infiltraciones, Niko se movió alrededor de ese camino para hacerse una idea de la extension del terreno. El oyó la suave capa de agua incluso antes de ver el tranquilo lago y el muelle vacío en la orilla unos trescientos metros detrás de la casa. En la parte trasera del lugar otro duo de agentes de la ley permanecía de guardia.
Maldita sea.
Entrar en el emplazamiento para coger a Fabien no iba a ser fácil. A menos que el y la Orden pasaran por encima, si ellos querían sacar al socio de Dragos fuera de allí, iban a tener que acribillar a unos cuantos guardias de la agencia en el proceso. Y eso no era ni siquiera considerando el grupo desconocido de vampiros de la raza que habían acompañado al líder del Darkhaven de Montreal aquí anoche. Lllevarse a Fabien esta noche sin muchas bajas civiles podia rayar en lo imposible. Dobla ese cálculo cuando el problema de rescatar a Mira esta añadido a la combinación. Así que, básicamente la red de su reconocimiento era que la mierda era probable a conseguir mucho enredo aquí, no dos días.
Y entonces estaba la situación con Renata.
Una de las cosas más duras que Nikolai había hecho alguna vez era pasar el día completo con ella, sabiendo que el la había engañado. El quería decirla- después de que hicieron el amor, después de que ella le hubiera honrado con el regalo de su sangre y el vínculo completo que ahora les unía eternamente. El había querido decirselo una docena de veces, en una docena de momentos diferentes, pero egoístamente, el mantenía la verdad oculta por su propia protección. El todavía mantenía la esperanza de que ella entendería su cautela- que ella incluso podría estar agradecida de que el la hicier esperar para conocer la ubicación de Mira hasta que e y los otros guerreros tuvieran una oportunidad de resolver una sólida estrategia de evacuación.
Sí, el seguía diciendose eso, porque el no quería considerer otras alternativas.
Alejando el arrepentimiento que perseguía sus pasos y el miedo que seguía amenazando con arrastrarse por detrás de su cuello, Nikolai se movió a un mejor posición de ventaja al abrigo de los bosques. El miró a través de las ramas de pino, mirando a varios de los ocupantes de la casa mientras pasaban por una ventana en la planta baja. El tomó un rápido recuento de personas de los vampiros de la raza encapuchados mientras andaban a zancadas como un grupo hacia otra zona del lugar. Cinco, seis, siete…y entonces otro, este sin la capucha negra cubriéndole.
Oh, Cristo.
Nikolai le conocía. El había visto al hijo d eputa de cerca y personalmente solo unas pocas semanas antes, cuando una mission para la Orden había enviado a Niko a encontrarse con uno de los oficiales de más alto rango en la agencia de la ley. En ese momento, el hombre se atenía a un alias de larga permanencia- uno de los dos falsos nombres que la Orden había destapado no hacía mucho. Ahora ellos conocían al bastardo por su verdadero nombre, el único cuyo traidor padre Gen Uno antes que el lo había llevado también.
Dragos. Maldita…sea.
Durante semanas la Orden había estado investigando exhaustivamente durante incluso el más mínimo minuto para engañar a Dragos, todo sin éxito. Ahora el estaba aquí, tirado enfrente de ellos como un pez en un barril. El cabrón estaba aquí. Y maldita sea, el iba a caer- esta noche.
Niko se tranquilizó de vuelta en el matorral, entonces arrastró el trasero en dirección sur, donde el habia dejado a Renata con su coche deportivo robado de la agencia. El no podía esperar a llamar a Tegan y Rio y darles estas buenas noticias.
La confusion y angustia de Edgar Fabien sobre el debacle de su regalo estropeado para Dragos le sentó como un espectro mientras el y los otros seguían a su recien llegado líder a la sala de conferencias del refugio norte. El sabía que era peligroso, generalmente mortal, para desagradar a Dragos, algo que hubiera evitado muy bien hasta ahora. Pero el tambien sabía- mientras asumía que el resto de los vampiros de la raza se reunían aquí para este encuentro -que Dragos les había comprado a todos ellos juntos por un objetivo específico. Esta iba a ser una noche histórica. Una recompense, Dragos había prometido, durante sus años de sociedad encubierta y lealtad hacia un objetivo común.
Después de tanto tiempo y esfuerzo pasados congraciándose de Dragos durante decadas pasadas, Fabien solo rezaba porque no hubiera arrojado lejos ese desafortunado isntante cerca del muelle.
“Quédate sentado," Dragos les ordenó mientras ellos se presentaban y el tomaba su sitio en frente de la sala de reuniones. El vigilaba mientras Fabien y los otros seis, todos ocultos detrás de sus capuchas negras, ocupaban las sillas que estaban reunidas alrededor del bloque de granito pulido que servía como mesa de conferencias. “Todos nosotros nos reunimos aquí en esta habitación que comparte un interés común- que es el de ser el actual y futuro estado de nuestra raza”.Fabien asintió de acuerdo bajo su capucha, al igual que hicieron el resto de la mesa. "Compartimos un rencor común por la corrupción de nuestras líneas de descendencia por la mancha de humanidad y por la manera codiciosa en que estos en el poder dentro de la raza han elegido para gobernarnos con respeto a la inferioridad humana. Desde que las primeras semillas de la raza fueran sembradas en este planeta, el vampirismo ha degenerado en una gran y disciplente vergüenza. Con cada nueva generación nacida, nuestra descendencia crecía más y más mezclada con humanidad. Nuestros líderes prefieren que nosotros procurábamos ocultarnos del mundo de los Homo sapiens, todos ellos con miedo de ser descubiertos, y enmascarando esa cobardía con leyes y políticas puestas en lugar supuestas para proteger el secreto de nuestra existencia. Hemos estado debilitados por el miedo y el secreto. Ya es hora de que cambiara, y necesitamos un Nuevo y poderoso líder."
Ahora los asentimientos llegaron a ser más vigorosos, los acuerdos murmurados más fervientes.
Dragos comenzó sin prisas enfrente de la sala, sus manos juntas sin apretar a la espalda. “No todos compartis nuestro deseo de cambiar radicalmente los fallos pasados y restaurar la raza a una posición de poder. No todos veis el futuro que nosotros vemos. Algunos dirían que el precio es demasiado alto, los riesgos demasiado grandes. Mil excusas para explicar por qué la raza debería mantener su status quo y no tomar los pasos valientes requeridos para aprovechar el tipo de futuro al que tenemos derecho."
"Oye, oye," Fabien interfirió, ansioso por ese futuro lamiéndole como una llama.
“Estoy encantado de que todos vosotros en esta sala entendáis el hecho de que deben tomarse pasos valientes” dijo Dragos. “Cada uno de vosotros individualmente ha jugado un papel en avanzar nuestra vision a su siguiente nivel. Y lo habeis hecho sin preguntas, sin conocer al otro…hasta ahora. Nuestro propio momento de secretismo ha acabado. Por favor” dijo el, “quitaos vuestras capuchas, y dejadnos comenzar la fase más nueva de nuestra alianza”.
Fabien extendió la mano hacia el paño negro que cubría su cabeza, la inseguridad haciendo a sus dedos dudar. El se detuvo hasta que un par de los otros asistentes se habían quitado sus capuchas antes de encontrar el valor para quitarse la suya.
Por un momento, ninguno de los vampiros de la raza dijo una palabra. Las miradas pasaron alrededor de la mesa, algunos engreídos con reconocimiento de miradas conocidas, otros cautelosos de los extraños que tenían ahora, con esta confesión de malintencionada traición, llegaron a ser sus más profundos aliados. Fabien conocía a varias de la media docena de caras que le devolvieron la Mirada- todos ellos Darkhaven de alto rango u oficiales de la agencia de la ley, algunos de EEUU y otros de fuera.
“Somos un consejo de ocho” anunció Dragos. “Justo como los Antiguos que llegaron aquí hace tanto tiempo. Somos, todos nosotros, segunda generación de hijos para esos poderosos ultramundos. Pronto, una vez el ultimo vampiro Gen Uno sea eliminado, estaremos entre los más ancianos y más poderosos de nuestra raza. Cada uno de vosotros ha ayudado con ese esfuerzo, o proporcionando las ubicaciones de los miembros que quedaban de nuestra primera generación o apoyando la causa con compañeras de raza para llevar las semillas de nuestra revolución”.
“¿Qué hay sobre la Orden?” preguntó uno de los asistentes europeos, su acento alemán era afilado como una cuchilla de afeitar. “Esos dos guereros Gen Uno con los que todavía tenemos que lidiar”.
“Y lo haremos” dijo Dragos sin problemas. “Estaré planeando as altos directos en la Orden muy pronto. Después de su reciente golpe contra mí, será un placer personal enterrar su operación y ver a los guerreros -y a sus compañeras- encontrarse con la muerte.”
Un director de la agencia de la ley de la Costa Oeste de EEUU se inclinó hacia atrás en su silla y arqueó sus cejas castañas. "Lucan y sus guerreros han sobrevivido a otros ataques antes. La Orden ha existido desde la Edad Media. No caerán sin una lucha- una muy dura y sangrienta.”
Dragos se rió entre dientes. "Oh, ellos sangrarán. Y si todo sale como yo espero, pedirán misericordia y no recibirán ninguna. No del poderoso ejército que tendré a mis ordenes.”
"¿Cuándo comenzaremos a crear ese ejército?" alguien más en el grupo preguntó. La sonrisa de Dragos se llenó de malicia. "Comenzamos hace cincuenta años. En verdad, esta revolución comenzó incluso hace mucho más tiempo que eso. Mucho más.”
Todos los ojos estaban clavados en él mientras el paseaba a zancadas hasta un ordenador portátil que el había ordenado a Fabien tener listo en la sala. Mientras el mecanografiaba una orden en el teclado, el gran monitor plano de la sala de conferencias se alzó desde el suelo. Dragos dio más instrucciones y pronto ese oscuro monitor parpadeó, mostrando lo que parecía ser un laboratorio de investigación.
"Un satelite conecta con una de mis fortalezas," explicó, usando el control táctil para controlar la camara al otro lado de la conexión. “Es aqui donde he estado colocando las piezas”. El ojo de la camara vagaba hacia una pared de bidones codíficados criogénicos, después pasó una flota de microscopios, ordenadores, y vasos contenedores de ADN alineados en filas de mesas. En medio de todo este equipo científico estaban varios subordinados vestidos con mascaras y batas de laboratorio blancas.
"Parece un laboratorio de genética," dijo el alemán.
"Así es," contestó Dragos.
"¿Qué tipo de experimentos estás dirigiendo?"
"De todo tipo." Dragos volvió al teclado y tecleó otra secuencia de commandos. La camara de laboratorio se volvió oscura, solo para ser sustituida con otra vista, esta era un angulo en panoramica de un largo corridor alineado con celdas de prisión. Aunque desde la posición de la camara era dificil distinguir algo excepto las más rudimentarias formas, era obvio que las celdas contenían mujeres, algunas de ellas cargadas con niños.
"Compañeras de raza," tomó aliento Fabien. "Debía haber veinte o más allí." "No siempre sobreviven a los procedimientos y pruebas, así que el número tiende a fluctuar," dijo Dragos en tono de conversación. "Pero hemos tenido nuestros éxitos con el proceso de reproducción. Esas mujeres y las que estuvieron antes que ellas están dando a luz al ejército más grande que este mundo jamás conocerá. Una armada de asesinos Gen Uno que están bajo mis ordenes”.
Un silencio tan grande como una capa de invierno cayó sobre la reunión.
"¿Gen Uno?” preguntó el director de la Costa Oeste. “Eso no puede ser posible. Necesitarías a uno de los Antiguos para producir una primera generación de vampiros de la raza. Todos los de otros mundos fueron exterminados por la Orden hace unos setecientos años. El propio Lucan declaró Guerra a todos los Antiguos y vio que ninguno sobrevivió”.
“¿Lo vio?” sonrió Dragos, enseñando las puntas de sus colmillos. “Creo que…no”.
Con unos pocos golpes más de teclado, el mostró la vista de otra camara en la conexión satelite. Esta vez el foco se ubicaba en un gran sala llena de seguridad, que tenía en su centro una celda cilíndrica construida con haces de luz. Los rayos ultravioleta emitiendo desde esa jaula de barras verticales estaban casi parpadeando, incluso en la pantalla.
Y contenía dentro de esa jaula de rayos ultravioleta a una criatura desnuda y sin pelo que de pie mediría dos metros. Su cuerpo desnudo era inmenso, cada pulgada de él cubierto de dermaglifos. El alzó la vista mientras las lentes de la camara zumbaban sobre él desde algún lugar de la habitación. Pupilas y ojos ambar pero devoradas por el fuego que ardía fuera de sus órbitas, reducido con letal conciencia. La criatura salió fuera de su posición de cuclillas y se preparó para atacar, solo para recibir de Nuevo el calor de las barras ultravioleta que le tenían prisionero. Abrió su boca y dejó salir un furioso rugido que no necesitó ser oído para ser entendido.
“Dios mío” más de uno de los asistentes jadeó.
Dragos lanzó una mirada mortalmente sobria sobre el grupo. “Contemplad…nuestra revolución."
El telefono movil de Lex vibró en el centro de la consola del coche deportivo. Renata lo cogió y miró la pantalla digital: Llamada desconocida.
Mierda.
Ella no podía estar segura de si la llamada era para Lex o si era para Nikolai, puesto que el estaba usando el teléfono para llamar y recibir llamadas de la Orden. Ella no sabía cuanto tiempo estaría el fuera en reconocimiento, y ella estaba a punto de perder la cabeza refrescando sus talones esperando por él. Ella necesitaba estar haciendo algo. Al menos sentir que ellos estarían haciendo algun progreso bueno para encontrar a Mira pronto…
El teléfono móvil siguió vibrando en su mano. Ella presionó el botón de Contestar pero no dijo nada. Solo abrió la linea y dejó que el que llamaba se revelara primero.
“¿Hola? Niko, ¿estás ahí, amigo?” La profunda voz denotaba un acento español, tan cálido y suave como el caramelo. “Soy Rio, mi hom-”
“El no está aquí” dijo Renata. “Estamos en posición en el lado norte de la ciudad, esperando a que vosotros lleguéis. Nikolai esta fuera en reconocimiento. El no debería tardar mucho”.
“Bien” dijo el guerrero. “Ya casi estamos, hora estimada de llega sobre 45 minutos. Debes ser Renata”.
“Sí”.
“Quiero darte las gracias por salvar el trasero de nuestro chico allí. Lo que tu hiciste fue…bien, el es afortunado de tenerte trabajando de su lado. Todos lo somos”. Ella podía oír la genuina preocupación y gratitud en la voz del vampiro, y ella se encontró muy curiosa de conocer a los otros guerreros a los que Nikolai llamaba amigos. “¿Está todo bien en ese lado? ¿Qué hay de ti? Haciendo todo bien, ¿perseverando allí?”
“Estoy bien. Solo ansiosa por que todo esto acabe esta noche”.
“Entiendo” contesto Rio. “Niko nos dijo sobre la niña- Mira. Lamento por lo que has pasado, sabiendo que un enfermo como Fabien está reteniéndola. Sé que no puede haber sido fácil para ti esperar todo el día para encontrarte con nosotros”.
“No, no lo ha sido. Me siento tan inútil” confesó ella. “Odio ese sentimiento”.
“Lamento todo eso. No vamos a dejar que nada le ocurra esta noche cuando entremos allí, Renata. Estoy seguro que Nikolai te explicó que poner nuestras manos sobre Edgar Fabien es crítico para la Orden, pero vamos a dar lo mejor de nosotros para que la niña salga de toda esta situación bien.”
Un súbito frío impregnó su pecho mientras las palabras de Rio se hundían. “¿Qué dijiste?”
“Ella va a estar bien”.
"No…eso de que no dejaríais que nada la ocurriera esta noche…allí dentro…”
Al otro lado de la línea, un largo silencio se marcó. “Ah, Cristo. ¿Niko no te dijo nada sobre el video que tenemos del Darkhaven de Fabien anoche?”
El escalofrío en ella se volvió más frío ahora, el hielo extendiéndose de su pecho a sus miembros. “Un video…de anoche” contestó ella paralizada. “¿Qué había en el? ¿Viste a Mira? Oh, Dios. ¿La ha hecho Fabien algo? Dime.”
"Madre de Dios," dijo en el con una larga exhalación. “Si Niko no te lo dijo…no estoy seguro de que sea cosa mía contarte ahora”.
“Dime, maldita sea”.
Ella oyó un estruendo de conversación rápida al fondo antes de que Rio finalmente cediera. “La niña está con Fabien y otros que todavía no hemos identificado. Recogimos la información de una cámara de seguridad en el Darkhaven de Fabien. Se fueron anoche y les seguimos hasta la propiedad donde estás ahora”.
“Anoche” murmuró Renata. “Fabien ha estado reteniendo a Mira aquí…desde anoche. Y que hay sobre Nikolai…¿Vas a decirme que él lo sabía? ¿Cuándo el oyó todo esto? ¡Cuando!”
“Tengo que pedirte que aguantes ahí un rato más” dijo Rio. “Todo va a ir bien…”
Renata sabía que el guerrero estaba todavía hablando, todavía dándola consuelo, pero su voz se apagó lentamente de su conciencia como hueso -una profunda ira y miedo- un dolor tan profundo que ella creía que podría destruirla en pedazos-sepultarla. Ella cerró el teléfono, cortando la llamada y cayendo el artilugio sobre el suelo a sus pies.
Mira estaba aquí desde anoche, con Fabien.
Todo este tiempo.
Y Nikolai lo sabía.
El los sabía, y se lo ocultó. Ella podría haber estado aquí hace horas -en las horas de sol- haciendo algo, cualquier cosa, para ver a Mira a salvo. En vez de eso, Nikolai le había ocultado deliberadamente la verdad y, como resultado, ella no había hecho nada.
No totalmente nada, ella admitió, golpeada con culpabilidad por el placer que había disfrutado con el mientras Mira estaba solo a una hora de su alcance.
“¡Oh, Dios!” susurró ella, sintiéndose enferma con el pensamiento.
Ella era vagamente consciente de los pasos acercándose al vehículo, sus sentidos alzándose antes de que su mente pudiera procesar el sonido. El vínculo de sangre que ahora compartía con Nikolai la dijo que era él antes de que su oscura forma apareciera en la ventanilla. El abrió la puerta del coche deportivo y entró dentro como si le pisaran los talones.
"Es Dragos," dijo el, buscando en la consola, salpicadero y asiento para el telefono móvil. “Maldita sea, no me lo puedo creer, pero era él. Solo vi al hijo de puta dentro de la casa con Fabien y los otros. Dragos está aquí- justo en nuestra mano. ¿Dónde demonios está ese teléfono?”
Renata le miró fijamente, mirando como una extraña mientras el se inclinaba hacia adelnate y extendía la mano hacia el telefono movil donde permanecía a los pies de ella en el suelo del vehículo. Ella apenas oía lo que el estaba diciendo. Apenas le preocupaba ahora.
“Me mentiste”.
El se echó hacia atrás, el telefono de Lex sujeto en su mano. El crujido de adrenalina que había estado iluminando sus ojos se redujo un poco cuando el encontró su mirada. “¿Qué?”
“Confiaba en ti. Me dijiste que podía confiar en ti-que podía contar contigo- y lo hice. Creí en ti, y me traicionaste”. Ella tragó saliva pasando el terrible nudo de su garganta y forzándose a sí misma a sacar las palabras fuera. “Mira está aquí. Ella ha estado aquí con Fabien desde anoche. Sabías eso…y no me lo dijiste”.
El estaba tranquilo, pero ni siquiera intentaba negar lo que ella decía. El miró el telefono en su mano como si el acabara de darse cuenta de cómo ella había descubierto su engaño.
“Podía haber estado aquí, Nikolai. ¡Hace horas, podía haber estado aquí, haciendo algo para sacar a Mira de las manos de ese monstruo!”
“Lo que es exactamente por lo que no te lo dije” dijo el amablemente.
Ella se sentía un hazmerreír, con el corazón roto. “Me traicionaste”.
“Lo hice para protegerte. Porque te quiero”.
“No” dijo ella, agitando su cabeza para evitar ser tomada por tonta de nuevo. “No. No me digas eso. ¿Cómo puedes decir eso cuando usaste todas esas palabras para mantenerme distraida- para hacerme creer que realmente te preocupabas por mi mientras tu y tus amigos de la Orden hacíais planes alrededor mío?”
“No es así. Nada de lo que ocurrió entre nosotros hoy-nada de lo que te dije- tuvo nada que ver con la Orden. Hoy era sobre ti y sobre mi…era sobre nosotros”.
“¡Joder!” El extendió la mano hacia ella y ella retrocedió, fuera de su alcance. Ella abrió la puerta y salió del coche deportivo. El estaba fuera del vehículo y a su lado, bloqueándola con su cuerpo, todo ocurriendo tan rápido que ella incluso no pudo empezar a dar un paso. “Aléjate de mí, Nikolai”.
“¿A dónde vas?” preguntó él amablemente.
“No puedo sentarme aquí por más tiempo y no hacer nada”. Ella dio un paso alrededor de el pero el seguía plantado allí de nuevo. La sutileza en el aparecía rápido, sustituida por una firmeza que decía que el la mantendría allí con grilletes si el pensaba que lo necesitaba.
“No puedo dejar que hagas eso, Renata”.
“Esa no es tu elección” ella lanzó, temblando con miedo e indignación. “Maldita sea, ¡nunca fue tu elección follarme!”
El gruñó una maldición y la agarró.
Renata apenas sabía lo que había hecho hasta que el se quedó paralizado a medio camino, sujetando su cabeza entre sus manos. El siseó, sus ojos arrojando destellos ambar mientras el la dirigía una mirada horrorizada y furiosa. “Renata. No lo hagas”.
Ella le atacó de nuevo, todo su miedo por Mira y su dolor por su traición se vertieron fuera de ella en una corriente castigadora de dolor mental. Nikolai cayó de rodillas, rugiendo y retorciendose por el dolor que ella había desencadenado en él.
Renata se alejó de él, en el bosque, antes de que ella se permitiera a sí misma ser disuadida por el arrepentimiento que ya estaba creciendo en ella.